El estreno de Expediente Warren: El caso Enfield (2016) vuelve a poner en primera fila a pareja de demonólogos cuyos casos ya inspiraron la primera entrega. Otro caso real que se suma a la larga lista de fenómenos que inspiraron todo tipo de películas de terror.
Nos apartamos un poco del archivo de los cazadores de poltergeist para adentrarnos en otras historias sobrenaturales con base real que han inspirado grandes y no tan grandes títulos del cine de horror. Brujería, espíritus, demonios, casas encantadas y experimentos que han dejado marca en la cultura popular. Fenómenos que dieron suficiente miedo como para justificar que incluso directores míticos hiciesen muchas de sus mejores películas.
El exorcista (1974)
Si la historia de un exorcismo real no hubiera estado detrás de la novela de William Peter Blatty ya habrían inventado algún caso ficticio para que nos lo creyéramos. El escritor se inspiró en una serie de exorcismos realizados en los años cuarenta para contar el de un adolescente al que la iglesia católica puso el pseudónimo de Roland Doe. El niño aprendió a jugar a la ouija con su tía, tratando de contactar con ella cuando esta murió. Tras una batería de sucesos paranormales típicos en este tipo de embrujos, el niño empezó a dar síntomas de posesión y la rueda empezó a girar. Ya saben: médicos, psicólogos y finalmente el cura de turno que practicó hasta treinta sesiones del ritual romano para sacarle al demonio. El chico, que pidió a la iglesia conservar el anonimato, consiguió llevar una vida normal después de vomitar a Lucifer.
La película que todos conocemos es una perfecta reimaginación de los hechos más llamativos del caso original, cambiando el sexo del infante y casi todo lo que rodea a la familia y personajes principales. La trama fue inventada por Blatty, que fue incluyendo detalles del caso original aquí y allá, como la ouija o la mayoría de síntomas diabólicos, aunque no describía los efectos de la posesión de forma tan gráfica como en la película. Pese a todo, la visión de William Friedkin recrea con exactitud detalles del rito y del comportamiento de los posesos en distintos casos documentados. El caso original puede encontrarse en la película para televisión Possessed (2000), una recreación fiel de los hechos, y superior a muchas explotaciones del tema que llegaron a las pantallas de cine.
Las dos vidas de Audrey Rose (1977)
El fenómeno de la reencarnación no ha sido de los más inspiradores dentro del cine de terror. Esta sólida película de Robert Wise adaptaba una novela de Frank De Felitta. El escritor tuvo la idea para su historia de almas que pasan a otros cuerpos inspirado en una experiencia personal. Un día, De Felitta escuchó una melodía proveniente de la salita de música de su casa. Al llegar encontró a su hijo de seis años tocando perfectamente el piano. Todo bien, si no fuera por que el pequeño no había tomado una sola clase de música en su vida, aunque él aseguraba que sus dedos se movían solos. El escritor consultó a un especialista en ocultismo de Los Ángeles, que le comentó que el nuevo talento de su hijo era un “escape de encarnación”, una anomalía que indicaba que el niño habría vivido varias vidas.
La película toma el escueto punto de partida para narrar la historia de una familia asaltada por un hombre que asegura que Ivy, la hija de la pareja, es una reencarnación de su hija Audrey Rose, muerta en accidente algunos años atrás. Cuando la niña comienza tener pesadillas que sólo el hombre puede explicar, los padres le creen y comienza el desarrollo de la idea de regresión e hipnosis. Toda la película es una trama completamente ficticia basada en la novela: el único punto en común con el suceso sería que en ambos casos la reencarnación se da en niños.
