Cuando los superhéroes se jubilan: la importancia de ‘Vengadores: Endgame’ para el género

El retiro de los superhéroes

Si crees que nunca te jubilarás, no eres la única persona que lo piensa: los superhéroes viven en un presente constante, con unas circunstancias que varían lo justo para seguir igual. Pero, de vez en cuando, se consigue lo imposible y les vemos retirarse o morir en acto de servicio. En CANINO repasamos qué ocurre cuando un superhéroe se jubila y por supuesto, hablaremos del hito que ha supuesto Vengadores: Endgame a la hora de afrontar este argumento.

Alerta de destripe: aunque Vengadores: Endgame ya ha sido vista por la mitad de la humanidad (y por un hombre 202 veces), es posible que seas uno de esos pocos seres humanos que aún no la ha visto, bien porque acabes de despertar en un búnker tras veinte años pensando que ha habido una guerra nuclear, bien porque no quisiste ir al cine o alguna excusa similar. Por eso te pedimos proceder con cautela. 

Porque nos temíamos que iba a suceder y así ha sido: la nueva película de los Vengadores termina con un par de titulares muertos y otro jubilado, en lo que puede ser un hito si lo piensas un poco. Pero como ya has visto por el titular y la entradilla, aquí no hemos venido a hablar sólo de la película, porque el terreno de la junilación superheroica ya había sido abordado en los cómics…

Conservados en viñetas

Pese a que el superhéroe más veterano, Superman, tiene 81 años y que los pijameros más conocidos están en una edad respetable, las historias sobre su retiro no están contempladas. Puedes leer mil veces el origen biológico o la carrera justiciera de cada uno, que sin ir más lejos se ha publicado un Superman: Año Uno a mediados del 2019, pero eso de las últimas aventuras es más difícil de encontrar. 

Miller y John Romita Jr.

Y es que, si los superhéroes pretenden ser avatares, los editores entienden que no es agradable para todo el mundo explorar la propia mortalidad o el proceso de envejecimiento. O puede que también tenga algo que ver lo contraproducente que puede ser cerrar una franquicia con potencial. Como dije en la Guía de Iniciación a los Superhéroes, las principales editoriales prefieren que los personajes estrella pasen por reinicios y mareos de todo calado para mantener un status quo, una intemporalidad que oculte el paso del tiempo, al lector y al propio personaje.

No te voy a mentir: la historia de muerte y retiro contada en Vengadores: Endgame ya se ha contado otras veces en los cómics, pero siempre que se han explorado los últimos días de un superhéroe ha sido como algo especial y, casi siempre, de manera hipotética. Hay dos razones para ello: la primera, por todo lo que os he contado sobre envejecer y morir; la segunda, por no coartar a otros guionistas que trabajen después en el personaje. De modo que, antes de volver con la película y loar por qué tiene una importancia capital y cambia la percepción que tenemos de estos personajes, es mejor que repasemos por encima cómo y por qué se habla en los cómics de antaño de muertes y retiros.

Descansos obvios, finales omitidos

Al margen de historias imaginarias sin validez, el (involuntario) pistoletazo de salida al concepto de jubilación superheroica se produce cuando DC se saca de la chistera el multiverso para explicar la falta de envejecimiento de sus personajes, así como para abordar la existencia en paralelo de distintas versiones de un superhéroe, como Green Lantern (nacido en 1940, modernizado en 1959) o Flash (1939/1956). 

En 1961, se publica la historia El Flash de dos mundos, que narra cómo el nuevo velocista escarlata se encuentra con su primera iteración. La explicación de por qué estos dos Flashes nunca habían cruzado sus caminos hasta entonces es que viven en tierras distintas, separadas por frecuencias vibracionales. A partir de ahí se establece que hay una Tierra 2 poblada por los superhéroes creados desde el nacimiento del género en 1938 y para los que ha pasado el tiempo, y una Tierra 1 con las nuevas versiones de Green Lantern, Flash y las actualizaciones de iconos como Superman, Batman o Wonder Woman.

