2019 es el año del 40 aniversario de Aviador Dro, pioneros del tecno pop en España. Para conmemorarlo, La Felguera ha publicado Aviador Dro: Anarquía científica, un volumen que repasa la carrera del grupo, coordinado por Patricia Godes. Hablamos con ellos sobre la larga historia de un grupo esencial para la historia del pop español.
Aviador Dro ha pasado por muchas etapas en sus cuarenta años de trayectoria. Dieciocho “obreros especializados” han formado parte de un proyecto que ha trascendido el contexto de la Movida madrileña en el que surgió y ha llegado hasta nuestros días con una formación compuesta por Biovac N (Servando Carballar), ArcoIris (Marta Cervera), ATAT (Ismael Contreras), CTA 102 (Alejandro Sacristán) y Genocider (Mario Gil). Hemos podido hablar con los dos primeros en Generación-X -una de las librerías fundadas por el propio Servando- para repasar la carrera del grupo y su futuro.
Gerardo Vilches (GV): En el concierto que disteis en marzo en la sala Changó de Madrid me llamó mucho la atención la interpretación que hicisteis de Nuclear Sí: empezasteis con el tema y los instrumentos originales y acabasteis cambiándolos y tocando la versión actual. Me pareció el resumen perfecto del enfoque que puede tener la celebración de un 40 aniversario para un grupo como el vuestro, que siempre está mirando al futuro.
Biovac N (BN): Eso fue totalmente intencionado.
ArcoIris (AI): Cuando surgió la idea me pareció que iba a ser muy difícil de llevar a cabo, y nos costó mucho trabajo, pero acabamos muy contentos. El resultado es justo la idea que teníamos.
BN: Uno de mis grupos favoritos es la Velvet Underground, que cada vez que publicaba un mismo tema hacían una versión diferente. Y yo siempre tuve claro eso: que, cuando tuviera un grupo, las canciones irían cambiando, y estarían vivas.
AI: Las canciones tienen que evolucionar, pero si quieres celebrar el 40 aniversario en un concierto, es bonito que la canción evolucione de la versión más antigua a la más moderna en el propio directo. Pero fue un curre [risas].

GV: A mí me pareció una manera de huir deliberadamente de la nostalgia, que es algo muy propio de los grupos de rock que tienen cierta trayectoria, aunque a Aviador Dro no le pega demasiado.
BN: De hecho, a mí me cuesta muchísimo… Volver a trabajar con los instrumentos antiguos… Es algo que hemos hecho porque nuestros fans lo pedían.
AI: A ellos les gustó mucho porque hay gente que nunca oyó ese sonido. José García nos decía: “me ha hecho mucha ilusión, porque nunca os vi en esa época, y así puedo imaginarme como sonaba”. Bueno, ya quisiéramos haber sonado entonces como ahora. Porque los instrumentos eran los mismos, pero el equipo de PA no, el sonido exterior era totalmente diferente.
BN: Efectivamente: los equipos de PA han evolucionado muchísimo. Cuando nosotros empezamos, tocábamos con los elementos con los que podían tocar los Beatles o los Bee Gees, cada uno con su ampli, sin mesa de mezclas… Esa experiencia, que no le deseo a ningún grupo en la actualidad, se la ahorran los fans [risas]. Es lo mejor de los dos mundos, el hipotético concierto analógico perfecto…
AI: Y encima sonorizado por Luis L-Kan, que es dios. Sin él, quizás no nos lo hubiéramos planteado. Conseguir sonar bien con esos cacharros tenía su dificultad [risas].
GV: ¿Eran los originales, los conservabais?
BN: Sí, aunque en algún caso los hemos tenido que reparar.
AI: Estaban guardados, pero no eran funcionales.

GV: Este enfoque anti nostálgico creo que se ve también en Aviador Dro: Anarquía científica (Patricia Godes, La Felguera, 2019). El libro refleja de un modo variado, porque hay muchas voces —también las vuestras—, toda una época y una trayectoria, pero sin regodearse en el pasado.
AI: Es que eso no tenía ningún sentido para nosotros. A mí me gusta mucho la idea de libro que ha tenido Patricia Godes: es un trabajo de equipo y eso también le pega mucho al Aviador.
BN: Aparecen los dieciocho obreros especializados, están también los autores de cómic, que resumen nuestra biografía según la ha elaborado ArcoIris…
AI: Alguien lo ha definido como un mosaico, y me parece la palabra más adecuada.
BN: Exacto. Y, además, da una idea de lo que sentíamos tanto los miembros del grupo como otros que estaban grabando en Dro, como Julián Hernández de Siniestro Total. Era un sentir general. Cuando ahora Víctor Lenore escribe chorradas sobre esa época, parece que no pasó nada, pero sí pasó.
AI: Es que no se puede hablar de una época que no has vivido sin meter la pata, creo.
