La maldita bastarda lo ha vuelto a hacer. Y aquí estamos nosotros para cantar las loas de un álbum que, sin ser tan arrollador como su entrega de 2013, sí contiene las suficientes delicias como para hacer un poco más grande el hueco de 'Queen Bey' en la historia del pop afroamericano. Diseccionamos Lemonade canción a canción y vídeo a vídeo.
Es lo bastante lista como para colarnos la misma jugada dos veces. Y nosotros encantados, oiga: de una forma casi calcada a la de aquel diciembre de 2013 en el que nos dejó ojipláticos, la señora Beyoncé (en el siglo, Beyoncé Giselle Knowles-Carter) ha vuelto a ganarse titulares a rabiar con un lanzamiento calculado al milímetro para convertirse en acontecimiento. Un hype bien azuzado por aquí, un especial en HBO (cuyo contenido nadie sabía hasta el momento de su emisión) por allá… y, de golpe, el público tiene entre manos un elepé de trece canciones titulado Lemonade, con cuyo contenido deleitarse los tímpanos y romperse las meninges durante meses. Tanto a cuenta del contenido sonoro como del aspecto visual, porque estamos ante otro de esos visual albums que, en su edición correspondiente, usan las canciones para vertebrar un largometraje de algo más de una hora con piezas de Jonas Äkerlund, Mark Romanek, Melina Matsoukas y otros cineastas (algunos viejos conocidos de la diva), más los cameos de Quvenzhané Wallis y Serena Williams (haciendo twerking en Sorry), entre otras celebridades. Todo muy conceptual, vaya.
https://vimeo.com/164161755
Entre las primeras reacciones que está suscitando Lemonade se hallan mil y una especulaciones acerca de si el matrimonio entre la diva y Jay-Z va camino del abogado. Cosa que por aquí nos importa poco, entre otras cosas porque el señor Carter lleva ya tiempo siendo el equivalente de Antonio González ‘el Pescadilla’ para la música afroamericana: su carrera como puto amo del hip-hop, si bien fue catedralicia según los expertos, se ha quedado a la sombra de la de una señora que lo aventaja astronómicamente en carisma, en valor icónico y en la capacidad para llevarse de calle a múltiples tipos de público. Estas presuntas tribulaciones, eso sí, cobran relevancia en un aspecto: como el Here, My Dear de Marvin Gaye, como el Héjira de Joni Mitchell o como el Over de Peter Hammill, Lemonade parece uno de esos discos en cuyo interior resuena el temblor de unas vísceras (a veces, el corazón; otras, algunos lugares menos poéticos) durante un terremoto íntimo. Saquemos el sismómetro y analicemos esos movimientos, porque casi todos ellos merecen la pena.
Pray You Can Catch Me
La canción: Menuda manera de comenzar un álbum, señoras y señores: resulta interesantísimo que, antes de dar paso al crooning de rigor, ‘Bey’ nos regale los oídos con una intro de voces superpuestas que no habría estado tan fuera de lugar en un grupo ochentero del sello 4AD (o en el Afrodisiac -2005- de la gran Brandy) Pero la revolución no es tan radical como parece, y lo que sigue es un paseo por el lado más ensoñador del R’n’B contemporáneo, en el que la artista luce octavas con mucha elegancia. La influencia como compositor de James Blake (que reaparecerá como vocalista invitado unos cuantos cortes más adelante) se hace notar, para bien.
Las imágenes: Si el comienzo de Pray You Can Catch Me en el elepé invita a la meditación y el recogimiento, su contrapartida visual es todo lo contrario: de perfil y ocultando su rostro, Beyoncé comparece aquí con esa misma cámara lenta que, en otra clase de filmes, se reserva para presentarnos a un kaiju dispuesto a comerse Tokio de aperitivo. Lo que sigue son una sucesión de evocaciones con ecos del Terrence Malick más telúrico (una influencia que, parece ser, ha pesado fuerte en el vídeo) y salteadas por las palabras de Warsan Shire, poetisa británica cuyos versos harán las veces de narración en off. Pero el regreso al útero de Gea no parece servir como purificación, porque, tras esta placidez campestre, ¡’Bey’ se arroja desde una azotea!
