Bajo el tema “minimalismo” de la Ludum Dare 26, los actuales miembros de Dinosaur Polo Club crearon una versión interactiva del metro de Londres donde el jugador era retado a mantener un flujo constante de viajeros. Ahora ese prototipo, llamado Mind the Gap, salta a la palestra bajo el nombre definitivo de Mini Metro, uno de los simuladores urbanos más cautivadores y desafiantes de los últimos tiempos.
Mini Metro ofrece una representación extremadamente abstracta y austera de lo que sería el laberinto de túneles de metro de una gran metrópoli. A base de formas geométricas puras, el jugador entiende enseguida que debe arrastrar el ratón entre el triángulo y el cuadrado para que los pasajeros del primero puedan llegar al segundo. Con este gesto, el jugador desata una locura locomotriz con tendencia al infinito, porque si algo podemos aprender de Mini Metro es que en materia de urbanismo, da igual cuánto trabajes: siempre habrá más trabajo esperándote.
El juego avanza de semana en semana. Al principio dispones de tres líneas (amarilla, roja y azul) para comenzar a conectar las distintas estaciones. Luego, cada siete días, desbloqueas una serie de “armas” con las que combatir la insaciable sed de transporte de tus geométricos ciudadanos. Estas son una línea extra, una locomotora que añadir a una línea nueva o existente (imprescindible para que haya movimiento en ambas direcciones), vagones extra para formar cadenas o túneles, necesarios para que los trenes pasen por debajo de los omnipresentes ríos.
La dificultad de Mini Metro reside en ciertas variables. La primera es que hay estaciones muy infrecuentes, con forma de estrella o cruz por ejemplo, a las que los demás pasajeros, procedentes de todo el mapa, querrán llegar. Aquí es donde surgen las aglomeraciones, ya que la estación con forma de círculo se llenará sí o sí de gente que quiere ir a la estación con forma de estrella. Por desgracia, el único tren que va en esa dirección tardará mucho en llegar, ya sea porque su línea es demasiado larga o porque los vagones van llenos. Huelga decir que el juego se acaba cuando una estación colapsa de pasajeros esperando.
La segunda variable es que no puedes elegir dónde colocar las estaciones: estas surgen en coordenadas aleatorias del mapa. Así, estás obligado a actuar siempre en respuesta a lo que haga el juego. Los trazados se enredan entre sí, surgen estaciones alejadas del centro, tienes que acortar líneas por un lado y alargarlas por otro… Un ejercicio de estrategia exprés que no permite pausar la acción en ningún momento, haciéndote sentir como un controlador aéreo al borde del bypass coronario.
El aspecto más decepcionante de Mini Metro como juego es la clave de su discurso como texto: no importa cuánto hagas por asegurar el buen funcionamiento del metro, ya que no es un juego diseñado para tener un final feliz. Mini Metro quiere enseñarte la complejidad que esconde la planificación de los transportes públicos, y quiere hacerlo a las bravas. Es un enfermo terminal al que solo puedes prolongar su vida de forma artificial. Queda el consuelo de ver cuál ha sido tu récord de pasajeros y días transcurridos y tratar de batirlo al día siguiente… o inmediatamente después del inevitable colapso.