BN: Bueno, cuando haces un mal trabajo y no recabas información de quien la tiene…
GV: Hay que escuchar a todo el mundo…
BN: Exacto.
GV: ¿El libro es idea vuestra o de Patricia Godes?
AI: Nosotros queríamos tener un libro, porque creíamos que teníamos cosas que contar, pero nunca nos poníamos.
BN: Estamos con el libro desde el 30.º aniversario.
AI: Pero hay textos que datan de la época del 20.º aniversario. Hay gente que ha recopilado datos durante mucho tiempo, pero nunca se concretaba.
BN: Era una tarea muy difícil de asimilar.
AI: Le preguntábamos a algunas personas si escribirían el proyecto, porque de ser así les ayudaríamos. Lo que no queríamos era escribirlo nosotros. Y cuando se le propuso a Patricia Godes, ella decidió hacerlo de otra manera.
BN: Quiso hacerlo de una forma más coral, y a nosotros nos pareció un acierto.
AI: No quería escribirlo ella sola como un único texto. El concepto del libro es toda suyo. Salvo los cómics, que es algo que queríamos nosotros. En origen, queríamos recuperar el concepto de los Clásicos Ilustrados.
BN: Sí, esos libros en los que veía una página de cómic junto a cada capítulo de texto.
AI: En un principio, el libro iba a tener dieciséis capítulos y por eso habría dieciséis páginas de cómic.
BN: Luego esa linealidad se rompió, lo cual está muy bien.
AI: Sí, y, al final, en La Felguera decidieron hacer esas páginas a color y ponerlas en el centro. Yo les agradezco que respetaran el color porque las páginas son preciosas.

GV: ¿Sois sistemáticos guardando todo el material relacionado con el Aviador Dro? Lo digo porque me ha sorprendido mucho encontrar panfletos de la primera época reproducidos en el libro.
AI: Nada, somos un desastre. Eso es todo material de Ignacio Rodríguez Rosillo.
BN: Es nuestro archivero vocacional. Cuando le pedimos algo, siempre lo tiene. A mí no me interesa revisitar el pasado, me da igual.
AI: No somos nada ordenados.
BN: Por eso tenemos que tirar de gente de nuestro alrededor. Afortunadamente tenemos fans muy entregados, más ordenados que nosotros, que tienen mucho material.
GV: Me gustaría hablar con vosotros de la Movida, porque cuando se habla de aquello como una cosa de cuatro pijos ricos, creo que se obvian muchas cosas.
BN: Pasaban muchas cosas, y me gusta que el libro refleje eso: hay muchos puntos de vista sobre lo que sucedía. Hubo un momento en Madrid, y en España en general, en el que sucedían cosas por el mero placer de que sucedieran, porque la gente quería que sucedieran. Veníamos de una etapa muy gris, con mucha plaza de Oriente y mucho brazo en alto, y nosotros queríamos hacer otras cosas. Queríamos pasarlo bien. Teníamos el modelo de la Nueva Ola de Londres, y queríamos que sucediera aquí, a nuestra manera, en Madrid, Barcelona o Vigo. Y sucedió, porque había una coyuntura cultural y social muy concreta.
AI: A mí me parece una tontería que se opine sobre si eran pijos o no. Opino como Patricia Godes: era más bien gente de la cultura. Pedro Almodóvar no me parece que venga de un rollo pijo. Al final, el centro de la Movida estaba en el Ateneo de Mantuano, en el barrio de la Prosperidad.
BN: Y Mantuano sucede porque un poco antes han estado la Cochu, o la Vaquería… En fin, las cosas no vienen porque sí: hay un movimiento. En el Rastro se empieza a encontrar mucha gente: Alaska, El Zurdo… Había gente que quería que pasaran cosas que antes no podían pasar porque te metían en el cuartelillo.
AI: Bueno, ahora estamos volviendo a eso otra vez, con la Ley Mordaza…
BN: Gracias al PP y sus amigos, sí.
AI: Por llevar unas letras en el bolso te pueden meter una multa. Lo peor es que, ahora, la gente se corta.
BN: Sí, se autocensuran.
AI: Eso es lo peor que hay.
GV: Siempre he pensado que aquellos años, desde la muerte de Franco hasta el 80-81, es un momento muy emocionante para ser joven en España, porque se junta esa libertad de la que habláis con la explosión de la ciencia-ficción, el boom del cómic adulto, toda la música que empieza a llegar… ¿Cómo recordáis aquello vosotros?
AI: Y a eso súmale la Guerra Fría, que estos pensaban que cualquier día explotaba todo [risas]. Aunque, la verdad, a veces te dan ganas de que se extinga la humanidad pronto. Pero entonces teníamos un optimismo que ahora no siempre vemos. Yo veo a los chavales amigos de nuestra hija, de dieciocho o veinte años…
BN: Tienen una desmotivación terrible.
