A la llegada de PlayStation Now, un servicio de streaming que nos permite jugar por quince euros al mes a una selección de juegos de las plataformas de Sony en PC y PS4, nos hacemos la clásica pregunta en estas circunstancias: ¿a qué deberíamos jugar? Y como las cosas que ya querías jugar de antes ya las conoces, hemos elegido quince títulos sumamente extraños para que te estrenes en el servicio por todo lo alto.
¿Qué convierte a un juego en un clásico? Sinceramente, no lo tenemos claro. Hay tantos factores involucrados, incluida la simple suerte, que intentar desgranar una serie de valores compartidos por todos los juegos que reciben esa consideración sería simplemente absurdo. Y si bien no podemos definir lo que es un clásico, sí que sabemos definir otra cosa que nos interesa incluso más: qué es un juego raro.
Con el estreno en nuestro país de PlayStation Now, hemos elegido quince videojuegos que no sabemos si son clásicos, pero sí sabemos que son absolutas rarezas. Ya sea porque no nos han llegado hasta muchos años después de su publicación en Japón, porque asumen formas extrañas o porque simple y llanamente no se parecen a ningún otro videojuego visto antes, todos son legítimamente raros. Pero también interesantes. Porque, si de algo estamos seguros, es que todo el mundo encontrará al menos un juego que le fascine entre estas quince peculiares visiones de lo que debe ser un videojuego.
Asura’s Wrath (2012)
Mecánicamente tosco, pero de ejecución increíble, Asura’s Wrath es una joya olvidada que se merecería ser reivindicada como una perfecta pieza de culto. Mezclando elementos hinduístas y budistas en un contexto de ciencia-ficción, el juego nos narra la historia de Asura, un semidiós que, después de que le traicionen sus compañeros, busca venganza a través de quick-time events, larguísimas escenas cinemáticas y un sistema de combate más bien tirando a tosco en un formato episódico tan reminiscente del anime que tiene sus propios openings y endings. Una auténtica maravilla de la demencia cuya escala de destrucción planetaria sólo ha logrado ser superado por Tengen Toppa Gurren-Lagann mediante la poética acción de pegarse en mitad del universo agarrando galaxias.
Hakuoki: Kyoto Winds (2017)
PS Vita fue un éxito en Japón gracias a un público demográfico muy específico: las mujeres jóvenes. Ellas encontraron en la consola un modo perfecto para jugar en trayectos cortos en transporte público no a complejos clones de juegos de sobremesa, sino a juegos mucho más sencillos como son los otome. Es decir, juegos donde interactúas con diferentes hombres e intentas seducir a uno (o varios) de ellos. Y entre los otome, uno de los que brilló con más fuerza fue Hakuōki. Transcurriendo durante el Bakumatsu, siguiendo de cerca las acciones de la policía secreta del Shinsengumi, encarnamos a Chizuru, una chica en busca de su padre desaparecido que, sin quererlo, se verá envuelto en peligrosos tejemanejes políticos y, por supuesto, fogosos romances con guapísimos samuráis. Un buen argumento para descubrir el género que hizo grande a Vita en Japón.
Ape Scape (1998)
Seamos sinceros: todo mejora con monetes. Si además son monetes disfrazados, con sombreros graciosos y ropitas de persona, mejor. Si aun encima resulta que tienen poderes, la cosa ya es la hostia. Eso lo sabían muy bien en Sony cuando, en 1998, lanzaron el primer Ape Escape: un juego humorístico sobre capturar monos en un juego plataformero con muchas referencias pop y muchas bromas sobre monos. Un juego perfecto para quienes tienen mono de algo que ya parece imposible de hacer: un buen plataformas. Tenga o no sentido del humor.
