[Crítica] ‘Straight Outta Compton’ – Negratas con actitud

El biopic de uno de los grupos más conflictivos y reivindicativos de la historia del hip-hop asume una buena cantidad de riesgos: habla de conflictos raciales y de abuso policial. Pero... ¿llega hasta el fondo de la cuestión?

Sin duda, el mayor acierto de Straight Outta Compton es saber trazar con claridad la línea que liga los abusos policiales de entonces, los que dieron pie a una población negra joven concienciada y capaz de elaborar estos trallazos de demoledora protesta urbana con los delicados tiempos que vivimos ahora, donde una y otra vez se contemplan abusos de poder hacia la población negra norteamericana. Narrativamente, la muerte de Rodney King sirve como punto de inflexión en la película que conecta pasado y presente, realidad y ficción (Straight Outta Compton parece a veces muy consciente de que está contando una historia idealizada de un grupo que, producción ejecutiva de Ice Cube mediante, se ahorra muchos de los comportamientos y declaraciones que avergonzarían hoy a sus propios protagonistas, algo más maduros y con mucha más perspectiva).

Pero por otra parte, Straight Outta Compton no se ahorra ni uno de los tópicos esperables en una biografía de estrella del pop. Managers maquiavélicos, despilfarro en forma de drogas (por desgracia, un tema sobre el que se pasa de puntillas en la película, pese a que la vida de proto-gangsta de la banda apunta a que no escaseaba) y sexo loco (al que aquí se achaca del SIDA que contrajo Eazy-E, descartando por desgracia jugosas teorías conspiratorias)… todo lo que se espera de una biografía oficial de una banda de rock, está aquí. Porque NWA, a su manera, fueron una banda de rock.

Del mismo modo que Straight Outta Compton funciona a la perfección a la hora de trazar la correlación entre la violencia callejera, cotidiana y de tintes racistas de entonces y de ahora, no funciona tan bien a la hora de plasmar los vasos comunicantes que palpitan entre artistas, la música que hacen (por qué escogen cantar hip-hop y por qué esa música es cómo es, por qué Dr. Dre samplea a Charles Wright y a James Brown y no a Elvis o a Phil Collins) y la realidad que les define. Por supuesto, entra en detalles muy meticulosos acerca de cómo cada uno de ellos comete pecados muy específicos y después consiguen la redención de un modo distinto (aquí se redime hasta el apuntador, al menos mientras sea negro), pero quizás el film se queda corto a la hora de explicar por qué impactó tanto y qué significó la banda, más allá del típico montaje resultón de imágenes de éxito.

Straight Outta Compton, pese a quedarse a medio gas para quienes estamos en la eterna búsqueda de ese Santo Grial que son los biopics musicales que hablen de Música y no de algo hipócritas fábulas morales acerca de cómo Ganar Pasta Haciendo Música, no está en absoluto carente de valores. Posiblemente porque la época que retrata no ha sido reflejada en el cine siempre tan cuidadosamente como habría sido deseable. Contemplar cómo se logra aquí sin excesivos reparos es todo un logro. Los actores que encarnan a los protagonistas (O’Shea Jackson Jr. hace de su propio padre, Ice Cube) están muy en su papel e incluso se atreven a regrabar los temas originales de NWA para dar verosimilitud al asunto: es decir, todos los aspectos formales de un biopic musical de altos vuelos rozan la perfección.

Pero un biopic oficial es, por definición, incompleto y parcial, y ahí también están los peores pecados de Straight Outta Compton. Está claro que NWA surgió como una reacción a según qué abusos, y que Fuck tha police es el grito de una generación, pero la película no entra a discutir si la estética y la filosofía gangsta, que NWA contribuyó a masificar, no es parte de los problemas de violencia racial en los noventa. Los chicos del barrio que consumen droga y llevan armas siempre son los otros, los secundarios malos que rodean a los héroes, pero quizás las letras de Ice Cube, la agresividad estética del grupo, los videoclips glorificando la vida carcelaria, el glamour de la delincuencia y el abuso a las mujeres (aquí solo se salvan las madres de uno y las madres de los hijos de uno)  hayan contribuido, en un momento dado, a que los problemas raciales no se solucionen. La película hace algo peor que no discutirlo: no mencionarlo.

Aún así, Straight Outta Compton es, en términos generales, un biopic muy valioso. Sabe, sin verbalizarlo de forma explícita, dejar claro cual es el legado de NWA y para qué han servido sus temas. Y aunque su estructura es, una vez más, la de ascenso y caída, como si no hubiera trayectorias artísticas que difieran de esa convención narrativa, sabe sobreponerse a ello gracias a una forma de contar las cosas clara, directa y sencilla, y un trío de protagonistas atractivo y bien definido. Straight Outta Compton está lejos de ser el biopic musical definitivo, pero como acercamiento a una época de la música popular que no ha sido lo suficientemente estudiada, cumple de sobra su cometido.

Publicidad

Straight Outta Compton

Año: 2015
El biopic musical más taquillero de todos los tiempos es un reflejo de los primeros tiempos del hip-hop más peligroso y callejero, pero tiene mucho que enseñarnos sobre el momento actual.
Director: Dirección: F. Gary Gray
Guión: Guión: Jonathan Herman, Andrea Berloff
Actores: Intérpretes: O'Shea Jackson Jr., Corey Hawkins, Jason Mitchell, Neil Brown Jr., Aldis Hodge