Recuerdos de la Editorial Bruguera: una charla con Brocal, Fontdevila, Gallardo y Monteys

Aprovechando que Francisco Ibáñez es el autor del cartel del 34 Salón del Cómic de Barcelona, nos hemos reunido con cuatro dibujantes y un teórico experto en cómics para que nos hablen de sus recuerdos, relación e influencia de los tebeos de la factoría Bruguera en su propia obra. Ellos son Pep Brocal, Manel Fontdevila, Miguel Gallardo, Albert Monteys y Daniel Ausente, nuestro colaborador canino.

Francisco Ibáñez tiene ochenta años y acaba de publicar la edición integral de 13 Rue del Percebe con las 342 páginas que en su día dibujó en Bruguera, editorial que aglutinaba a un conjunto de mentes creativas que trabajaban a destajo para que semana tras semana los niños del baby boom nos pudiéramos reír con sus historietas. Entre sus autores estaban Vázquez, Escobar, Peñarroya, Conti, Cifré, Raf, Jan, Figueras, Segura, Gin… Juntos formaban un universo que marcó a generaciones posteriores de dibujantes. En CANINO hemos hablado con algunos de ellos para que nos cuenten cómo veían esos tebeos en su infancia, cómo los ven ahora y en qué se han visto influidos.

ROSER MESSA (RM): Según dice Paco Roca, él en parte es dibujante porque creció leyendo los tebeos de Bruguera. ¿Vosotros también sois de la misma opinión?

MANEL FONTDEVILA (MF): Bueno… yo aprendí copiando dibujos de Ibáñez.

ALBERT MONTEYS (AM): Yo intentaba reproducir el puño de las manos de Mortadelo porque me parecía el más currado de todos. Hasta diría que este tipo de puño es marca Ibáñez, con este dedo que se mete hacia adentro y los nudillos tan marcados.

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El puño Ibáñez.

PEP BROCAL (PB): Imagino que todo empieza ahí. En mi caso, incluso antes de saber leer ya ojeaba los Mortadelo aunque todo ese mundo Bruguera se me escapaba bastante.

RM: Así pues, vuestro primer contacto con Bruguera fue Ibáñez con Mortadelo.

MF: En realidad yo empecé a dibujar imitando a un chaval que copiaba los tebeos de Ibáñez pero en casa leíamos Cavall Fort  y el TBO, que le gustaba a mi madre. Cada noche, cuando nos metíamos en la cama, nos contaba historias de la familia Ulises y nos partíamos de risa.

RM: Santiago García es de la opinión de que la familia Ulises de Benejam podría haber sido uno de los grandes clásicos del cómic.

AM: El TBO era muy de abuela catalana porque tenía un tipo de humor muy correcto, que no ofendía a nadie.

MF: El TBO y el Patufet. Los dos eran así y en mi casa era lo que se leía. Por eso, Mortadelo me pareció tan moderno cuando lo vi por primera vez. Me gustaban todas esas onomatopeyas gigantes que usaba Ibáñez. Había cantidades de viñetas repletas de… crash, pum, bum…

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Plétora de onomatopeyas en Mortadelo.

MG: Ibáñez tenía un montón de personajes, pero ninguno fue tan longevo como Mortadelo y Filemón.

RM: De hecho… ¡aún dura! Y estamos en 2016. Si pensamos que Mortadelo empezó en 1958…

DANIEL AUSENTE (DA): Tú, Miguel, por edad, de pequeño leerías tebeos de Bruguera distintos a los del resto de participantes de esta entrevista, ¿no?

MIGUEL GALLARDO (MG): Me acuerdo del DDT, el Tío Vivo y el TBO. También leía a Vázquez y más o menos lo distinguía de los demás. Era buenísimo, aunque también tenía historietas sobre nada, o aquellas que salían en el DDT con temas del tipo “el cine americano” o a saber qué…

MF: ¿Notabas la diferencia entre Din Dan y Pulgarcito?

MG: No, pero sí que la noté con Gran Pulgarcito ya que allí empezaron a incluir a los franceses: Blueberry, Asterix y Obélix

DA: Bruguera tenía una revista que se llamaba Bravo. Cuando yo tenía entre 8 y 10 años recuerdo que había unas que me gustaban más que otras. No distinguía si eran de Bruguera o no pero me daba cuenta de que algunas eran mejores, como Mortadelo, Din Dan y DDT. En cambio, Pulgarcito

MF: A mí, Pulgarcito me parecía antigua. En casa siempre había tebeos pero nunca me fijaba en quien los editaba ni de dónde salían, pero cuando mi padre nos empezó a comprar la revista Mortadelo, la vi como toda una novedad. Que incluyera una historieta en el diseño de la portada era algo nunca visto en España. Además llevaba un listado con las historias que contenía.

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Una historieta de propina

AM: Yo compraba pocas revistas.  En mi generación casi todos leíamos Bruguera en los tomos de Súper Humor y Los Magos del Humor.