Hold Up
La canción: Mientras que el tema anterior servía como prólogo sutil y sin alharacas, Hold Up es la primera salida de tiesto de Lemonade… y también su primer triunfo sin paliativos. Armado en torno a una base de Diplo y de Ezra Koenig (los mofletes de Vampire Weekend), la cual a su vez contiene samples a granel, este tema es nada menos que un lover’s rock o, lo que es lo mismo, un reggae lentito y sensual a la usanza antigua, de esos que piden sol, playa, un cóctel de ron y ganja de alto octanaje para disfrutarlos como debe ser. A falta de estos añadidos, señalemos que la canción pone de relieve las cualidades de ‘Bey’ como vocalista sin necesidad de beltings ni subidas vertiginosas: su dominio del fraseo es casi sobrehumano, y resulta en extremo sensual la ronquera usada para desgranar esa letra donde insta a su pareja a alejarse del mundo, el demonio y las groupies, so pena de que ella se ponga mu loca. Un temazo.
Las imágenes: Por supuesto, la caída en picado de Beyoncé no se traduce en sus sesos desparramados contra la acera, sino en una secuencia subacuática donde la diva se contempla a sí misma durmiendo, y despertando, en una habitación de hotel. La voz en off nos habla de una suerte de purificación mística (incluyendo el uso de páginas de la Biblia a modo de compresas) que no resuelve los tormentos emocionales. Así pues, ¿qué mejor manera de consumar este renacimiento simbólico que demoler coches y mobiliario urbano a golpes de bate de béisbol envuelta en un suntuoso vestidazo amarillo? Y sin dejar de sonreír en ningún momento, que es lo mejor.
Don’t Hurt Yourself
La canción: No se dejen engañar por el título de este tema: sampleando el When The Levee Breaks de Led Zeppelin (una de las bases más usadas en la historia del hip hop), Don’t Hurt Yourself supone la primera invocación de Lemonade al rock afroamericano y psicodélico de los Funkadelic. Y, cotejado con el contenido de la letra, el título podría interpretarse como «no te hagas daño a ti mismo, nene, que ya te lo hago yo, y gratis». Recordándole a su churri que la suya no es la única polla sobre el planeta Tierra, Beyoncé obtiene un asalto sensorial que resultaría pluscuamperfecto… si no fuera porque Jack White (aquí, en funciones de bajista) no es ni mucho menos Bootsy Collins, ni tampoco un cantante con el fuelle necesario como para acompañarla.
Las imágenes: Tras dejar el barrio como un solar, ‘Queen B’ se sube a su ‘Beymovil’ para apisonar unos cuantos coches y encaminarse a su ‘Beycueva’. La cual resulta ser un garaje donde la aguardan un grupo de homies dispuestas a acompañarla en un festival de griterío desorbitado, despechugado y mirando a cámara. Lo mejor de esta sección: los coros de White brillan por su ausencia, y en lugar de ellos tenemos una cita de Malcolm X («La persona más marginada de América es la mujer negra») que viene a convertir las cuitas particulares en generales. Y, de postre, ese quitarse el anillo mientras se entona eso de «si vuelves a intentar esa mierda, ya no soy tu mujer».
Sorry
La canción: Mientras que Beyoncé (el disco de 1993) resultaba rabiosamente moderno con sus murallas de sintetizadores y su producción de plástico, el primer tramo de Lemonade se ha compuesto hasta ahora de invocaciones a los clásicos. Sorry rompe con esta tónica con el ritmo más funky hasta ahora en el álbum, unos arreglos totalmente electrónicos y, una vez más, un fraseo vocal elegante como un cisne de acero. Aquí tal vez estemos hablando de una pieza de transición, pero esas programaciones que agitan bullarengues y ese estribillo («I’m thinking ‘bout you») serían oro molido en el repertorio de cualquier otro artista. Dentro de unos meses, cuando se haya calmado el revuelo, lo mismo estamos hablando de la tapada de este disco.
Las imágenes: De acuerdo con el intertítulo de rigor, esta canción representa una etapa del elepé presidida por la «Apatía». Y, como sabemos, no hay manera mejor de representar esa apatía que poner de nuevo a ‘Bey’ en su rol de reina y señora, dirigiendo un baile tribal, bien en el interior de un autobús en marcha, bien en el pasillo de una mansión. Coreográficamente hablando, este es el momento más divertido del visual album hasta el momento. Y el momento ‘bikini metálico’ ya se ha convertido en carne de GIF.
