En tiempos de confinamiento, la cultura torna en un aliado fundamental para sobrevivir a la cuarentena. Y, de entre todas las formas artísticas, el videojuego se reivindica como la más interesante para socializar sin tener que salir de casa. Os traemos una selección de títulos que brillan cuando se juegan en compañía y a los que cualquiera, incluso el menos ducho, podrá echarles un tiento.
Son tiempos difíciles. El coronavirus ha instaurado su particular dictadura en forma de pandemia global —redundante, sí, pero no veas cómo acongoja— y ha confinado a países enteros. España, sitiada, no es una excepción. Millones de personas resisten aisladas y recurren a ritos tan atávicos como desempolvar el Trivial Pursuit para sobrellevar la situación. Netflix, Spotify, Kindle Unlimited y demás tipos de ocio en línea han adquirido un carácter casi mesiánico.
La cultura, como Messi para la culerada, es un clavo ardiendo al que agarrarse hasta perder las huellas dactilares. Lo que sea con tal de ignorar la pandemia de cutrememes que envía nuestro cuñado. Series, películas, libros, animes… Están salvando vidas. También los videojuegos, una forma de cultura especialmente útil para vencer al tedio durante cientos de horas —cuando no miles—. Ya lo dijo en su Twitter Pedro Vallín, al que entrevistamos en esta casa hace nada y menos: “Deduzco de los planes de muchos de vosotros para el confinamiento que no sois videojugadores, y siento lástima por el infinito caudal de cultura, aprendizaje, diversión, inteligencia, belleza y emoción genuinas que os estáis perdiendo”.
En la era del COVID-19, sin embargo, los videojuegos ofrecen algo de lo que ningún otro arte es capaz per se: una socialización intrínseca. Son muchas las obras ludoficcionales que no demandan recurrir a las redes sociales ni a otras triquiñuelas para relacionarse, ya que la interacción con otros les es inherente. Lo consiguen, además, con un planteamiento muy amplio en el que tienen cabida tanto la competición como la cooperación. Precisamente, en una época en la que la colaboración es fundamental para vencer al enemigo común, títulos como Minecraft (2011) tienen mucho que aportar y enseñar. Y por ello os traemos una selección de videojuegos con los que socializar desde el sofá.

Animal Crossing: New Horizons (Switch)
La comunidad de Animal Crossing (2001-2020) lleva meses exhibiendo un cariño puro, inocente y sincero hacia la saga con motivo del flamante New Horizons (2020). El debut de la franquicia en Switch ha coincidido con el que quizá es el mejor momento de la historia para entender las virtudes de Animal Crossing y subirse a esa ola de positivismo y espíritu cuqui. En su momento, la serie de Nintendo nació para (re)conectar a toda una generación de japoneses atareados y estresados con un pasado rural que unos olvidaron y otros jamás experimentaron.
Con la promesa de vivir en plena naturaleza, crecer en base a la cooperación más que a la competición y estrechar lazos con una comunidad animal en la que todos son amables y felices, la saga que ahora dirige Aya Kyogoku cautivó no a una, sino a varias generaciones. y ya forma parte del imaginario nostálgico de Nintendo. El buen aldeano vive sin prisa, ansiedad, presión ni objetivos a corto plazo; el buen aldeano vive de un modo muy distinto al nuestro y por eso admiramos tanto esta saga.
Ahora más que nunca, convertir una aldea desierta en una comuna colaborativa, sostenible y llena de paz es una premisa a la que resulta muy complejo resistirse. Su planteamiento del online, basado sencillamente en visitar a otros jugadores e interactuar de tranquis con ellos, es un placer que ahora se nos niega y que cobrará especial importancia en el contexto de reclusión actual. De ahí que, tras el impacto de Wild World (2005) en DS y el buen hacer de New Leaf (2012) en su sucesora de doble pantalla, el éxito de New Horizons sea comprensible.
Minecraft (PS4, Xbox One, Switch, PC y smartphones)
Si algo tengo claro es que el coronavirus obligará a reconstruir el mundo. No literalmente, confío, pero sí la forma en la que lo comprendemos. Y si se trata de construir algo, Minecraft es el rey. Antónimo de aislamiento, la opera magna de Mojang permite que varios jugadores puedan explorar y trabajar codo con codo para crear un mundo voxelado a su antojo. Más de 112 millones de jugadores lo comprueban cada mes. Hacerlo, además, es relativamente sencillo teniendo en cuenta que Minecraft está disponible para todas las plataformas de esta generación y la anterior.
El heredero natural de Lego lleva casi una década imponiendo, bloque a bloque, la idea de que la imaginación y la cooperación son las mejores herramientas para divertirse. Las posibilidades son infinitas: recrear el Taj Mahal, recuperar Notre Dame, fabricar una Game Boy funcional… Con Minecraft no hay nada imposible y la soledad, gracias a su chat e inagotables opciones, dejará de ser un problema. No todos podemos ser como Ben Hanscom, uno de los protagonistas de IT (1986), y mutar de niño regordete a arquitecto atractivo. Minecraft, al menos, nos deja a medio camino.