AI: ¿Por qué hay tanto fracaso escolar, por ejemplo?
BN: Eso es un problema de un sistema educativo fallido, unas izquierdas que son de risa, que no son capaces de ponerse de acuerdo y hacerle frente al pasado [NdA: la entrevista se realizó el día 25 de julio, justo después del segundo intento fallido por investir a Pedro Sánchez como presidente]. Somos incapaces de tener un gobierno de progreso en 2019, en este país. Es lamentable. Estos señores son lamentables y hay que decírselo. Esto tiene que acabarse o acabarán con ellos. En ese perfil político, te despiertas en 1979 o 1980 en un mundo muy polarizado pero que sabes dónde está cada lado, tienes a los de Cristo Rey y a los de las Juventudes Comunistas, y ya está. Los punks queríamos hacer punk, los tecno queríamos hacer tecno, y disfrutar del momento. Pero teníamos las cosas mucho más claras.
AI: Pero yo creo que se busca que la gente se desmotive, que la culpa de todos los fracasos sea siempre del que sufre ese fracaso.
BN: Eso es culpa del PP y del PSOE, que son los que han gobernado en los últimos cuarenta años. En esa época todo se veía de otro modo. Unos porque eran más hedonistas, otros porque preferíamos leer El Víbora o ver a Sexilia [Cecilia Roth] en la gran pantalla. Es otra mentalidad. El origen de ese cambio a peor es educativo.
AI: Pero se ha estado buscando. Aplatanar a la gente, quitar las humanidades, la filosofía, para crear esclavos. No tiene otra palabra.

GV: A mí me da la sensación de que lo que sucedió entonces, que gente tan joven tuviera esa valentía o, por lo menos, el arrojo de lanzarse, sin el apoyo de una multinacional ni tener padrinos… Hoy en día mucha gente de dieciocho años seguramente lo que quiera es ir a Operación Triunfo o pegar un pelotazo para forrarse. No sé si hoy es posible hacer algo análogo a Aviador Dro.
BN: Bueno, ahora mismo hay un canal, internet, que creo que se está aprovechando. Ahí tienes a Carolina Durante, por ejemplo. Hay grupos que están moviéndose en unos parámetros muy similares a los que usamos en su momento. O los Axolotes Mexicanos, o, hace unos años, L-Kan y La Monja Enana. A lo mejor está más diluido, porque hay mucho más.
AI: En los ochenta era más fácil saber qué era la Movida, aunque esa palabra, en realidad, no se usaba al principio.
BN: Era la Nueva Ola.
AI: Era más fácil destacar.
BN: No éramos tanta gente. Piensa que la sala Rockola a lo mejor tenía capacidad para unas ochocientas personas. Y muchas veces ibas a un concierto y había cien…
Con motivo del lanzamiento del libro que festeja cuatro décadas de AVIADOR DRO hablamos con dos de sus miembros acerca de la inabarcable trayectoria de la banda. ¡Nuclear sí, por supuesto!
GV: ¿Se ha mitificado mucho?
BN: Sí, se ha mitificado. Ahora vas a un concierto de trap y a lo mejor hay dos mil personas, y son músicos que solo se han movido en internet: no tienen un disco. Es decir, que no es que ahora no estén pasando cosas similares, es que los parámetros son diferentes. Eso sí: los valores también son diferentes, a un grupo de trap no le interesan las mismas cosas que a nosotros.
AI: Yo creo que la gente del trap busca provocar: saben que sus letras molestan a la mayoría de la gente. No creo que las hagan así porque sean así de burros [risas].
BN: La gente tiene unas herramientas de comunicación que van en detrimento de una industria corporativa que, en su momento, pudo ser alternativa. Lo raro es que nosotros, en aquel momento, rompimos ciertas barreras y grupos como Gabinete Caligari o Duncan Dhu pasaron de ser alternativos a ser super mainstream. Ahora esa diferencia, en cifras, es más difícil de cuantificar, porque lo ves en visitas de Youtube en lugar de en discos vendidos.
AI: Ya no se vende nada.
BN: Pero es cierto que, por ejemplo, los grupos de K-Pop rompen todas las barreras de visualizaciones. Esto habrá que valorarlo dentro de unos años y ver qué ha supuesto para todos.
AI: Sí, en el momento en el que haces las cosas no puedes saber qué proyección vas a tener en el futuro.
BN: Lo que no se puede hacer es negar ahora, cuarenta años después, que todo eso pasó. Pero ahora están cambiando las reglas del juego y produciendo cosas que, dentro de cuarenta años, tendrán su valor.
GV: Vosotros no teníais internet, pero, por otro lado, incluso cuando teníais una trayectoria muy corta, vais a TVE, a La edad de oro de Paloma Chamorro.
AI: La televisión de entonces era otra cosa: ahora no hay ni programas musicales.