6 Inch
La canción: Arrancando con un bombo subsónico, un crescendo que bien podría ser una bajada al abismo y unas palabras de traca que servirán de ritornello al tema («Ella los mató a todos, y yo fui su testigo»), llega uno de los momentos más esperados de Lemonade: el encuentro entre ‘Bey’ y The Weeknd y su productor habitual, Danny Boy Styles. El resultado no es la apoteosis que esperaría más de uno, pero sí una combinación de R’n’B y rock de estadio con los ovarios muy bien puestos. El músico canadiense actúa como dispensador de sordideces mientras Beyoncé da rienda suelta al chorro de voz como nunca en lo que llevamos de álbum. Una canción, damos fe, que gana con las escuchas sucesivas: incluso llega a hacerse corta.
Las imágenes: Envuelta en un círculo de fuego y acompañada por un poético a la par que explícito parlamento sobre el orgasmo, ‘Bey’ deja a su conciencia vagar por un pasillo davidlynchiano (rojo es su color), para después desdoblarse en tres álter egos que dan que pensar: uno es la diva («The female equivalent of a hustler«, recordemos), con pamela y todo, a bordo de una limusina cuyo conductor bien podría ser Travis Bickle. Otro, una bailarina exótica que resulta el opuesto a la lujuria satisfecha del vídeo de Partition. Y, el tercero, una mujer con ojos de demenciada que hace girar una bombilla. Tanto mal rollo concentrado acaba en el incendio de un edificio. En una liberación.
Daddy’s Lessons
La canción: El hecho de que Beyoncé se atreva con un tema country ha suscitado muchos comentarios (admirativos, en su mayor parte, y también otros que la hacen de menos), olvidando que la diva toma lo que es suyo por derecho: no sólo porque, como ella misma nos recuerda, ‘Bey’ venga de Texas, sino también porque Ray Charles y Chuck Berry, entre otros, fueron maestros de la música campera, cuyo público les ofreció a veces refugio frente al olvido del mainstream. Esta canción, que arranca a ritmo de jazz criollo para después tirar directamente hacia lo cowboy, resulta una declaración de amor-odio hacia ese progenitor que la convirtió «en un soldado», y sonoramente emula con gusto a esa compositora genial llamada Dolly Parton.
Las imágenes: Nuestra excursión a los bajos fondos se ha acabado: tras el nadir representado por 6 Inch, Lemonade comienza el relato de una recuperación emocional. Lo cual, visualmente, se traduce en el uso de luz natural, exteriores al aire libre, found footage, viejos vídeos familiares y demás imágenes con olor a oxígeno. Lo más bonito de todo (y lo menos aprovechado) es ese funeral criollo cuyo cortejo acaba, literalmente, bailando sobre el ataúd. Esto es un renacimiento, pero de verdad.
Love Drought
La canción: El punto de Lemonade más cercano al R’n’B de manual (o que se sale del manual: ¿hay aquí algo de Kelela, Tinashe y otras cantoras de lo evanescente?) es otro de esos temas que tal vez no arrasen en las listas, ni se conviertan en himnos, pero sí solazarán tímpanos y corazones cansados con sus arreglos de gran refinamiento, su voz rebosando clase (escuchen la producción de las armonías en el estribillo…) y, en general, esa entrañable pochez muy adecuada para meditar sobre las penas del día que se acaba.
Las imágenes: Tras el renacer, el bautismo: despertada de sus pesadillas en un estadio de fútbol americano, cual Kirsten Dunst en Las vírgenes suicidas, ‘Bey’ se entrega a lo que podrían ser los ritos de iniciación de una ignota secta femenina en el bayou de Luisiana. Bien por ironía, bien como una promesa de regeneración, esta canción sobre la «sequía de amor» no sólo está llena de sonidos líquidos, sino que su vídeo muestra un panorama marítimo, fluvial… y muy new age. Pero, oigan, después de tanto puteo, siempre viene bien darse un bañito.
Sandcastles
La canción: Alguna mala tenía que haber. Sancastles aspira a ser el corazón emocional de Lemonade, pero esta baladita con piano no lo consigue ni de lejos: el acompañamiento de piano resulta ramplón, la letra camina por senderos trillados y la interpretación de la diva resulta histriónica con ese belting descontrolado y esos melismas. Seguro que se gana fans por un tubo, pero aquí preferimos correr un tupido velo.
