César Strawberry: «La corrección política no puede ser una mordaza para la libertad de expresión”

Strawberry, “Nostradefmus” como le llaman en Twitter, se adelantó a todo. Inventó los tweets bestias con sus encartes en los discos de Def Con Dos, recreó el feminismo militante con la Asociación de Mujeres Violentas y, por si fuera poco, se fue a Londres antes de que Ray Loriga supiera conjugar el verbo “to be”. Titán del bocinazo, heterodoxo de lengua caliente, César es, sin duda, uno de nuestros exponentes favoritos de esa década horrible que fueron los noventa.

JULIO TOVAR: ¿Cómo te sientes al ser el enemigo público número uno?

CÉSAR STRAWBERRY: Me siento viviendo una gran ficción. Siempre he sabido que vivía en un mundo que no me daba la cara real de lo que era: lo he sospechado siempre. Todo era un gran montaje en el cual creces y se va convirtiendo en un gran parque temático. Allí todo lo que hay detrás del cartón piedra no se ve. Yo lo he imaginado, lo he fabulado en mis canciones: ahí está Ultramemia. Es un fiel reflejo, incluso en 1996, junto a Poco pan o Mundo chungo. Me veo como Sam Lowry, el protagonista de Brazil de Terry Gilliam, que pasa a ser alguien socialmente aceptado a ser perseguido. Un miembro del grupo conserva todavía un telegrama que le mandó Zapatero cuando nos dieron un premio por ser el mejor grupo alternativo…

JT: Esto es como muy político “enrrollado”, ¿no? De subalternos que mandan telegramas para desayunos en Moncloa

CS: Exactamente. Encima, le llegó a un guitarra de grupo que había estado apenas con nosotros. “Felicidades por este premio”, decía. A mí me sentó mal: si el poder te felicita, es que lo estás haciendo mal. Ese era el nivel de tolerancia: entienden mi movida. Pero luego la policía del pensamiento viene a tu casa: no es una carta de citación, es nada menos que cinco agentes como si fueras un peligrosísimo terrorista.

Soy como Robert de Niro en la propia Brazil que se colaba por los falsos techos en los edificios. En el mismo tiempo en que me sacaron el carné de policía, me dijeron que estaba detenido por un “posible delito de enaltecimiento del terrorismo”. Todo me pareció surrealista. Algo que no me puedo creer que esté pasando, pero lo está. En España pasan estas cosas: la caquita que hay debajo de las alfombras es esta.

JT: ¿No te llega tarde esto de poder ser el Chuck D español?

CS: Además. Es totalmente anacrónico: has tenido una carrera de veinte y cinco años, con momentos de mayor o menor fama. El grupo afortunadamente ha mantenido su vigencia y actualidad: su mensaje era visionario. Me veo con 52 años que voy a cumplir como el primer día: me conservo bien y me gusta lo que hago. Soy una especie de Michael J. Fox eterno: te quedas como un “peterpan rockero” (risas). Nos preguntamos en la furgoneta «¿Cómo podemos seguir tocando?» La conclusión es que nuestro mensaje está más de actualidad que nunca.

“Nuestro mensaje está más de actualidad que nunca” (Fotos J.T.)

“Nuestro mensaje está más de actualidad que nunca” (Fotos J.T.)

La propia idea de Ultramemia iba por ahí, y estaba fuera de lo que es habitual del rock en el tiempo. Nos acusaban de ser agoreros y lanzar mensajes mesiánicos. Lo que ha pasado es que a ese mensaje el mundo nos ha dado la razón: es el fenómeno “Nostradefmus” como lo han llamado en Twitter (risas). Para todas las cosas que están pasando hay una canción de Def Con Dos. Por ejemplo, Las caricaturas de Lars Vilks está escrita en 2013, en el disco España es idiota, donde hablamos del derecho a la libertad de expresión.

Lo que trasciende de la canción es la defensa de la Ilustración frente a los dogmas religiosos. Es una clara referencia al Islam que se predica ahora de manera violenta.

JT: ¿Podrían publicarse libremente ahora los proto-tweets que teníais en los encartes de los discos de Def Con Dos?

CS: Eran como pro-tweets, exacto. Hoy es muy difícil publicar algo libremente sin provocar ningún tipo de polémica. Lo estamos viviendo, yo no soy el único. Es un año de cambio político en el que se pretende infundir miedo para obtener el voto más conservador. Y tú lo has dicho: eran el pre-Twitter, en el año 90–91. Salen con Segundo Asalto y con Tercer Asalto

JT: Había muchos bestias, pero muy ingeniosos: «Ya es hora de que el cantante de la Unión muera de SIDA en Maracaibo» o «Encontrado el cerebro de Nacho Canut en una bolsa de nueces de California«

CS: Sí, sí. Había referencias a Ion Idígoras y su permanente cara de mala hostia.

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Encarte de “Armas pal pueblo”

JT: Recuerdo que en esos encartes había una obsesión con el steak tártaro…nunca lo entendí de adolescente…

CS: Claro, eran muchas referencias opacas. Los hacíamos entre Julián Hernández y yo. Julián era muy culto y metía unas referencias muy ingeniosas. Muy eruditas. Muchos no las entendían. Volviendo a Las caricaturas… hay un fragmento de la canción donde se dice “no estoy a favor de que se queme un Corán” y luego “ni que se lancen cócteles Molotov”. Pues tronco, eso fue antes del primer ataque y luego pasó lo que pasó. Esto es lo que hace que nosotros sigamos. Ahora, esta ofensiva contra mi persona del Ministerio del Interior comandada por el ángel Marcelo lo que busca es criminalizarme a mí y a los que les gusta mi música. ¡Y es mucha gente! No es sectaria: cuenta con fans de todo tipo, gente de izquierdas o derechas. Incluso amigos que han sido víctimas del terrorismo…

JT: Pero no has llegado a tener de fan a Sánchez Dragó.

CS: Sánchez Dragó con el tiempo ha ganado puntos para mí. ¡Yo le admiro! Le admiro como ese icono rancio que es y veo su trayectoria de los setenta como algo curioso. Tiene el honor de ser enemigo Def…

JT: Una persona que tiene un infarto casi letal en medio de un orgasmo es muy de Def Con Dos y Pánico a una muerte ridícula.