GV: Cuando uno ve el vídeo de ese programa en Youtube tiene la sensación de entrar a otro mundo, más que a otra época: un grupo de tecnopop en lo que hoy llamaríamos prime time, en la televisión nacional, hablando de anarquía, de romper las reglas, de revolución… Y tocando en directo.
AI: Exactamente, en directo, eso era alucinante.
BN: Pero es que ese programa hay que ponerlo en su contexto: La edad de oro era inaudito a escala planetaria, sin más. Ríete tú de Top of the Pops. Que gente como Psychic TV actúe en los años ochenta en TVE, en directo, con aquella imagen del cristo que, de hecho, fue la que acabó con La edad de oro, o que Carlos Tena sacara en Auan babuluba balam bambu a las Vulpess… En fin, todo eso tiene que ser valorado hoy. Y, por cierto, mucho de aquello lo hacían mujeres: Paloma Chamorro, Pilar Miró.
AI: Para que te hagas una idea, la gente que hizo el vídeo clip de La marca de Anubis [NdA: el tema más conocido de Los Iniciados] eran trabajadores de TVE, que se lo curraron, aportaron ideas, consiguieron que nos dejaran el templo de Debod… Esas cosas no sé si podrían pasar ahora en ningún sitio.
BN: Ahora sucede que El ministerio del tiempo tiene éxito y se preocupan de cortarla porque no es del régimen propicio. Desde luego, no se puede analizar esa época con ligereza o diciendo que no pasó gran cosa, porque sí pasó.
AI: Y no era solo la gente de los grupos, había de todo: fotógrafos, pintores…
BN: Periodistas, científicos… Una de las enormes satisfacciones que hemos tenido en los últimos años fue cuando lanzamos La voz de la ciencia (2012), que es un disco de divulgación científica, en el cual pedimos colaboraciones para basar nuestros temas en artículos con base científica sobre posibles futuros. Cuando empezamos a contactar con científicos nos llevamos la sorpresa de que muchos nos conocían y algunos son fans. Que una persona como Ignacio Cirac nos conozca es un orgullo enorme. Estamos más cerca de ser el capitán Picard [risas].
AI: Había muchos fans del Aviador Dro que luego se hicieron informáticos. Muchísimos.

GV: Hay un vínculo ahí con la música electrónica…
BN: Claro, con esa conexión, que luego se ha desarrollado en internet o los videojuegos o los RPG, también colaboramos. Estamos en muchos frentes y eso es lo que te da la idea de que seguimos siendo relevantes, de cara a nosotros mismos. Nunca hemos sido un grupo vendedor o conocido por las masas, ni lo hemos buscado, pero sí hemos querido influir.
AI: Si tú crees que hay un futuro mejor que otro, y si tú consigues que otras personas compartan esa visión para luchar contigo y remar entre varios, es fantástico. Entre la utopía y la distopía, siempre lucharemos por la primera.
BN: La ciencia es una herramienta que puede ser de progreso o de retroceso; como artista, puedes trabajar por que se avance en una dirección determinada.
AI: Como artista, puedes posicionarte.
BN: Debes posicionarte si quieres ser relevante.
GV: Y, hasta cierto punto, no posicionarte es un tanto hipócrita, porque todo producto artístico tiene mensaje se quiera o no.
BN: Es que no posicionarte ya es posicionarte. El que no quiere contar nada con una letra…
AI: Que diga “Oh, yeah, baby” y ya está. En los noventa, cuando muchos comenzaron a cantar en inglés, muchas veces era para ocultar que no tenían nada que decir.
GV: Esto, hasta cierto punto, os diferenciaba de otros grupos de la época, que eran más hedonistas…
AI: Pero el hedonismo no es malo.
BN: Creo que el rock y el pop con sentido del humor que se hace España es superior al de cualquier otro ámbito. El sentido del humor que, momentáneamente, tuvieron los Residents o Devo, Frank Zappa, quizás, aquí se hace muy bien. Y, probablemente, esa valoración del pop con humor que tenemos aquí es algo que tenemos que estudiar y defender.
AI: Es que o te ríes un poco de algunas cosas o… No puedes tomarte a ti mismo muy en serio. Hay situaciones en las que o te ríes o te cortas las venas [risas].
GV: Esto me recuerda a una anécdota que contáis en el libro: cuando comenzabais a tocar Nuclear Sí en directo y la gente os abucheaba y os tiraba cosas porque la entendía en un sentido literal.
AI: En aquella época todo el mundo llevaba la chapita de “Nuclear no, gracias”, era una campaña. Nuestra canción era chocante, desde luego.