Las imágenes: Como hemos visto en sus clips y sus películas, Mark Romanek es un virtuoso del intimismo. Pena que aquí sus habilidades se muestren de formas que van de lo obvio (¿una chimenea como metáfora de lo hogareño? ¿en serio?) y lo sonrojante, con esa Beyoncé haciéndole arrumacos a un Jay-Z muy compungidito. Ante semejantes mimbres, el guiño a Nina Simone no resulta fuera de lugar: resulta irritante, que no es lo mismo.
Forward
La canción: Más que un tema propiamente dicho, una miniatura que sirve de cameo vocal para James Blake. Pues sí, es bonita, y tal. Pero donde resulta desgarradora es en el visual album. Ahora veremos por qué.
Las imágenes: Como primer capítulo de la «Resurrección» (lo dice Beyoncé, no nosotros), Forward viene precedida por una sección en la que se nos recuerda por qué la religión ha tenido siempre un papel tan primordial en la música afroamericana: porque, cuando vives en un callejón sin salida, pedirle ayuda al vecino de arriba no parece tan disparatado. A continuación, las madres de Travyon Martin, Tamir Rice y Mike Brown, tres jóvenes negros muertos a manos de la policía, aparecen retratadas sosteniendo retratos de sus hijos. Y, atención, lo hacen sin ápice de miserabilismo, figuradas como reinas que guardan luto por otros tantos príncipes herederos. Saque cada cual la conclusión que quiera.
Freedom
La canción: El otro vis a vis de campanillas prometido por Lemonade es la cita de ‘Queen B’ con Kendrick Lamar. Y, oigan, esta vez lo entregado sí está a la altura de lo prometido: la producción de Just Blaze arma un sindiós sixties con una base tomada de los garajeros portorriqueños Kaleidoscope (amén de varias grabaciones de campo del musicólogo Alan Lomax), la cual vuelve a evocar la sombra de George Clinton y sus secuaces hasta hacernos gritar aquello de «libera tu mente y tu culo la seguirá». Con esas armonías gospel y el rapeado de Lamar ocupando el lugar que, en otro tiempo y lugar, hubiera correspondido a un solo de guitarra on fire a cargo de Eddie Hazel, Freedom compensa patinazos anteriores como Sandcastles. Normal que, tras la catarsis, la muy ladina incluya unos aplausos… que, en realidad, son el preludio a un discurso de la señora abuela de Jay-Z: «La vida me dio limones, e hice limonada». Suena a declaración de principios, ¿no?
Las imágenes: Todos los clips de Lemonade (el vídeo) se permiten muchas libertades con la canción que los inspira. Este es uno de los que más, pero se lo perdonamos: aunque la ambientación de época, al estilo El color púrpura, linde con lo kitsch, y algunas metáforas visuales resulten trilladas, los defectos se perdonan básicamente por dos motivos. El primero, que Beyoncé se ventila parte de la canción a capella (será un alarde, pero oigan, cómo suena). Y, el segundo, su reivindicación de la fiesta popular como convivio y unión de marginados (observen, por ejemplo, a esa joven -la modelo Chantelle Winnie- despigmentada por el vitíligo: ni negra, ni blanca, pero siempre una paria). Menudo exorcismo.
All Night
La canción: Así sí se hace una balada. Menos envuelta en purpurina que Halo, de la que podría ser digna sucesora, All Night puede ser el respirar hondo tras haber pasado la peor noche de la propia vida o la plenitud que sucede a la catarsis. O, sencillamente, un híbrido estupendo de gospel, soul y rock a cargo de una artista en plena posesión de sus facultades, capaz de amoldar su voz a multitud de estilos (muchas veces, como en este caso, dentro de la propia canción) y con un ego lo suficientemente grande como para hacer suyo ese rol mesiánico que muchos ancestros suyos en lo artístico (empezando por James Brown) adoptaron en su día. Si canciones como esta no sirven para ver amanecer en la playa, entonces ninguna sirve.
Las imágenes: All Night (la canción) es tan avasalladoramente bonita que apenas ninguna imagen podría hacerle justicia. Pero menos aún esa recopilación de momentos de felicidad conyugal, tanto los captados cámara en mano como los de ‘Bey’ y su (aún) maridito, acompañados o no por la nena Blue Ivy (que, al menos, apunta maneras en el fútbol americano). Claro que el contraste entre lo visual y ese suspiro final que reza «te echaré de menos, mi amor» dará mucho que hablar a los tabloides. Lo mismo todo iba por eso.