MG: En casa también teníamos una caja con tebeos de todo tipo. Había gente que iba una vez por semana al quiosco a comprarlos y luego yo les sableaba la colección para leerlos.

RM: Seguramente los intercambiabais con amigos, ¿no? En plan «Yo te dejo Pulgarcito y tú me pasas Din Dan«, por ejemplo.

MG: Había un tío en mi escalera que recibía el Cavall Fort, y yo no lo había visto nunca.

RM: Antes hablabais de la gente que iba al quiosco a comprar tebeos… ¿Vosotros erais clientes fijos de alguno en concreto?

MF: Yo de la tienda de debajo de mi casa, que tenían los tebeos amontonados en un rincón.

MG: Yo viví la época de cambiar tebeos en el quiosco. Supongo que esto vosotros ya no lo deberíais pillar. Mi padre iba a cambiar las novelas de Punto Rojo y yo hacía lo mismo con los tebeos.

MF: En Manresa también lo hacíamos. Además, recuerdo que haber cambiado algunos tuyos, Miguel (risas)

MG: Pero, ¿pagando algo?

MF: Sí, claro… Conseguí los primeros Víbora cambiando otros cómics por ellos. Aún conservo algunos con la pegatina blanca con el precio de compra y de venta. La cosa era que tú lo comprabas por 15 pesetas y luego en el quiosco te lo volvían a comprar por 10. Con lo cual, solo habías pagado cinco por lo que sería el alquiler. En Manresa también había una tienda de viejo que tenían de todo. ¡Hasta revistas porno! Allí me compré una colección completa de Cavall Fort y Tío Vivo.

La modernidad de Superlópez

La modernidad de Superlópez

AM: De pequeño me encantaba Superlópez, de Jan. Así como Mortadelo me parecía un poco antiguo y desfasado, lo de Jan me parecía mucho más contemporáneo y cercano. Incluso el vestuario de los personajes era moderno. Él, con Pérez Navarro como guionista, lo planteaba todo como un libro de verdad, con una historia que contar, con un principio y final. En cambio, las historias de Ibáñez para Mortadelo eran cortas, episódicas y más sueltas.

RM: Las de Vázquez también eran cortas.

PB: Cada uno tenía su manera de narrar. En el caso de Mortadelo y Filemón, ¿os acordáis de las últimas viñetas, que siempre había alguien que se pegaba un batacazo o había una persecución?

RM: Los finales con persecuciones acabaron por imponerse en todos los tebeos de Bruguera. Casi eran “marca” de la casa. Vázquez, por ejemplo, también utilizaba este tipo de final con las hermanas Gilda.

PB: Y luego Benny Hill se lo copió (risas).

MG: Es un tipo de recurso que engancha al público. A la gente le gusta saber cómo termina la historia y que haya situaciones recurrentes gusta.

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Niñato vs. Hermenegilda

RM: ¿Alguna vez os habéis inspirado en personajes de Bruguera para crear los vuestros propios? Esto os lo pregunto, sobre todo por Gallardo, ya que ayer me pareció que Hermenegilda (de las hermanas Gilda) y el Niñato se parecen.

MG: Sí, claro…Pero del parecido entre el Niñato y Hermenegilda no he sido  consciente (risas)… Eres tú quien lo dice ahora, pero lo que sí es verdad es que Perico Carambola es un Reporter Tribulete llevado al extremo. También, con la revista Makoki quisimos hacer una especie de revista como las de Bruguera pero en bruto y, para El Víbora, llegué a hacer una falsa portada del Tío Vivo con el Niñato.

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El Niñato y el Tio Vivo imposible

DA: Muchas de las cosas que hacíais en El jueves, Manel y Albert, también venían de Bruguera…

AM: El planteamiento inicial era que fuera una especie de revista de Bruguera para adultos. Por eso, a veces nos inspirábamos en su forma de hacer. Por ejemplo, que los nombres de los personajes incluyeran el resumen de lo que trataba la serie, como Tato con moto y sin contrato. Eran detalles que te daban pistas sobre el argumento de la historia. Por tanto, El Jueves sí que es una revista heredera de Bruguera.

DA: Orgullo y Satisfacción ya no, ¿verdad?

MF: No, pero El Jueves tampoco lo es tanto ya porque aunque sí que tenía sus series de historietas, no tenían la típica estructura “brugueresca”.

AM: Martínez el facha sí, por ejemplo.

RM: En cambio, El Víbora no tenía nada que ver.

MG: No, pero hace poco descubrí que Calonge, también dibujante de El Víbora, había estado en Bruguera cuando tenía quince años. ¡Y yo no tenía ni idea! Me enteré por una exposición que le ha montado un tío al que le fueron a parar, de casualidad, todos sus dibujos. El caso de Calonge es el típico caso de artista que muere, la familia guarda su trabajo en una buhardilla y ahí queda olvidado. Hasta que un día alguien lo descubre por casualidad. De su época de Bruguera no hay más que cuatro páginas. Hacía unos personajes de tipo realista y rollo romántico que no me cuadraban nada con su trabajo posterior aunque entonces ya empezaba a hacer caricaturas. Además, Bruguera tenía el patio cerrado en esa época porque en España no había nada más.

