Hacemos un breve repaso de la carrera de Dan Didio, editor de DC Comics y responsable, durante catorce años, de buenas y terribles historias, de favorecer a determinados talentos y de destruir las ilusiones de otros, de animar a equipos creativos a dar lo mejor de sí y de crear ambientes tóxicos de trabajo. En definitiva, una figura poliédrica sobre la que han corrido tantos ríos de tinta que podríamos inventarnos una entrevista con él. No lo haremos. Hacednos caso: este artículo es nuestra mejor idea al respecto.
Cuando se supo que Dan Didio había sido despedido fulminantemente de DC Comics el pasado viernes 22 de febrero, tres reacciones corrieron paralelas e iguales: autores que habían despuntado durante su mandato y que le deseaban lo mejor; autores y editores silenciados durante su mandato que, ante la posibilidad de volver a lo que les gustaba, prefirieron callar (y su silencio fue sonoro); una parte mayoritaria del fandom (y gente como Rob Liefeld, que no se pierde una) que celebra su marcha como si todos hubiéramos ganado un pellizquito de la lotería.

Esta división no es casual, sino que responde a casi quince años durante los cuales DC ha sabido ofrecer historias buenas o terribles, pero que al menos han servido para que la apodada cariñosamente como Distinguida Competencia tuviera… bueno, algo con lo que competir contra Marvel Comics.
La crisis que lo empezó todo
Dan Didio quería titulares. Que, de acuerdo a algunos autores como Gail Simone, aceptara incluso culpas que no le correspondían era una consecuencia de dicha política. Didio quería que se hablara de cómics de DC, aunque fuera mal, porque tenía la idea de que la conversación subiría las ventas. Lo que no pareció comprender es que no ayudaba a mantenerlas.
Pero vayamos al 2004. Aunque en 2002 Dan Didio se une a DC como vicepresidente editorial (y guionista de un Superboy que se convierte en conserje de un edificio: no preguntes), es en ese año cuando asciende a vicepresidente y editor ejecutivo. Y quiere quitar la sonrisa a los cómics de DC, quiere hacerlo con una declaración de intenciones. ¿Sus palabras? “Necesitamos una violación”. Nacía el cómic Crisis de identidad.

La elegida fue Sue Dibny, esposa del Hombre Elástico, porque al parecer de Didio, era una buena chica y eso haría que el impacto fuera mayor. Si eras un fan de la Liga de la Justicia que empezó en los ochenta, la del BWA HA HA y de las alocadas aventuras de No puedo creer que sean La Liga de la Justicia y su secuela… te esperaban años duros. Todos los personajes que pasaron por aquella colección compartiendo risas fueron asesinados o, en el mejor de los casos, descartados en los siguientes años.
El caso de Sue es el peor porque en Crisis de identidad, el cómic que marcó el verdadero inicio de la era Didio, sufría un aneurisma por culpa de Jean Loring, la mujer del superhéroe Átomo, que se había vuelto loca y quería emoción en su matrimonio. Loring, para ocultar las pruebas, incineró el cadáver… sin saber que Dibny estaba encima embarazada. Para colmo, la investigación sobre el asesinato revelaba que Sue fue violada por un supervillano hace años, y que eso impulsó una política de lavado de cerebro a los malos a espaldas de Batman, quien también fue víctima del borrado cerebral al oponerse. Un cómic guionizado por Brad Meltzer, tan adulto que su dibujante, Rags Morales, llegó a sentirse físicamente enfermo al dibujar el episodio de Sue Dibny.

Si de adolescente te avergonzaba leer cómics de superhéroes, Crisis de identidad parecía ideal para contestar al típico idiota, ese que dice que los supers son sólo para niños. ¿Cómo iban a ser para críos, si un hombre elástico perdía toda consistencia por el dolor emocional ante la muerte de su esposa? ¿Si había asesinatos, una loca del coño, una escena chula con Deathstroke y una violación?
Personalmente, le he cogido mucha tirria con los años y ahora está en mi estantería como la foto de alguien que me cayó bien en su día, pero que ya no aguanto. Tiene más valor por el momento en el que entró en mi vida que por lo que narra.

La era de la extremidad arrancada y los reinicios
Dan Didio opinaba que los superhéroes no podían ser felices. Como otros editores y autores de cómics, no parecía concebir, por ejemplo, que un matrimonio pudiera durar, o ser feliz, o tener una relación que no fuera directamente tóxica, usualmente con la esposa atada en casa y gritando al superhéroe por no pasar la noche en la cama. Esa filosofía se traducía en un mantra que los aficionados a DC podían repetirse: es que no podemos tener algo bonito. La oscuridad era patente, pero al menos en eso Didio fue un visionario, pues supo que los noventa volverían cuando todavía nos duraba la nostalgia de los ochenta.

