Maldita casa encantada es una de las grandes sorpresas recientes en el nutrido panorama del comic español. Hablamos con su autor, Artur Laperla, a propósito de las abundantes influencias que marcan su desarrollo, su peculiar formato narrativo y sus películas de miedo favoritas.
Maldita casa encantada es un tebeo contradictorio: usa material que ya hemos consumido una y mil veces en todo tipo de comics y películas. Cuenta la tipiquísima historia de casa encantada con una joven en pos de un can extraviado. Pero viene aderezado por un par de circunstancias que, sin duda, lo convierten en un título muy especial.
Primero, tiene narrativa de librojuego. Es decir, ocasionalmente se presentan ante el espectador bifurcaciones en la trama que le conducirán a conclusiones mejores o peores, y tendrá que retomar la aventura antes de sus malas decisiones en busca de mejores finales… o peores, que son los más divertidos. Y por otra parte, el cómic desborda una pasión por el género de terror que se traduce en una frenética sucesión de monstruos, situaciones-tipo, parodias y genuinos momentos de espeluzne y ultraviolencia. Una mezcla única de la que hablamos con su autor, Artur Laperla.
JOHN TONES (JT): Es curiosa esta incursión en un cómic de terror tan puro y tradicional, cuando tus anteriores trabajos iban por otros derroteros, cuando no eran diametralmente opuestos. ¿Cuál es tu relación con el género?
ARTUR LAPERLA (AL): De pequeño veía en la tele La familia Monster, Scooby Doo y Susto, Gusto y Disgusto. Y a mi madre le gustaban las películas de vampiros, La hora de Alfred Hitchcock y Twilight Zone. Hacia la adolescencia empecé a leer la revista Creepy, las novelas de Lovecraft y los cuentos de terror de Poe y Maupassant.
JT: ¿Qué comics de terror te han marcado?
AL: A los quince años era muy fan de Bernie Wrightson, me encantaba la historia corta Jenifer, con guión de Bruce Jones. Aún hoy «ojos de Jenifer» es una expresión que utilizo. Me impactó mucho también De locura , como un bocadillo de sopa de Harlan Ellison y Neal Adams, que, básicamente es un relato humorístico con unos demonios espectaculares. También me gustaban mucho Russ Heath, Wally Wood, Reed Crandall, Ortiz (en su versión Warren) y, claro, Corben. Curiosamente, no el Corben de Creepy, sino el underground, que era el álbum de Toutain que tenía (Underground 2). También me encantaba el Kraken de Bernet y Segura. Y me fascinaba la cubierta de Abominable de Hermann. Y todo esto me sigue gustando todavía.
JT: ¿Y qué lees ahora dentro del género?
AL: Los últimos cómics de terror que he leído son Sombras en la tumba de Corben y el Frankenstein de Dick Briefer, los dos estupendos. Sigo leyendo relatos de Sheridan Le Fanu, Bierce o Matheson y buscando novelas de terror que me pueda interesar. Con varios amigos tenemos un autodenominado Cineclub Demoniaco y algunos domingos vemos cosas com Phantasma o El Príncipe de las Tinieblas. Creo que tengo una buena relación con el género, aunque no es exclusiva.
JT: Muchos de tus trabajos (desde luego, algunos de los más populares) son en colaboración con un guionista. ¿Qué forma de trabajar prefieres, te habrías visto colaborando con un guionista en un proyecto como este?
AL: Mi último trabajo con guionista fue Dream Team, con Mario Torrecillas. Desde hace unos años escribo mis historias: Superpatata, Melvin y, ahora, Maldita casa encantada.
