No todo va a ser icónico: la reciente noticia de un nuevo uniforme de la familia Spider-man nos recuerda, como flashbacks de una guerra que nunca hemos luchado pero sí vivido, que los superhéroes son culpables de cientos de delitos contra la estética. Nos adentramos en una esquina de los cómics que provoca arcadas a través de los ojos, pero que nos vemos obligados a repasar para que no tengamos que volver a experimentarlas.
El mundo del cómic de superhéroes está repleto de uniformes míticos que cualquier persona es capaz de identificar de inmediato. Se trata de un triunfo artístico de manos de personas que no necesariamente han tenido algo que ver con la moda, pero que cuentan con el suficiente buen gusto e intuición para crear algo perdurable. Ahí están uniformes tan icónicos e impecables (y que en su encarnación clásica apenas han sufrido cambios) como los de Spider-Man, Batman, Superman o el Capitán América.
Sin embargo, de vez en cuando tenemos una muestra de que los dibujantes de cómic pueden patinar, en una caída hacia el horror visual que arrastra a editores y lectores hacia la locura y la repulsión más allá de cualquier límite físico y psicológico. Sobre todo, cuando se trata de rediseñar a un personaje de cara a los nuevos tiempos, una nueva colección o una moda imperante, como el Superman con mullet (never forget).
La última de ellas nos la ha regalado Mark Bagley, insigne e intermitente dibujante de Spider-man desde 1991, con un horror error uniforme para la nueva colección de la Araña Escarlata: la capucha a lo Spider-Gwen, la ausencia de redes para no incordiar a los dibujantes que vengan detrás…

… y ESA sonrisa. Le importa una mierda lo que opines de él.
Así que preparad el colirio y una ventana en segundo plano con fotos de gatitos, porque aquí va una lista, nunca completa, nunca consensuada, de los peores cambios de looks de supertipos. Pero una advertencia: en lugar de ir a lo fácil y criticar por las risas un determinado look, se pasarán por alto apariencias más o menos justificadas por la historia o las circunstancias, así como aquellas que respeten hasta cierto punto la naturaleza del personaje. Por ejemplo, el disfraz de cebra de Batman no es porque se vaya a camuflar entre un grupo de ladrones de cebras y la armadura de Daredevil le es útil (vale, traiciona un poco su apodo de temerario, pero…) y encima ha tenido calado en la serie de televisión de Netflix.
La armadura metálica de Spider-man

Presentando… ¡la Spider-Bola de Discoteca!
Spider-man, para ser un superhéroe basado en la agilidad y las habilidades atléticas, ha tenido bastantes armaduras. Desde la armadura aislante que Steve Skroce diseñara para el Amazing Spider-man 425, a la que Tony Stark le regalara en Civil War, todas han tenido algún motivo de peso… pero esto clama al cielo.
En el número 100 de Web of Spider-man, Spider-man cree que es necesario blindarse como nunca lo había hecho contra el Duende Verde u Octopus… para enfrentarse a los Nuevos Forzadores, unos matones de segunda en una guerra de bandas que nadie recuerda ya. En un ejemplo de desproporcionalidad semejante a usar antidisturbios para disolver un patio de colegio, Spider-man se hace una armadura que le resta velocidad y agilidad… y que ni siquiera sobrevive al final del episodio.
De algún modo inexplicable, su aparición ridícula y aislada se convirtió en objeto de culto, algo así como Chumbawamba, demostrando que la nostalgia no siempre es buena.
El indescriptible Thor

Un Thor listo para la acción y para recibir cosquillas
Warren Ellis llevaba un año dando tumbos por Marvel, saltando de una cancelación a otra, cuando decide remozar a Thor para los nuevos tiempos. Según su propuesta, ni el propio Jack Kirby aprobaría el estancamiento creativo alrededor del personaje, así que adiós al habla pomposa y hola al estilo de Ellis, directo, crudo y cruel.
Pero los nuevos tiempos eran los noventa, así que Mike Deodato Jr., dibujante de los números de Ellis, decide que el personaje luce mejor como un culturista enredado en un almacén de cinturones, ventanita para el six-pack incluida. El traje apareció incluso en el cruce de Marvel y DC que originó el universo Amalgam, pero no duró demasiado.
Guy Gardner Warrior

Gardner, sí, el de Green Lantern, el de no me toques las narices que me salen armas hasta del culo.
Guy Gardner fue el Green Lantern más chulo de los ochenta, incluso a pesar de su corte de pelo a tazón, gracias a su participación en la Liga de la Justicia de Geffen y DeMatteis y llevar con soltura su chaleco del cuerpo de Linternas.
Los noventa (¡de nuevo!… ¿de verdad quieren hacernos revival de aquella época?) le pillan sin poder contar con el anillo, pero un Gardner sin Linterna es como una hamburguesa de tofu: puede recordar a algo bueno, pero sólo es una cáscara estomagante. Para compensar, le inyectan la década en vena con una estúpida historia en la que bebe Agua de Guerrero, que activa ADN alienígena implantado en su sangre hace un milenio y que le permite convertirse él mismo en un arma. Desde ese momento, luce palmito como culturista y apropiacionista cultural de los indios.
Su dignidad no se restauró hasta que en 2005 Geoff Johns le quitó toda esa basura de encima y le vuelve a convertir en un humano con anillo de poder.
Superman eléctrico