MF: Por eso casi todos los dibujantes acababan pasando por ahí. Como no había  mucho más a dónde ir…

DA: ¿Alguna vez, mirando vuestros dibujos ya hechos y publicados, os habéis dado cuenta de algún detalle que hayáis metido por influencia de Bruguera pero que en el momento de hacerlo no fuerais conscientes? Me refiero a algún recurso del tipo personaje que se cae para atrás o cosas de este estilo.

Plof

Plof

MF: ¿Lo del personaje que cae para atrás es de Bruguera? ¡Pues yo lo uso mucho!

AM: Son recursos que flotan en el aire.

PB: No sé si lo que voy a decir viene de Bruguera o no pero siempre me ha  llamado la atención que los personajes caminen por la línea de la viñeta de abajo. Es decir, que usen como suelo la línea de la viñeta inferior.

MF: Eso es muy Bruguera, sí.

DA: Era para dibujar más deprisa y ahorrarse detalles.

MG: Hace un montón de años entrevisté a Escobar para un programa de TV3 y nos enseñó una especie de plantillas que usaba para dibujar los marcos de las puertas y que siempre le salieran de igual tamaño. Así podía dibujar más rápido. Luego Vázquez se lo montó mejor con Angelito, porque al ubicarlo casi siempre en el campo no tenía que dibujar los fondos. De hecho, solía inventarse las mil y una con tal de dibujar menos. Había llegado a fotocopiar antiguas historietas suyas, ya publicadas, para recortarlas y pegarlas sobre las nuevas. Total, que intentando escaquearse de trabajar al final siempre acababa currando más.

DA: A las hermanas Gilda también las acabó mandando al campo.

MF: Y a la abuelita Paz.

La Abuelita Paz, asilvestrada

La Abuelita Paz, asilvestrada

AM: Luego Bruguera tenía eso de que había un montón de historietas que no estaban dibujadas por sus autores. A mí me inquietaba mucho en Mortadelo, que había algunas que se notaba que no eran de Ibáñez.

MG: ¿Lo notabas?

AM: No sabía que el dibujante era otro, pero como lector intuía que pasaba algo (risas) ya que veía que unas eran mierda y otras eran oro, pero no sabía el porqué. Pensaba que siempre lo hacía Ibáñez.

RM: Deberías pensar que tenía un mal día y por eso los dibujos le salían mal.

Estajanovismo vazqueriano

Estajanovismo vazqueriano

AM: Todos esos trucos para dibujar rápido en Bruguera se usaban de una manera exagerada. No había fondos ni ningún tipo de detalles.

MG: Eso también pasaba en la versión española de los tebeos de Vértice. Como aquí se editaban en un formato distinto al americano, a veces tenían que reajustar los márgenes y eso se hacía volviéndolos a dibujar.

AM: No solo redibujaban los márgenes sino que también algún que otro brazo, alguna rodilla…

DA: ¡También troncos de árboles y arbustos!

La famosa Mano Mal de Vértice

La famosa Mano Mal de Vértice

PB: En el caso de Vázquez a mí me flipaba mucho el mobiliario de las casas: las lámparas, mesas, sillas…

RM: Y las esculturas, que siempre me han recordado a las de Henry Moore.

PB: Vázquez tenía un punto moderno.

MF: Hubo un momento en que Bruguera se pudo recuperar como moderno. Yo no he sido nunca un gran seguidor. Es más, siempre he intentado apartarme un poco pero sí que leí Mortadelo. Luego lo recuperé en Cairo, en un artículo que hicieron sobre Pulgarcito y me compré, de segunda mano, una colección del Tío Vivo. ¡Eran más de 100 números! Flipé con ella porque lo que conocía era la Bruguera que no me gustaba. En cambio, solo con ver las portadas del Tío Vivo ya me hice fan. ¡Eran muy modernos!

AM: Una cosa que me molestaba era comprar un cómic de humor y encontrar en su interior historias realistas. Había una serie sobre un detective que no me gustaba nada. De hecho, ni siquiera recuerdo cómo se llamaba. Se supone que si te compras un cómic de humor esto es lo que vas a encontrar. En cambio, a veces, lo que había eran historias de vaqueros.

MF: En Toutain recuperaron a Micheluzzi, que no me gustaba porque me sonaba a relleno de Mortadelo. ¡Era la típica cosa que te ponían en medio del Mortadelo para joderte la risa! En cambio, sí que me gustaban los franceses: Hermann y Charlier y Uderzo con Tanguy y Laverdure.

