El ensayo Más allá de Orión, publicado por Héroes de Papel, analiza el universo de Blade Runner, desde la novela de Dick hasta la secuela de Villeneuve. Su objetivo: descubrir cómo han envejecido los dilemas de la película de Scott o su problemática representación de género. Hablamos con su autora, Ana de Haro.
¿Qué ocurre cuando empezamos percibir como retro la ciencia-ficción que en su momento fue anticipación? ¿Cuándo superamos o empatamos al futurismo del pasado no solo por fechas sino también en avances sociales y, casi, tecnológicos? Hemos leído el ensayo Más allá de Orión. Las claves del Universo Blade Runner (2019), de Ana de Haro, publicado por la editorial Héroes de Papel, para hablar de ese particular universo que arrancó con la novela de Philip K Dick y ha llegado hasta la secuela cinematográfica de 2017.
El libro se empezó a escribir para comparar el noviembre de 2019 ficticio que planteaba Blade Runner (1982), de Ridley Scott con el que vivimos nosotros hace apenas unos meses. Pero cuando De Haro tropezó con la lectura de género empezó a hacer bola, decidió no quedarse ahí, volvió hasta ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? (1968) y luego continuó hacia Blade Runner 2049 (2017) de Dennis Villeneuve. E incluso llegó al casi desconocido ‘universo expandido’ de la franquicia. En las páginas del ensayo, que se une a la escasa bibliografía en castellano sobre el film, encontramos incomodidad y alguna sorpresa.

JOSE CANO [JC]: ¿Es Blade Runner machista?
ANA DE HARO [AH]: ¿En nuestros términos y desde nuestro punto de vista actual? La respuesta rápida sería “sí”. Presenta un futuro en el que es posible crear seres humanos artificiales y las replicantes femeninas son “un modelo básico de placer de las colonias militares”, un modelo de placer reeducado para el asesinato o, como en el caso de Rachael, una parodia de la mujer fatal del cine noir. Scott se ha defendido argumentando que, si pudiéramos tener replicantes, lamentablemente sería ese tipo de replicantes el que se produciría. El problema no está sólo ahí, hay elementos más oscuros, como la sexualización de la muerte femenina (esa Zhora semidesnuda atravesando cristales a cámara lenta) o la perturbadora ‘escena de amor’ en la que hoy incomoda ver a Harrison Ford arrojar a Rachael contra la pared y dirigir su comportamiento de forma nada cariñosa. Y, sin embargo, Rachael, Pris, Zhora en menor medida, son personajes poderosos y seminales en la ciencia-ficción cinematográfica…
JC: Philip K Dick no es precisamente el autor más sencillo para analizar su representación del género…
AH: O es extremadamente fácil. Dick tan sólo escribió uno o dos personajes protagonistas femeninos en su obra, y casi todos los secundarios se adscribían dentro de categorías bastante claras: la arpía que amarga la vida del protagonista, y la compañera sexual, habitualmente morena y de aspecto algo andrógino.
JC: ¿Qué cambia en Blade Runner 2049 en la representación de género? ¿Es una película fallida en ese sentido?
AH: No creo que sea una película fallida. Creo que no es tan avanzada como pretende ser, pero que aún así hay diferencias, y muchas, con respecto a la original. Para empezar encontramos muchos más personajes femeninos y en roles más variados. Está Joi, sí, pero también están Luv, Ana Stelline, Freysa, Joshi, Mariette… Algunos personajes son trasuntos de los de Blade Runner (Mariette es una evolución de Pris, Joi es la de Rachael), otros son novedosos. Todos tienen cierta profundidad, equiparable a la de los personajes masculinos, con la posible excepción del protagonista, K, que es el líder indiscutible de la función. Luv y Joi son fascinantes. Creo que detrás de 2049 hay un esfuerzo consciente por mostrar otro tipo de mujeres en este universo. Pero, al igual que en el caso de Rachael, los personajes femeninos que cumplen un rol romántico (Joi y Mariette) provocan preguntas muy incómodas. Joi es, básicamente, un juguete sexual. Mariette es una prostituta. Quedamos reducidas a ‘modelos básicos de placer’. En este caso la excusa de Villeneuve es parecida a la de Scott: “el mundo no es amable con las mujeres”. No me parece lo suficientemente buena. Es más realista hablar de tropos que se repiten, de tópicos narrativos que nos resulta complicado quitarnos de encima, y de personajes que cumplen funciones narrativas concretas.
JC: En el libro afirmas que Rachael es el centro emocional tanto de la original como de la secuela, pero muchas críticas la señalan como un personaje pasivo. Además, al final queda reducida a su condición de madre.