CS: Por eso te digo. La lista de enemigos Def es un juego. Sánchez Dragó tiene cosas…el otro día escribió un artículo en El Mundo donde dice “con Franco vivíamos mejor” Y pensé: ¡coño, es que es verdad! Podía aparcar donde quería. Y no se entendió la coña que decía: ahora vivimos un momento de legislarlo absolutamente todo. De que tengas que ir con un chaleco reflectante, aunque vayas andando. Eso lo ha traído Europa: un tío mío que vivía en Alemania me lo decía “no tenéis ni idea de lo que estar en Europa a nivel de impuestos y de normas”. Toda esa normativización de la vida cotidiana es terrible. Aún en una dictadura atroz, como el franquismo, había gente en los márgenes que podía hacer una vida plena…si no te metías en determinadas zonas, a decir de Miguel Ángel Rodríguez. Había unos márgenes fuera. No existía el mundo digital y no tenías ese control…En esas piezas que no encajaban te podías colar.

JT: El propio Dragó reivindicaba irse a un puticlub con legionarios en los setenta, algo impensable con la corrección política actual.

CS: La corrección política es algo tremendo, también. El uso de género neutro provoca un cansancio…Hicimos una canción en Hipotécate tú de cómo se pronunciaba todos y todas…

JT: El pionero fue Ibarretxe con “los vascos y las vascas”

CS: Se entra en un mundo tan ridículo que también merma la libertad de pensamiento…

JT: ¿No hemos pasado del temor a la represión estatal a la reprimenda de las minorías o colectivos? El sketch de «mi marido me pega» de Martes y Trece es impensable ahora…

CS: Hombre, por supuesto. También es que ha habido una evolución. Cuando yo era pequeño mi vecino pegaba a su mujer y sus perros. Venía de una familia humilde, de un piso pequeño con paredes transparentes, donde se oían muchas cosas. Eran palizas de muerte: esos alaridos de los perros y los lloros de la mujer, que se pegaban, se amaban…era una locura. Lo oía todo el vecindario y no hacía nada: formaba parte de su vida.

JT: Esa mayoría silenciosa del franquismo, que mira hacia otro lado…

CS: Exacto. Cuando eres niño y tienes esa salvajada, esas agresiones y palizas periódicas, con los alaridos de los perros (¡que me producían escalofríos!) es muy duro. Es un cambio a mejor. Pero, no obstante, ahora, hay que quitar esa costra cultural que arrastramos en la cual la violencia en casa se queda en casa. Creo que hemos avanzado. Ahora, también, esa corrección política no puede ser una mordaza para la libertad de expresión. Cuando uno escribe de realismo sucio, no va a ser políticamente correcto. ¿Qué va a pasar con el cómic, que es donde está todo el cafrerío cultural que es tan necesario?…

“La corrección política no puede ser una mordaza para la libertad de expresión”

“La corrección política no puede ser una mordaza para la libertad de expresión”

JT: ¿Existe realmente un déficit de libertad de expresión de España respecto a otros países o es una muestra de la involución general?

CS: Yo creo que hay una involución general en el mundo, desde el 11 de septiembre en adelante. La gran estrategia de la ultraderecha, de los lobbies económicos (bueno, ya no hay realmente ni izquierda, ni derecha), es aprovecharse del terrorismo. Le ha venido muy bien para mermar las libertades, porque el mundo digital ha atomizado el terrorismo. La única solución para éste es encerrarnos todos en una cárcel y tenernos vigilados.

En ese sentido, la Transición -siendo un momento dudoso- está bien porque no fue violenta. Aunque recuerdo el miedo: cuando el Grapo secuestraba a Oriol…Cada pasito estaba acompañado de violencia. Recuerdo bien ir a la Universidad en bus, en los ochenta, y tener miedo de que estallara un coche del comando Madrid. Es esa cosa latina de los grandes cambios, en lugar de ir poco a poco. Yo siempre he sido partidario de la negociación y el consenso. Ahora, la negociación para el cambio, aún consensuada, no puede durar cien años.

JT: Alex de la Iglesia recrea ese terror dulce en una anécdota suya: iba a comprar caramelos y hubo un atentado de ETA. La aparición de la sangre en una escena infantil…

CS: Esto qué es: nadie te había explicado nunca eso. El comando Madrid atentaba un día sí, y otro también. El ciudadano tenía miedo a los poderes fácticos más ultraderechistas, que podían ser involucionistas, y al propio terrorismo. Era un juego de provocación entre las dos partes: toda mi generación se ha criado con eso. La Movida fue como una válvula de escape de toda la presión de ese mundo de la calle, utilizando la poca libertad que existía. Es la canción Mundo chungo: “La seguridad de todos exige un sacrificio”.

JT: Ahora es el mundo de los Precog de Minority Report de K. Dick. Nos gustaría un poco que nos contaras el inicio de Def con Dos… ¿Erais “Freddy Krueger y los Máster del Universo” al inicio? ¿No?

CS: La idea nace de lo bien que nos llevábamos Julián y yo. Le conozco en el año 1985, porque empiezo a salir con su hermana Eva Hernández. Eso me llevó a conocer a una familia maravillosa: padres, hermanos, etc. Todos ellos me acogieron y Julián potenció todo aquello que a mí me gustaba. Tenía una infancia solitaria y descubrí un mundo de referencias culturales que desconocía. Julián había sido muy inquieto a nivel de cultura pop: era maravilloso ir a la casa de los Hernández y encontrar el New Musical Express, que llegaba directamente de Londres. Sus discos importados, algunos increíbles, tenía cosas que no veías en ningún lado. Por aquel tiempo no había ese acceso a la cultura Pop. Poder ver de joven Vinieron de dentro de… de Cronenberg en vídeo. Fue como una carrera alternativa a Bellas Artes.

JT: ¿Cuál es la importancia de Julián Hernández en los primeros discos de Def Con Dos?

CS: No es que sea accesorio: es que es él. Nos llevábamos tan bien, sabía articular la creatividad, y utilizó mi caradura y mi ingenio. “Hostia tío, con mi cerebro y tu cuerpo…” (risas). Nos completábamos muy bien: era ya una estrella del rock, pero no había perdido el espíritu de trasgresión.

