[Crítica] ‘¡Bacalao! Historia oral de la música de baile en Valencia, 1980-1995’ – Los testimonios de la Ruta Destroy

Las tiendas de vinilos usados en Valencia, Digital Records o Amsterdam, contrastan con las del resto de España. Allí no se encuentra, casi, música jipiosa; ni siquiera los viejos discos con anotaciones de bolígrafo de abuelo yeyé (arquetipo sempiterno de la familia celtibérica). Los grupos que dominan esas tiendas son Joy Division, New Order, Front 242 o P.I.L ; testamentarios de esa escena nueva olera que dio origen a la ruta de bacalao.

Esos sencillos, muchos de ellos rayados en la parte donde el DJ repetía el estribillo, son la memoria doliente de la Valencia anterior al ladrillo: inexplicable Manchester levantina purgada de todas las historias de cultura popular recientes por la intelligentsia gafapasta madrileña y barcelonesa. La ruta, en fin, no existió y aquel que reivindique esto quedará eliminado en la menguante, muy menguante, lista de amigos del crítico musical con camisa de cuadros y expresión perruna.

El trabajo de Luis Costa ha sido disfrazarse de chamán y convocar ante el fuego a todos los DJ, músicos y promotores. Sus historias, en un libro que resulta secuela inadvertida de aquel de José Luis Gallero sobre la Movida, son realmente entretenidas y tienen como origen a nanos vinculados al sector de la hostelería que empiezan pinchando italodisco para los guiris, con su tremebunda hora lenta (¡la hora de bailar agarrado!), y acaban dando origen a una serie de antros horteras (Barraca, Spook, Puzzle, etc.). Todos esos lugares devendrán en catedrales del tecno no tan lejanas en innovación musical a la Hacienda de Toni Wilson. El propio término, bacalao, está reconstruido en un capítulo excelente, donde se dan las más disparatadas opiniones sobre su origen (¿un chaval en la tienda de discos Zic Zac que decía esa expresión? ¿Algo de argot, estilo “movida”, referente a fiestas…o drogas?).

Pero lo más fascinante es la reconstrucción biográfica de personajes tremendos como Vicente Pizcueta, Toni “El Gitano”, Juanito “Torpedo” o Germán Bou. Casi todos ellos esos son tipos que comienzan como disc-jockeys en carpas falleras, los casales, en la primera libertad social de la democracia (apenas había legislación de horarios) para emerger unidos en una escena con proyección internacional y que eclipsó a la ya estatalizada movida de finales de los 80. Una estampa propia de los noventa, bakalas mascachapas en el garaje bailando como chimpancés, tiene origen aquí y su explicación en el libro es aguda: el éxito, la masificación, hizo imposible que muchos de los makinetos pudieran entrar a los locales.

El libro tampoco omite los encontronazos. Algunos de ellos divertidos, ahí está el choque entre el funk y la emergente escena bakala, y otros más polémicos, como todos los relacionados con la figura de Chimo Bayo. Este último, desgraciadamente ausente en los testimonios, es considerado por casi todos como la “comercialización” de la ruta; una especie de muñeco de paja. El productor Germán Bou lo define así y se llega a proclamar autor casi total de Exta sí; exta no, lo que quizá ha llevado a que Bayo no colabore con Luis Costa y lance al mismo tiempo sus propias memorias del periodo.

Pasando al capítulo escabroso, escaso en comparación con otros libros de memorias orales, encontramos unas cuántas páginas dedicadas a la mescalina, “la mejor droga que ha habido” según Toni, y algunas anécdotas descacharrantes como la de un tal Sito. Este afirma que observó a un bakala muy pasado dando martillazos a su buga gritando “això es malament!” en el parking de la Heaven: nadie llegó en el Berlín de los ochenta tan lejos.