Formation
La canción: ¿Qué puede decirse de ella que no se haya dicho ya? Pues, en este contexto, que su presencia en Lemonade resulta un añadido tras el tremendo clímax que la precede. Claro que la interpretación puede ser otra: tras haber atravesado todas las fases de un misterio iniciático, desde la muerte simbólica hasta la resurrección bajo la forma de un nuevo yo más fuerte, una o uno está en condiciones de vestirse de punta en blanco y cantarle las cuarenta al mundo exterior. Y, si es al ritmo de una canción tan autoafirmativa, tan guarra y tan llena de consignas y posibles lecturas como esta, pues mucho mejor. Será apropiación cultural o lo que coño quieran, pero servidor prefiere tomárselo como el regalo de una mano y una garganta generosas merced a las cuales puede soltarse a sí mismo «I slay» delante del espejo en momentos de apuro. O «I woke up like this», si lo prefieren.
Las imágenes: A estas alturas, ¿no nos sabemos todos de memoria el vídeo de Formation? Pues muy mal. Verdaderas enciclopedias se han escrito sobre él, y nosotros no vamos a meternos en ese jardín a toro pasado. Sólo decir que su aparición tras los créditos del visual album confirma que este corte del disco es una pista adicional venida a más. Su función como cierre, eso sí, sigue resultando ideal, dado lo potente que resulta.
Qué temporada llevamos. Mueren Lou Reed, Lemmy, David Bowie, Keith Emerson ( ¿ hay alguien ahí ? ) y Prince. Brian Johnson se queda sordo. La "gran" Beyoncé sigue sacando discos …
Quítale esas comillas a Beyoncé. No hay much@s artistas con esa capacidad vocal, profesionalidad, que bailen tan bien, y lo puedan hacer a la vez que cantan, etc. Cualquiera que vea un concierto de Beyoncé y haya estudiado algo de música sabe lo complicado que es coordinar los arreglos que llevan sus canciones en directo y lo difícil que es seguir destacando con esa pedazo de banda que lleva. Pero bueno, algunos no saben apreciar la música más allá de los estilos que ellos arbitrariamente consideran como "puros".
Francamente, la prosa del señor articulista está tan sobrecargada que se hace muy difícil leer este artículo. Qué pesadez!
Como músico que soy sé lo complicado que es coordinar los arreglos de sus canciones en directo (nadie lo niega). Pero si tú eres músico sabrás que nada de eso está directamente relacionado con la calidad musical, con el peso o sentido artístico de una música. Para qué existe, en qué se basa, qué tiene de original, qué transmite y un sinfín de cuestiones por el estilo. Por cierto, no sé de qué estilos "puros" hablas … Supongo que no te referirás a que Bowie, Prince o Lou Reed, nada menos, tenían estilos "puros". En cuanto a mis gustos musicales, no los conoces. Quizás te sorprenderían por variedad y amplitud. Yo no desprecio "la música de Beyoncé" por "impura", sino porque además de ser una perversión de cierto rhythm & blues (que sería lo de menos), es un producto hortera, vacío y deformante. No importa lo bien que cante o baile, lo que destaque con el pedazo de banda que lleva (¿¿!!), ni su coordinación psicomotriz, y me da igual si complica su "show" haciendo además malabares mientras camina por una cuerda floja: el valor de sus canciones seguirá siendo el mismo. Pero bueno, cada uno es libre de disfrutar del espectáculo que quiere. No lo tomes de manera tan personal. Sospecho que el que a mí no me guste y así lo exprese no va a dañar su carrera (para empezar, mi comentario existe porque en un medio cultural tan sesudo, inteligente y alternativo como este le dedican todo un panegírico).
Al habla el autor del artículo. Antes que nada, muchas gracias por comentar. Y gracias también por lo de «sesudo, inteligente y alternativo», aunque no aspiramos a ser ninguna de las tres cosas (bueno, lo segundo un poco sí).