JT: ¿Por qué no quiso incorporarse de facto al grupo?

CS: Pues siempre me lo he preguntado. El grupo, de hecho, éramos él y yo. Fue mi maestro Jedi: yo no sabía escribir una letra. Yo era pintor y quería serlo. Tenía por aquel entonces una de las primeras galerías independientes de Madrid. Era de las artes plásticas: mi padre es escultor y estaba en los artes y oficios de Malasaña. Me he criado en ese mundo…

A mí me gustaba la cultura pop, y mi padre la cultura sesuda. Leía a Schopenhauer y yo decía “no me jodas, tira ese puto ladrillo” (risas). Descubrieron unos escritos míos, muy existencialistas, y me recomendaron libros de un filósofo francés llamado Jacques Maritain. Era una especie de jesuita y yo lo leía, y decía “¡esto es una mierda! ¡Yo no quiero esto!”. Por eso chocaba con mi padre, y con Julián no: su cultura me interesaba. Si me enrollo mucho…

JT: No, no, mola…

CS: Entonces te aguantas (risas). Julián en Vigo era una institución cultural. En esos bares le llevaban a hacer grupos efímeros, de una noche…

JT: Es el ambiente noctámbulo y alcoholizado del videoclip Menea el Bullarengue de Siniestro Total en 1984 (que se grabó en El Kwai, que estaba en Madrid, aunque con dueños y abundantes parroquianos gallegos).

CS: Que de hecho estaba en Menos mal que nos queda Portugal (1984), que es cuando lo conozco. Eran locales pequeños, y tenía distintos grupos de rythm and blues, de ska…. Eran conciertos que se montaban en El Manco y yo iba en calidad de novio de su hermana. Yo flipaba: tocaban genial. En el 87 me voy con mi novia a Londres y flipé: era el año del pelotazo de los Beastie Boys y Fight for your rights (Licensed to Ill). Todo el mundo allí llevaba su estética: los Volkswagen, las camisetas… Uno de los protagonistas de la sitcom británica Enano Rojo (1988-1999), Lister (Craig Charles), que se rodó en febrero de 1988, tiene toda esa estética en las primeras temporadas. Ese look de las bomber llega con el bakalao aquí…

A nosotros nos decían “es que hacéis bakalao”. Ellos todavía en el siniestreo, el rollo oscuro del garaje. Yo era punk: tenía mis Martens que me había comprado en Londres junto a una chupa de cuero barata. Hasta ese año yo era punki. Luego de Londres vi que Run DMC o Public Enemy habían reinventado esto.

Me apasionó el concepto y a la vuelta, en Bellas Artes, tenía una asignatura llamada imagen empezamos a hacer videoclip sobre esto. Los hicimos tan bien que durante muchos años fueron ejemplo para los profesores de la asignatura…Es más, en una entrevista sobre esto el bedel del Bellas Artes todavía se acordaba de lo buenos que eran (risas). Estaba a punto de jubilarse y nos decía “coño César, me acuerdo de las que montabas con el símbolo del 600, las movidas que montabais…

JT: Los bedeles complutenses tienen cientos de libros de memorias por sacar…

CS: ¡Y estaba jovencísimo todavía! Simpatizaba con los estudiantes jóvenes y le gustaba el hip-hop. Alucinante. Creamos un grupo terrorista llamado Terroristas culturales. Era el homenaje a un grupo terrorista australiano que secuestraba cuadros en los museos (risas). Era surrealista, duchampiano.

JT: Es la frase esta, no sé si de Duchamp: “La provocación mide el grado de libertad de una sociedad”.

CS: Exactamente. Nos pareció maravilloso. Poníamos el logo de Terroristas Culturales por la facultad. Conocíamos el hip-hop por los discos de Julián y salíamos por Malasaña, a La Vaca Austera, y luego a hacer grafitis muy cutres. En las navidades de 1988 salió un reportaje en Madrid Rock de Miguel Trillo sobre el hip-hop de aquí. Dijo Julián “¿Por qué no hacemos un grupo de esto? A ti que te mola este rollo”. El hermano de Miguel Costas, Peón Costas, también estaba metido. “Pero tío, que yo ni canto, ni sé hacer nada de música”, le decía a Julián acojonado.

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Le dije a Julián Hernández, “Pero tío, que yo ni canto, ni sé hacer nada de música”.

JT: ¿Ahí empieza tu trayectoria como músico?

CS: Todavía no, tardaría unos cuantos años más…

JT: ¿Sigues soñando con volar Arco con dinamita como acto dadá definitivo?

CS: Hombre, creo que los tartazos en Arco deberían estar institucionalizados (risas). Como un acto protocolario. Soy de la época de Juana Aizpuru, que era de la mafia de la Movida…Nos reíamos de ella en los primeros asaltos, “Estoy enamorado de Juana Aizpuru, es la mujer de mi vida…

JT: En el inicio de Acción Mutante (1993), la fiesta con música de Karina, está muy bien ese choque de las galerías de la Movida y el pijerío con los costra del malasañeo de los noventa…

– Totalmente. Era un negocio maravilloso en el cual se rentabilizó toda la gente de la Movida su pequeño talento. No son muy brillantes, pero tuvieron sus pequeños chispacitos. “Hago las fotos, las pinto y ya…” a lo Ouka Leele. Son cuatro referencias y viven de ellas toda la vida. Pocos acabaron mal: los primeros vivieron de esto toda su vida y les ha ido muy bien.

JT: Volviendo a Def Con Dos…

CS: Hicimos el grupo como una parodia de lo que era el hip-hop y montamos unas canciones que eran versiones de Public Enemy con las letras cambiadas. Eran las navidades de Sabrina, además, y poníamos fotos de su Interviú. Era una patochada…pero funcionó. Iba gente al Manco, con la barra libre, a ver al grupo Freddy Krueger y los Máster del Universo. Pegábamos el logo por los bares…

JT: El fetichismo de los logotipos, que es muy de estos finales de los ochenta e inicios de los noventa se ha perdido con Internet. Los logos de los grupos se idolatraban con parches, pegatinas, etc.

