Cine experimental: 10 películas que te harán amarlo de una vez por todas

Cine experimental: fotograma de Outer Space.

El cine experimental tiene fama de ser ininteligible y solo para unos cuantos iniciados que se enteran de qué quería decir ese artista pedante con esa cosa extravagante. ¡Mentira! Para terminar con este prejuicio de una vez por todas, aquí tenéis 10 películas experimentales para todos los gustos.

Cuando se habla de cine, el apartado experimental brilla por su ausencia. Las salas de cine no estrenan cine experimental, la crítica no escribe sobre cine experimental, las revistas de cine no hablan sobre cine experimental y las listas de lo mejor del año no incluyen jamás cine experimental. Con estos antecedentes, es normal que se haya ganado la fama de ser un reducto para intelectuales y amantes del arte conceptual y abstracto.




Sin embargo, cuando David Lynch hace un episodio de Twin Peaks que es cine experimental, el famoso episodio ocho, con influencias de cineastas experimentales como Bruce Conner, Stan Brakhage, Maya Deren o Jordan Belson, resulta que es lo mejor de 2017. ¿Qué pasa aquí? El gran problema es la extendida idea de que el cine experimental no es cine, es otra cosa. Pero, como decía Maurice Lemaître: «El cine experimental o de vanguardia no existe. Solo existe el cine… Algunos hacen mierda, otros hacen sopa, otros hacen películas como churros y otros hacen platos muy refinados«, sean experimentales o no.

El cine experimental es tan amplio y da cabida a tantos géneros como el resto del cine. Es verdad que puede ser abstracto, conceptual o intelectual, pero también puede ser gracioso, pornográfico, violento, surrealista, absurdo y mil cosas más. ¡Abajo los prejuicios contra el cine experimental! Te presentamos diez ejemplos que harán que derribes tus prejuicios.

Color Sequence (1943) – Dwinell Grant

Color Sequence es la película más antigua que existe, o al menos de la que se tenga conocimiento, en la que solo se ven colores planos. Puede parecer un ejercicio de abstracción o noobjetivismo muy teórico, pero en realidad su director no buscaba ningún tipo de sentencia intelectual, sino un ritmo natural similar al de los latidos del corazón, una tormenta o la secuencia del día y la noche. «La naturaleza no es algo que haya que comentar, es algo que hay que ser«, decía Grant sobre su película. Esta frase se podría aplicar a muchas películas experimentales que no buscan explicar nada, sino hacer sentir.

Neighbours (1952) – Norman McLaren

Norman McLaren es el animador experimental más conocido. Empezó haciendo películas pintadas sobre el celuloide porque quería hacer cine y no tenía dinero para comprar una cámara. Hizo mucha animación abstracta, pero también experimentó con otras técnicas. En Neighbours no hay nada pintado, se trata de una pixilación, es decir, una animación stop motion hecha con personas, en lugar de objetos inanimados o marionetas. Aunque no haya diálogos, es un cortometraje narrativo, además de una comedia sobre las relaciones humanas.

Arnulf Rainer (1960) – Peter Kubelka

Ver Arnulf Rainer en un cine es lo más cerca que puedes estar de tener una experiencia extracorpórea. Verla en vídeo no es lo mismo, pero por ahora tendremos que conformarnos con eso. La historia de la película es tan interesante como ella misma: en 1960, Peter Kubelka no tenía un duro y convenció al pintor Arnulf Rainer para que le diese dinero con la promesa de hacer un documental sobre él. En lugar de eso, Kubelka cogió el dinero, pasó de Rainer, e hizo una película usando exclusivamente los cuatro elementos básicos del cine: luz, oscuridad, sonido y silencio. A día de hoy, la podríamos entender como noise. En 1960, era una cosa muy radical que sacaba del cine a prácticamente todos los espectadores que iban a verla, y eso que dura solo seis minutos.

Scorpio Rising (1964) – Kenneth Anger

Hay quien afirma que Scorpio Rising es el paradigma del cine contemporáneo, la verdadera impulsora de la estética de la MTV y la publicidad. Nicolas Winding Refn dice siempre que se lo ha robado todo a Kenneth Anger (incluido el escorpión de la icónica chaqueta de Drive, que tiene su origen precisamente en esta película experimental). El secreto es que Anger fue el primero en hacer una película usando solamente música e iconografía pop fetichista: motos, chaquetas de cuero, calaveras, James Dean, cómics, Jesucristo, nazis… Lo tiene todo, hasta utilizó Blue Velvet antes que Lynch.

Dresden Dynamo (1971) – Lis Rhodes

Un filme hecho sin cámara, pintado directamente sobre película transparente, en el que además lo que se escucha son las propias imágenes. ¿Cómo es eso posible? Antiguamente, la banda sonora de las películas iba impresa al lado de los fotogramas. Ese sonido óptico se veía a simple vista, como una onda sonora similar a las que vemos en los programas de edición de audio. Dresden Dynamo es abstracción, pero también documental, porque se limita a mostrar materiales, tanto a nivel visual como sonoro, sin ningún tipo de interpretación o traducción.