Pese a que se exploran aspectos de esa Tierra 2 (y más tarde de otras Tierras, que aquello fue abrir la puerta de un aleph deceita), y se llegan a conocer versiones envejecidas de superhéroes clásicos, en ningún momento se cuenta la historia definitiva de sus héroes principales, esa que les lleva al retiro o la muerte.  Con una concesión al implacable paso del tiempo, en un medio hasta entonces marcado por su inmutabilidad, basta.

Respecto a la competencia, muchos años después de aquella historia de Flash, el Universo Marvel se valdrá de triquiñuelas para comprimir el tiempo pasado en sus viñetas, o de justificar el no envejecimiento de sus héroes. Para ellos, el truco de las distintas tierras no les vale y, como veremos, se librarán de una buena al hacerlo, aunque tendrán que recurrir al ingenio.

Mundos morirán y nada volverá a ser lo mismo

El fan morboso tendrá que esperar a los años ochenta para conseguir un final de fiesta auténtico con la maxiserie, evento, tomazo que hará que odies los superhéroes si es tu primera lectura del género: Crisis en tierras infinitas, con guión de Marv Wolfman y dibujos del ya retirado George Pérez. Las Crisis barren hasta cierto punto el confuso lío de fechas y tierras paralelas de DC, reinician las colecciones principales, cierran unas cuantas por el camino y cuentan con Barry Allen, el Flash de 1956, y Supergirl como sus víctimas más notorias. Otras, como el mago Zatara, pues no importan tanto (#JusticeForZatara).

Sincronicidad o es que algo se nota en el ambiente, porque en esta década de moda horrible y Verano azul, el cómic de superhéroes mainstream empieza a evaluarse a sí mismo, ya que hay un nuevo relevo generacional entre los autores. Estos dejan de ser veteranos que estuvieron ahí desde el albor de los súpers y son lectores de segunda y tercera generación. Unos lectores, por cierto, que no sólo se habían empapado del cómic de superhéroes de toda la vida, también de cómics marginales y/o paródicos, desde el Superserdo de Gilbert Shelton al Superduperman aparecido en MAD.

Los nuevos autores quieren aportar su grano de arena, pero también cuestionarse todo lo que se ha leído hasta entonces. Ponen un espejo delante del género y, como pasa con cualquiera que se mira más de dos minutos en uno, las ideas de muerte y decadencia no tardan en aparecer.

El retiro de los mejores del mundo

La deconstrucción se hace desde varios frentes. Crisis revela que los héroes pueden morir y quedarse muertos; La Liga de la Justicia de los ochenta, con su tono de comedia, que merecen chistes a su costa por el entorno ridículo en el que viven. Pero los mejores ejemplos de nuestro tema, del retiro o aventura final de un superhéroe, están protagonizados por dos de los superhéroes más conocidos del mundo y la serie limitada (¿novela gráfica?) más alabada de la historia. 

Porque, ¿y si te dijera que Superman se ha retirado DENTRO de la continuidad DC? En una historia que fue canon durante un breve período de tiempo, lo que te duran unas Crisis en Tierras Infinitas, Superman sufrió su última gran aventura y colgó la capa. Eso es lo que nos cuenta ¿Qué fue del hombre del mañana?, con guión de Alan Moore y dibujos de Curt Swan, veterano artista del kriptoniano desde 1948. La historia narra cómo una sucesión de ataques a Superman y una alianza entre Luthor y Brainiac amenaza la existencia del superhéroe, sólo para revelarse que el villano detrás de todas las desgracias es Mr. Mxyzptlk, un duende de la quinta dimensión que hasta entonces era cómico, en tanto que se dedicaba a hacer trastadas y la única forma de vencerlo era obligarlo a decir su nombre al revés.

Podría haber insertado la portada original o la de alguna reedición, pero prefiero tirar de nostalgia ya que estamos hablando del paso del tiempo.