Terror en Amityville (1979)
Aunque la película goce de exagerada mala fama, su existencia es en buena parte la razón por la que éste se ha convertido en uno de los casos paranormales más famosos de todos los tiempos. Terror en Amityville (1977) era en realidad el título del libro de Jay Anson que documentaba la experiencia de los Lutz, una familia que se había mudado a una casita chollazo en Long Island con un pequeño problemilla con el pasado de los anteriores inquilinos. ¡Sorpresa! Un chico llamado Ronald DeFeo Jr. se había cargado a tiros a sus padres y sus cuatro hermanos hacía algo más de un año. Como poco, algo embrujada tenía que estar. Ni la bendición de un cura evitó los sonidos de las puertas, la extraña excrecencia gelatinosa del parqué ni las levitaciones. Los Lutz se fueron aterrados, montando tal pitote mediático que hasta los Warren se acercaron a pasear el agua bendita. Pero claro, con todo el escándalo tan cerca de la publicación del libro, saltó la controversia. ¿Trato publicitario? ¿Autosugestión de la familia?
La casita diabólica generó una saga que sigue dando rentas. La original trasladaba muchos de los relatos de la familia con un cazo extra de salsa de fantasía. Al relato del cura que fue a bendecir la casa le añadieron un infernal enjambre de dípteros, aunque el sacerdote real sí aseguró escuchar voces y notar un frío inusual. Algo que sí describía la familia es que ciertos puntos de la casa eran imposibles de caldear. La película también se inventa los lodos negros que salen de los baños y exagera mucho el secreto de la habitación roja oculta en el sótano, que existió pero que estaba a la vista. Convierte el lodillo rojo que aparecía en el suelo en sangre en las paredes, y también se inventa la rotura de las ventanas y puertas o la plasta negra de las escaleras, además de transformar al cabeza de familia en casi un asesino poseso con hacha.
El resplandor (1980)
La novela de Stephen King no está basada en ninguna historia en la que un escritor se vuelva loco e intente matar a su familia con un hacha, pero si que tiene una buena base de inspiración en un lugar real. El hotel Stanley (curiosa coincidencia con el nombre del director de la peli) fue abierto en 1909 y desde sus primeros años de funcionamiento pasaron cosas extrañas en él. En 1911 un ama de llaves se electrocutó durante una tormenta. Aunque no murió, la habitación en la que ocurrió, la 217, fue un vórtice de actividad paranormal desde entonces. Se han relatado casos de objetos volando, luces que se encienden solas y ropa que aparece desempaquetada. En la cuarta planta se oyen voces de niños e incluso hay leyendas de fiestas fantasmales en su sala de baile.
Obviamente, la película no recrea ninguno de los hechos propiamente dichos. Aunque sí que refleja de forma distorsionada y oscura la estancia del propio King en el hotel, al que fue junto a su esposa en temporada baja. Las grandes habitaciones y el vacío en las estancias crearon una sensación de desolación que, según el propio escritor, sacaba lo peor de él. Los paseos por los pasillos vacíos, las copas de Torrance en el bar, servidos por un camarero fantasma, tienen su base en la experiencia personal del de Maine en el Stanley, que además, sirvió de localización real para la versión televisiva de los noventa.
El Ente (1982)
Un infravalorado clásico que basado en una novela inspirada en el caso de Doris Bither. Esta madre de tres niños asaltó a una pareja de estudiantes de parapsicología en una tienda para contarles su historia. Era 1974, los chicos accedieron a estudiar su caso reticentes, pero sin embargo cambiaron de parecer al comprobar que alguno de sus hijos habían presenciado los ataques, incluso siendo heridos por “algo” al intentar ayudar a su madre. Llegaron a tomar fotografías de órbitas de luz moviéndose en arcos alrededor de la mujer cuando esta aseguraba que los espíritus estaban cerca. Algunos de estos estudios se convirtieron en libros pero los parasicólogos no pudieron a ayudar a la mujer, que tuvo que mudarse, tratando sin éxito de librarse de las presencias hostiles. Con el tiempo, se fueron reduciendo sus manifestaciones hasta desaparecer. Bither había vivido abusos desde que era pequeña, por parte de sus padres y por los hombres con los que había vivido. Un sufrimiento que la llevaba a estar en estado de embriaguez durante una gran parte del tiempo, razón por la cual hay dudas sobre si lo que experimentó fue causado por propia autosugestión.