Personalmente, como me gustan el soul y la música negra desde que tengo uso de razón, considero que ahora mismo Beyoncé es de lo más interesante que están dando sus mutaciones. No digo que sea la mejor (básicamente, porque hay centenares de artistas que molan muchísimo y en España, a no ser que uno se ponga expresamente a ello, no nos enteramos ni de la mitad) ni que llegue al nivel de Marvin Gaye, Prince o Mavis Staples (aunque con Diana Ross tiene muchísimo en común, en lo musical y también en la forma de llevar su carrera), pero en general canciones de este disco (y otras anteriores, como Countdown o Halo) me parecen dignas sucesoras de esa tradición. Y ver cómo logra que un disco de música popular se convierta en acontecimiento mundial también resulta interesante, qué duda cabe…
es curioso que la mayoria de esos artistas que mencionas en su oportunidad declararon su admiración por Beyonce, me parece bastante simplista tu comentario al hablar de ella, pues parece que no sabes que tiene 20 años de trayectoria, que ha tenido un impacto en el mundo de la música impresionante, pues te recuerdo que ella empieza su carrera con un grupo llamado Destinys Child que han influenciado la musica actual al lanzar un R&B cantado con una velocidad mayor a la normal, desde ahí la carrera de Beyonce ha ido en ascenso, siempre dispuesta a varias su propuesta musical pasando del pop, soul, R&B, algo de jazz. EL problema es que te quedas con un estereotipo de ver una mujer guapa y de inmediato pensar pues es solo cuerpo y nada de talento, algo así dijeron los que criticaron al festival Glastonbury por colocarla como la primera mujer en la historia en tener que cerrar una noche sin embargo debieron comerse sus palabras porque no solo se convirtio en el mejor show de ese año, sino que es uno de los mejores shows en la historia del festival.
De hecho me hace gracia que hables de Prince porque él amaba a Beyonce y siempre la destaco, no solo cantaron juntos en unos grammys cuando Beyonce tenia 22 años, sino que Prince en sus conciertos hacia cover de un tema de Beyonce llamado Suga Mama.
David Bowie tambien la admiraba, lo mismo que hacen casi todos los artistas de verdad: Paul Mccartney ha ido a varios de sus conciertos y la ha mencionado como una de las personas que pondría en una caratula de disco por su talento, Mick Jagger dijo: Si te gusta la musica de verdad debes conocer de todo y yo bajo los discos de beyonce y me encantan. Así podria decirte muchos artistas más que la han elogiado desde Tina Turner, Aretha Franklin, Carlos Santana, Steve Wonder, Liza Minelli, Florence.
Por lo tanto antes de criticar algo que puede que no te guste aprende a escuchar que la musica tiene muchos estilos y puedes pasar de ellos pero no por eso faltar el respeto o decir que no tiene calidad
Este artículo encaja más en el tipo textual de forum o blog con fotos que en el de artículo. Es deprimente ver como un periódico tan respetado usa o tolera ese tipo de vocabulario y expresiones en la sección cultural. Quizás deberían empezar a poner las restricciones de mayores de 18 años, porque pasarte la vida pidiéndole a los niños y adolescentes que no usen ese lenguaje para encontrártelo en la sección cultural de tu país, sólo muestra el decline de nuestro nivel. Gracias por su contribución. Han cambiado su posición como ejemplo de expresión escrita a la clara referencia de lo que no hay que hacer.
"El problema es que te quedas con un estereotipo de ver una mujer guapa y de inmediato pensar pues es solo cuerpo y nada de talento"
Vaya. ¿ De qué parte de mi comentario deduces semejante barbaridad ? No obstante, sí he de decir que de las muchas mujeres talentosas cuya música disfruto (y eso "pese" a que encuentro muy guapas a varias de ellas), a saber, Janis Joplin, Maggie Bell, Emmylou Harris, Lucinda Williams, Bonnie Raitt, Beth Hart, Natalie Merchant, Ani Di Franco, Alison Krauss, Sandy Denny, Linda Ronstadt, Nina Simone, Chrissie Hynde, Carole King, Joni Mitchell, Karen Dalton, P.J. Harvey, Patti Smith … entre otras, ninguna de ellas ha optado por el rol de "diva" ni ha desarrollado ese lamentable estereotipo de sex-symbol de la Beyoncé. En cuanto a gustos, hablaba del mío, no del de Prince o el de David Bowie (ni el de los otros grandes profesionales del "negocio" que mencionas).
No me gusta mucho Beyoncé, pero las imágenes con el bate de béisbol destrozando lunas y cosas por la calle las ha copiado de un vídeo ochentero de la artista suiza Pippilota Rist. En él, la artista va por la calle destrozando coches de forma inesperada. Está copiado. Pero el vídeo de Pippilota es mucho más impactante.
