Vivimos saturados en la nostalgia. Con la mayor parte del audiovisual mirando hacia los ochenta, con los artistas enamorados de su infancia, su adolescencia o incluso un tiempo en que ni siquiera habían nacido, resulta difícil desvincularse de una tendencia que ya hace años que se volvió tóxica. Tanto es así que, en ocasiones, es difícil diferenciar la nostalgia de lo que no lo es. Especialmente, cuando se visten con las mismas ropas.