BN: Era provocador y a nosotros nos encantaba. Lo que queríamos era provocar un efecto. Era positivo que la gente lo entendiera como quisiera: si entiendes Nuclear Sí como una apología de la energía nuclear que nos puede llevar al fin del mundo, lo puedes entender así, porque, para nosotros, la vida está sobrevalorada. ¿Tabula rasa y volvemos a empezar de cero? Perfecto, no pasa nada: Mad Max. Como buenos punks. ¿Que lo entiendes como una crítica al sistema y a la energía nuclear? También está bien así. La inspiración original era Mundo mutante de Richard Corben, y respondía a que queríamos vivir en un mundo así. ¡Qué divertido! Luchar contra robots y zombis al salir a la calle.
GV: De vuestras influencias musicales se ha hablado mucho, y aparecen en vuestro libro: Kraftwerk, Devo, The Residents… Pero ¿cuáles son vuestras influencias temáticas?
BN: Entonces había una cultura nerd, que ahora se puede asimilar con la cultura geek, o la cultura pop.
GV: O incluso algunas cosas ya se han convertido en cultura mainstream, como los zombis.
BN: Efectivamente. Algunas cosas que antes tenía un rincón en El Víbora o en la editorial Nova ahora son muy populares.
AI: Había unas colecciones de ciencia-ficción clásica muy buenas. Cuando nos conocimos, Servando me empezó a dejar esos libros, precisamente, colecciones muy baratas, de bolsillo.
BN: Había una cultura alrededor de la ciencia-ficción, un movimiento.
AI: Y en la televisión había cosas como Los Vengadores…
BN: El prisionero, Perdidos en el espacio, Star Trek… Estaban construyendo una visión del mundo, la cultura geek, o friki, diríamos en España, que al final ha acabado resultando en que una película como Avengers: Endgame sea la más taquillera de la historia, desbancando a Avatar, que también es super friki. Pero cuando nosotros empezamos, la ciencia-ficción era considerada algo para niños, la gente no se la tomaba en serio.
AI: Era como si hablaras de las novelas rosas, un género menor.
GV: Una subcultura.
BN: Sí, como leer las novelitas de Marcial Lafuente Estefanía. Nosotros contribuimos a romper eso un poco, y a dar una visión de futuro que, poco a poco, a través de gente como William Burroughs, o el cyberpunk, Anonymous o los movimientos hacker, te das cuenta de que conduce a un camino. No es que nosotros estemos hablando de lo que nos imaginamos, no: es el futuro que queremos construir, que estamos construyendo. Hace treinta años hicimos una canción sobre tener una videoconferencia con tu novia y ahora la puedo tener con ArcoIris. Eso no pasa porque sí. Las cosas suceden cuando tienen que suceder, cuando la sociedad lo demanda. Y tú, como parte de la sociedad, tienes que apoyar que sucedan en la dirección que a ti te interesa.

GV: Vosotros teníais también una cierta base sobre física y ciencia en general… Por eso decía que creo que erais un grupo atípico.
BN: Bueno, pero Alaska estudió Historia, igual que yo. Creo que la inquietud estaba ahí. Las letras de Carlos Berlanga también son interesantes. Es un movimiento cultural que nace en el pulp americano de comienzos del siglo XX y se va destilando hasta que, hoy en día, es una parte del mainstream muy importante, que está permeando toda la cultura. Por ejemplo, probablemente, las mejores narrativas que se están construyendo hoy en día están en la televisión. O en los juegos de consola. Todo esto, que probablemente se extienda a la realidad virtual en el futuro, logrará que no solamente podamos imaginar cómo será el futuro, sino verlo, hacer tu propia plantilla de cómo quieres que sea.
AI: El cambio tiene que salir de la gente. Y si no somos capaces de hacerlo, nos extinguiremos.
GV: Me gustaría hablar de la tecnología que vosotros usabais. No sé si había otros grupos trabajando con los sintetizadores y teclados que vosotros teníais entonces, imagino que no era fácil conseguir ese equipo.
AI: Había muy poco.
BN: Estaban los Zombies, que utilizaban caja de ritmos y le metían mucha tecnología a la guitarra, pedales y demás… era el otro grupo al que yo llamaría pop electrónico. Luego lo demás eran versiones del rock sinfónico o progresivo, Bloque, por ejemplo, que era un tipo de música que no nos interesaba nada. Lo que nos diferenciaba de esas bandas era aplicar la tecnología en los parámetros del punk y la new wave. Las cajas de ritmo entonces se usaban para amenizar las fiestas de los hoteles, pero nosotros la usábamos para sustituir la batería. Aplicar eso a canciones pop de tres o cuatro acordes es lo que cambia la ecuación. Porque ya lo interesante no es cómo tocas, sino lo que estás contando. La narrativa vuelve a ser lo importante.
AI: Y la comunicación con el público.
BN: Sí, esa comunicación que va en dos direcciones.
AI: Es algo similar al teatro.
GV: Del que también teníais mucha influencia, a través de los padres de Servando.