Es curioso, pero dices que no criticas su música por impura a la vez que afirmas que es una perversión del Rythm and Blues. No sé si será solo cosa mía, pero yo eso lo veo más que contradictorio. El hecho de que pensar que un estilo se puede pervertir es la mayor prueba de la defensa de la pureza estilística.
Lo único que me parece normal de tu comentario es que la consideres vacía, porque eso sí, es una opinión. Que por supuesto no comparto, pero una opinión. Decir que es hortera… pues hombre, hortera eran los Happy Mondays o Rick Astley, pero ¿Beyoncé? Pero es que incluso de los que mencionas como Prince o Bowie han tenido momentos horteras a lo largo de sus carreras (y no me refiero solo a su vestimenta) y no por ello tienen menor valor como artistas.
Para terminar, evidentemente que como músico sé todo lo contrario a lo que planteas, que el espectáculo que da con coreografías y otros elementos en el escenario son importantes para valorar la calidad del artista, como sucedía en casos como el de Michael Jackson. Esto no quiere decir que todos los músicos deban ser bailarines… se puede ser músico de Jazz o de clásica, no levantarte del asiento para tocar y ser un pedazo de artista. Pero según el estilo, aporta mucho. ¿Qué hubiera sido de Brian Johnson si hubiera cantado toda su vida sentado en un taburete? ¿Qué hubiera sido de Lemmy sin la fuerza que desprendía en el escenario y la fama de tipo duro que cultivó? ¿Y de Bowie sin su imagen transgresora? Se puede ser solo músico o se puede ser artista abarcando diferentes aspectos de lo que esta denominación conlleva, y Beyoncé domina muchos de ellos. Y desde luego, faltaría más que los arreglos musicales que en directo dan fuerza y groove a las canciones no tuvieran relación con calidad musical y el sentido del artista. Ahora resultará que los arreglos brutales de Stevie Wonder o James Brown en directo no guardan relación con su calidad. Mon dieu.
Destiny’s Child no eran mejores que SWV o que TLC, por poner dos ejemplos inmediatos, tampoco eran mejores que Zhané, o que Jade, sino peores. Si Beyoncé destacó de esa manera descomunal fue porque es una mujer descomunal (de las que, irremisiblemente, llaman la atención del star system), un producto más elaborado que Coko (que cantaba mejor y fracasó en solitario).
Esta señora es guapa y tiene alguna canción que no está mal.
No es que haya muchas así…, pero las hay y además donde elegir entre gente de su nivel.
Dentro del mundo de la música, NO ES UNA MAESTRA.
A mi entender claro está…, como le pasa al autor de este artículo.
Es curioso, pero al igual que Daniela empiezas tu comentario con un “Es curioso”, y al igual que ella también me adjudicas cosas que no he dicho: concretamente que los arreglos no guardan relación con la calidad musical, y metes a James Brown y a Stevie Wonder por el medio, para liar aún más las cosas. Para empezar, sospecho que Brown y Wonder tienen algo más que ver con sus arreglos musicales que Beyoncé con lo suyos. Para seguir, vuelvo a la esencia de mi idea: ¿arreglos al servicio de qué?. La complejidad de composición/arreglos y la dificultad de ejecución (que ojo, en el caso que nos ocupa tampoco hay que exagerar, a ver qué queda si no para Pat Metheny, por ejemplo) no guardan relación NECESARIA con el valor artístico de la música (ni de ningún arte). Puede embellecer, o darle fuerza, o hacer más atractiva y desafiante una idea que ya era buena desde un principio, o puede ser simplemente una cortina de humo que disimula un vacío de contenido.
Por otro lado, cuando hablo de perversión del rhythm and blues, no lo digo como purista, cosa que no soy. De ser así criticaría también a Prince, lo cual habrás comprobado que no hago. Me refiero más bien al secuestro del rhythm and blues. Me refiero al hecho de que esta artista del mundo del espectáculo, con el objetivo de llegar a un público lo más amplio posible, apuesta (ella o quienes dirijan su carrera) a varios palos a la vez, incluídos las variantes más tópicas (tomando estos tópicos desde el hip-hop hasta el quiet storm, el funk o el doo-wop; la pseudo-rebeldía, el individualismo “desafiante”, la autoafirmación, el sentimentalismo, la sensiblería, el melodrama …) sin ser mejor que ninguno de los modelos originales en ninguno de los casos. Y este híbrido insustancial adecuadamente envuelto, su versión del género, ha acabado por “representar” lo que es el rhythm and blues para millones de personas. Es la misma clase de perversión que se da o se ha dado en algún momento con Green Day y el punk, o Metallica (en los años del album negro y los inmediartamente posteriores) y el thrash metal, por poner sólo dos ejemplos.