Deadly Premonition (2010)
Twin Peaks es de culto en todo el mundo, excepto en Japón. En Japón es de primero de cultura pop. Por eso es tan fácil encontrar juegos que lo referencian o, incluso, que imitan su espíritu. Y ese es el caso del juego que llevó al estrellato a Hidetaka Suehiro, más conocido como Swery65: Deadly Premonition. De mecánicas rotas, gráficos desfasados y una narrativa completamente demencial, encarnamos a un agente del FBI que debe investigar una serie de extraños asesinatos en el pueblo de Greenvale, en un contexto de mundo abierto, un puñado de minijuegos y unos NPC que tienen sus rutinas diarias independientemente de nuestra presencia. Un juego tan ambicioso que era imposible que saliera bien. Un juego que es, en esencia, cómo la pasión por Twin Peaks en Japón: fascinante más allá de cualquier explicación racional.
Tokyo Jungle (2012)
Por alguna razón, la humanidad se ha extinguido. Deal with it. Ahora los animales y la naturaleza invaden la ciudad de Tokyo y tú tienes que sobrevivir. De eso trata Tokyo Jungle, un juego desconcertante, pero extrañamente sólido, donde podremos encarnar hasta a ochenta animales diferentes, entre los cuales se incluyen, entre otros muchos, un gato, un panda, un cocodrilo, un canguro, un perro robot, un pomerania, un hombre de Pekín y el animal más desconcertante de todos: un oficinista. Todo ello entre mecánicas de sigilo, combate e incluso apareamiento. Es decir, todo lo que necesitas para sobrevivir en un mundo donde ya no hay humanos que te mimen.
Sound Shapes (2012)
Sound Shapes es un pequeño juego de plataformas musical donde cada uno de nuestros movimientos y nuestros saltos ayudan a generar la canción que estamos escuchando. Pero no sólo eso. También el escenario y todo cuanto contiene se moverá al ritmo de la música. Algo muy apropiado cuando algunos de sus escenarios están concebidos a partir de canciones de artistas de la talla de Beck y Deadmau5. Lo que hace evidente por qué sería un sacrilegio pasar por alto Sound Shapes: pocas veces se ha visto en un videojuego utilizar tan bien la música.
Okage (2001)
Okage es tu típico JRPG en lo mecánico. Estéticamente es quizás más cartoon de lo habitual. ¿Y narrativamente? Es un juego desconcertante sobre circos ambulantes, maldiciones y sombras mayordomo. Lo cual no le aleja mucho de lo que podríamos esperar de un JRPG, salvo porque el juego resulta mucho más extraño y desasosegante que las típicas historias feel good que pueblan el género. Algo que no pudimos descubrir en Europa hasta hace tres años, cuando aterrizó por primera vez en la PS Store, y que ahora se puede revisitar con gusto para descubrir que no todos los JRPG nacieron iguales.
Lovely Planet (2010)
Lovely Planet es mono. Cuqui. Adorable. Como un regazo calentito. Como un cachorrito un poco tonto. ¿Por qué? Porque es un shooter de colores planos, dificultad escasa y, a su manera, muy bonito y relajante. Una experiencia sencilla, muy agradable, que se disfruta precisamente por su condición de juego sin mayores ambiciones que hacernos sentir bien mientras estemos delante de la pantalla.
Black Knight Sword (2012)
A Suda51 le conocemos por No More Heroes, pero a veces hace otras cosas. Por ejemplo, escribir extraños videojuegos de acción donde caballeros de fantasía deben derrotar a princesas guerreras en lo que no deja de ser, estéticamente, un teatro de marionetas de papel. Desconcertante en lo jugable, interesante en lo narrativo y fascinante en lo visual, resulta un juego notable en prácticamente todos sus aspectos, incluso si la riqueza de sus ideas no siempre llega a estar a la altura de su ejecución.
Earth’s Dawn (2016)
Si quisiéramos acabar rápido podríamos decir que Earth’s Dawn es el Ninja Slayer de los juegos de acción. De animaciones mínimas, exagerados efectos visuales y estética lo más malota posible, todo su encanto radica en eso: ser tosco, espectacular y, de algún modo, una parodia tan desconcertantemente extrema que deja de ser una parodia para ir totalmente en serio. Un juego inclasificable que, si lo es para bien o para mal dependerá enteramente de lo que cada uno busque en el videojuego.