BN: Claro. Bueno, de mis padres venían muchas influencias del mundo artístico en general, porque conocían a muchos poetas. Emilio Sola, Félix Grande, Gloria Fuertes…
AI: Pepe Hierro…
BN: Era gente que pasaba por casa, amigos, a veces. Eso te da unos parámetros de lenguaje que te abren los ojos, no puede ser otra manera.
AI: Volvemos al tema de la educación: lo importante es que la gente aprenda a pensar. Y eso no se consigue con un temario de inglés y matemáticas. Eso es muy necesario, pero también hace falta una formación más completa.
GV: A nivel musical, ¿cuándo diríais que empieza a degradarse la Movida? ¿Fue cuando entraron las multinacionales, cuando hubo demasiado dinero?
BN: No, las multis entraron realmente tarde, a partir del 83, cuando tiraron de talonario y se llevaron a Loquillo, a Gabinete Caligari…
AI: Yo creo que se estropea cuando la gente empieza a pensar en ganar dinero en lugar de en divertirse o en divertir a los otros. Cuando empieza a haber dinero. Los primeros grupos de Dro no pensaban que pudieran vivir de la música: ni te lo planteabas. Pero hay un momento en el que se empieza a pensar que sí se podrá. Y no niego que eso sea bueno: al revés. Pero es una diferencia. En la época de La Fábrica Magnética [NdA: la compañía independiente que fundaron tras su salida de Dro], los artista ya pensaban muy diferente a los de Dro. Les costaba ir a hacer promoción si no les pagaban, por ejemplo.
BN: Cuando se transforma en un negocio, hay un problema ahí con los ayuntamientos…
AI: Los ayuntamientos se cargan el circuito de directo.
BN: Sí, empezaron a pagar cachés absurdos. Hubo un punto en el que se veía que había grupos que cobraban muchísimo dinero, unos cachés enormes actuando en las fiestas de no sé dónde, pero luego ibas a una sala con cien personas y no te podían pagar lo mismo. Eso fue en torno al 83-84.
AI: Yo creo que un poco más tarde, quizás.
BN: También los partidos políticos intentaron aprovechar un poco la coyuntura.
AI: Bueno, recordemos una cosa: Tierno Galván fue el que cerró el Rockola. El apoyo institucional dejaba mucho que desear.
GV: Duró muy poco, ¿verdad?
AI: No: no lo hubo. El Mantuano era un centro okupado. Que permitieran a la gente estar ahí no significa que lo hubieran fomentado.
BN: Y la gente que estaba permitiendo el movimiento okupa era de UCD. No eran sociatas ni comunistas. ¿Y luego intentas alimentarte de eso y darte prestigio movidero? En fin. Pero cuando todo eso pasó, estuvo bien que se generara una industria nacional, que hasta entonces era muy limitada. Estaba la gente del rock: Leño, Asfalto, Chapa… Pero eso estaba muy constreñido, eran muy endogámicos y no querían saber nada de nuestro mundo, salvo excepciones como Rosendo. Nosotros éramos los chavalitos que no sabían tocar, nos despreciaban mucho.

GV: Pero eso es una actitud muy propia del rock clásico, ¿no? Que se centra mucho en el virtuosismo.
BN: Sí, pero luego se ponen camisetas de los Ramones. Aclárate, tío: o una cosa o la otra. O quieres hacer solos de guitarra de cinco minutos o quieres hacer punk [risas].
AI: A mí esos solos instrumentales me aburren soberanamente [risas].
BN: Luego todo se fue asimilando, pero entonces estábamos muy enfrentados. Nosotros teníamos panfletos en los que tomábamos de enemigo a Barón Rojo.
AI: Pobrecillos [risas].
BN: Era porque su actitud hacia nosotros era ésa. Nosotros no sabíamos tocar ni falta que nos hacía. Si quieres ser instrumentista métete en una filarmónica: eso es otra historia. Ser un rockero o un popero no es dominar un instrumento. Es tener algo que aportar a la cultura pop. Es algo muy diferente.
GV: Supongo que al principio hacerse con el control del equipo que usabais fue un proceso muy intuitivo, pero, con el tiempo, surgía la necesidad de ir actualizándose y estar al día de los nuevos aparatos…
AI: No tanto… Nosotros hemos ido cambiando de equipo cuando se nos han ido muriendo los antiguos [risas].
BN: Una de las cosas que teníamos como axioma es que con cada nuevo disco nos compraríamos un nuevo aparato central, en el que basar ese disco.
AI: Por buscar sonidos diferentes, y cambiar el chip. La forma de componer es diferente con cada aparato.
BN: Cada disco está construido alrededor de un equipo nuevo, que va variando. Pero no por la necesidad de mejorar la tecnología, en realidad, sino por buscar una herramienta diferente que te haga pensar.
AI: El Sirius, por ejemplo, era muy guay.