CS: Totalmente, sí. Ese mundo de las pegatinas, los fanzines…

JT: Las nuevas generaciones no entienden lo que era tener una imagen de tu grupo favorito. Ahora tienen en Google Images todo…

CS: (Risas). Es que todo ha cambiado muchísimo, en comparación. Grabamos, entonces, una maqueta, y de ahí salió el Segundo Asalto. Aunque todavía no éramos un grupo. La idea de dar el cambio a la música es del año 91, con la aparición de J. Al-Andalus, que era un bajista excepcional. Venía de tocar con lo mejor del flamenco del tiempo. Me dijo, “tío, con este grupo que tienes si le pusiéramos una banda sería la polla”.

Y luego Álex de la Iglesia nos propone grabar la banda sonora de Acción Mutante, con un grupo que todavía ni existía. Fue un acto de imprudencia de Álex: no existíamos. Luego hay una amiga que quiere ser mánager y me pongo en el año 92. Allí se inicia Def con Dos como un proyecto final.

JT: Cuéntanos un poco la olvidada Malasaña de los 90, La Vaca Austera, o el club social que abrió Def con Dos en la Corredera… ¿No crees que faltan libros de ese ambiente en contrapartida con el boom sin fin de la Movida?

CS: Lo hablaba el otro día con un conocido, de cara a escribir algo. Y el libro de memorias de Def Con Dos pretende que no se olviden esos nombres, que están ahí todos anotados. Esa Malasaña ha tenido muy poca promoción.

JT: Se podría definir como el Madrid de Kike Turmix…

CS: La definición es exacta, sí. La gente abandonó los viejos garitos de la Movida para ir a los nuevos, como la citada La Vaca Austera, donde yo tenía la fortuna de trabajar de camarero en el año 1991. Estaba Lucía Etxebarría, en su etapa post-adolescente tetuda, exhibiendo su sexualidad y que te decía “voy a escribir un libro de Kurt Cobain”. Fue su primer libro. Era gente que todavía no había hecho nada: era un proyecto de todo lo que iban a ser luego. En La Vaca Austera te encontrabas a Alex de la Iglesia, a Lucía…al margen de lo que han hecho luego, sea bueno o no, me interesa el fenómeno cultural.

“La escena de Malasaña éramos, creo, todos los que no queríamos ser funcionarios…”

“La escena de Malasaña éramos, creo, todos los que no queríamos ser funcionarios…”

JT: ¿Se llegaron a liar Juan Manuel de Prada y Lucía Etxebarría o es una leyenda urbana?

CS: Pues no lo sé, pero eran amigos, ¿eh? (risas). Nick Cave estuvo en La Vaca Austera, Marilyn Manson en el Tupperware. Estas cosas pasaban. El propio El Agapo, en Plaza Barrio Rey, vio pasar a todos los grupos míticos. Y era un sitio enano. Era un momento cultural que está por estudiar, por clasificar, porque todos los que hemos estado ahí hemos hecho cosas curiosas. Éramos, creo, todos los que no queríamos ser funcionarios… (Risas) ¡Claro coño! ¡Hay que intentar cumplir con tus sueños! Estaban Mauro Entrialgo, Carlos Subterfuge… Este daba mucha penita al principio: te pedía que pusieras sus singles. Y a la semana te preguntaba cuántos se habían vendido. ¡No se había vendido ni uno!

JT: Antes de Dover no se comió una mierda. Esos grupos acabarían como concejales del PP o algo parecido…

CS: Sí, tío. Los Valendas, toda una época. Ahora, Carlos tenía dinero de familia y podía permitirse fallar, como siempre pasa en esos momentos. También había mucho farlopero que perdió su fortuna de tanto meterse. No veo ahora a generaciones con tan buenas marcas como nosotros, en los noventa…

JT: ¿Cómo fueron las grabaciones de los primeros asaltos? ¿Había dinero o era todo do-it-yourself?

CS: Poníamos dinero nosotros. El Primer Asalto se financió gracias a que Julián era un tío muy conocido y muy reputado y dijo “estoy aquí con un proyecto que es la polla”. Consiguió un estudio, que no sé si llegó a pagar. Había salido un disco de Sigue Sigue Sputnik (Flaunt It -1986-) que estaba financiado con publicidad. Era ese rollo efímero, como un pequeño fuego artificial, pero molaba esa intención punk y lo copiamos. El Segundo Asalto tiene anuncios muy cutres de negocios de amigos. Nos daban 60 euros por anuncio: en total 600. Con eso financiamos eso, pagamos las pegatinas y gracias a que Julián estaba en Dro convenció a Charlie. Él se comprometió a editar y distribuirlo, pero no quería pagar la grabación.

El problema es que lo sacamos en una funda rara, estilo vídeo, y no se vendió tanto al no estar en L.P. Recuerdo ir a El Corte Inglés y flipar, pero luego no cabía en los estantes de las tiendas. Quedaba ahí como raro. Luego llevó a que nos empezaran a llamar de algunos sitios para entrevistas. Vino una tía de la MTV de Londres y nos hizo una entrevista.

JT: ¿No llegáis a un público masivo gracias al circuito de rock radical vasco? Las giras en el norte…

CS: Eso fue posterior. En la época que te hablo no había público: era una marca, unos discos, había una discográfica y algunos singles. Nos llegaron a financiar una actuación en Arezzo, Italia, donde están los frescos del pintor Piero della Francesca. Era un festival de hip-hop, y del rap en Madrid no había quedado ya nada: éramos la única referencia. Fuimos en avión y parecía un sueño: pero el grupo ni existía. Éramos Julián y yo, con unas cadenas, muy cutre todo. A partir del Tercer Asalto se estanca todo: para Julián es como si hubiera cumplido su misión.

Pero poco después, en La Vaca Austera, aparece Jesús Arispont –el citado bajista sevillano- y me dice “tío, estoy muy interesado en tu grupo”. ¡Pero si el grupo soy yo solo! ¡Ya no está Julián! Al mismo tiempo, Álex de la Iglesia dice “quiero a Def con dos en esta película”. Robamos esa banda sonora a Siniestro Total, la iban a hacer ellos. Se metió con este rollo, pero le seguimos diciendo “vale, pero aquí no hay grupo todavía”. Hubo que hacer literalmente un grupo para el tema de esa película: recuerdo currar hasta las seis de la mañana en el garito e ir luego a El Deseo. Nunca me he metido farlopa, pero he bebido mucho… y tener una reunión con una resaca espantosa al día siguiente con los hermanos Almodóvar.