MG: Cuando empezó la moda de las series con continuidad de un número a otro me encontré con un problema y es que, con las colecciones de Din Dan o de Gran Pulgarcito nunca sabía si leer todas las historietas en el momento de ser publicadas o esperar a que saliera la serie entera y entonces leerla de un tirón. Para mí era un dilema.

MF: Eso me ocurría con Jan i en Trencapins, en Cavall Fort.

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Universo pitufo en catalán

PB: En casa estábamos suscritos a Cavall Fort. Era la única forma de conseguirlo. Recuerdo que podías agrupar unos cuantos números y encuadernarlos en un tomo.   

MF: La gracia era encuadernarlos pero nosotros no lo hacíamos porque mi madre usaba el papel de la revista para envolvernos la merienda. Cosa que ya me gustaba porque así podía merendar y leer el Cavall Fort a la vez (risas). Lo malo es que al final acabé invirtiendo mis primeros sueldos en comprarlos de nuevo.  

DA: Yo envidiaba profundamente a los suscriptores de Cavall Fort porque, en esa época,  publicaba mucha historieta francobelga y a mí me encantaba pero en casa no nos dejaban suscribirnos. Mi familia tenía la teoría que si lo hacías, a la semana siguiente la revista cerraba y tú habías perdido el dinero (risas).

AM: En casa de Manel la idea era otra. Suscribirse a revistas como esa era una cuestión de militancia y en mi casa ocurría igual… ¡Mi padre lo compraba encantado!

DA: ¿Qué dibujantes hay de Bruguera que os gusten especialmente y que no sean de los que se habla habitualmente?

MF: Raf, por ejemplo.

Ética periodística I

Ética periodística I

PB: A mí Guillem Cifré. El Reporter Tribulete me fascinaba. Igual que Alfons Figueras.

AM: Figueras era bueno por el universo de personajes raros que sacaba. Había algo de misterio en él.  

MF: A Figueras y a Cifré los recuperé de adulto cuando descubrí lo buenos que eran pero de pequeño no me percataba de eso… Más bien pensaba lo contrario… Sobre todo de Cifré, que me parecía lo más rancio del mundo.

DA: Cuando Astiberri sacó el tomo de Topolino, el último héroe, me maravilló y entendí su universo.

MG: Venía de unas referencias muy raras.

DA: Era experto en pulp.

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Mondo Figueras

PB: Alguien que fue muy conocido, evidentemente, por sus personajes como es Escobar, tenía una biografía espectacular.

RM: Durante la guerra colaboró en revistas declaradamente republicanas como L’esquella de la Torratxa realizando algunas ilustraciones por las que luego sufrió represalias. Por eso lo echaron de su trabajo en Correos y acabó en la Modelo.

AM: De los dibujantes famosos de Bruguera es el que me gusta menos porque me parece plano.

MF: Yo lo recuperé cuando compré los Tío Vivo viejos y descubrí que era muy bueno. En cambio, el Escobar de Zipi y Zape no me gustaba.

MG: Aunque era buen dibujante tenía un humor muy blanco.

PB: Carpanta estaba logrado…

RM: Pues el otro día lo estuve revisando y lo abandoné muy rápido. No me gustó. Se notaba mucho que era un cómic de la posguerra.

MF: Sí, pero en ese momento tenía su sentido.

MG: Una vez que hablé con él me enseñó una historieta de los años cuarenta o cincuenta que me sorprendió mucho. No entendía cómo la censura no se la prohibió… En ella se veían los pantanos vacíos por una gran sequía y encontraban la solución enseñándole a Carpanta un jamón. Solo de verlo, el hombre empezaba a salivar y a llenar todos los pantanos hasta acabar con la sequía (risas).

MF: Pantanos de saliva de un indigente… ¡Qué bueno!

MG: Era una historia totalmente surrealista que los censores no debieron entender y por eso la dejaron pasar… Luego, durante la entrevista le pregunté por Vázquez y me miró, con su pipa en los labios y como diciendo «Era una mala persona».

Censura vs. mad doctors

Censura vs. mad doctors

RM: Escobar creó un personaje en Tío Vivo, el Profesor Tenebro, que no gustaba nada a la censura porque, según sus normas, solo Dios podía quitar la vida. En cambio, Tenebro mataba a la gente.

MF: A Ibáñez también le pasó algo similar con el científico loco tipo Frankenstein de 13 rue del Percebe solo que con él fue al revés. Dicen que se lo censuraron porque solo Dios podía dar la vida. Pero igual es una leyenda…

RM: ¿Cuáles son los autores de Bruguera que os gustan menos?

MF: Cuando era pequeño no me gustaba ni Escobar ni Peñarroya. Sus historias de Don Pío me parecían viejas pero luego, en la época de Tío Vivo, eran buenísimos. Tampoco me gustaban las historietas de Conti del Loco Carioco y de Apolino Taruguez, pero las de Barón, el gato pardo y el mayordomo Abelardo dibujadas por Reginald Parlett, sí que me gustaban.