En la película, el personaje de Carla Moran está basado en Doris, aunque en ningún momento se consultó nada con la mujer. La recreación de los episodios de violación sobrenatural son tremendamente angustiosos y transmiten a la perfección el hastío de la víctima en su aceptación de los sucesos como parte de un día a día derrotista, que traspasa la barrera de lo metafórico. El elemento fantástico parece algo secundario cuando sus amigos y familia intentan convencerla de que está perdiendo la cabeza y la dejan en un profundo desamparo. Hay varios detalles de la historia que se magnifican y se reescriben para lograr una narrativa convincente, pero las estructuras sobre las que se asienta el guión tienen base en los hechos reales.
Pesadilla en Elm Street (1984)
El director Wes Craven leyó una serie de artículos del L.A. Times durante los setenta en los que se narraban algunas historias escalofriantes. La última de ellas hablaba de una familia de supervivientes de Camboya que se refugiaron en América. El hijo de la familia tenía terribles pesadillas y se negaba a dormir. Sus padres le daban pastillas hasta que un día consiguieron que se quedara dormido. En mitad de la noche, escucharon gritos de terror y cuando llegaron a ver qué le pasaba, estaba muerto. Otros dos artículos contaban historias similares sobre inmigrantes del sudeste asiático que el periódico no llegó a interconectar. En realidad se registraron hasta cien casos parecidos, llegándose a hablar del síndrome de la muerte asiática o el terror nocturno. Algunos estudios proponían que las muertes pudieron ser producidas por estrés de aclimatación al nuevo país, incluso por gases tóxicos de las zonas de guerra de dónde solían venir los inmigrantes. El fenómeno no se da sólo en América, sino que cuenta con cierta tradición folklórica en Asia. Conocida en Japón como Pokkuri, es una muerte súbita durante el sueño que se relaciona con demonios y monstruos conocidos como el Dab Tsog en China y Vietnam o Batibat en Filipinas. Todos, al fin y al cabo, son variaciones de la imaginería relacionada con el fenómeno de la parálisis del sueño.
La película utiliza la figura de un demonio interconectado a los sueños de todas las víctimas. El hecho de que lleve un sombrero tiene que ver con un episodio que Craven vivió una noche en la que un hombre de esa guisa le miraba por la ventana. Pero lo cierto es que la interpretación occidental del demonio del sueño suele tener forma de vieja bruja o los hombres-sombra, que se suelen representar también con un sombrero no muy distinto al de Freddy. La película crea un mundo a partir del detalle de diferencia generacional de la primera historia y el hecho de que los padres obliguen a dormir a sus hijos, aunque se recrea más en la mitología de Freddy y en la textura de las propias pesadillas, el verdadero reclamo de la producción.
Mothman: La última profecía (2002)
El fenómeno del hombre polilla no es un hecho aislado del que se exista sólo una versión. Limitado localmente a la zona de West Virginia, varias personas aseguran haber visto a un gran hombre alado con ojos rojos. La película se basa en el libro de John Keel que recoge una investigación de varios episodios que tienen como nexo común la caída del Puente Silver en West Virginia, que dejó un recuento de 46 muertos. Al parecer, algunos de los avistamientos en Point Pleasant durante 1966 y 1967 se relacionaron con el puente, tomándose la aparición como una profecía del desastre, ya que en otras ocasiones los avistamientos también tenían mensajes ocultos que se tornaban en supuestos accidentes graves.
La película toma buena parte de los detalles del libro pero los embellece para dar un carácter más académico al personaje principal y sus teorías. El Klein de la película trabaja en el Washington Post, pero el Keen real escribía sobre extraterrestres en Playboy y no estaba casado. Otros personajes son fusiones de distintos testimonios, aunque los avistamientos sí responden a descripciones reales. Los efectos irritantes en los ojos tras los avistamientos se consideran reales, también el episodio en el que una voz en el teléfono le dice al protagonista dónde está su reloj. El episodio del puente ocurrió de forma similar a la de la película, con las luces del tráfico habiendo estado funcionado mal durante todo el día, pero ni el escritor se encontraba allí en aquel momento ni las causas del colapso son desconocidas: una de las barras cedió por corrosión y mal mantenimiento, creando un precedente nacional para la inspección de ese tipo de estructuras.