AH: Es cierto que muchas veces se ha calificado a Rachael de personaje pasivo. A mí no me lo parece, no del todo. Creo que es un personaje en shock, traumatizado, y creo que su drama es uno de los más poderosos de la película: Rachael parece, cuando la conocemos, una segura mujer de negocios, pero enseguida descubrimos, y ella lo descubre con nosotros, que en realidad es una replicante, sus recuerdos no son suyos y probablemente tiene una fecha de terminación bastante próxima. Acaba de perder su identidad y de convertirse en miembro de un colectivo tratado como subespecie. Ha perdido sus derechos.
Todo esto pasa a un segundo plano por el “romance” con Deckard, que, de nuevo, provoca preguntas incómodas. ¿Deckard la trata como un ser humano, o como una muñeca a la que puede programar? Al final pasa de ser un personaje con un drama propio muy poderoso a una excusa narrativa para el protagonista masculino.

Pero su sombra es alargada. Dices que en Blade Runner 2049 “queda reducida a su condición de madre”. No estoy de acuerdo. En todo caso, es una capa más que se añade al personaje. Es la catalista de la acción, y su condición de madre del primer híbrido (o primer bebé replicante, depende de lo que sea Deckard), la convierte en un ser casi místico. Es la artífice del “milagro”.
Además, fíjate, aunque el tópico de “la madre que muere en el parto y por tanto desaparece y está ausente de la historia” está muy visto, hay una razón muy práctica para que se utilice aquí. Blade Runner tiene varios montajes, varias versiones, todas ellas canónicas, y en una de ellas se nos dice que Rachael es “diferente” y que no tiene fecha de terminación (recordemos que los replicantes están fabricados para morir a los cuatro años de edad), mientras que en otra esto se omite y parece que Rachael es un replicante más y, por tanto, morirá pronto. Si Rachael está viva en 2049, inevitablemente estamos optando por una versión e invalidando la otra, y no podían hacer eso. Así que Rachael tiene que haber muerto, y tiene que haberlo hecho antes de que llegara su (posible) fecha de terminación. Así todos los cánones siguen siendo válidos. Lo único que se nos confirma en 2049 es que es un tipo de nexus más avanzado que el de Roy Batty (él es un 6, ella es un 7), pero eso no invalida ninguna interpretación.
JC: ¿Joi tiene libre albedrío o está programada? ¿La película realmente ofrece una conclusión a ese respecto?
AH: Si algo caracteriza al universo Blade Runner es que nunca, nunca, nunca ofrece conclusiones cerradas respecto a nada. Dicho esto, Joi es el personaje más complejo de 2049 (y quizás de todo este universo narrativo) desde un análisis de género. ¿Tiene libre albedrío o está programada? ¿Qué crees tú, como espectador? La película te da motivos para pensar que Joi ha crecido respecto a su programación original, que tiene una personalidad real y voluntad propia, pero al mismo tiempo sus ademanes y expresiones obedecen siempre a los de sus alter egos programados (los anuncios publicitarios) y la película no nos deja que nos olvidemos de ello. Es el corazón de Blade Runner 2049, es conmovedora e interesante, pero cae en todos los tópicos del sacrificio femenino y del amor romántico. Parece actuar por voluntad propia, pero todos sus esfuerzos van dirigidos a potenciar el viaje de K. ¿Tiene un viaje propio? A mí me gustaría pensar que sí, pero cada nuevo visionado me provoca más dudas que el anterior.
JC: Si Blade Runner tenía ‘la violación en el pasillo’, Blade Runner 2049 tiene la escena de la fusión de Joi y Mariette, que una crítica que recoges en el libro califica de «éxtasis machuno» y «cosificación suprema». ¿Qué diferencia hay entre las dos escenas? ¿Y con el papel de las replicantes mujeres del libro?
AH: Joi está sacrificándose al fusionarse con Mariette para satisfacer a K, pero Mariette también. La principal diferencia, en realidad, es el rol masculino: en Blade Runner Deckard impone su voluntad, en 2049 K no fuerza a ninguna de las dos. Aunque, podríamos argumentar, ninguna de ellas es completamente libre al hacer lo que hace. En cualquier caso, hay una evolución de una escena a otra, de una película a otra. En el caso del libro, las androides tienen un rol muy diferente, no de sumisión pero igualmente negativo. Tanto Pris como Rachael (que en la novela tienen el mismo aspecto, son el mismo modelo de androide) utilizan su sexualidad para manipular a los hombres. De hecho, Rachael se dedica a acostarse con los cazarrecompensas para intentar provocar en ellos empatía hacia los androides y que no sean capaces de eliminarlos.