La elegía termina con Superman exponiéndose voluntariamente a la kriptonita dorada, que le convierte en un humano normal para siempre, después de romper su juramento de no matar nunca al desintegrar a Mr. Mxyzptlk. Llamada de atención a Zack Snyder y acólitos: éste es el espíritu de Superman. El propio Moore, después, terminaría su saga de la Cosa del Pantano con el personaje retirado en su refugio natural, abandonada la idea de salvar el mundo para evitar que se abuse de su poder sobre la naturaleza.

En cuanto a Batman, la serie de cuatro libros El regreso del caballero oscuro, de Frank Miller, narra la última aventura de Bruce Wayne, traumatizado por más de cuarenta años haciendo de superhéroe en la que sería su aventura definitiva: un enfrentamiento contra el Joker, contra unos pandilleros que se hacen llamar mutantes y, como colofón, contra un Superman que es títere del sistema. Y mientras que la historia de Alan Moore sí entraba en la continuidad (repito, en lo que duró dicha continuidad y reiniciarse con la Crisis), la calidad indiscutible de este trabajo llevó a DC a ser incapaz de confirmar o desmentir durante años si Batman, en algún momento, se dirigiría a aquella historia o por el contrario encontraría otra forma de jubilarse. 

El Regreso del Caballero Oscuro de Frank Miller

Por último, Watchmen, de Alan Moore y Dave Gibbons, aborda su propio universo superheroico y lo culmina con una victoria pírrica de los héroes, que son incapaces de detener una matanza provocada por uno de ellos, Adrian Veidt alias Ozymandias, con el fin de evitar una Tercera Guerra Mundial. Al final, Rorsach es desintegrado, el resto de pijameros se disuelve en vidas poco ambiciosas (salvo Veidt, que es muchimillonario) y el Dr. Manhattan, el único superhéroe de verdad, se larga a otra dimensión: a cuál concretamente, eso se está viendo ahora, pero ya hablaremos de El reloj del Juicio Final cuando haya terminado.

Toda esta deconstrucción se demuestra, con los años, como una demolición controlada, porque el género se apuntala con un supuesto realismo que acaba en historias cada vez más oscuras y disparatadas: tampoco te voy a insistir al respecto, pero basten estos ejemplos radiantes de que los creadores estaban empezando a plantearse, y a desarrollar de forma más continuada, cómo acabaría su carrera un superhéroe.

Por cierto: la influencia de Alan Moore, que como hemos visto se ha marcado tres tantos en este epígrafe (en una bibliografía abundante en retiros y finales), aún se sigue notando a día de hoy, algo que ya cubrimos en CANINO, claro.

Volver a empezar, para siempre

En Marvel también se permiten sus experimentos, el primero de los cuales adelantaría a DC en su abordaje de la muerte o retiro. No era de extrañar si el espíritu de Marvel siempre ha sido el tener un poco más de realismo. De modo que, antes de las Crisis o de Watchmen, Jim Starlin, artífice de la trilogía del Infinito en la que se basa Vengadores: Infinity War, realiza con ella una obra extraordinaria y emotiva. Porque Starlin tiene el talento y la sensibilidad de matar al Capitán Marvel de forma que es irresucitable: en vez de morir en acto de servicio, lo hace de cáncer en 1982. Como se trata de una enfermedad real, y el cómic es tan bonito y devastador, cualquier intento de resucitarlo banalizaría no sólo la narración, también la propia enfermedad. Bien jugado, Starlin.

Portada de La muerte del Capitán Marvel

Pero se trata de una excepción. Cuando hablamos de héroes importantes, nadie se queda mucho tiempo muerto salvo que sea en un universo aparte. En 1995, Peter David y Ariel Olivetti orquestaron La última historia de los Vengadores, en el que los villanos, con su ética del trabajo (¡no son mis palabras, son las del propio David!), arrasan con héroes anquilosados nada más empezar. 

A principios de milenio, las series englobadas bajo la marca El fin elucubran una última historia para cada héroe, de Los Cuatro Fantásticos a los X-Men, de Lobezno a Hulk, pasando por el propio universo en Marvel: El fin (renombrado ahora, hábilmente, como si fuera una historia de Thanos). Éste último incluye una pulla brillante de Jim Starlin al tropo habitual del género de que nadie se queda muerto mucho tiempo: Thanos, convertido en un dios omnipotente, descubre que la falla crítica del Universo, la que lleva a la aniquilación, es que la muerte tiene puertas giratorias. De modo que se sacrifica para reiniciar el Universo con la condición de que quien muera, se quede así.