Hay, además, sorpresas marcianas; evidencia de lo adelantada que estaba Valencia al resto del país en tendencias. Muchos lectores descubrirán que los primeros conciertos en España de grupos como Soft Cell o Stone Roses fueron allí. Otros se quedarán con la boca abierta al ver las conexiones con la movida, el grupo Glamour o la gestión de las nuevas discotecas madrileñas, aparte de la pista tecno-siniestra (con la inmortal Ana Curra).

Un libro imprescindible que resulta una suerte de verdadera intrahistoria de la Valencia anterior al ladrillo. La escena tuvo su final, según todos los protagonistas, por la comercialización y su demonización cultural por parte de los medios (esencial el parlamento, muy desencantado, del periodista Carlos Aimeur, de cómo se criticó desde la prensa conservadora de la ciudad del Turia al movimiento). 

Las crónicas de un lugar donde nadie dormía, la gente era permanentemente joven y bailaba sin prejuicios…poco antes de convertirse en resignados protagonistas de una novela de Rafael Chirbes. Quedémonos con el origen de todo; el acto psicomágico, entre punk y dadá, de Toni “El Gitano” en la Valencia donde Francisco era un ídolo pop:

“Yo pinchaba Joy Division y allí no había dios que lo bailara, ni los más avanzados, eso era algo fuera de lo normal. Y el día que falleció Ian Curtis, el 18 de mayo de 1980, quise hacerle un homenaje en Gigoló. Y le dije a Juan, “vamos a poner aquí una silla y un fondo, enfocándome, y simulamos mi suicidio. Pongo el ‘Love Will Tear Us Apart’ o lo que sea y ya está” (…) Cuando empezó a llegar la gente, cogí el micro y dije, “como soy un incomprendido y vosotros sois unos garrulos, no me queda más remedio que suicidarme como Ian Curtis” (…) No sé qué le pasó a la cuerda (…) (que) me estaba ahogando de verdad y Juan me estaba enfocando y haciéndome señas de que lo estaba haciendo de puta madre”.

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2 comentarios

  1. Alejo Alberdi dice:

    Sería muy sencillo fabricarse unas mescas hoy en día, vía Darknet -para la MDA- y cualquier farmacia -para la cafeína.

    «El tema de las mescas esta resuelto completamente. En primer lugar te puedo decir que muestras de mescalinas de la época se analizaron (pagando y muy caro) hace unos cuantos años, y que el resultado fue 150mg. de MDA y 250mg. de cafeína. También en Drogas y Cultura de Masas de J.C. Usó se explica que la Conselleria de Juventud (u similar) de la comunidad valenciana dijo que era MDA.

    Vergiftet: Cosa fina http://vergiftet.blogspot.com.es/2006/03/cosa-fina.html?zx=ff9dd722a5284a12

  2. SUB-CULTURE dice:

    Si la mesca sería sencilla de hacer pero los maxis que se pinchaban… como que NO.
    Esa música no se repetirá, las bandas que sobreviven de esa época han perdido todo su mojo no sacan un extended bueno ni queriendo, se les agoto la pólvora.
    The Cure, New Order, Depeche Mode, Front 242, Nitzer Ebb, DAF, Clan of Xymox, Escape with Romeo, 1000 Mexicans, Anne Clark, The Chameleons, The Church, SA 42, And One y algunos más siguen en activo, pero no, nada que ver.

    Gran libro, lo devore, no soy de Valencia soy de Donosti pero en el 85-86-87 llegaban cintas de Barraca, Chocolate y Spook Factory. Menuda escena, luego todas las discotecas del País copiaron el estilo de pinchar de los Djs Valencianos.

    y encima vieron a New Order en el 84.

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'¡Bacalao! Historia oral de la música de baile en Valencia, 1980-1995'

Año: 2016
Las crónicas de un lugar donde nadie dormía, la gente era permanentemente joven y bailaba sin prejuicios: la intrahistoria de la Valencia anterior al ladrillo
Editorial: Edita: Contra
Autor: Autor: Luis Costa