Mi primera aproximación a Rise & Shine fue desde la perspectiva de un juego que se presentaba como un infierno de balas, un humor socarrón y un enorme trabajo de diseño visual y sonoro. Con estos antecedentes, la primera asociación que hice fue con la saga Metal Slug y sus mecánicas.
Lo cierto es que el primer contacto con el juego se toma las cosas con calma: a medida que se nos introduce en mecánicas como el uso de coberturas, la acción se detiene en pantallas en las que cumplir un objetivo (generalmente, disparar a algo o a alguien) y, dependiendo de la proliferación de enemigos, tu situación se vuelve más insegura a medida que tardas más en cumplir dicho objetivo.
Podría decirse que esto le resta la fluidez de, pongamos por caso, un Contra o similar. Lo cierto es que apela a un método de enseñanza distinto, donde el objetivo no es tanto abrirse paso a ráfagas como ir desactivando los obstáculos que se nos presentan. Es imposible una primera partida sin caer presa de una mina que aparece de la nada o un ataque enemigo que no esperabas. No hay anticipación ni aviso porque se espera de nosotros que primero caigamos y, después, nos detengamos y pensemos cómo no caer la próxima vez. No hay posibilidad de resguardarse de algunas de las sorpresas de este juego hasta que te han caído encima.
Quizás sea que el recuerdo de Inside está todavía presente, pero, después de jugar ambos, me resulta inevitable verlo más próximo al juego de Playdead que mi primera impresión con Metal Slug: un niño que parece condenado a caer en todas las trampas que le superan hasta que, una vez conocidas, encuentra el método para no ser sorprendido una segunda vez.
Nuestro principal método de avance es el arma respondona que co-protagoniza el juego y su variedad de modos de disparo, ya sea con balas normales, eléctricas, explosivas o una serie de puzzles que precisan balas más lentas que son disparadas desde ciertos campos gravitatorios. Cuando se trata de los puzzles con balas, el juego abre algunas de sus mejores posibilidades. Sin embargo, no resulta tan cómodo enfrentarse a algunos de los bosses finales, donde a veces que confiar más en la suerte que en la memorización de sus rutinas o tus propias habilidades, pues algunos de sus ataques pueden tener combinaciones que nos hacen esperar un respawn donde el boss no esté tan acertado.
Naturalmente, no todo el mundo se siente cómodo con este sistema. Repetidas muertes en un mismo lugar pueden hacer la experiencia algo frustrante para ciertos jugadores, en especial con la dificultad del sistema de puntería en gamepad frente al ratón y teclado, pero la misma premisa también puede ser vista como un reto.
Haciendo uso de múltiples referencias a otros videojuegos se consigue la ventaja en la inmediatez con la que nos sitúa no sólo en nuestro papel sino en las convenciones y estereotipos del género. Relegados a guiños y cameos más secundarios, es una lástima que no se haya desarrollado más la historia con una identidad propia, en especial cuando los diseños tienen el carisma suficiente para ello. Con todo, si he de ponerle un principal defecto al juego es la corta duración: una vez que se obtiene algo de habilidad con los controles y reflejos, niveles pasados pueden volver a ser recorridos con suma facilidad. Otros momentos muy logrados (como un viaje por la oscuridad a la luz de una linterna, por ejemplo) concluyen demasiado pronto y apenas tienen continuidad. En definitiva, Rise & Shine no es todo lo que esperaba, pero es innegable que hay un equipo con talento detrás.