¿Cuántos “blanquitos” admiradores de los sonidos negros han querido alguna vez ser James Brown, Sam Cooke, Michael Jackson o Prince? ¿Y cuántos de ellos no han sentido en alguna ocasión una sana envidia, preñada de admiración, al escuchar la obra de Bob Marley, Peter Tosh, Gregory Isaacs o Lee Perry?
Pero, acotemos un poco más. ¿De todos ellos, cuántos han ido más allá, dejándose embrujar por las músicas jamaicanas, insertando este sonido en su propia música? La respuesta da para una amplia nómina de artistas blancos de diferentes procedencias y ascendencias musicales. La admiración de éstos por los sonidos de los archipiélagos caribeños se ha visto traducida, unas veces de forma estructural, otras más testimonial, en canciones que beben de los manantiales musicales que riega el todopoderoso Jah, deidad rastafari por excelencia.
Kingston-London: puente musical

Peter Kosh y Keith Richards
Sabido es que la colonia afro-caribeña ha tenido en las islas británicas un importante punto de desembarco migratorio a lo largo de los últimos cinco siglos. Desde aquellos tiempos en que la esclavitud estaba a la orden del día hasta la actualidad, nutridas colonias caribeñas se han asentado en Gran Bretaña, cambiando el sol por el húmedo asfalto británico. Gracias a esta fusión de culturas, muchos músicos británicos, empezando por los mismísimos Beatles y continuando por los Rolling Stones (quienes espoleados por el amor por la música jamaicana de Keith Richards han coqueteado con el reggae varias veces), se han dejado seducir por la espiritualidad de los sonidos que rinden pleitesía a Jah.
Punky Reggae Party

John Lydon, Joe Strummer y Don Letts
El reggae ha cautivado a otros artistas ingleses de renombre como The Police, 10cc, UB40 o Led Zeppelin, pero el título de la canción de Bob Marley, grabada en 1977 en pleno desenfreno punk, preconizó lo que acabaría siendo una feliz aleación musical que, cómo no, tuvo lugar en las islas británicas, siendo Londres su epicentro natural. Johnny Rotten, bautista del punk junto a Malcolm McClaren y los Sex Pistols, se erigió también en destructor de éste, tirándolo por el desagüe para abrir la veda del post-punk, al frente de PIL, esta vez utilizando su nombre de pila, John Lydon, como señal inequívoca de rechazo a la cultura del imperdible.
Fue entonces cuando el espitoso cantante abrió en canal su prodigiosa y contracultural mente, haciendo buenas migas con el DJ de origen jamaicano Don Letts, llegando incluso a viajar a Jamaica con la finalidad de reclutar nuevos talentos musicales para la disquera Virgin. Por su parte, Letts, figura-bisagra en esta “historia dentro de la historia”, también hizo buenas migas con The Clash, llegando a formar Big Audio Dynamite junto a Mick Jones, guitarrista de los de Londres.
Expansión global

Quique Gallart de Skatalà
Pero la onda expansiva de las músicas jamaicanas y/o caribeñas, no sólo reggae, sino también calypso, ska, dub, dancehall y otras derivaciones, ha continuado yendo mucho más allá, cautivando a músicos caucásicos a lo largo y ancho del globo. Patti Smith y Blondie en Nueva York, The Guess Who desde Canadá, The Black Seeds en Nueva Zelanda, Burning Heads en Francia, Potato desde Vitoria e incluso los barceloneses Skatalà cantando en su lengua natal, han llevado el sonido de Kingston y demás ciudades caribeñas a su terreno con resultados más que interesantes. Una demostración fehaciente del poderoso influjo que la magia de la música jamaicana (y caribeña) ha tenido fuera de la isla.
En la playlist que tienen a continuación encontrarán una selección de sonidos blancos con la mira puesta en Jamaica. Hay algunos artistas mestizos, pero en su mayoría se trata de bandas formadas íntegramente por músicos caucásicos. Resulta interesante comprobar en qué medida y de qué manera, cada artista se deja llevar por el reggae, el dub, o lo que se preste, dando rienda suelta a una suerte de subestilo bastardo, muy curioso y disfrutable. La lista sigue abierta, de modo que se seguirán añadiendo canciones sobre la marcha. ¡Disfruten!