UFOs (1971) – Lillian Schwartz

Lillian Schwartz es una de las pioneras de la animación digital. Cuando se estrenó UFOs en los años setenta, un espectador comentó que era como tener un viaje de LSD sin drogas. También hubo un neurólogo en una de las proyecciones que pidió una copia con la intención de inducir ataques controlados a epilépticos. La película está pensada para verse con gafas 3D anaglíficas, esas gafas retro de cartón con un plástico rojo para un ojo y uno azul para el otro. Aunque es una animación programada por ordenador, los parpadeos de imagen rápidos afectan de manera distinta a cada espectador, por lo que sus efectos son imprevisibles…

The Act of Seeing with Ones Own Eyes (1971) – Stan Brakhage

Aunque Stan Brakhage es conocido sobre todo por sus abstracciones pintadas a mano, de vez en cuando hacía otras cosas. Este filme es seguramente lo más gore y snuff que se haya proyectado jamás en un cine. Estos treinta minutos de autopsias reales en una morgue de Pittsburgh hacen palidecer hasta a la ficción más sanguinolenta del mundo. Descarnada y difícil de aguantar sin mirar hacia otro lado, yo doy fe de que la única vez que la he visto en el cine consiguió vaciar la sala de espectadores.

Epileptic Seizure Comparison (1976) – Paul Sharits

Otro gran hito del malrollismo cinematográfico. Uno de los subgéneros más extendidos del cine experimental es el flicker film, que consiste en fogonazos de imágenes con parpadeos muy rápidos que generan efectos psicotrópicos. La idea es provocar algo físico en el público, que tanto puede terminar teniendo visiones como arcadas, o incluso convulsiones. Paul Sharits llevó el concepto más allá mezclando el flicker film con imágenes reales de enfermos de epilepsia sufriendo ataques. Existe un tipo de epilepsia, llamado epilepsia fotosensible, que tiene su raíz precisamente en la exposición a luces parpadeantes.

Tango (1980) – Zbigniew Rybczyński

Una buena muestra del humor delirante del este de Europa. En Tango, como en gran parte del cine experimental, no hay diálogos, ni un protagonista, ni siquiera una historia. Pasa lo que pasa, que puede tener todo el sentido del mundo o ninguno, según se mire. En el fondo, la vida se parece mucho más a una película experimental que a una «tradicional», por eso a veces es más fácil sentirnos identificados con la ausencia de una estructura narrativa clásica, aunque resulte también más inquietante. Años después, Zbigniew Rybczyński hizo una especie de remake de su propia película para un videoclip de Imagine de John Lennon.

Outer Space (1999) – Peter Tscherkassky

Peter Tscherkassky es un señor austriaco que trabaja con rollos de película que encuentra tirados por ahí. Un día, llegó a sus manos una copia en 35mm de El ente, la película de terror de los años ochenta, y terminó haciendo una especie de fan fiction (o found footage) en el que el ente atacante es el propio material fílmico. Tscherkassky trabaja de una manera muy manual, se encierra en un cuarto oscuro durante meses y va revelando fragmentos de rollos de película en un negativo con un puntero láser. Es un trabajo de chinos, y esta es su película más turbadora. Puro terror.

Bola extra: Tres películas experimentales que no vas a encontrar online

Time Piece de Jim Henson.

Time Piece (1965) de Jim Henson: Un cortometraje experimental cómico dirigido, escrito, producido y protagonizado por Jim Henson (sí, el de Barrio Sésamo). Un buen ejemplo de pixilación utilizada con fines humorísticos y casi filosóficos, ya que trata sobre el intento de escapar al tiempo.

Breakaway (1966) de Bruce Conner: Un striptease tan erótico como psicodélico. La actriz, cantante y coreógrafa Toni Basil (¿alguien se acuerda de Hey Mickey?) se desnuda en una película entrecortada que después de dos minutos y medio se rebobina a sí misma hasta el principio. El baile es tanto de ella como de la cámara.

Serene Velocity (1971) de Ernie Gehr: 23 minutos de una cámara fija colocada delante de un pasillo. No se mueve nada y, sin embargo, se mueve, porque la distancia focal del objetivo cambia, lo que hace que parezca que la cámara se está moviendo. Es tan hipnótica como arrebatada, y hasta hay quien la considera erótica, porque las imágenes parecen embestir al espectador como un falo.

Hay otros muchos autores experimentales de todo tipo y época que merecen llegar a un público más amplio. Por desgracia, mucho cine experimental no está editado en DVD y solo se puede ver esporádicamente en algún que otro festival o museo. Incluso las filmotecas, supuestamente dedicadas a difundir todo tipo de cine, suelen ignorar lo experimental. Dejemos atrás de una vez por todas esa falsa idea de que el cine experimental son cosas raras porque sí o pajas mentales de artistas incomprensibles. El cine experimental es simplemente cine.

¿Te ha gustado este artículo? Puedes colaborar con Canino en nuestro Patreon. Ayúdanos a seguir creciendo.

Publicidad