Forbidden Siren (2003)
A Konami se le da bien tener movidas con sus empleados desde mucho antes del affaire Kojima. Valga de ejemplo la abrupta y no muy amigable salida de Keiichiro Toyama de la compañía poco después de la publicación del juego por el que hoy es más recordado, el primer Silent Hill. Pero esa espantada tuvo una ventaja para Sony: pudieron ficharle para que les hiciera un survival horror de nueva generación. Y el resultado fue Forbidden Siren, un juego de ambientación japonesa, siguiendo los patrones estéticos del j-horror del principio de los 00s de películas como The Ring o Dark Water, donde nos enfrentábamos a enemigos implacables prácticamente imposibles de derrotar. Toda una joya, prácticamente olvidada, que supera a casi todos los intentos de Konami de hacer un survival horror pasada la tercera entrega de Silent Hill.
Echochrome (2008)
Aunque Sony nunca ha tenido demasiada suerte con sus consolas portátiles, tanto PSP como Vita han tenido auténticas obras maestras del videojuego. Y ese es el caso de Echochrome. Haciendo que cada fase sea una construcción imposible al estilo de las de Oscar Reutersvärd, debemos asegurarnos que un maniquí consiga llegar hasta el final de la fase. ¿Cómo? Controlando la cámara para que, en apariencia, el escenario genere un punto de vista donde parezca crearse un camino antes visualmente inexistente. De estética minimalista y banda sonora de armonías engañosamente complejas, Echochrome es una de las más maravillosas rarezas del videojuego. Un juego tan sencillo como prodigioso.
Atelier Escha & Logy (2013)
La saga Atelier, con sus veinte juegos en la saga principal y sus incontables spin-offs secundarios, ports y adaptaciones son ya una institución en Japón, si bien no tanto en Occidente. Y para solucionar eso, quizás el mejor punto de entrada sea Atelier Escha & Logy. De personajes principales encantadores, buenas mecánicas de combate y alquimia y quizás, por desgracia, una de las historias menos apasionantes de una saga que, por otra parte, tampoco destaca por la intensidad de sus argumentos, es una estupenda introducción para quienes quieran empaparse en la saga sin empezar a ciegas. No cuando la saga ya tiene anunciado un nuevo título para este mismo año.
Earth Defense Force 4.1: The Shadow of New Despair (2015)
Si unos alienígenas atacaran la tierra, ¿cómo lo harían? Obvio: con insectos gigantes, platillos volantes, robots como rascacielos y lagartos descomunales que, se lo juramos, señores de la Toho, no son Godzilla. O eso piensan en Sandlot, los desarrolladores de la ya amplia saga Earth Defense Force, de la cual este Earth Defense Force 4.1: The Shadow of New Despair es uno de sus mejores representantes. Con cuatro clases por elegir, con 175 armas únicas por clase, además de vehículos pilotables y un entorno casi enteramente destruíble, el juego trata, en esencia, de lo mejor que se le da hacer al videojuego: destruir todo a nuestro paso con la máxima potencia de fuego que nos ha brindado millones de años de evolución. Porque si alguien ha de reventar la tierra, que sean los humanos.
Doki-Doki Universe (2013)
A veces un videojuego puede ser nada más que un test de psicoterapia. O eso parece pensar Doki-Doki Universe, un juego donde encarnamos a QT3, un robot que, debido a su falta de humanidad, ha sido discontinuado. Para encontrar esa humanidad perdida contará con la ayuda de un globo rojo parlante y del Dr. Therapist, un terapeuta que evaluará las acciones de lo que haga a partir de entonces QT3. De ese modo, nuestra obligación es ni más ni menos que ser humanos. Lo cual supone dialogar con gente, interactuar con gente y, básicamente, descubrir qué es lo que nos hace humanos. Porque, ¿quién dijo que los videojuegos no puedan ser todo lo que quieran ser?