DA: ¿Y Segura?

MG: El de Roberto Picaporte, solterón de mucho porte

MF: Sí que me gustaba. Recuerdo una historia sobre una isla con locos. Segura hacía La Panda y eran unas historias con las que no conectaba. Luego estaba Sanchís, el del Soldado Pepe.

DA: Yo lo descubrí con Robin Robot, una parodia de Flash Gordon. Nunca le había prestado atención pero un día lo leí y vi que era bueno.

MF: También me acuerdo de Pineda Bono, que trabajaba en Cavall Fort y hacía una historia que se titulaba ¡Quina trepa! De hecho, la portada del primer número de Cavall Fort es suya.

DA: Luego llegó la época en que empezaron a hacer historias largas como los franceses. Los plagios de Vázquez a Raymond Macherot y su serie de espías, Clifton son de entonces. Los descubriste tú, Manel.

Anacleto contra Clifton

Anacleto contra Clifton

MF: Eran viñetas de Anacleto, agente secreto de Vázquez copiadas de Clifton.

RM: En cuanto a gustos sobre autores de Bruguera todos coincidís en que, a medida que os fuisteis haciendo mayores fueron cambiando vuestras preferencias.

PB: Hay dos momentos en la experiencia Bruguera: uno es lo que has visto de pequeño y el otro es lo que recuperas de mayor. Lo que pasa es que es un magma enorme que se extiende en el tiempo y el espacio.

MG: Lo abarcaba todo. Mi padre leía novelas de servicios secretos.

PB: A mi madre le gustaban las Joyas literarias juveniles y siempre nos compraba los libros de esa colección. También era cómic, pero de un rollo distinto y el caso es que las recuerdo más que ciertas historias y personajes de los tebeos de Bruguera.

AM: Aunque todos leímos las Joyas literarias juveniles, no han dejado huella. En cambio, Bruguera sí. En cierto modo, todos los que estamos aquí somos hijos suyos.

MF: Pues a mí algunas viñetas de las Joyas literarias juveniles se me quedaron grabadas en la memoria. Como una de El último mohicano en que hay un tío que está a punto de caerse por una cascada y otro lo salva. Concretamente esa me gustó mucho pero, en cambio, el tebeo me pareció un coñazo.

DA: Bruguera era un poco virus, en el sentido de que se comía a las demás revistas.  Pocas que ya había… En su época debería haber Jaimito, Pumby y poco más, si había algo.

Not Bruguera

Not Bruguera

MF: Eran revistas rancias.

AM: Don Miki era la otra que podía hacerles sombra. Por eso, en cierto momento Bruguera sacó el Pulgarcito pequeño para hacerle la competencia.

MF: Es fuerte porque hablamos de generaciones totalmente distintas.

AM: Aún nos falta hablar de una generación, la de los seguidores de Ramis y Cera. Para mí eran relleno pero tenían muchos fans.

DA: En los últimos tiempos llegaron a hacer Zipi y Zape.

AM: Tenían un humor muy básico…  

MG: Sacaron una revista nueva, de la editorial Grijalbo, en la que estaba Ibáñez y que se llamaba Guai!

AM: Allí Ibáñez se tuvo que inventar personajes nuevos. No podía utilizar los suyos de siempre porque Bruguera tenía los derechos y así es como salió la serie de Chicha Tato y Clodoveo de profesión sin empleo.

13 Rue a la enésima potencia

13 Rue a la enésima potencia

MF: Llegó a hacer una versión de 13 Rue del Percebe titulada Rebolling Street donde a veces metía, en la buhardilla ¡gente pinchándose droga! (risas)

AM: Entonces Jan empezó a hacer unas historietas en las que aparecía un chaval que iba pidiendo papelas p’a la droga y se inventó la frase de “si te ofrecen drogas tú di que naranjas”.

MG: Como él es sordo supongo que le costaba captar la realidad.

RM: Hay una leyenda negra sobre Ibáñez que dice que solía apropiarse de las ideas de los demás: que si 13 Rue del Percebe fue idea de Vázquez, que si Rompetechos en realidad procedía de Raf… De hecho, Vázquez publicó una página del Almanaque de Pulgarcito en 1959, que bien podría ser un antecedente de 13 Rue.

Proto Rue del Percebe, by Vázquez

Proto Rue del Percebe, by Vázquez

AM: El Botones Sacarino es Gastón el Gafe, de Franquin.

PB: El sulfato atómico también es muy Franquin, con esas persecuciones de coches…

AM: Y está lleno de skylines de pueblos franceses, con esas buhardillas tan típicas.

MF: Era bastante habitual entre los dibujantes de la escuela Bruguera pero no creo que tuvieran consciencia de estar haciendo algo malo.

AM: Les debería llegar algún libro de Francia, que nadie más iba a ver en la vida, y pensarían que no pasaba nada por copiarlo.