BN: Ahora ya hemos llegado a un punto en el que prácticamente con tu ordenador puedes tener acceso a todos los sonidos del mundo. Tienes la ventaja de tener el estudio en casa. Nosotros teníamos que tirar de cinta abierta, de casetes…
AI: Los emuladores baratos, porque los caros no te los podías permitir.
BN: No éramos excesivamente dependientes del último grito.
AI: Siempre comprábamos el penúltimo, porque el último era muy caro [risas].

GV: Me imagino que al principio no era nada fácil conseguir esos equipos.
AI: No, para nada. Del Polysix llegaron a España tres. No siempre conseguías el teclado que tú querías.
BN: Luego ya conseguimos escaparnos a Londres y nos traíamos algunas cosas, también de Estados Unidos, y te tocaba cambiar el voltaje… Siempre andábamos chapuceando porque aquí llegaba muy poquito.
GV: ¿Hoy seguís empleando los teclados para componer u os habéis pasado al ordenador?
BN: No, yo no puedo componer sin teclados. Tengo una workstation de Roland, mi marca favorita, que ahora no tiene una nueva versión que pueda comprar para el nuevo disco, así que me tendré que pasar a Korg. El trabajo de la workstation se vuelca al ordenador y le damos los últimos toques. Pero hay muchas cosas que seguimos haciendo a la antigua usanza. Muchos teclados los programamos a mano, lo tocas y luego lo reproduces tal cual lo has tocado.
AI: Con las imperfecciones que eso produce.
BN: Conservamos cierto perfil analógico, aunque trabajemos en un entorno digital, no puede ser de otra manera.
GV: Es curioso, porque yo cuando escucho los temas originales tampoco me da la sensación de que se hayan quedado viejunos o desfasados. Si escucho ahora Selector de frecuencias me funciona, por ejemplo.
AI: Selector es bastante ochentera, en realidad… pero sí, ahora hay muchos sonidos que escuchas en temas actuales que reconoces de tal o cual sitio.
BN: Yo escucho a muchos grupos japoneses producidos por Yasutaka Nakata, que tiene un grupo llamado Capsule, y uno de chicas, Perfume, que son geniales, pero mucho de su estética y de su sonido podríamos haberlo hecho nosotros en los años ochenta. Tienen ese particular optimismo, la visión naif que aquí hemos perdido. En cierta medida, en Latinoamérica, se encuentran bandas con esa energía. La banda mexicana Le Butcherettes, por ejemplo. Las bandas de aquí están un poco adocenadillas, en general. En cambio, allí hay bandas que simplemente hacen lo que les gusta porque les gusta.
AI: No es que estén haciendo algo porque piensen que puede tener éxito.
BN: Si encima triunfan, genial, pero no lo hacen por eso en un principio.
AI: Eso tiene que ser siempre secundario.
GV: Y siempre es algo azaroso.
AI: Eso es, no puedes saber si lo vas a conseguir. Y es efímero, además. No es tan importante.
BN: No es el mismo planteamiento de quien va a La voz u Operación Triunfo. Pero todavía hay gente que hace las cosas porque quiere hacerlas, sin importarle a cuánta gente le pueda gustar. Y es lo que distinguirá a la gente que permanezca de la que no. ¿Quién queda de los noventa? La gente que ha hecho cosas relevantes porque les gustaba hacerlo así: los Surfin Bichos, Los Planetas… No queda mucho más.
AI: En los noventa había mucha gente que se metía en la música a ver si le sonaba la flauta, a hacer lo que estaba teniendo éxito.

GV: En vuestra época, pudo haber grupos con más éxito que vosotros, pero que se apagaron enseguida. Y vosotros sois los que habéis aguantado cuarenta años, al final.
BN: Sí, con épocas más bajas, como los propios noventa. Fue un momento en el que parecía que no seguíamos…
AI: Tras la experiencia de La Fábrica, se nos quitaron las ganas durante un tiempo.
BN: Estaba el nuevo indie, con todo el rollo de cantar en inglés. No lo acabamos de asimilar.
GV: Hace unos días, un compañero de trabajo vio que llevaba el libro de Aviador Dro: Anarquía científica, y me dijo que era el grupo que le molaba a todos sus compañeros de EGB. Y eso me hizo pensar en toda esta nostalgia de baratillo que hay ahora en torno a los ochenta… Y me di cuenta de que no podía imaginar a Aviador Dro en un macroconcierto de los que organizan los de Yo fui a EGB.
BN: Es un ejercicio de nostalgia.
GV: Dentro de esta recuperación constante no os veo: parece que la gente a la que le gusta lo que hacéis no es a causa de que os escucharan cuando eran jóvenes. Creo que estáis en otra onda, pero no sé si es algo que hayáis buscado vosotros o simplemente ha sucedido así.
BN: Nosotros siempre hemos hecho lo que nos ha dado la gana.