JT: Curiosamente, en la etapa más farlopera de Almodóvar…la de Kika (1993)…

CS: Precisamente, también. Yo no me lo podía creer. Conocía gente maja, nos pagan bien, ¡éramos el nuevo gran timo del Rock and Roll! Se grabaron primero Acción Mutante y luego Mineros locos (Armas pal pueblo)”. Luego dijimos, ¿Cómo no vamos a sacar un disco? Pues nos costó Dios y ayuda engañar a un amigo, Eugenio Muñoz de Vox, para que nos produjera el disco. Al final nos cedió gratis el estudio y accedió a un contrato de edición. El disco se grabó de manera totalmente improvisada. Como Arispont y todos eran tan buenos músicos el disco quedó grande: se hacían los temas en el propio estudio.

JT: ¿De quién fue la idea de empezar con el cántico “hijos de puta”? Uno de los inicios más célebres en un L.P. cafre aquí…

CS: Está grabado en el estudio. Surge de que habíamos tenido una actuación caótica cuando vino Run DMC a España; en los dos únicos conciertos que hizo nos tuvo a nosotros como teloneros. Uno fue en Revólver y el otro en la Zeleste (Barcelona). El poco panorama hiphopero que había nos odiaba porque no éramos auténticos: íbamos en el rollo Beastie Boys y no éramos de barrio chungo, ni teníamos rimas. Nos eligieron porque éramos amigos de Revólver y los fan nos boicotearon las dos actuaciones. La de Barcelona fue un escándalo, porque llegaron a sentarse de espaldas y vino la policía. Nosotros les insultamos: salió en La Vanguardia, “Grupo de rap insulta al público en Zeleste”.

Los Run DMC, curiosamente, al conocernos personalmente dijeron “os parecéis mucho a los Beastie Boys, ¡cómo mola!”. Ellos habían caído en España de coña: le quedaban semanas libres de su gira y solo cobraron 1200 euros. Pero ellos nos hicieron famosos fuera, mientras todos nos ponían a parir dentro. Luego salieron con la camiseta de Def con Dos en el New Musical Express, ¡ningún grupo de hip-hop aquí consiguió eso!

JT: Luego llegaría Alzhéimer…

CS: A partir de Armas pal pueblo tuvimos una mánager, que nos llevara las giras, y fuimos al Espárrago Rock de 1993. Ahí empezamos a tener buenas críticas y esta mánager, que se llamaba Elisabeth Azurmendi, conoce a Matxitxa, mánager de Negu Gorriak en el tiempo…

JT: En el País Vasco sobrevivía un circuito de grupos de rock radical, incluso a inicios de los noventa. Vinculados a los pueblos abertzales…

CS: Él llevaba todos los grupos del Rock Radical Vasco y le moló nuestro grupo. Dijo, “a ver si los llevamos a tocar”. En esos conciertos, que se hacían debajo de las piedras, empezamos a funcionar de la hostia. Tuvimos muy buena respuesta, hasta que con Alzhéimer la cosa bajó un poco, aunque tuvimos también buenas ventas. A partir de Ultramemia la cosa empezó a decaer…Para nosotros el rock era la carretera de Burgos: solo tocábamos en Euskadi. Allí estaban mucho más desarrollados en el rock, había una industria, y había escenarios, equipos. Aquí tocábamos con equipos de mierda. Armas pal pueblo, de hecho, triunfó allí. Tocábamos en festivales, en fiestas de pueblo, era increíble…

JT: Public Enemy se intitulaba «la MTV de los negros», ¿Llegasteis a ser vosotros “los 40 de la basura blanca” aquí?

CS: No, no, ni de coña. Todo el público quería que Def Con Dos fuera como ellos quieren, y nosotros nunca hemos querido. Nos querían llevar al Rock Radical o que fuéramos hiphoperos de verdad… ¿Y por qué no sois rock surrealista? Tampoco: quiero hacer una mezcla entre un rock de denuncia razonable, con sugerencias demenciales, con surrealismo. Como eso no tiene una etiqueta en el mercado, confunde mucho a la gente. Así, tenemos un abanico de público muy amplio y que haya frikis de determinados discos. Somos, así, muy criticados: nuestros fan nos dicen que no hacemos lo que deberíamos haber hecho.

 “Somos muy criticados: nuestros fan nos dicen que no hacemos lo que deberíamos haber hecho”.

“Somos muy criticados: nuestros fan nos dicen que no hacemos lo que deberíamos haber hecho”.

JT: ¿Te habrían denunciado por la frase «Haz como Johnny y coge el fusil» en 2015?

CS: En 2015 por Armas pal pueblo nos hubieran fusilado.

JT: Es muy bestia para la sociedad actual…

CS: Pero, ¿muy bestia por qué? Es visionario, además. Algo como Ciudadano terrorista, que empezó como una broma, ahora es muy actual. Somos ciudadanos terroristas: aquí quién no es del Opus, es de la ETA. De hecho, mis broncas legales vienen por ahí. Se preguntan, “¿qué coño está diciendo?”. Es esto de que ya no es así: nuestro terrorismo es el pedo en el ascensor, el eructo en ventanilla…

Es una rebeldía de pringadillo: el ciudadano cabreado con el orden mundial. Solo por mostrar cierta desconformidad con el orden establecido te convierte en terrorista. Si se ve la letra, es demencial “exigimos la rendición incondicional de las almorranas involuntarias” (risas). Por favor, ¿quieren las autoridades más pistas? El propio título, Armas pal pueblo, era una pintada en la calle de El Agapo. Es reírse del cafrerío revolucionario, ¡es una ironía! Pero no todo el mundo lo percibe así…

JT: Con Ultramemia, en 1996, y De poca madre, en 1998, hay una especie de fin de una era, ¿La idiotez venció o ya estabas muy cansado?

