Tener los derechos del merchandising de iconos devaluados, en tiempos de crisis económica, bien podría ser visto como una oportunidad. Más aún cuando la competidora, a pesar de dar indicios de agotamiento, mantiene el pulso del mercado combinando su amplia gama cinematográfica con series de televisión, todas ellas coherentes con el universo creado; es decir, homologadas por Marvel-Disney.
En esta lucha por el monopolio de lo superheroico, al menos en el ámbito del audiovisual, hay quienes han querido ver en DC-Warner cierto potencial para salir del marco definido por la competencia; para desarrollar un panteón propio en todos los sentidos. Con planes de negocio programados y anunciados hasta 2019 –Escuadrón Suicida, Wonder Woman, Justice League: Part One, Flash, Aquaman, Justice League: Part Two-, no es de extrañar que Batman v. Superman: El amanecer de la justicia resulte más un intento de catálogo de próximas novedades que una película en sí misma. Pero lo que sí resulta sorprendente, dados los tiempos que vivimos de inversiones perfectamente calculadas a medio y largo plazo, es que la película que nos ocupa carezca de organicidad, apostando por todas las manos, sin sentido, ni estrategia. A lo loco.
Dada la campaña publicitaria desplegada en cómics, cereales y marquesinas, podría aventurarse que la compañía confía en una renovación de estrategia apoyada en un resignificar la marca, revalorización del logo (o logos) mediante. Una película pensada para relanzar todo un universo, que, entre otros muchos acontecimientos, nos presenta a la que será La Liga de la Justicia Americana. Sin embargo, no hay que ser director de campaña para saber que, a día de hoy, todavía hace falta un storytelling coherente al que anclar unos objetivos de mercado para hacer creer al público, a la masa; más aún si quien dice estar a cargo de las imágenes parece haber perdido el pulso de las mismas. Como ya ocurriera en El hombre de acero (2013), Zack Snyder solo aparece de una manera reconocible –cámara lenta, detalles esteticistas, presentación de héroes como iconos de póster o estampita– en la primera parte del metraje. En el resto, la acción se sucede dando por hecho que el espectador sabe quiénes son todas las partes implicadas y, lo que es más importante, sus motivaciones (si las tuvieran).
Esta película se apellida El amanecer de la justicia, como si en algún momento se tratara este tema más allá de un intercambio de acusaciones entre Bruce Wayne (Ben Affleck) y Clark Kent (Henry Cavill), pues ambos ven en las identidades “heroicas” del otro una amenaza; no tanto para el orden público como para sí mismos y sus máscaras. En este sentido, permanece en Superman/Kal El/Clark Kent el “idiota moral modélico” que el crítico Diego Salgado viera en El hombre de acero (Snyder, 2013): “un individuo carente de juicio práctico, abandonado a sus impulsos, apático, negligente con los medios y disperso en torno a los fines”. Asimismo, Batman/Bruce Wayne transita la pantalla con su logo a punto para marcar el cielo o la carne vil, sin preguntarse por su cuadro psicológico, ni si sus prejuicios labrados en el campo de batalla que es la urbe, cualquier urbe, tienen sentido a partir de que el que el villano de la función (Jesse Eisenberg) se muestra incapaz de decidirse por ser un Lex Luthor con complejo de millennial, el Joker de Nolan o Lucifer.
Pero existe una pena en esta puesta de largo del Universo DC que afecta en especial a quien escribe estas letras, y reside en la oportunidad desperdiciada para hacer justicia heroica con un personaje icónico como Wonder Woman, una superheroína que puede ver su imagen y su logo arrastrados a este universo decadente de “chicos que no saben compartir” sus juguetes; que preguntan por sus madres cuando se sienten perdidos y que cifran la hermandad en una afinidad mutua típica de infantes antes que en el interés del común de los mortales. Eso, en el mejor de los casos. Esperemos que Gal Gadot, protagonista, y Patty Jenkins, directora, sobrevivan a este presunto amanecer y sean capaces de poner en pie para 2017 la primera película dedicada a una superheroína digna de la primera división a la que Batman v. Superman pertenece por casta, que no por justicia.
Ahora que ya han pasado varios días y hay más reseñas de la Batman v Superman para comparar, te puedo decir que esta me parece de lejos la mejor crítica que he leído de esta película.
Oh vamos vamos, no se puede acusar a la Warner de correr a lo loco como pollos descabezados intentando seguirle el ritmo a las producciones Marvel. No es como si… no sé… por ejemplo… como si la Fox se hubiera comido un cacho del mercado por sorpresa con su Deadpool y Warner hubiera corrido a sacar un trailer de Escuadron Suicida Deadpoolizado. Tanto que ahora tuvieran que estar rodando chistes adicionales porque resulta que era una película "seria". No, estas cosas NO pasan…