El despiporre de Marvel: El fin

Se entiende la postura de Starlin (y que no se le hiciera mucho caso después) porque, en la continuidad tradicional de Marvel, el cachondeo es el habitual: al Capitán América le ha fallado el suero de supersoldado varias veces; Iron Man llegó a traicionar a sus compañeros, fue sustituido por una versión más joven y hasta ha vuelto en forma de Inteligencia Artificial; Lobezno ha regresado hace bien poco de una muerte por recubrimiento de adamantium. Cada héroe tiene su decadencia y su regreso. 

El único ejemplo de permamuerte de alguien capital para la compañía parecía la del Peter Parker del Universo Ultimate, que la espicha siendo un tardoadolescente en 2011 y es sustituido como Spider-Man por un joven latino llamado Miles Morales. Un movimiento atrevido sí, pero dentro de una línea que estaba languideciendo ya por entonces y que había perdido audiencia y relevancia. Y ni por esas duró: alguien en la Casa de las Ideas se debió arrepentir y resucitaron a Peter para darle un final con Mary Jane antes de que su universo colapsara en 2015.

Los superhéroes no mueren, cierran los ojos entre viñetas

Por otro lado, tampoco es que el tiempo tenga valor dentro del Universo Marvel. Como si el devenir de los años o sus consecuencias fueran una enfermedad, las historias mutan para tapar problemas de ambientación y explicar, por ejemplo, cómo es posible que Nick Furia participara en la Segunda Guerra Mundial y siga vivo. Si te lo preguntas, lo hizo un mago una fórmula que le mantiene joven. A día de hoy, se estima que ha pasado poco más de una década desde que Los Cuatro Fantásticos obtuvieran sus poderes.

A pesar de que, en los cómics, las Secret Wars de 2015 pudieron haber sido un reinicio desde el que borrar ciertas líneas argumentales (literalmente: en el evento de Jonathan Hickman, los 4 Fantásticos recrean la realidad), lo cierto es que no fue así y el universo Marvel común, que ha evitado Crisis y Convergencias como hace DC, se mantiene como una única línea caótica y cada vez más embarullada.

El retiro de los superhéroes: sea por defunción, por jubilación o por agotamiento, los superseres también cuelgan la capa. Pero hay mucho más detrás de este concepto: universos que se reinician, y el auténtico sentido de VENGADORES: ENDGAME.

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El secreto para morir

Lo que tenemos aquí es que ni DC ni Marvel están interesados en matar o retirar a un personaje popular y dejarlo así en sus narrativas principales. La telenovela debe seguir y la ilusión de inmutabilidad no puede caer: como mucho, habrá temblores controlados y alguna sacudida que terminará con la reafirmación del status quo

En el mundo cinematográfico hemos visto algo parecido: aunque cada reinicio de una franquicia sea una puñalada (Spider-Man) o un alivio (ay, X-Men, dormid bien), también sirve para conjurar los fantasmas mencionados al principio, los del tiempo y la muerte. Las adaptaciones a cine tienen dos bombas ocultas que iconos como Batman o Superman han sabido desactivar, no por pericia, sino por la torpeza corporativa y los reseteos de cada franquicia. Bombas que se van a comer los personajes del Universo Cinematográfico de Marvel.

La primera bomba es que las historias, en el cine, son siempre el día más importante en la vida del protagonista. Por eso nos frustran esas películas que no llevan a nada o que sugieren, pero no muestran, eventos mucho más importantes que los plasmados. Esto significa que nada de historias de transición y, en una saga con más de veinte películas a sus espaldas, cada vez es más difícil esquivar la falta de urgencia o la intrascendencia. Súmale ahora series de televisión más imbricadas en su universo que los tenues lazos de las series de Netflix o el puro escupe-nombres de Agentes de SHIELD, como serán las futuras Wandavision, Loki o Falcon y el Soldado de Invierno.