CS: Nos metimos en un tinglado que fue muy rápido. Nos trataban como músicos, cuando la mayoría no lo éramos…

JT: ¿Coincidió con el advenimiento del indie español al éxito?

CS: No, a nosotros no nos afectó. Nos afectó sobre todo la irrupción del hip-hop, el cual renegaba de Def con dos porque nosotros habíamos triunfado y ellos no. Frank T, del Club de los Poetas Violentos, por aquellos tiempos clamaba contra nosotros diciendo “eso no es hip-hop”. Ahora es amigo mío y lo niega (risas). Ahora sí hay una reivindicación y todos los raperos reconocen que han mamado de Def con dos. Al mismo tiempo que el hip-hop, hubo otros grupos que cogían el rollo reivindicativo estilo Ska-P y empezaron a triunfar a nivel masivo. Todo ese punto de ironía fina, surrealista, duchampiano, la gente no lo pilló.

JT: De hecho, fuisteis pioneros en reíros de la “gauche divine” marxistoide forrada con aquello de «el Che Guevara y el Chevignon«

CS: Hombre, por favor, yo eso siempre lo he criticado. Siempre he lanzado esos mensajes que a la gente le desconcierta. Yo lanzo pistas, sin decirte lo que yo pienso, no te doy una verdad revelada como otros. No vendo dogmas. “Odio los dogmas”, como dice el disco Dogmatofobia

JT: “No creo en ti, porque ya no creo en mí” es una frase reveladora…

CS: Exactamente. Es una declaración sincera, que a mí me desesperó. Decía, “no os enteráis de qué va esto”. Hicimos discos como De poca madre, que es un disco de puta madre, y que se puso a parir. Creo que tiene canciones buenísimas. Luego ha sido muy reivindicado por ser, de nuevo, profético: en Fin de siglo se dice que estás rodeado de “abducidos”. Era cuando la gente moderna comienza a ser de derechas. ¿Pero qué es esto? El polo con la bandera de España. Te preguntas, ¿qué he pasado con mis amigos? Mis amigos cafrecillos se han puesto la corbata. Es otra muestra del cambio generacional…de cómo vas creciendo y estamentalizándote. Luego Señores, como alegato contra el machismo más rancio y cerdo, contra el españolismo más rancio. Ellas denunciaron, también contra la violencia de género: esto lo destacó Gabilondo.

JT: De hecho, fuiste adelantado en el feminismo mamporrero con Agrupación de Mujeres Violentas, todo en medio del gran machirulismo malasañero, ¿Para cuándo te van a hacer Ministro de Igualdad?

CS: (Risas) No sé, pero cuando yo empezaba a darle vueltas pensaba que la causa de la mujer no ha triunfado nunca. Pensaba que la revolución femenina estaba pendiente todavía. Aunque luego todas las revoluciones han salido mal, claro. Un mundo gobernado por mujeres todavía no se ha probado: decidí apostar por esa propuesta. Lanzamos un manifiesto feminista, cuando ningún grupo de tíos jamás lo había hecho.

Luego sacamos una canción contra el maltrato, cuando en Sol eran cuatro gatos, y se comenzaba a despertar respecto a esto. Cedimos los derechos a una asociación de Móstoles, que tenía una casa de acogida para mujeres maltratadas. Pero no pasamos al éxito total, como Extremoduro. Nos quedamos en 30.000 o 40.000 discos, que está muy bien…

JT: Ahora seríais los únicos…

CS: Joder, ahora sería todo. Tenemos cinco discos de oro. Pero no fue un éxito abrumador, ese que te permite convertirte en un hito.

JT: ¿Cómo surge reunir a los Def en 2004? ¿No podías haber seguido con Strawberry Hardcore?

CS: No. Yo dejo Def Con Dos pensando dedicarme al cine, algo pendiente en mi vida, y pensando que el grupo había sido genial y tenía que dejarlo. Invertí parte de mis ahorros de mis años de gloria en crear una pequeña productora. Así, produje y dirigí varios cortos, pero, de repente, en 2003, hice crack: fracasé totalmente. Con Strawberry Hardcore pasó exactamente lo mismo, fracasé, tuve una depresión.

Y a mí me gustaba el hardcore del tiempo que había conocido en Estados Unidos. Pero, en nuestros conciertos, te venía gente diciendo «Qué bueno es este grupo, pero ¿cuándo tocáis con Def Con Dos?” El hardcore melódico me sigue gustando mucho, es una música que creo todavía vanguardista, pero aquí no triunfa ni de coña. Estoy muy orgulloso de los dos discos, especialmente el último, Todos vamos a morir, tiene cancionacas. Pusimos de nuestra pasta, colaboramos con pequeños sellos, pero no se consiguió nada…Nunca ha habido más de cuarenta personas en un concierto de Strawberry Hardcore.

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¡Y ahora es un grupo de culto! Al revés, nos vienen en los conciertos de Def Con Dos diciendo “¿Cuándo toca Strawberry Hardcore?” ¡Si no nos habéis hecho ni puto caso! Tocamos el año pasado, en un garito, pensando “es el momento” y de nuevo no más de cuarenta personas. Me gusta cantar, entonar con melodía, pero no hay manera…Y además, a la sombra de un grupo grande siempre te impide tener otro. Llegaban y decían “¡Tocad ‘Agrupación de mujeres violentas’! ¡Tocad ‘El día de la Bestia’!” Me vestía diferente, con camisas de cuadros, y la gente no lo entendía.

JT: Entrando en el audiovisual, fuiste de las caras más conocidas del boom mediático nerd de Alex de la Iglesia, pero no llegaste a desarrollar una carrera en el cine ¿Por qué?

CS: Por lo mismo que con Strawberry Hardcore, porque España es un país muy mezquino. Es un país donde si has triunfado en una cosa, no se te va a permitir triunfar en otra. Es corporativista: la gente vive en sus pequeñas parcelas de poder. Si te da bien una cosa y, encima, se te da bien otra, los que comen de esta última disciplina se sienten amenazados. Y te boicotean, te putean…no puede ser eso.