GTA Online (PS4, Xbox One y PC)
No descarto que la reconstrucción del mundo postcuarentena esté muy lejos de la utopía buenrollera de Minecraft y acabemos a balazo limpio. El modo online de Grand Theft Auto V (2013) es una excelente manera de prepararse para ese escenario y entender que el trabajo en equipo va más allá de compartir tomates en los huertos urbanos. En GTA Online, bancos y casinos son las nuevas terrazas donde quedar con amigos para pasárselo bien.
El simulador de malotes de Rockstar facilita convertirse en un gánster y planear grandes golpes en la mejor compañía. Cada uno de los integrantes de la banda puede asumir un rol distinto: desde el que se adentra en el banco de turno hasta el que vigila con su fiel fusil de francotirador apoyado en la azotea. O quizá prefieras conducir un rato mientras charlas con tus colegas por el chat de voz con The Blue Ark FM de fondo. La buena comunicación es imprescindible para que todo salga bien —como mínimo, para echarse unas risas— y es por ello por lo que GTA Online destaca como una gran alternativa para socializar durante el confinamiento.
Sea of Thieves (Xbox One y PC)
La vida pirata, plagada de aventuras y libertad en el mar, es la vida mejor. Ahora que añoramos el contacto con la naturaleza y las pequeñas expediciones del día a día, emular a rufianes y corsarios se ha convertido en el anhelo de muchos. Sea of Thieves (2018) constituye la mejor aproximación a esa fantasía y una forma divertidísima de reunirse con tu tripulación de amigos.
La incursión de Rare en el mundo de los parches y las patas de palo propone tareas tan piratescas como abordar un galeón o escrutar hasta el último rincón de una isla desierta en pos de un tesoro. Y todo ello en compañía de otros jugadores con los que cooperar o pugnar por las riquezas, pero con los que sobre todo disfrutar de un rato agradable. Seguro que no soy el único que tiene antojo de conversaciones en torno a una hoguera, una botella de ron y/o un cofre a rebosar. Arrrrrr!
Stardew Valley (PS4, Xbox One, Switch y PC)
Si el resto de juegos de esta lista sirven para evadirse, salir de la tediosa rutina de confinamiento y vivir otras vidas, con Stardew Valley (2016) ocurre todo lo contrario. La creación de Eric Barone brilla precisamente porque nos regala una rutina en un momento en el que no todos saben qué hacer con su vida. Levantarse, regar nuestra pequeña plantación de chirivías, ir a la ciudad en busca de alguna semilla de ocasión y una agradable charla, ir al subsuelo a por recursos minerales y echar una partida en el bar antes de dormir.
He ahí uno de los muchísimos ejemplos de daily-life por los que uno puede apostar en Stardew Valley y ver cómo esas pequeñas rutinas hacen mejorar nuestra huerta, nuestra casa, nuestras relaciones sociales y en definitiva nuestra vida. Una oda a la vida tranquila que mejora sumamente en cooperativo y que con una llamada por Discord de fondo es garantía de paz y charlas agradables.
Don’t Starve Together (PS4, Xbox One y PC)
Cambiamos radicalmente de registro. Del tono desenfadado y chill del grueso de componentes de la lista pasamos a la crudeza de Don’t Starve Together (2016). Su nombre define con suma exactitud de qué va este indie: sumar esfuerzos para no morir de hambre.
La obra de Klei Entertainment es un cooperativo para hasta cuatro jugadores (local o en línea) junto a los que sobrevivir lo máximo posible en un mundo hostil. Para ello habrá que recolectar recursos naturales con los que cocinar, hacer hogueras y craftear armas para mantener a raya a los seres salvajes que nos acechan. Si lo del COVID-19 se tuerce más de la cuenta, Don’t Starve Together puede servir como prueba para saber en quién puedes confiar para sobrevivir a la intemperie.
#QuédateEnCasa jugando
Esta selección, aunque variada en géneros y estilos, converge en varios aspectos fundamentales. Los títulos escogidos proporcionarán una ingente cantidad de horas a quien le dedique el tiempo que ahora nos sobra, pues son propuestas pensadas para potenciar la libertad y la creatividad. Asimismo, todos pueden disfrutarse en solitario, si bien están concebidos y mejoran sobremanera cuando se juegan online. Con ellos conocerás mucha gente nueva, algo a lo que contribuye el hecho de que tan solo haya un exclusivo en la lista y el resto esté disponible en dos o más plataformas. También ayuda que ninguno de los candidatos a Game of the Quarantine presente grandes barreras de acceso y sus premisas jugables sean asequibles para un público muy amplio. En ese sentido, obras como Sea of Thieves y Animal Crossing son un generador de nuevas amistades a las que quizá quieras desvirtualizar cuando todo termine.

De eso se trata: de fomentar el carácter social que nos define como especie y no convertirnos en ascetas huraños cuando concluya la cuarentena. Es ahí donde el videojuego, y este mezcladito en particular, destaca por encima de cualquier otra forma artística. Píxel a píxel, el medio ludoficcional se erige como la mejor herramienta cultural para socializar desde casa, no perder el contacto con viejos allegados y crear nuevos vínculos con otras personas. Si a todo ello se le suman las comunidades online en foros y redes sociales —aunque cuidado, sobrevivir ahí es más difícil que en Don’t Starve Together—, las posibilidades de socialización son infinitas. Vivimos un momento excelente para ser videojugadores. Celebrémoslo. Compartámoslo.