Me gusta escribir mis historias y me gusta trabajar con guionista. Me gusta hacer las dos cosas, está bien variar. También me gusta el punto intermedio, que es la adaptación. Con Marcos Morán nos hemos autoeditado un fanzine, Vida Salvaje, adaptando historias bíblicas. La verdad es que en la adaptación estoy muy cómodo: el texto de base es un muy buen cimiento pero puedo hacer lo que quiera con él. Creo que un autor que ha llevado las colaboraciones, las adaptaciones y la autoría completa de una forma admirable y muy coherente es Jacques Tardi. Para mí es un grandísimo ejemplo, el mejor. En este proyecto en concreto me divertí mucho rumiando los distintos finales y con un guionista me habría perdido eso. Pero a lo mejor me habría ido bien con un coguionista, nunca lo sabremos.
JT: La historia también tiene unos aires cinematográficos muy marcados, recuerda a las películas de casa encantadas a lo Amityville, pero también a locuras japonesas como Hausu o al cine de terror juvenil de los ochenta, con esos personajes adolescentes tan peculiares. ¿Qué películas de género te han influido?
AL: Sobre todo cine de terror americano de los ochenta: Gremlins, Poltergeist, House, Evil Dead, Creepshow, Cementerio de animales, Pesadilla en Elm Street, Atracción diabólica, cualquier película de John Carpenter, Noche de miedo, incluso Depredador, Tiburón, Goonies o Indiana Jones y el templo maldito, que no son estrictamente de terror. La mayoría de estas películas las vi en el cine. Angélica, la protagonista de Maldita casa encantada, está inspirada directamente en el personaje de Alexandra Paul en Christine.
JT: También es muy claro el estilo que bebe de los libros estilo Elige tu propia aventura. ¿Fuiste lector de la colección, lo consideras una influencia clara?
AL: Fui lector de la colección y está claro que es la principal influencia. Cuando hice el tebeo tenía en mente la idea genérica de «elige tu propia aventura», pero ningún libro en concreto. Sí que cogí en la biblioteca, antes de empezar, uno de la colección Pesadillas con este formato de librojuego que era una versión juvenil de El increíble hombre menguante.
JT: A mí me recuerda particularmente a uno llamado El misterio de Chimney Rock, con un argumento similar, ¿lo conocías?
JT: No lo conozco, el que más recuerdo es uno que iba de viajes en el tiempo.
JT: El comic sorprende por su enfoque jovial y juvenil que de repente se ve enturbiado por tremendas explosiones de violencia y gore, o por monstruos muy inquietantes. ¿Es una sensación buscada o simplemente te has dejado llevar?
AL: Mi idea era hacer un tebeo de terror y de humor. Una lectura, ligera, divertida y truculenta a la vez. En un cómic en el que puedes morir varias veces has de dar un respiro al lector. De ahí el tono. Me gusta mucho el chiste malo que el tío Creepy suelta al final de cada historia. Y lo mejor de La hora de Alfred Hitchcock, para mí, es el principio y el final, esos detalles de humor negro frívolo. Me gusta el contraste entre humor y muerte.
JT: ¿Cuál es tu aproximación al género?
AL: Gabriel Corbera me dice que mi aproximación a cualquier tema es la comedia ligera, y creo que tiene razón. Para mí un buen cómic de terror ha de tener monstruos, fantasmas, calaveras y cosas así. Lo que me gusta del terror es la variación, cómo cada autor interpreta al fantasma de turno. En un cuento de Le Fanu el fantasma es un borracho que sale de un cuadro y en una película de Spielberg son unos espíritus de otra dimensión que se cuelan por un armario. No sé si inquieto mucho, puede que esté más en la liga del susto, de la sorpresa. Pero, hablando de inquietar, creo que la mejor manera es con el fuera de cuadro y con la planificación.
JT: El libro adelanta dos nuevas entregas que formarán una trilogía. ¿Qué nos puedes decir sobre ella?
AL: Pues que me encantaría poder completarla. La idea es llevar el juego más allá, con variaciones no sólo dentro de un libro, sino entre varios libros, repitiendo esquemas y tipologías pero cambiando la situación. En este sentido me encantaría poder hacer una Maldita Estación Espacial.