JT: Comentabas que Antón Reixa, de punk a presidente de la SGAE, te hizo un pufo…

CS: Sí. Siempre me había llevado muy mal con él, pero estaba metido en el mundo del cine. Luego me dejó tiradísimo, de una manera vergonzosa. Simplemente se escaqueó. En el mundo del cine me han llegado a plagiar guiones, incluso… Escribí un guion muy bueno, con una serie de personajes extremos. Era un presupuesto mínimo, con tres localizaciones, y se llamaba No soy perfecto. Iba sobre un motero paralítico y su amigo indie periodista ciego, junto a un ex cantante de Operación Triunfo. Los tres conviven en un piso de Malasaña: era una comedia desternillante, buenísima. La moví por productoras, sin éxito, y a los dos años hay una película llamada Va a ser que nadie es perfecto (Joaquín Oristrell, 2006)… ¡que va de lo mismo! No lo puedes denunciar, además, porque si no te han copiado los diálogos no hay caso. Fue un hostión en toda la cara que me hundió muchísimo, pensé ¡qué mezquindad! Es ese robo de ideas impune.

“En el mundo del cine me han llegado a plagiar guiones”.

“En el mundo del cine me han llegado a plagiar guiones”.

Me decían en el mundo del cine, “¡es que tú eres rockero!” Joder, que hecho cortos, spots, que el mundo de la imagen se me da muy bien. Ahí me inclino con la literatura: cojo estas historias de guiones, que no puedo desarrollar, y las hago libros. Lo escribo, lo edito y lo pago. De ahí he llegado a editar cinco libros.

JT: Reconstruye, poca gente lo sabe, tu prueba para ser colaborador de Lo + Plus

CS: En el 94, poco después del Alzhéimer, me llamaron a través de un amigo que había trabajado en Dro. Este se encargaba de los guiñoles del Plus y me dijo “vente, tío, que quieren colaboradores y tú eres un tío muy gracioso”. Era una especie de punkie, en las pruebas, donde iba a ver el invitado con un regalo absurdo, junto a Máximo Pradera y Fernando Schwartz. Como yo era así, no tenía que actuar. Allí conocí a Forges, en uno de los ensayos, pero lo dejé cuando el invitado fue Jaime Urrutia de Gabinete Caligari. Me dijeron “haz un chanza” y dije, “joder, es que si me acerco le doy una hostia: ese tío me ha caído mal toda la vida”. Dejé el micro y me fui.

JT: Es la época donde Loquillo os amenaza de muerte. Se decía que la amenaza que pusisteis en un disco era del propio Loco…

CS: No, eso lo descubrimos luego que era un amigo, pero las amenazas de Loquillo son ciertas. Llegó a bajar el director del programa, “no te vayas, tenemos tu contrato preparado…” Y dije, joder, “tengo mi dignidad, no quiero hacer chistes a Jaime Urrutia…”.

JT: Uno de los mejores momentos de Lo + Plus fue una entrevista contigo en la época de De Poca Madre y le respondes a un chiste a Máximo Pradera con “Jaja. No tienes ni puta gracia”. Esa idea de no seguir el chiste pedestre, tan contraria a Pablo Motos…

CS: Me llevaron de invitado, por aquel tiempo, porque yo le caía muy bien a Amelia Alas, que no sé si era colaboradora o directora. Se quedó con mi rollo, algo en plan “entiendo que te tengas que ir…” Yo me fui muy digno…Lo que a la larga fue un error, habría sido estrella de la televisión y por aquel tiempo no ganaba todavía mucho dinero.

JT: Es esa cita de la entrevista póstuma de Michi Panero: “En España quién intenta subvertir lo cutre lo paga caro

CS: (Risas) ¡Es buenísima! ¡Es verdad! ¡Es completamente cierto! Y luego el programa estuvo siete años en antena… ¡me podría haber forrado! Pero no quise, tío. Era muy incoherente, además, sacar un disco como Alzhéimer y luego salir en un programa como Lo + Plus me parecía venderme. Luego la gente no lo ve así: te ve en la televisión y ya eres guay. Hagas lo que hagas. Pero por aquel entonces yo tenía mis principios.

JT: Cuéntanos lo de Loquillo.

CS: Eso fue porque pusimos en el encarte “Ya es hora de que se jubile Loquillo”. A mí me parecía un tío grotesco, (risas), ese rollo “soy un tío muy malo”. Me parecía muy mediocre, con las letras en plan Cadillac Solitario.

JT: Además, que todo el mundo sabe que el talento era Sabino Méndez.

CS: Sí, sí…además que él luego lo interpreta todo a la tremenda. Era un tío muy ramplón. Como dábamos caña a todo el show business, nos reíamos de su gira por teatros recitando poesía. Ese trauma que tuvo en la madurez…”Como soy rockero, tengo que ir de intelectual”. Es un cenutrio. Fuimos a Barcelona y en la prueba de sonido de Zeleste cogió a nuestro mánager Carlitos. En la prueba de sonido, cogió a Carlos, que era muy bajito, con dos Ángeles del Infierno. Uno se quedó en la puerta, mientras el otro estaba dentro con Loquillo en plan Corleone. Decía “Habéis venido a mi ciudad, sabed que no podéis hablar mal de mí. Os invito a que depongáis vuestra actitud…” (Risas) ¡Era una escena de una película de matones! Luego se fue. Nosotros no le vimos. Nos lo dijo el mánager y el técnico de sonido. Era “su ciudad”. En los conciertos de Barcelona venían colegas nuestros para hacer frente a esa amenaza. Los pandilleros raperos contra los pandilleros de Loquillo…

Loquillo nos dijo: “Habéis venido a mi ciudad, sabed que no podéis hablar mal de mí. Os invito a que depongáis vuestra actitud…”

Loquillo nos dijo: “Habéis venido a mi ciudad, sabed que no podéis hablar mal de mí. Os invito a que depongáis vuestra actitud…

JT: Qué pena que no hubiera hostias: habrías tenido un Quadrophenia que consolidara la leyenda Def.

CS: Pues estuvo ahí la cosa. Además, que éramos un montón: con los técnicos vascos –que eran grandotes- y nos protegían. Él negó la anécdota mucho tiempo, y ahora dice que no…pero en las últimas ya dice “si contara lo que sucedió en aquel tiempo…»

JT: ¡Pero si no sucedió nada!

