‘Comanchería’ y otros 8 westerns de aquí y ahora

El estreno de la magnífica Comanchería nos recuerda que no hace falta situar un western en el pasado para hacer una película que se acerque al género con inteligencia. Repasamos nueve films que se han adscrito al western ambientando sus historias en la época actual.

Quizás sea, con permiso del musical, el género más reconocible de la historia de cine. De hecho, ha estado ahí desde sus inicios. Cada pocos años se produce un supuesto revival del western, cuando realmente nunca se ha ido, pero pocas veces se habla de cómo el género, más allá de la ambientación en su periodo más clásico, también puede ubicarse en la época actual.

Las constantes argumentales y visuales del western son tan reconocibles y, por tanto, adaptables a cualquier tipo de relato, que permiten ser reformuladas por directores y guionistas aplicados que quieran usar ese marco genérico para contar una historia de ahora. Un buen ejemplo de ello es la reciente Comanchería (2016), un neo-western que se vale del género para realizar una radiografía certera y cruda de la crisis económica actual. Aprovechando que esta semana llega a las salas españolas, en CANINO hemos decidido repasar nueve ejemplos de westerns modernos.

1 – Lone Star (1996)

John Sayles, que empezó escribiendo algunas de las mejores películas de terror producidas en la factoría Corman, se acabó convirtiendo con el paso de los años en una de las voces más destacadas del cine indie norteamericano. En los noventa creció una barbaridad como cineasta y guionista, y con Lone Star firmó su mejor obra: un neo-western crepuscular y fronterizo con fugas al cine negro cercano a Monte Hellman (el padre del western metafísico), que mezcla diversos planos temporales para reflexionar sobre la identidad y la historia negra de violencia de los Estados Unidos. Lone Star puso sobre el mapa a Matthew McConaughey, y confirmó la valía de Chris Cooper, uno de los actores secundarios más cotizados de la actualidad.

2 – Vampiros de John Carpenter (1998)

John Carpenter no podía faltar en esta lista. Es más, volverá a ser nombrado un poco más adelante. Y es que casi todas las películas del director americano contienen guiños al western, género que adora y homenajea siempre que puede. Vampiros es uno de los títulos que más y mejor transpiran ese amor por el Oeste clásico. El filme, que adapta la novela homónima de John Steakley, es una historia de vaqueros antihéroes y de indios sanguinarios; los cazavampiros son los primeros, y los chupasangres los segundos. Si a eso le sumamos las localizaciones desérticas de Nuevo México, el aroma blues y de raíz del tema central de la banda sonora compuesta por el propio Carpenter, o su condición de road movie, tenemos un neo-western encabronado como la copa de un pino. Tres años después de Vampiros, llegaría otro de los mejores neo-westerns, este caso espacial, del director de La niebla (1980): Fantasmas de Marte de John Carpenter (2001).

3 – Los tres entierros de Melquiades Estrada (2005)

Tommy Lee Jones debutó a lo grande como director con un neo-western en la línea de Lone Star que recuperaba no solo el espíritu contemplativo y el universo alegórico de Monte Hellman, sino también el de muestras atípicas del género como el Hombre sin fronteras (1971) de Peter Fonda y la aproximación visceral al género de Sam Peckinpah. Concebida como un puzle temporal que al final cobra forma completa (ese guion marca de la casa de Guillermo Arriaga), y con una fotografía prodigiosa de Chris Menges, Los tres entierros de Melquiades Estrada es una historia de expiación y venganza sui generis profundamente conmovedora que nos descubrió al Tommy Lee Jones cineasta. Por cierto, su segunda película tras las cámaras es un western clásico de muchos quilates, Deuda de honor (2014).

4 – Red Hill (2010)

Escrita y dirigida por Patrick Hughes, Red Hill es una de esas películas pequeñas que crecen con el paso de los años. En España la descubrimos gracias al Festival de Sitges, que la incluyó en su edición de 2010 dentro de la sección Fantàstic Panorama. El primer largometraje de Hughes es un poderoso neo-western ambientado en la actualidad sobre policías buenos y malos, y un aborigen en busca de venganza. Los protagonistas van a caballo, la puesta en escena y el uso de formato panorámico remite al John Carpenter de Asalto en la comisaría del distrito 13 (1976) -otro western moderno-, y hasta el pueblo australiano donde se desarrolla la historia parece una recreación de los que podíamos ver en el viejo Oeste.