El exorcismo de Emily Rose (2005)
La culpable de poner de nuevo los exorcismos de moda tenía como punto de partida la historia de Anneliese Michel, una chica alemana que en 1976 fue exorcizada y tratada como si estuviera poseída por el diablo. La familia recurrió a la ayuda de dos exorcistas, que obtuvieron permiso para realizar una serie de 67 exorcismos en diez años. La parte sórdida es que, al evitar el tratamiento psicológico y médico, la muchacha se negaba a comer o beber y acabó pesando la friolera de treinta kilos, con lo que acabó muriendo por deshidratación. Los padres y exorcistas fueron justamente condenados por negligencia. Lo más triste es que los posteriores estudios determinaron una clara relación de sus alucinaciones con síntomas de esquizofrenia, lo que se suma a los diagnósticos de epilepsia y depresión que le habían sido descubiertos tiempo atrás.
La versión para el cine traslada la historia a Estados Unidos y crea una supuesta ambigüedad en torno al caso, con una mecánica típica de película de juicios, relatando el martirio de Emily Rose a través de flashbacks y recuerdos. Aunque juega con la idea de que todo puede ser falso, se entrega a los fuegos artificiales del ritual de exorcismo sin rubor, dejando pistas de una fuerza sobrenatural demoníaca oculta que afecta incluso a la protagonista que investiga los hechos. Lejos de mostrarse crítica o fiel a los hechos, como Requiem (2006), utiliza el misterio para crear una duda que no había en el caso original, intentando liberar de culpas a familiares y curas, a lo que se une la aparición de un doctor en los ritos que en la realidad nunca atendió a la joven. Por lo demás, sí que toma notas de los síntomas registrados, como las caras de demonio que Annaliesse creía ver en la gente o el efecto de la estricta formación católica de la familia en la adolescente.
Maleficio (2006)
La leyenda de la bruja de Bell ha inspirado mucha ficción americana y ha derivado en películas con su propia mitología como El proyecto de la bruja de Blair (1999), que toma ligeramente algún detalle del folclore oculto americano del siglo XIX. Esta leyenda se refiere a la actividad paranormal que experimentó la familia Bell en Tenesse: extraños sonidos en la casa, maldiciones e insultos a la familia de un espíritu llamado Kate. Betsy, la benjamina de la familia, comenzó a sufrir ataques que empeoraron en cuanto se prometió con un joven. Se llegó a achacar la actividad a un pretendiente celoso que organizaba todo para que parecieran ataques sobrenaturales. El padre de la familia se puso enfermo y lo encontraron muerto, con una botella de veneno al lado. No hay demasiados registros de que la historia fuera real, por lo que se supone una leyenda del folclore de la zona.
La película sigue los hechos (conocidos o inventados) de cerca, basando todo el desarrollo en un libro que ofrecía una teoría a raíz del descubrimiento de supuestos nuevos documentos sobre el caso. Hay detalles que no se acentúan lo suficiente, como las profundas creencias religiosas y sus rituales de familia y otras que directamente se han escrito para la película, como la teoría y desenlace que ofrece sobre el caso. OJO, SPOILER: los episodios y ataques que vive Betsy nunca se muestran como tales y se achacan a que su padre abusaba de ella, por lo que fue su madre la que envenenó al progenitor para evitar que siguiera violando a su hija. Además, la película ofrece una subtrama en el presente, en la que el espíritu de Betsy se aparece a una familiar para alertarla de los abusos que sufre su hija.
Exorcismo en Connecticut (2009)
La familia Snedeker se mudó a una mansión cercana al centro médico de la universidad de Connecticut para que su hijo pudiera ser tratado contra el cáncer. Pronto, el muchacho creyó ver cosas y su carácter cambió. Los platos empezaron a romperse solos y los típicos comportamientos de casa encantada se mezclaron con ataques más salvajes, como sodomizaciones continuadas a los padres de la familia. Por lo visto, la casa había sido una funeraria, en la que los dueños realizaban necromancia y fornicaban con los cadáveres. Toda una historia. Lorraine Warren aseguraba que la casa estaba encantada por espíritus cabreados de muertos violados… aunque la “respetable” cazademonios también le aseguraba al autor del libro en el que se explica toda la historia que, si las historias de los miembros de la familia no coincidían se debía inventar lo que le pareciera con tal de que diera miedo. Por supuesto, no hay ninguna prueba de que lo que contara la familia fuera remotamente real.