JC: ¿Villeneuve es más feminista que Scott -por una cuestión de edad- pero se pasa de sutil o de torpe?
AH: Bueno… Sin olvidar que Ridley Scott es el artífice de Ellen Ripley, desde luego su visión de las mujeres en Blade Runner es mucho más limitada, sometida y degradante que la de Villeneuve en 2049. El director canadiense se jacta de dirigir películas con protagonistas femeninas interesantes, pero la complejidad de 2049 no resiste un análisis simplista. Creo que se mete en un jardín que no acaba de saber explicar. Introduce más personajes femeninos que su predecesor y más variados, pero cae en tópicos de sumisión y sacrificio muy tradicionales.

JC: ¿Se ha quedado el futuro de Blade Runner desfasado, no solo cronológicamente, sino en los problemas que plantea?
AH: No lo creo, no necesariamente. La estética, que ya tenía elementos muy retro en su momento, sí ha quedado algo desfasada, pero los problemas y preocupaciones que plantea Blade Runner son universales: ¿qué sentido tiene la vida ante la conciencia de la propia muerte? ¿Qué significa ser humano? ¿Qué sentido tiene tratar a otro colectivo como carente de humanidad y, por tanto, de derechos? Son estas cuestiones las que la convierten en una obra clásica y universal. A un nivel más concreto, la preocupación por el cambio climático está a la orden del día. Y, aunque aún no hemos llegado a esos niveles en ingeniería genética e inteligencias artificiales, si en algún momento llegaran a existir seres artificiales semejantes a los replicantes los dilemas éticos que Blade Runner plantea serían bastante lógicos.
JC: En el libro explicas que te enfrentaste al «universo expandido» de Blade Runner encontrándote con productos, siendo generosos, sorprendentes. ¿Qué es lo más esperpéntico que ha salido de ahí?
AH: Además de la banda sonora, que tiene su propia historia apasionante, existen adaptaciones a cómic, una peculiar serie de televisión que, curiosamente, se llamó Desafío total 2070 (1999)… Pero sin duda lo más divertido y extravagante son las novelas de K. W. Jeter, que hasta Blade Runner 2049 eran el canon oficial y que son, francamente, horribles y divertidísimas. Son tres: El límite de lo humano (1995), La noche de los replicantes (1996) y Ojo y garra (2000), que nunca se ha traducido al español. Son novelas policiacas (aunque La noche de los replicantes tiene momentos de terror nada desdeñables) y están escritas de forma muy repetitiva, y absolutamente absurda. Jeter mata a personajes que en las películas viven, resucita a algunos que murieron, y mezcla el universo de Blade Runner con el de Ovejas eléctricas. La palabra que has usado, esperpento, es perfecta en esta ocasión.

JC: Dices que sobre Deckard y su condición de replicante Ridley Scott «hace un George Lucas». Explica eso.
AH: Desde el montaje del director, aproximadamente, existen numerosas declaraciones de Scott sobre la naturaleza replicante de Deckard, pero no antes. Mi sensación, y es una opinión completamente personal, es que es una idea que empieza a fraguarse desde el guión, pero que no toma forma real hasta el montaje del director, aunque Ridley Scott insista en que él siempre lo supo y diseñó todos los elementos de la película al servicio de esta idea. De hecho, creo que es David Peoples, uno de los guionistas de Blade Runner, quien señala el posible origen de la idea en algunos parlamentos eliminados de la voz en off de Deckard. Pero Harrison Ford, por ejemplo, siempre ha rechazado esta interpretación e insiste en que no recibió ninguna instrucción al respecto. Así que mi impresión es que se trata de una teoría que ha ido cuajando con el paso del tiempo, pero que no estuvo ahí desde el principio.
JC: ¿Realmente importa que Deckard sea un replicante?
AH: No… pero puede hacer la película más satisfactoria o menos, según tu interpretación. Podemos verla como la historia de un ser humano que descubre su empatía hacia otros seres, o sobre un ser que descubre su verdadera naturaleza y actúa en consecuencia, y ambas interpretaciones son válidas. Hoy en día nos planteamos la naturaleza de Deckard casi como un juego, un conjunto de pistas que hay que interpretar, pero no se ideó de esta manera. Blade Runner no es un enigma que haya que resolver. Es una reflexión sobre la humanidad, sobre el sentido de la vida y sobre el de la muerte. Además, Deckard está sobrevalorado. El verdaderamente interesante es Roy Batty.