MF: Para ellos sus dibujos no tenían ningún valor. ¡Si ni siquiera les devolvían los originales! Así que, si les caía el Pilote en las manos y, por ejemplo, veían un coche impresionante dibujado y necesitaban uno para sus historias, no dudaban en copiarlo y meterlo en sus tebeos. ¡No había consciencia de derecho de autor! Jordi Bernet nos contaba que cuando empezaron a trabajar en Spirou con la serie de Dan Lacombe, los franceses se reían de ellos porque se sorprendían de que les devolvieran los originales. Claro, como en España los editores se los quedaban, Bernet al principio pensaba que lo hacía mal porque siempre le devolvían los originales. Es lógico que lo pensara. Como en España nunca le había pasado…

El cartel del Saló del Comic de este año, dibujado por Ibáñez

El cartel del Saló del Comic de este año, dibujado por Ibáñez

RM: Lo mismo ocurría con los lectores, que se compraban cómics y luego iban a la basura. El cómic era cosa de usar y tirar.

DA: Si no hubieran cambiado las cosas, ¿Vosotros habríais llegado a trabajar con Bruguera?

MF: Bueno… Albert y yo acabamos trabajando en El jueves.

AM: Era el Bruguera de nuestra época (risas).

MG: Cuando Gin estaba en El jueves yo fui a ofrecerme con el Buitre Buitaker y no me quisieron.

MF: Pasaron muchos dibujantes ofreciéndose.

PB: Yo también llamé a su puerta. Fui con Manel y, al final,  tiempo después se lo quedaron a él (risas).

MF: Es cierto, lo intentamos cuando hacíamos Mr. Brain. No teníamos ni un duro y fuimos a ver si nos contrataban. Les hicimos una historia muy rara sobre cómo atender a un excomunista en casa.

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Cuide a su propio soviético

MG: Cuando salió El Víbora empezaron a venir dibujantes de la generación anterior ofreciendo historias sobre drogas.

MF: ¿De la generación Bruguera?

MG: Más o menos sí. Era gente de la época de Luís García. También vino Beà pero él era muy bueno.

MF: En Cimoc también había historias de gente drogándose. Recuerdo unas de Ortiz que tenían unos diálogos ridículos. Los personajes iban vestidos en plan punki y soltaban frases del tipo: ¿has traído la mercancía?”

AM: En estos tebeos siempre había muchos líos con violaciones y drogas. Eran dos temas recurrentes que se usaban con gran desparpajo y que, además, se mostraban como una actividad lúdica.

MF: Vázquez tuvo una época de historias eróticas en El Papus. Una de ellas iba de  una tía que la violan y luego se va a dar la vuelta a la manzana para que la vuelvan a violar.

MG: Entonces se hacían cosas que ahora se considerarían políticamente incorrectas. El mismo El Víbora sería un ejemplo.

RM: Vázquez también hacía otro tipo de historias, más en plan de humor de vodevil, sobre un matrimonio en que el marido siempre encontraba a los amantes de su esposa escondidos en el armario o en cualquier otro rincón.

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Levemente impublicable hoy día

MG: Cuando trabajaba en El Víbora estuve una temporada en El Papus deportivo con Martí. Íbamos a currar los domingos y a escuchar los partidos aunque ninguno de nosotros tenía ni puta idea de futbol. Nuestro trabajo consistía en hacer chistes sobre los partidos de la jornada.

MF: Si necesitas dinero buscas trabajo de lo que sea.

RM: El otro día en el Graf, Beà contaba que en una de esas épocas de escasez acabó dibujando bailaoras flamencas en conchas de mejillones para vender en las tiendas de souvenirs.

DA: ¿Sabéis de algún caso de dibujantes extranjeros que hayan conocido la factoría Bruguera y que les gustara?

PB: Pues no, pero supongo que habrá alguno porque las películas de José Luís López Vázquez y demás, me refiero a la típica españolada, triunfaban en Suecia y Dinamarca.

AM: Ya, pero en los cómics es otra historia. Los tebeos de Mortadelo y Filemón eran el Superagente 86, Maxwel Smart.  

El mítico zapatófono

El mítico zapatófono

DA: Eso que dices de las películas, Pep, hay un episodio del Dr. Repronto, de Raúl Minchinela, que habla del concepto de la españolada y demuestra que ese tipo de películas también las hacían los alemanes. Eran lo mismo solo que en sus películas salían tiroleses persiguiendo chicas. Por tanto, lo del concepto de la española no era tan propio nuestro sino que iba más allá.

RM: Volviendo a las revistas de historietas… ¿Sabéis si en otros países habían equivalentes a Bruguera?

MF: Hace un par de años encontré en Italia un libro que había recopilado diez números de diez épocas distintas de una revista de se llamaba Corriere dei Piccoli. Era una especie de Bruguera italiana.  Allí no había ningún español pero, en cambio, dibujantes de Bruguera sí que trabajaron para otros países. Por ejemplo Raf, que estuvo haciendo historias para Inglaterra que luego volvieron a Bruguera. Esto lo cuenta muy bien Jordi Canyissà en su libro. Y al revés también ocurrió, casos de dibujantes extranjeros que trabajaron para Bruguera, como Reginald Parlett.