La película se adapta bastante bien a los hechos que narra el libro. Sigue, casi paso a paso, las visiones que el hijo habría tenido a causa de la medicación, el agua que tomaba color rojo, las luces que se encendían sin bombilla, las fotos de los muertos, la asfixia con la cortina de la bañera y otros detalles que coinciden con la realidad, o al menos con la descrita en el libro oficial que encargaron los Warren. Las sesiones de espiritismo no tuvieron lugar, o al menos no con médium como en la película, y el momento ectoplasmático es una recreación de algunas fotos de sesiones reales. Por supuesto, el explosivo final no tuvo lugar.
Líbranos del mal (2013)
Scott Derrickson vuelve a la carga con más historias reales relacionadas con demonios tras El Exorcismo de Emily Rose. En esta ocasión, la película se basa en la vida de Ralph Sarchie, un veterano de la policía de Nueva York que asegura que durante sus trabajos tuvo ocasión de encontrarse con verdaderos sucesos inexplicables. Realizó investigaciones paralelas e incluso participó en varios exorcismos. En cierto momento contactó con los Warren, que le dieron algunas lecciones y su bendición como cazademonios. La mayoría de casos, desde posesiones a íncubos, están recogidos en una novela autobiográfica, base de la película.
El biopic utiliza varios de los casos del libro y los mezcla, cuando no directamente los inventa. Como las propias entregas de Expediente Warren, hay un elemento de comic book importante. Curiosamente, los detalles inventados, como ese muñeco de búho amenazante, tienen cierta parte de verdad, dado que las hijas del policía sí que afirman haber sufrido intentos de ataques sobrenaturales cuando su padre intensificaba su “trabajo contra el mal”. La duda de fe del personaje también fue fue real pero en la película parece hecha para justificar el plano de bautizo del final, un epílogo añadido que parece una propaganda del Foro de la Familia. El curita guapo era en realidad un simpático viejo y el principal antagonista del filme, un ex marine poseído en la guerra de Irak, es una completa invención.
El estigma del mal (2014)
En 1972 un equipo de parapsicólogos canadienses llevó a cabo el conocido como Experimento Philip, en el que se quería crear un fantasma para demostrar que lo sobrenatural puede ser inducido por la propia mente humana a partir de la expectación, la imaginación y la visualización. Como si crearan un personaje de un juego de rol, los investigadores crearon una historia de pasado trágico con amor imposible y guerra civil incluida. Supuestamente, Philip comenzó a responderles cuando lo invocaban, hablándoles y explicando algunos detalles precisos de la época dentro de los límites de la historia que le plantearon. También se registraron sucesos tales como movimientos de mobiliario y luces que se encendían y apagaban. Las conclusiones decían que las respuestas aparecieron en el subconsciente colectivo de los miembros, aunque se barajaba la posibilidad de que un espíritu juguetón se hiciera pasar por el personaje que inventaron.
La película de Hammer toma el experimento como punto de partida pero no intenta adaptar fielmente lo que pasó. El equipo de la película es de la universidad de Oxford y no de Canadá y su objetivo es eliminar la mala energía telequinética que posee Jan Harper, un personaje totalmente ficticio. En ella tratan de probar que los problemas de la chica vienen de una proyección de energía negativa de su propia mente y no de un espíritu maligno. El espíritu se llama Evely, tiene un pasado de sectas, es mucho más diabólico que Philip y, además, no ha sido creado ni sugestionado por los investigadores, sino que es una presencia diabólica real. Las sesiones de espiritismo colectivas sí están basadas en los sucesos reales pero añaden simbología demonológica y ocultista y mucha más parafernalia pulp ausente en aquellas.
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