Cuando hablo de hortera, no me refiero a la ropa, obviamente, sino a actitudes y estereotipos. En ese sentido no veo nada de hortera en Bowie, Prince … ni siquiera en Madonna (que no es santa de mi devoción pero le reconozco muchos méritos y mucha inteligencia) o en los grupos de glam-metal de los 80. En ellos todo está al servicio de un concepto, de una idea casi siempre interesante, muchas veces novedosa, rompedora o provocativa, a veces no exenta de una cierta ironía, humor, sarcasmo o (auto)parodia. En Beyoncé lo hortera es su show, el hecho de que se tome en serio, que esté pensando “soy la hostia de guapa y con este vestidito que me puse y este movimiento de cadera que te voy a hacer lo vas a flipar”. Todo esto en pleno siglo XXI, además, cuando las mujeres “normales” quieren, con mucha razón, marcar distancia de ciertos estereotipos como el de mujer-objeto entre otros. En fin, Beyoncé es el concepto de “artista” como profesional del mundo del espectáculo, como entretenedor, y no como creador de obras de arte. Nadie le niega el trabajo, la preparación, el esfuerzo, la profesionalidad y el buen hacer. Pero la música es otra cosa. Personalmente, prefiero mil veces El Circo del Sol.
No te gusta? Bien. Pero eso de La Madonna Negra. Que vulgar y racista sonó eso… Obviamente eres un hater. La palabra negra a sido usada por personas blancas para discriminar a los de color que aún así sea cierto, que es negra no es algo para resaltar y menos para comparar con una mujer blanca como Madonna, que son muy diferentes.
Sabes, Beyonce es genial independientemente no te guste su música o lo que sea, Aun no he visto una cantante con su desempeño vocal y saber mesclar las coreografías y proyección en un stage. Puede que no te guste su música pero, no deja de ser talentosa, y vuelvo y repito, Beyonce siempre va hacia la mujer, este álbum lemonade es solo para mujeres. Otro error es, comparar. Si vivimos comparando a los cantantes de antes y los de ahora que nos deja?? Vivimos en el ahora, el pasado termino, buenos músicos pero ya se acabo, no hay por qué pensar en que el R&B de Beyonce no es nada como el de Tina o Princes, no tiene que ser igual, ella sigue su camino no el de ellos.
Este disco me gusta algo más que el anterior en el que sólo me gustaba XD, pretty hurts y jelaous. En este encuentro sonidos frescos, una voz más limpia en algunas canciones y una producción interesante. Canciones como Sorry, all night y pray you catch me, me han gustado de primera, las otras tendré que seguir escuchándolas. Pero para mí el mejo disco de Beyonce sigue siendo 4, un discazo en el que ninguna canción tiene desperdicio, se aprovecha su potencia vocal indiscutible y menos rollito R&B callejero rapera, nos da soul y R&B del bueno mezclado con un pop ochentero fresco y moderno.
Lo dicho no es un mal disco pero lejos de 4, sigue siendo, para mí, el disco que refleja la Beyonce que más me gusta,
No se por que tantas hiperboles y alabanzas a una cantante tan sobrevalorada que no hace otra cosa que reciclarse……JAMAS se puede comparar con MADONNA ni negra ni blanca, que a proposito es lo que ella ha pretendido siempre, ser una blanca a la fuerza con esos eternos pelos rubios cosidos. Ahora se agarra de todo ese drama negroide de pacotilla para llamar la atencion…Mas VULGAR y mas MEDIOCRE No puede ser y no se como se atreven a llamarle musica a esa PORQUERIA que hace…Parece talmente que va dirigida a la plebe porque la PLEBE es la que la aplaude.
El álbum es un bodrio de principio a fin, suena a guetto americano y seguramente sera donde unico tendra exito, entre masas afroamericanas, jamás sera un éxito comercial a nivel mundial. Nada, que se nos ha puesto demasiado negra la niña. Queen Bey, devúelvenos a la Beyonce de Dangerously in love y I am … Sasha Fiers, o a este ritmo caeras en el olvido antes de lo que piensas.