CS: – «…podría tener problemas con la justicia…” (Risas) Sembrándose un misterio de chico malo. Luego el tío tenía miedo de ir a Madrid, porque nos tenía miedo. Éramos conocidos y habíamos triunfado. Un día me llama Julián, en la época de Ultramemia, y dice que Gay Mercader –el mánager de Loquillo- le ha dicho que temía viajar a Madrid por nosotros. ¡Qué éramos unos pringaos! Decíamos solo “este tío es tonto”, pero nada más. Desde entonces, contrató un guardaespaldas y venía a Madrid con él. Iba a las reuniones en Dro o Warner con guardaespaldas. Yo coincidía con él en Warner, con su guardaespaldas, y el tío tenía miedo. ¡Cómo se puede tener miedo de una pandilla de mindundis surrealistas!

JT: ¿Cómo fue la inocentada que hiciste a Luis Aguilé? El choque entre tú y ese titán de lo rancio y las corbatas es lo más cercano a Plácido de Azcona en los noventa.

CS: Alex y yo pasamos una época que éramos uña y carne, después de Acción Mutante. Yo le busqué el piso, cuando vivía en el Edificio España, en la Plaza homónima. Nos reíamos mucho. Él tenía el primer guion de El día de la Bestia (1995), pero quería coproducirlo él. Hablaba con productoras, para régimen de coproducción, y entonces contactó con Zeppelin. Ésta le dijo “¿Por qué no nos diriges Inocente Inocente?”, y él le dijo: vale. Entonces, me llamó. “Tú que actúas, y haces cosas delante de la cámara…” Antes de Luis Aguilé, hice otras colaboraciones, incluida una en la que salgo desnudo. El concepto de la broma era simular un sistema de seguridad falso que permitía ver a la gente en pelotas: yo era uno de ellos. Hacía de mensajero y lo hacía encantado. Lo de Luis Aguilé es un día que me dice “Tío, te he preparado una cosa que tienes que hacer tú”. Con Aguilé me inventé un personaje, en plan El Pirri, que robaba la cubertería de la cena, un novio de un familiar suyo. Y él picó. Tengo una foto en el libro donde salimos yo, él y Alex.

Mucho tiempo después, misterios de mi contestador, Aguilé me llamó para que participara en un musical que estaba haciendo. (Risas) Te lo juro. Yo decliné…

JT: Entre Jaime Urrutia y Luis Aguilé, el segundo por omisión…

CS: Yo decliné. Era la época de Alzhéimer. Luego nos llegó a llamar el guitarrista de Ella baila sola [imita la voz pija]: “Hola, ssoy el guitarrista de Ella Baila Sola y quiero entrar a formar parte de Def Con Dos”. No pude contestarle, tampoco. ¡Pero tío! ¡Qué te vas a hacer millonario con esa tía! ¿¡Cómo quieres dedicarte a esto!?

JT: ¿Dirigías tú las videohistorias de Def con Dos? Parecen como un spin-off de la propia Acción Mutante

CS: Sí. Esas eran todas las locuras que se me ocurrían. Queríamos abarcar todo tipo de formatos e ilustrábamos con vídeo fragmentos de canciones. Se hacía con poco dinero, mucho entusiasmo, y nos ayudaba Mikel Clemente, al que conocí por el making of de Acción Mutante. Eran cosas futuristas, perseguidos por todos: “Que viene la policía…

JT: ¿Llegaste a tener amenazas de muerte de la tuna por tu canción?

CS: No, pero hubo muchas amenazas de muerte a la tuna gracias a la canción (Risas). Tengo recogida una noticia contra la tuna en Pamplona, “Altercados contra la tuna en fiestas”, donde los mozos cantan Tuno bueno el turno muerto.

JT: ¿Había Tuna en Bellas Artes en los ochenta?

CS: Había un amigo… bueno, más que un amigo, un chaval peculiar, que se empeñó en hacer la tuna en la Facultad. Llegaba a recaudar dinero. Era muy chiquitito, debió coger la pandereta para…

JT: Era un método arduo, en el fondo, para follar.

CS: Nunca he entendido ese fenómeno. Ahora se ha puesto de moda la tuna femenina, igualdad en todo. Pero, ¿por qué? ¿Por qué en lo malo?

JT: ¿Habrá alguna vez un salto al largo? ¿Por qué Ray Loriga sí y tú no?

CS: Pues eso me pregunto yo. Yo soy buen guionista: no lo digo por echarme flores. La gente que lee mis libros dice “Son muy cinematográficos”. Es normal, yo soy un tipo de cine. Pero ahora es muy mal momento, hay tanta gilipollez, que… Te voy a decir la razón principal: uno, yo no soy cocainómano. En España, en el cine, si no eres cocainómano lo llevas muy chungo. En España se hace cine por “amiguismo de baño”. Si te vas de juerga a los bares adecuados, te metes lonchas con la gente adecuada, conoces en estos a un productor farlopero y te da una oportunidad. Es así como funciona. Como nunca he sido farlopero…

JT: Es esa frase de José Luis Cuerda: «El cine español naufraga en océanos de autocomplacencia provocados por la cocaína«

CS: Veo que está muy integrado. El mamoneo, el postureo, el que seas alguien. Es muy cutre y sigue siéndolo. La gente mejor se va fuera: aquí no hay oportunidades. Es lo que tienen que hacer. Los que no se van fuera, son los que parece que no se consideran suficientemente buenos como para defenderse en el extranjero.

JT: Para terminar, ¿Cuando un disco en solitario solidario que te pague los juicios, en plan el capítulo de Los Simpson de «Enviamos nuestro amor al fondo del pozo«?

– Estoy componiendo a toda velocidad, porque no sé si me va a dar tiempo, si me meten en la cárcel.

JT: Es la mejor promoción posible…

– Quiero escribir un libro y sacar un disco antes de que me metan en la cárcel, a ver si me da tiempo (Risas).

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“Quiero escribir un libro y sacar un disco antes de que me metan en la cárcel, a ver si me da tiempo”.

Gracias a Frunobulax por la ayuda en las preguntas y a la librería La Sombra.

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