También tenía un concepto elástico de la continuidad, o mejor dicho, cortoplacista. Si algo gusta, desmóntalo para provocar a los lectores; si algo no gusta, reinicia hasta dar con la tecla acertada. El caso es mover las piezas más que el propio coche. Bajo su mandato, además de la dichosa Crisis de identidad, hubo una Crisis infinita, una Crisis final donde Batman moría pero no (echadle la culpa a Grant Morrison, guionista de aquello), un Renacimiento cuyo parto duró años y prometía restaurar la luz en DC… y cosas como Flashpoint (un universo alternativo y aún más cruel), los Nuevos 52, DC You, Convergencia y Dark Nights: Metal (lo más heavy de DC).
Cada evento toqueteaba de alguna manera la continuidad establecida y la cartera del lector penitente. El más sonoro de todos, los Nuevos 52, se produjo en 2011, posiblemente como resaca de que Dan Didio ascendiera a coeditor de toda DC junto a Jim Lee en 2010.

De los Nuevos 52 no se puede descartar todo pese al rechazo que produjo en su día: se trataba de un reinicio del universo DC, con orígenes y desarrollo distinto a lo que el aficionado se sabía de memorieta. Lo que Marvel hizo con el Universo Ultimate, pero en vez de convertirla en una línea aparte… la ascendieron a línea principal. Y mira, te gustará más o menos el Superman millenial con camiseta y capa, pero su pose rebelde entroncaba con la del Superman original de Siegel y Shuster, prácticamente un antisistema. Luego lo de enrollarse con Wonder Woman ya tal.

Volviendo a Didio, también tenía ideas peregrinas, como que había que matar a Dick Grayson, el primer Robin, porque era algo que nunca se había hecho. Era ese tipo de gente para los que el drama se sustenta, sobre todo, en gente muerta.
El aupado y el silencio
Dan Didio tenía dos caras. Para Tom King, el multipremiado guionista que estuvo a punto de casar a Batman con Catwoman (otra vez… ya sabéis, ¡reinicios!) y que dio a Mr. Milagro la prueba más difícil de la que escapar (una depresión), su salida es una pena. Lo mismo que para Brian Michael Bendis, quien pasó a DC después de casi toda su carrera en Marvel y entró en Superman como una de las siete plagas.

A estos dos se suman los elogios de otros talentos como Mark Russell, Jeff Lemire o Gail Simone. Esta enumeración no está hecha al azar, sino que corresponde un poco al entorno de trabajo que Didio no se molestó en cambiar hasta casi el final de su reinado. Vamos, que la presencia femenina en su paso por DC ha sido bastante pequeña y más rotatoria que los autores masculinos.
Tanto fue así que, en plena efervescencia de personajes femeninos fuertes en Marvel, autoras de cómic de enorme talento y de una paridad casi total entre los lectores y lectoras de hoy en día… un aficionado se atrevió a preguntarle a Didio por qué no había más mujeres en DC. ¿La respuesta? Qué más dan las cifras y dime tú a qué autoras debo contratar.

Lo de la paridad es sólo la punta del iceberg. Quizá es que Didio sabía lo que tenía en casa: durante años, el editor de Superman Eddie Berganza acosó sexualmente a varias empleadas de DC, pero Didio le mantuvo en el puesto. Prefería tener a Berganza que a editoras o autoras que le advertían sobre el andoba según aterrizaban en la oficina. La salida de Berganza se produciría en 2017 y sólo después de una noticia de BuzzFeed en pleno #MeToo. Como Berganza estaban otros manos largas, como Mike Carlin, y vete a saber quién más. Claro que, en general, el ambiente de trabajo no debía de ser una prioridad para Didio, al menos con autores que no le cayeran tan en gracia como King o Bendis. Otros hablan de una atmósfera insana e irrespirable a su alrededor.
Warren Ellis, autor de cabecera en CANINO, escribió que a Didio le gustaba hacer competir entre sí a los creativos… a veces, sin que estos se dieran cuenta. Por ejemplo, podía encargarte un personaje y, sin tú saberlo, hacerle la misma petición a otro. Pese a tu esfuerzo, si tu historia le gustaba menos, te quedabas mano sobre mano.