Superman: Electric Bogaloo
En CANINO sabemos que Superman es superjodido de escribir, por su carácter, poderes y décadas de historia, pero a finales de los noventa, los de DC, en lugar de romperse la cabeza, rompen la baraja y cambian a Superman: sus poderes pasan de ser kriptonianos a eléctricos.
El uniforme en sí no es tan horroroso e incluso hicieron un guiño a una historia clásica de un Superman rojo contra otro azul, pero estamos hablando del aspecto de Superman. ¿Cambiarías el helado de chocolate sólo porque lleva mucho tiempo en el mercado? No, si acaso le añades otras cosas para mejorar el sabor, pero no pones su nombre a un helado de vainilla. ATENCIÓN: Metáfora no válida para Coca-Cola.
Hablando de cambios de uniforme, DC nos ha alegrado recientemente al recuperar un traje de Superman con diseño clásico, obviando recientes diseños, que preferían presentarlo como un millenial o con una armadura ligera.
Penitencia

De locuelo héroe juvenil a cenobita… la infancia de Clive Barker hecha cómic
Tienes a un personaje jovial e imprevisible cuyo poder es rebotar de un lado a otro desplegando bolas de colores. Además de un canto poco sutil a las drogas, Speedball fue considerado por algunos editores y aficionados como el sucesor legítimo de Spider-Man: era el tipo que alegra todas las fiestas o que al menos cree que las alegra mientras salta por cualquier rincón.
Pero Civil War (2006-2007) le convirtió en el imbécil que instigó la muerte de 612 personas y docenas de animales muy monos (es un guión de Mark Millar, puedes esperar este tipo de crueldades detrás de molones intercambios dialécticos), así que la culpa le lleva a hacerse un traje que activa sus evolucionados poderes al clavarle 612 púas en el cuerpo.
Luego el personaje volvió a su ser con un «no, qué va, sólo estaba de depre«, pero imaginamos que las conversaciones con sus compañeros tienen que ser incómodas: «¿Recordáis cuando Robbie [Baldwin, nombre del personaje] mató a unos sesenta niños y se volvió loco y atemorizante?«. Es la pregunta ideal para cerrar una fiesta.
Lobezno salvaje

Robaron su nariz: grave error
Algunos se ponen medievales cuando les tocan las narices, pero toca el adamantium de Lobezno y le pones salvaje. En un razonamiento cogido de tantos pelos como le asoman a Logan de la línea del mankini. Parece ser que su sistema curativo necesitaba un freno y al arrebatárselo revirtió a un estado casi animal, con uñas largas, pañuelo en la cabeza, nariz testimonial, tupés laterales aún más exagerados y un centenar más de músculos.
Concedamos que el cambio de look tiene un motivo y entronca con la naturaleza del personaje, que siempre ha luchado contra su instinto asesino, pero el aspecto es tan estúpido que merece un lugar en esta lista. Ni siquiera tuvo el respeto de los responsables creativos del personaje, que omitieron esta vuelta de tuerca en cuanto tuvieron ocasión.
Apariencia de stripper para personajes femeninos

¿Puedes… dejarte el sombrero puesto?
Esto merece un artículo entero pero vamos a avanzarlo aquí: la sexualización de la mujer en los cómics llegó a su cúspide en esa década que ya sabéis. La que desató a los Furbys, la que arrebató su popularidad al profesor Tristanbraker, los noventa. De repente, no sólo se metían a las mujeres en el frigorífico, también se las dejaba bien frescas quitándoles la poca ropa que llevaban. Tal fue el síndrome que los personajes femeninos se retorcían de frío en cada página, ofreciendo en cada plancha una imposible pose para resaltar, al mismo tiempo, pecho y culo.
Wonder Woman parecía haberse fugado de un episodio chungo de Hijos de la anarquía (2008-2014), Sue Storm de la mansión Playboy. Avengelyne ni escondía que era una excusa para mostrar carne y Witchblade era una modelo rodeada de rayitas. Por suerte, ahora vivimos en tiempos más socialmente aceptables, ¿verdad? Donde Marvel y DC sacan colecciones para muchachas quinceañeras, como Ms.Marvel o Batgirl, ¿verdad?

Un atuendo ideal para desfacer entuertos y tomar el sol
Bueno, pues los rediseños de Zatanna y Harley Quinn os saludan. La primera deja su uniforme vodevilesco, aunque sólo durante Flashpoint. La segunda abandonó hace bastante su uniforme tradicional, que como demostró la peli de Escuadrón Suicida (2016), sólo funciona en cómic, para convertirse en una juggalo en el cómic homónimo. Por suerte, la colección del personaje, escrita por Amanda Conner, arregló el desaguisado y la dejó preparada para ser la Deadpool del Universo DC. En demasiadas ocasiones, el diseño de trajes para superheroína parece hecho por personas que no han visto una mujer en su vida, pero que han leído mucho sobre el tema en manuales de anatomía.
¿Y vosotros? ¿También tenéis un traje o rediseño concreto que os sacó de quicio? Si no está en esta lista, no dudéis en horrorizarnos en los comentarios, ¡lo peor ya lo hemos pasado editando esto!
Wonder Man lleva una larguísima carrera de horrores con sólo dos uniformes decentes a los que vuelve continuamente porque alguién decidió que sus «colores corporativos» eran el rojo y el verde.