[Canino Halloween] [Todos a una] ¿Cuáles son las películas de terror más inquietantes?

En CANINO somos muy de Halloween. No solo abrazamos con devoción cualquier festividad de ascendencia pagana que nos permita ponernos unos colmillos de plástico o disfrazarnos de Velma, es que nos gusta pasar una semana sin necesitar demasiadas excusas para hablar de monstruos sin parar. Así que vamos a pasar estos siete días atiborrados de fastos macabros y posts monográficos.

Para empezar, nuestro habitual Todos a una de los miércoles pasa a ser diario, y nos iremos preguntando en la Redacción cuáles son nuestros artefactos terroríficos favoritos. Empezamos por las películas: ¿cuáles son las que más miedo nos dan? Hemos evitado recomendar los clásicos de siempre que os sabéis de memoria, y hemos intentado que las sugerencias fueran lo menos obvias posibles. ¡Feliz escalofrío!

ANDRÉS ABEL: Pin (íd., 1988). Si el payasete de la Poltergeist original te pareció siniestro, espera a conocer a Pin, el muñeco anatómicamente correcto, con el tamaño y el aspecto de un adulto despellejado, que el doctor Linden (Terry O’Quinn, tú lo has dicho, el John Locke de Perdidos) utiliza para enseñarles a sus hijos las verdades de la vida. Escrita y dirigida por Sandor Stern casi una década después de su guión para Terror en Amityville (The Amityville Horror, 1979), Pin es una de las pocas películas de terror que han conseguido sacudirme no con la náusea o un sobresalto, sino con un puro escalofrío.

 

ADRIÁN ÁLVAREZ: Johnny cogió su fusil (Johnny got his gun, 1971). Tú eliges qué clase de película de terror quieres ver, pero si de verdad quieres tratar con el horror del que otras películas hablan de forma alegórica y mediante figuras totémicas, cuenta con Johnny. La historia de un soldado mutilado que tampoco puede hablar, ni oír, ni oler, se convierte en algo muy difícil de ver cuando realidad y ficción se entremezclan, y el mensaje es tan desesperanzador que uno acaba apalizado. Me encanta el cine de terror, pero Johnny cogió su fusil me retuerce tanto las tripas que sé, con certeza, que nunca más volveré a verla.

 

https://www.youtube.com/watch?v=uV7J8WYETXo

ÁLVARO ARBONÉS: Marebito (2004). Existe cierta condición obsesiva en el terror, en cómo nos acercamos a él y lo consumimos. Marebito explora esa obsesión desde los ángulos de la víctima y del verdugo, del que genera terror y del que lo recibe, invirtiendo los papeles o insinuando que, tal vez, el terror tenga sus propios motivos para sentir terror. Se aproxima al terror, al género y a la sensación, de soslayo, insinuando siempre, incluso cuando es tremendamente explícito; Marebito es lo más cerca que ha estado nunca el cine de una adaptación literal de Lovecraft. Al menos, si hubiera sido posible que los primigenios temieran al temor mismo.

 

DANIEL AUSENTE: El Más Allá (L’aldila, 1981): Bájate la película. Ahora. No tardes. ¿Ya? Espera a medianoche. Apaga todas las luces de casa. Dale al play y prepárate, porque el mal rollo está asegurado. ¿Escuchas ese piano? Es Fabio Frizzi y se va a meter en tu cabeza. La película empieza húmeda y pútrida, luego esparce sangre, vísceras y restos de cerebro con abstracta viscosidad. Espera un momento. ¿No te ha parecido escuchar un ruido al fondo del pasillo? La oscuridad no te permite ver qué hay más allá. ¿Te atreves a seguir con la película con las luces apagadas? Eres un valiente. El libro de Eibon está maldito, pero… ¿te imaginas una película maldita? Una que funcione como un sortilegio y abra un portal al Más Allá, ahí, en tu casa, al fondo del pasillo, justo donde la oscuridad no te deja ver qué acecha detrás. Es esta, lo siento, has entregado tu alma, puedes maldecirme. Los muertos vivientes nunca han sido tan lentos, y por eso dan más miedo. Cuando el terror es irracional no hay escapatoria. La película termina. Tienes el estómago revuelto, pero respiras aliviado. Ahora vete a la cama e intenta dormir. Permite que me ría.