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RM: Una cosa que siempre me ha gustado son los nombres del universo Bruguera: nombres propios de personajes, de calles… Vosotros, seguro que más de una vez os habréis inspirado en ellos, ¿no? Antes hablábamos de Perico Carambola de Gallardo e Ignacio Vidal-Folch. Era muy Bruguera…

MF: Los dibujantes que fuimos invitados al primer Crash Cómic de Vitoria tuvimos que realizar una historieta dedicada a Bruguera y la mía era sobre nueve cosas que recordaba de sus revistas: los títulos con ripio, los pantalones rojos, decir Pernambuco a menudo…

Lo que quedó de Bruguera, por Fontdevila

Lo que quedó de Bruguera, por Fontdevila

MG: Las monedas eran rupias…

MF: A los policías les llamaban gendarmes pero llevaban el gorro inglés.

DA: Las bombas negras y redondas con la mecha encendida.

RM: El preso con el traje a rayas y la bola atada al pie.

PB: La tela de araña en una esquina de la habitación.

MF: El señor que con el tiempo le crece una barba blanca y larga… ¿Esto debe ser invento de Bruguera, o qué? El abuelo Cebolleta tenía ese aspecto.

MG: La tribu de los Kikuyu que salían en el tebeo… Los hombres prehistóricos arrastrando por los pelos a las mujeres…

MF: Cuando estábamos en El Jueves, tenía un post-it guardado en el que me iba apuntando cosas que no hemos visto en la vida y que tenemos asumido que solo aparecen en los chistes. Por ejemplo, náufragos en una isla, una cama de hospital con un gráfico en los pies, un banco con un cartel que pone “recién pintado”, un detective con una lupa siguiendo el rastro de unas huellas…Cosas nunca vistas en la realidad y que asocias a los chistes.

DA: Todo esto que relacionamos con Bruguera igual es más internacional, como la mujer con el rodillo de amasar pan.

MF: Igual sí. Además, muchas ya salían en las Sonrisas internacionales de los cómics de Bruguera.

Tópicos allende los mares

Tópicos allende los mares

MG: Estamos hablando de un montón de tópicos que vienen de otras épocas y es algo que se tendría que estudiar. Cuando daba clases en la Escuela Eina solía poner un trabajo a mis alumnos que consistía en ilustrar un artículo de economía que hablaba de capitalistas y siempre los representaban con chistera. Yo les decía… ¿Habéis visto a alguien con una chistera, actualmente? Es algo que empezaría a saber cuándo y se acabó instaurando.

AM: En nuestra época en El Jueves, Manel y yo no queríamos estandarizar la imagen del capitalista con la chistera y el obrero con casco y camiseta imperio. Por eso siempre acabábamos representando al empresario como un señor mayor con traje y corbata. Al final, aunque puedes trabajar para inventarte otro icono inconfundible no lo haces porque el de la chistera ya existe y funciona. Todo el mundo entiende lo que significa.

RM: Manel, tú al capitalista le pones gafas de sol.

MF: Sí, los míos llevan gafas de sol y a veces fuman puros.

Monstruos de hoy día

Monstruos de hoy día

DA: ¿Qué conserváis de Bruguera en vuestras casas?

AM: Los primeros nueve números de Superlópez, algún Súper humor de Mortadelo, Valor y al toro, de Mortadelo y Filemón. Luego, algunas otras cosas que compré ya de mayor en tiendas de segunda mano.

MF: Yo también compré posteriormente tebeos de los años cincuenta en tiendas de viejo. Además, tengo los Superlópez y recopilatorios más modernos, como el de RBA, colección que compré entera y de la que luego me deshice de algunos volúmenes.

PB: De lo que tenía en casa de mis padres no me quedó nada. Todo estaba guardado en una caja de cartón y un buen día mi padre se lo llevó a casa de mis primos y allí se quedó. De hecho, se acabaron fundiendo… ¡Toda mi colección de cómics desapareció misteriosamente! En realidad, fue una maniobra de mi padre, que no quería que yo tuviera mucho interés en los cómics.

RM: ¡Pues fracasó estrepitosamente en su intento!

MG: Yo conservo especiales: los de Navidad de los años 1955 o 1956 y algunos del Tío Vivo. Uno sobre el cuplé, otro sobre El Zorro y otro sobre Hollywood. A veces los reviso porque era algo inspirador.

MF: Yo también conservo el de Pepe Iglesias sobre El Zorro pero tenía muchos más que regalé. No necesito tener cincuenta ejemplares de Tío Vivo. Con conservar unos cuantos ya está bien. Sí que hay historias muy buenas pero tampoco son como para leerlas cada dos por tres.