5 – El último desafío (2013)

Kim Jee-woon, que ya demostró su amor por el género en la disparatada y simpática El bueno, el malo y el raro (2008), se animó, para su debut americano, con una película de acción protagonizada por Arnold Schwarzenegger que coqueteaba con el western clásico. De argumento muy similar a la estupenda Los forajidos de Río Bravo (1970) de Gordon Douglas, El último desafío sitúa la acción en un pequeño pueblo americano fronterizo con México que tiene que hacer frente a un criminal que pretende atravesarlo y huir así de los Estados Unidos. Schwarzenegger es el sheriff del lugar, y como Lee Van Cleef en la citada película de Douglas, será el encargado de pararle los pies. El último desafío es un actioner adictivo lleno de referencias al Oeste.

6 – Blue Ruin (2013)

La película con la que descubrimos a Jeremy Saulnier y a su actor fetiche Macon Blair. En su momento fue comparada con los Coen de Sangre fácil (1984), pero esta historia sobre odio y venganza entre dos familias americanas remite directamente a uno de los puntos de partida más utilizados en las películas del Oeste: el odio entre clanes opuestos que genera una escalada de violencia sin fin. Un director cercano a Saulnier como es Jeff Nichols también eligió un tema parecido para su debut en la estupenda Shotgun Stories (2007): el enfrentamiento entre dos familias en la América Profunda y el consabido dicho la violencia solo genera más violencia.

7 – Frío en julio (2014)

Basada en una novela de Joe R. Lansdale, especialista a la hora de introducir elementos de western en sus novelas negras, de terror o relatos de aventuras, la traslación a la gran pantalla de Frío en julio se convirtió en el mejor esfuerzo del interesantísimo Jim Mickle. Con la ayuda de su actor y guionista fetiche, Nick Damici, Mickle mezcla el cine negro de los setenta y el western crepuscular de Sam Peckinpah para contar una historia contundente y seca sobre el hecho de impartir justicia al margen de la ley y de cómo un padre de familia normal tiene que hacer uso de la violencia, como en el viejo Oeste, para proteger a su mujer e hijo. Aquí tenemos un sheriff corrupto, un detective privado con sombrero vaquero (grandioso Don Johnson), y una confrontación final que hubiera hecho las delicias del director de Grupo salvaje (1969).

8 – The Rover (2014)

Las distopias con enjundia también se han servido de los estilemas del western para moldear sus historias. The Rover es un ejemplo excelente, una película post-apocalíptica ambientada en un futuro cercano y dirigida por David Michôd que funciona como un remake libre de Winchester 73 (1950) sustituyendo el rifle que persigue James Stewart por un coche. Su protagonista, un encallecido Guy Pearce, es un trasunto del John Wayne de Centauros del desierto (1956). Acompañado de un paleto que le es de utilidad (un afeado y excelente Robert Pattinson), no hace prisioneros en su busca. En esta road movie donde los coches podrían ser sustituidos por caballos, Pearce busca información sobre su auto en cantinas medio abandonadas bajo un sol de justicia y protagoniza varios tiroteos resguardado en casas de madera situadas en medio de la nada como si se enfrentara a un grupo de indios apaches.

9 – Comanchería (2016)

Acabamos la lista con uno de los mejores ejemplos de cómo adaptar las constantes del western a la época actual. Una película que habla sobre la crisis económica que aún nos azota con un relato sobre bandidos que roban bancos por necesidad al oeste de Tejas, el sheriff chapado a la antigua y a punto de jubilarse que los persigue, y el juego del gato y el ratón que se establece entre ellos. Como en The Rover, si aquí sustituimos los coches por caballos, la deuda, nada disimulada, con el far west es aún más evidente. Y es que Comanchería, en un hallazgo de guion maravilloso, convierte a las víctimas white trash de la crisis en los nuevos indios comanches, y a los bancos en los nuevos latifundistas que les arrebatan las tierras a través de hipotecas abusivas. Hay un breve pero revelador diálogo que resume a la perfección el espíritu de la película. Se produce entre el sheriff (Jeff Bridges) y el testigo anónimo de uno de los robos:

– ¿Hace mucho tiempo que estás aquí?

– El suficiente para haber visto como robaban un banco que me ha estado robando durante treinta años.

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4 comentarios

  1. Agora dice:

    En El Último Desafío no hubiera estado de más citar al actor antagonista de Arnold, aunque no dijeses que no era mejicano

  2. Dr Zito dice:

    Echo de menos The Proposition, pero vaya pedazo de articulo que te has marcado compa. Felicidades!

  3. xavi dice:

    Gracias compañero! 😉

  4. Julia dice:

    Creo que estás definiendo y reduciendo al género western a película rodada en sitio árido y en la que sale gente con gorro vaquero. ¿Has oído hablar de «el camino del héroe»? Porque al final eso es un western, esa es la definición de western. ¡No son películas de vaqueros e indios ni rodadas en Arizona!

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