 

EVA CID: Navidades negras (Black Christmas, 1974). Black Christmas es, probablemente, el primer slasher canónico (La noche de Halloween –Halloween, 1978- de Carpenter se estrenaría cuatro años después). Un grupo de chicas decide celebrar una fiesta en su fraternidad antes de encarar las vacaciones de Navidad. Durante la fiesta empiezan a recibir llamadas de un extraño, alguien que se dedica a proferir frases obscenas y a emitir sonidos perturbadores y bastante escalofriantes… hasta que una de las chicas desaparece. Los ingredientes de la película se han convertido en tópicos del género con el paso de los años pero Black Christmas resulta fresca incluso hoy día. Es una película elegante, es MUY inquietante, es consistente, los personajes no dan vergüenza ajena, y tiene un final sensacional.

 

YAGO GARCÍA Carretera perdida (Lost Highway, 1997) Llamen a una cosa «horror» y a la otra «terror», o llámenlas como quieran. El caso es que, desde que tiene uso de razón, quien suscribe distingue dos modalidades muy claras en esto de dar miedo: aquella centrada en el susto, y aquella que prefiere basar sus pasmos en la certeza de que la humanidad entera es inasequible a la salvación. Servidor prefiere la segunda variedad, siempre que pueda resistirla, y de entre los filmes que se acogen a ella tiene a éste como su favorito: tal vez Mulholland Drive (Íd., 2001) resulte mucho más certera describiendo la corrupción del amor, la podredumbre oculta en los sueños y el rechazo a la vida real como estrategia de supervivencia, pero yo no salí de ver esa película hiperventilando y necesitado de apoyarme en el hombro de la persona que me acompañaba. De ver esta, sí.

 

MARIANO HORTAL: À l’intérieur (Julien Maury y Alexandre Bustillo, 2007). Si hay una película que sobresale dentro de la última oleada de terror francés es el debut de Maury y Bustillo. La primera escena de la película, un accidente de tráfico donde muere el marido de una joven embarazada, no hace presagiar lo que sucederá más adelante: un survival descerebrado y brutal en la que una mujer desconocida (interpretada con una crueldad incomparable por Béatrice Dalle) le hace la vida imposible a nuestra protagonista Sarah (Alysson Paradis) y a todo el que se acerque a distancia de sus tijeras (o lo que pille); el relato es un in crescendo de alta intensidad que gana en emoción y sangre a nivel exponencial y proporciona alguna de las escenas más violentas que he tenido ocasión de ver hasta llegar a uno de esos finales que nunca olvidarás por el salvajismo y mal cuerpo que te deja. No he podido verla de nuevo, imaginad a lo que os exponéis con su visionado.

 

IVÁN MAZÓN: It follows (Íd.,  2014). Dejando que el espectador busque lo terrible en la profundidad de campo y haciendo referencia a Carpenter por un lado y al terror japonés de principios de siglo XXI por el otro, It follows trata de recuperar la esencia de ese cine que abundaba en los ochenta de adolescentes listos en un mundo de adultos alienados. Una película de un simbolismo denso y lírico que subvierte la estructura clásica del subgénero de terror-al-despertar-sexual para reflexionar sobre los ritos de madurez, la moral tradicional y los sacrificios que la sociedad posindustrial exige para entrar en el mundo adulto. Y además da mucho miedo.

