Fixion, el último trabajo de Trentemøller, suena contundente, oscuro y bailable, recuerda a ratos a The Cure, Joy Division, The Soft Moon y Cocteau Twins. Te sumerge y captura, invitándote a escucharlo al completo y sin cortes.
Es bastante raro, por no decir casi imposible, que un álbum al completo sea una auténtica delicia, tanto que no puedas parar de escucharlo, una y otra vez. Sin saltarte ningún tema, porque todos ellos tienen mucho que contar. El LP es en sí una historia con un comienzo, un desarrollo y un final, lo que habitualmente denominamos disco “redondo” y no por su forma, sino por su contenido sonoro.
Estose percibe con Fixion, cuarto álbum del danés Anders Trentemøller, publicado por In My Room. Desde el primer corte, Open Eye Open hasta la maravillosa y etérea Where The Sthadows Fall, este LP no te deja hasta que no lo engulles por completo, hasta que no lo escuchas mil veces seguidas.
La magia de Trentemøller consiste en saber combinar lo contundente y bailable, en mezclar bajos que recuerdan a The Cure, Joy Division, The Soft Moon y Cocteau Twins, con temas instrumentales y puramente electrónicos como Sinus, donde muestra su pasión por la oscuridad sonora, esa que incluso invita al recogimiento interno y al silencio y susurra “sólo escucha y siente”.
Justo cuando ya has entrado en el mundo de Anders y estás a oscuras, dentro de un paisaje con cierto halo tenebroso y un punto de luz, llega el primer single de este magnífico disco, River in Me, donde podemos escuchar a una de sus musas, Jehnny Beth, vocalista de la banda londinense Savages. Es esa fuerza vocal, unida a un punto electroclash y canalla lo que hace al oyente saltar y ponerse a bailar.
Y es que Fixion no pierde el punto de ser un álbum creado para el uso, disfrute y goce personal. Tanto, que el siguiente tema, Phoenica, siendo su base más experimental, de pronto gira para darte una bofetada sonora, una de de esas que tanto nos gustan a los masocas de la música, a los enfermos que necesitamos desde el primer momento del día hasta el último, escuchar notas encadenadas.
Para el refrote es My Conviction, interpretada por su ya conocida colaboradora Marie Fisker (también protagonista del segundo single, Redefine), con un punto trip hop que recuerda a Massive Attack o incluso a Portishead. Sí, este álbum está llenito de referencias musicales, algunas más reconocibles que otras, pero todas ellas impresionantemente bien elegidas, construyendo un discurso de luces, sombras y madurez sonora.
El disco se cierra con November, Spinning, Circuits y, por fin, Complicated, uno de mis temas preferidos. Quizás por el romanticismo que despierta o porque de nuevo aparece nuestra salvaje londinense al micrófono. Lo cierto es que siendo un tema que se aproxima más al pop es igualmente adictivo.
Fixion es como una droga: una vez que lo escuchas no puedes dejar de ponerte ese “chute” diario en forma de canción hasta caer rendido a él, tal y como hice con el último track, el que cierra este LP de diez, Where The Shadows Fall, que cuenta con la voz onírica y casi de cuento de Lisbet Fritze.
O sea, que se ha pasado al pop.
Una lástima.
Darek, tu si que eres una lastima