Gente de la época

Gente de la época

DA: En Tío Vivo dibujaban muy bien a las chicas.

MG: Eso venía de la escuela suramericana.

PB: Pero aquí, en España, antes de la guerra civil había dibujantes muy buenos. En la revista Papitu trabajaban ilustradores excelentes.

AM: Pero es otra tradición que se perdió.

RM: Sí, eran más ilustradores que dibujantes de tebeos. Junceda  y Nonell dibujaron en Papitu.

AM: Sí, quizá Junceda fue el más continuador.

PB: Junto a Opisso.

RM: Aunque Manel ya me ha dicho que sí con lo de Crash Cómics de Vitoria, yo quería saber si a alguno de los demás alguna vez os habían pedido, expresamente, que hicierais algo inspirado en Bruguera.

MG: Si, claro. De hecho, pronto saldrá un cómic sobre la historia de Teresa Perales, la nadadora paralímpica con más medallas en la historia de los Juegos Paralímpicos y me han encargado hacer la contraportada a base de chistes inspirados en DDT y Tío Vivo. Para eso los recuperé, los releí y pillé un par de tramas.  

MF: La portada del último Mr Brain era calcada a una de Peñarroya para Tío Vivo y la hicimos porque nos apetecía, no porque fuera una petición. En mi caso, a veces me lo han pedido y otras ha sido por iniciativa propia.

Separados al nacer

Separados al nacer

MG: Yo incluso lo he hecho más veces por placer que no por encargo.

AM: Eso que hacía Ibáñez de las Vidas ejemplares, que eran ripios, yo hice una en El Jueves y alguna más en otras publicaciones.

PB: Supongo que no siempre será así pero cuando ves un personaje con la nariz redonda y muy abultada puede que venga de toda esa influencia de Bruguera.

AM: Los franceses dicen que los españoles solemos dibujar personajes con la nariz muy grande y gestualidad exagerada. En cambio, ellos son todo lo contrario y tienden hacia las narices pequeñas y gestos comedidos. Por tanto, yo estoy convencido que esto lo hacemos por influencia de Bruguera.

MF: Incluso utilizan una expresión para definirlo. Dicen que es “humor de nariz gorda”: graisse nez humour. Aunque también hay dibujantes franceses en esa misma línea, como Greg, con Aquiles Talón.

PB: Yo inventé una historieta para Tretzevents protagonizada por una familia de monos, los Nastics, y les puse a ambos una buena nariz pensando expresamente en recuperar todo esta tradición Bruguera.

bruguera29

Los Nastics narigudos

MF: Puntualmente, todos recuperamos cosas pero yo he intentado evitar al máximo el chiste Bruguera. De hecho, puede que ni sepa hacerlo.

MG: Pero sí que has hecho homenajes.

MF: Sí, pero mis chistes son más de hablar que no del tipo de caerse por un barranco o resbalar con una piel de plátano.

DA: Llevas unos veinte años dibujando La parejita. ¿Cuántas planchas habrás hecho en todo este tiempo?

MF: En El Jueves estaba a punto de llegar a la 1.000 y quizá lo conseguí porque algunas eran de más de una página.

DA: Supongo que ninguno de los que estamos hoy aquí debe tener una serie tan longeva… Con Makoki no llegaste ¿No, Miguel?

MG: No, no…

DA: Pues tener una serie tan larga también es muy Bruguera.

MF: De todos modos, no son chistes muy bruguerianos sino más de diálogo.

DA: Manel, tú decías que había un recopilatorio de los tebeos de la familia Ulises de Benejam y lo tengo aquí para releer.

MF: Es muy bueno…Hasta la introducción es buena.

MG: Releer… ¡Qué concepto! Hay tantas cosas para releer.

RM: Pues yo releo muy a menudo.

PB: A mí me gustaría releer Anacleto.

RM: ¡Yo lo hice el otro día y me reía a carcajadas! Pero a mí cualquier cosa me hace gracia.

A carcajadas

A carcajadas

DA: Ella es de risa fácil. ¿Hay dibujantes humoristas que no ríen?

MF: Uy, muchos… Por ejemplo, Ja nunca se ríe.

DA: Y vosotros… ¿Os reís con facilidad?

MF: Me cuesta reírme de los chistes de la gente. En cambio, aquí, ahora no me cuesta nada…

DA: ¿Os hacen reír vuestros propios dibujos?

MF: A mí nunca.

MG: Pues a mí sí. Incluso a veces me parto con mis historietas viejas. Makoki por ejemplo…Recuerdo la situación y me da risa.

PB: Yo he visto a Manel reírse de un patinazo de una señora en la calle.

RM: Quizá es porque las caídas también son situaciones que abundan en los cómics de Bruguera…

AM: Al final, lo malo de ser humorista gráfico es que el chiste tonto de la caída siempre acaba provocando más risa que cualquier otro más elaborado.

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