 

JESÚS ROCAMORA: Soy un fantasma (I am a ghost, 2012). Hay carteles que enamoran a primera vista y no necesitas más. Funcionan como una chispa. Este es uno de esos casos. Dentro late una película claustrofóbica de fantasmas, con caserón victoriano, autolesiones, demonios interiores y el horror de lo cotidiano esperando agazapado mientas estamos en la cocina. El espanto surge al vernos ahí dentro, aunque tardemos en reconocernos, reflejados en una monotonía enfermiza que nos convierte a todos en fantasmas. Condenados a no entender nuestros actos por mucho que los repitamos a diario.

 

JOSÉ MANUEL SALA: Fantasía (Íd., 1939). Sí, la de Disney. Olvídense de la Pastoral o los hipopótamos. Desde las escobas de Mickey hasta ESE último segmento, Fantasía es una película de terror con todas las letras. Traumatizado me dejó.

 

JÓNATAN SARK: La casa de las ventanas que ríen (La casa dalle finestre che ridono, 1976): El cine italiano de género ha sido mil veces reivindicado pero parece estar siempre en el punto intermedio entre las cinematografías desconocidas y la superioridad anglo. Así que animamos a la gente a acercarse a esta película con aires de giallo y de gótico italiano sin ser ninguna de las dos cosas. Una pintura que necesita ser arreglada, un pueblo de atmósfera opresiva, un creador con problemas mentales y un restaurador que no sabe dónde se está metiendo. ¡Viva el mal rollo!

 

JOHN TONES: Nosferatu, vampiro de la noche (Nosferatu: Phantom der Natch, 1979): Única e incomparable a ninguna otra película de terror (ni siquiera a su precedente mudo, que tampoco es exactamente una película de terror como tal porque los códigos narrativos del género aún no se habían establecido), el Nosferatu de Werner Herzog es una danza de monstruos y víctimas en trance, que hablan con silogismos y se mueven en coreografías a cámara lenta. Exquisitamente rodada en escenarios entre naturales y muy teatreros, vampiriza toda su fuerza de unas interpretaciones fascinantes de todos los actores: del histérico Roland Topor como Renfield a un desvaído Bruno Ganz como Harker, y de la perpetuamente sonámbula Lucy de Isabelle Adjani a un Drácula encarnado por Klaus Kinski que sufre con cada movimiento y cada sentimiento, y que encarna con mucha más potencia el ideal doliente del amor romántico de ultratumba que el dandy con sombrerete de Gary Oldman.

 

KIKO VEGA: The Human Centipede II (Full Sequence) (2011): En los últimos años he comprobado en mis carnes -y mi cerebro-, que el cine aún puede darme una buena hostia de bajona aterradoramente real. Me ha costado elegir entre la segunda pieza de Tom Six y el Tusk (íd., 2014) de Kevin Smith. La peli de la morsa me dejó tocado, pero sobre todo con el corazón roto en mil pedazos. En cambio, la putrefacta fotografía en blanco y negro, la secuencia de la cocina y, sobre todo, el retrato de una persona realmente jodida (¡¡por culpa del cine!!) que REBOBINA LOS DEUVEDÉS antes de sacarlos del reproductor, era la sobredosis de enfermedad mental y mal rollo que necesitaba en aquel momento. Una peli de esas que hacen que demos gracias al Señor por el fracaso del Odorama.

 

CAROLINA VELASCO: El Ansia (The Hunger, Tony Scott, 1983). De terror es que una película protagonizada por David Bowie, Susan Sarandon y Catherine Deneuve siga relegada al olvido. Maltratada por la crítica (hasta Camile Paglia le dio varapalos), El Ansia es una cinta de culto: incomprendida y claustrofóbica, deja en evidencia a cualquier blockbuster de vampiros.

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2 comentarios

  1. CL dice:

    Genial! Gran trabajo. Entrada muy interesante y recomendable.
    Gracias!

  2. Pingback: ‘Noche de paz, noche de muerte’, la gran saga de terror de la Navidad - Canino

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