Mark Waid, el George Constanza de los cómics, guionizó 52 y tuvo que soportar las constantes quejas de Didio, que no perdía la oportunidad de decir lo mucho que odiaba esa colección. Una subasistente de DC, Valerie D’Orazio, admitió en un largo post en Tumblr que Didio le pidió que gritara a un autor hasta que éste llorara. También es una de las responsables de que sepamos que, para Crisis de identidad, Didio fuera diciendo que necesitaban una violación. Si competir entre ellos sin saberlo ya era malo (aparte de, al parecer, los gritos y humillaciones habituales en los jefes sin alma), era peor cuando el ego de Didio le ponía a competir contra sus mismos autores.
Es innegable que bajo Didio se han producido muy buenos cómics. Grant Morrison ha tenido manga ancha para desarrollar locuras como su paso por Batman, el cómic Multiverso o su actual Linterna Verde; Scott Snyder y luego Tom King consiguieron que Batman, al margen del cine, siguiera siendo relevante en el mundillo; Mark Russell pudo escribir obras atrevidas y reivindicativas con personajes en principio inocentes como Los Picapiedra o el León Melquíades. Geoff Johns pudo traer de vuelta a Hal Jordan, meter el universo de Watchmen en DC como excusa para el exceso de oscuridad de la era Didio y sobrevivir en el intento (y muchas, muchas más cosas). Brian Azzarello y Greg Rucka modernizaron a Wonder Woman a tiempo para lo que se esperaba de ella…

Pero todo este buen trabajo queda empañado por los tejemanejes de un tipo que, para demasiadas personas (porque una sola persona ya es demasiado), es un supervillano casi de tebeo digno de juicio. En el caso del dibujante JG Jones, literal: su retraso para terminar las páginas de Crisis Final se debió a que Didio se estaba acostando con su mujer.
¿Ahora, qué?
La desaparición de Didio deja demasiadas preguntas en el aire.
Desde el verano de 2019, se venía hablando de una quinta generación de superhéroes que vendría a sustituir a los de toda la vida, a Superman, Batman, etc… Una de las razones con las que se especula la salida de Didio es por los choques con algunos autores al respecto de esta línea que exploraría el futuro de los personajes de la editorial. ¿Significará la salida fulminante de Didio que esta generación ya no verá la luz o que su impacto será menor?

Parece ser que hay una norma no escrita, pero sí aplicada por todos los que han tenido responsabilidad en la oficina de Superman, de que ninguna mujer puede hacerse cargo del personaje. Para colmo, Wonder Woman pasó durante años a ser responsabilidad también de esa oficina, evitando hasta hace poquito que una autora guionizase el personaje.
El caso es que, sobre todo en labores editoriales (autores de Superman en paro, por desgracia, ha habido y hay muchos, incluido sus creadores), responsabilizarse del kriptoniano supone un empuje para cualquier carrera. ¿Significará la marcha de Didio, que toleró esa política, que todo esto va a cambiar?
Aunque Didio ya no esté (a día 24 de febrero aún no ha vuelto, que espantadas con su puesto ya ha habido), se quedan en la editorial el peor editor de cómics de la historia, Bob Harras; su amigo Scott Lobdell, cuyo mejor trabajo en treinta años como guionista es el guión de la película Feliz día de tu muerte; Jim Lee, que compartía el puesto de editor de DC Comics con Didio y que ahora está solo, probablemente sonriendo muy nervioso tras una mesa diciendo sí hasta a una llamada de Jazztel; y Brian Michael Bendis, ese tipo de autor que debería escribir sólo una colección mensual, pero que en realidad pergeña cuatro y mete la pata en decisiones editoriales, algo a lo que está francamente acostumbrado.
¿Mejorará algo DC sin Didio o descubriremos que éste era un tapón de males mucho peores? ¿Le sustituirá el típico hombre de negocios (no dudéis que será un hombre) que sabe de cómics lo que un servidor de cronodinámica cuántica? ¿Alguien le ha dicho algo a Geoff Johns, ahora bombero del Universo Cinematográfico de DC, para que acuda también a apagar este fuego?

Y la última y más importante, ¿es posible que la marcha de Didio responda a una reestructuración de toda la línea de cómics? Desde hace años se viene especulando con que los tebeos no le salen muy rentables a los gigantes del entretenimiento (en CANINO ya exploramos el rumor aplicado a Marvel). Como el puesto de Didio, de momento, no tiene sustituto y ahora toda la responsabilidad recae en Jim Lee tampoco sería extraño que, más pronto que tarde, ofrecieran a Lee ponerse a dibujar portadas y vaciar el puesto de editor de DC.
Al final, y parafraseando al Doctor Manhattan, los taquiones nublan cualquier capacidad de ver el futuro. Sustituye taquiones por «oscuros tejemanejes corporativos». Se dice que la peor de las maldiciones es desear que vivas en tiempos interesantes, pero para DC, tanto dentro como fuera de las viñetas, parece que les ha mirado un tuerto. Quizá no estaría mal que estuvieran tranquilos un tiempo, el justo para cantar «Dan Didio, la bruja ha muerto».