AI: Es una suerte no haber necesitado nunca ese tipo de cosas. Nos habrá ido mejor o peor, pero siempre, en lo que respecta al grupo, si teníamos que decir cosas que no iban a gustar a la gente y nos iban a vetar en una radio nos ha dado igual. No dependía que nosotros pudiéramos pagar la luz de casa de que el grupo vendiera más o menos discos, y eso ha sido una ventaja.
BN: Cuando nosotros decíamos que queríamos que nuestra música se bailara en discotecas, eso era escandaloso. Era el lugar de los horteras y las chonis. Luego cuando vino The New Order e hizo lo mismo ya molaba.
GV: ¿Cuáles son los temas de Aviador Dro que recordáis con más cariño o que os trajeron mejores experiencias?
BN: El básico, el que define nuestra visión en origen es “Nuclear Sí”, fue el detonante.
AI: Pero luego puedes tenerles cariño a muchas canciones. Va por épocas, hay momentos en los que te apetece tocar una u otra. Por ejemplo, ahora queremos recuperar Tierra plana.
GV: Está de plena actualidad [risas].
BN: Vivir para morir es una canción que me resulta muy querida.
AI: Carnívoro también estaría de actualidad.
BN: A mí me resulta interesante releer esos temas y comprobar que son trasladables al momento actual. No estábamos diciendo chorradas. Y eso justifica que sigamos, de alguna forma.
AI: Lo que lo justifica es también que nos sigamos divirtiendo. Si vas al directo y te diviertes, sigues haciéndolo. El día que dejemos de divertirnos lo dejaremos de hacer.
BN: Sí, pero, además, se demuestra que es un mensaje que tiene sentido.
GV: No me resisto a preguntaros por el proyecto de Los Iniciados, que a mí me flipa mucho. En Internet se mantiene cierto misterio sobre él. ¿Cómo surge, y cuál es el planteamiento musical que hay detrás?
BN: En Los Iniciados está todo tocado a mano.
AI: Sí, en dos pistas.
BN: Las bases originales se hacen con un magnetofón de cierta abierta y vas rebotando. Está grabado pista a pista, sumando una detrás de otra y en tiempo real.
AI: Era muy divertido pero muy cansado [risas]. Y te digo que si no tuviéramos tanto trabajo… Los Iniciados no están disueltos, pueden volver a actuar en algún momento futuro. Bastante lejano [risas].
BN: No lo descartamos. En origen, era un proyecto en el que buscábamos algo distinto, que surge porque ArcoIris y yo íbamos a hacer algo juntos.
AI: Es el tipo de música que a mí me gustaba, además.
BN: Ella empieza en Los Iniciados, y, originalmente, la idea era que tocara el piano con las bases electrónicas. Y Componente Norte cantando. Ese era el planteamiento inicial.
AI: Para mí, el planteamiento inicial eran los Residents. Eso era lo que nos gustaba a nosotros. Era la referencia absoluta. Luego, Snakefinger.
BN: Sí, una corriente dentro del rock alemán, que, en lugar de partir de las tripas, partían de una idea mental arquetípica, desde la que se trabajaba la música, como puras sensaciones. Lo de Los Iniciados es mucho menos meditado que la música de Aviador Dro, mucho más espontáneo. Más dadaísta, por tanto. El dadaísmo y el surrealismo nos interesaban tanto como el futurismo, y son las corrientes que en origen habían inspirado a los Residents y otros grupos como Can.
AI: Había grupos haciendo cosas muy locas entonces.

GV: ¿Qué proyectos tenéis para el futuro?
BN: Ahora estamos terminando lo que probablemente sea un álbum o un doble miniálbum que editará Warner, y que será el concierto analógico de la gira que estamos haciendo ahora. Y, por otro lado, habrá cinco temas producidos por David Cano, clásicos vistos por él, con colaboraciones de varios músicos. Olaya de los Axolotes Mexicanos ha cantado Programa en espiral, por ejemplo, Xoel López va a grabar Selector de frecuencias… La idea es editarlo para el concierto de diciembre en Madrid, que cerrará la gira. Después hay un sello inglés que va a reeditar una especie de facsímil del Nuclear Sí original. Mecánica Records, una compañía méxico-polaca va a editar un concierto que dimos en el Rey Pastor, que anda circulando de forma pirata pero del que hemos conseguido rescatar la cinta original, que hemos remasterizado. Y luego seguimos trabajando en nuestro nuevo disco, Tecnochtitlan, la segunda parte de la trilogía Mundos paralelos.
AI: Pero al paso que vamos… Somos como George R. R. Martin [risas].
BN: Vamos bastante lentos, sí. También seguimos trabajando con nuestros colaboradores mexicanos, Ford Proco, en un disco conjunto del que ya estamos empezando a grabar temas. Espero que puedan estar en el concierto de diciembre para tocar alguno y hacer así un avance del disco que esperamos que salga en 2020.