La segunda bomba es que, al narrar dentro de un mismo universo cohesionado, con los mismos actores, el fin es inevitable.

Trampa 22 del cine de superhéroes

Por un lado, quieres que las películas de superhéroes sean lo más parecidas al cómic y que todas, con sus más y sus menos, sean un engarce de una cadena más grande. Para ello, tienes que atar a los mismos actores, sobre todo a los principales, para que la ilusión de coherencia no se pierda. Por el otro, el tiempo pasa y los actores envejecen, de tal modo que si quieres coherencia, tendrás que parar o reiniciar el relato que tienes en marcha, algo que no has hecho ni siquiera en los cómics y de forma tan agresiva como DC

Tu futuro está lleno de superhéroes y no lo sabías

Que sí, que Marvel parece tener todo previsto para los próximos cuatro o seis años, pero sigue siendo un plan a corto plazo comparado con, bueno, las vidas de cualquiera de nosotros. De momento, ya tenemos un UCM que no volverá a ver a los Iron Man y Capitán América originales salvo en flashbacks. Y es que Vengadores: Endgame supuso un hito más grande de lo que pudimos imaginar en su momento. Introdujo, en la narrativa principal, la desaparición de dos bastiones de la compañía que no hay forma de recuperar. Y hay que recordar que, en términos culturales, el UCM es un universo de importancia y de dimensión comparable al cómic. 

Como hemos visto, la idea de muerte y retiro de un superhéroe ya estaba presente en los cómics desde hace décadas, pero lo de Endgame va más allá: en un cómic puedes sacarte cualquier triquiñuela, pero en la vida real tienes que arrastrar al actor y meterle en el set. También va más allá de la saga de Batman de Christopher Nolan, donde sólo había un héroe titular y la narrativa era hermética, de modo que el héroe interpretado por Christian Bale puede retirarse a Italia junto a Anne Hathaway: aquello tuvo un impacto en los fans y una indudable influencia estética y temática (las series de DC viven de ello), pero en el propio género de superhéroes sólo ha sido un capítulo más.

Corre contra el tiempo

La última película de los Vengadores nos ha recordado que, al hacer de carne y hueso estos personajes, va a tener que prescindir de ellos tarde o temprano, pero su insistencia en seguir adelante hace impepinable que se venga un punto crítico. Repite conmigo, que a mí me suena a extraterrestre dada la actual popularidad de los personajes: no va a haber más películas de Iron Man o Capitán América en la próxima década. 

¿Veremos morir o retirarse a todos los héroes de Marvel? Como no les veo capaces de hacer un reinicio sin explicaciones de por medio, quizás se saquen una amenaza que obligue a empezar de nuevo el universo con actores más jóvenes: una suerte de Secret Wars que sí sacuda la narrativa a fondo y reorganice su cronografía e imagen, al contrario que en los cómics. Para colmo, Spider-Man es, de lejos, el personaje más popular que tenían para encabezar el futuro: el más simpático y alegre, protagonista de una indiscutible gema de su ya de por sí sorpresivo catálogo. Está llamado a convertirse en un nuevo bastión, como Iron Man, pero los dimes y diretes de Marvel y Sony pueden sacar al arácnido del UCM en menos de lo que tardas en decir “Galactus”.

Superhéroes dándose de tollinas en el espacio: un mural

Más allá de la singularidad 

En el ámbito de la tecnología (aunque está prestado de la Física), se asocia el término de singularidad al punto a partir del cual es imposible hacer predicciones. Y creo que en Universo Cinematográfico de Marvel (y puede que en el propio género de superhéroes) hayamos alcanzado esa singularidad. ¿Qué pasará ahora? Hace años, cualquier analista o filósofo habría vaticinado un final de ciclo para el género de los superhéroes en general, y del UCM en particular, con Vengadores: Endgame, por su condición de catarsis a once años de narrativa y por la magnitud de su escala. Pero Spider-Man: Lejos de casa como filme más taquillero de Spider-Man ha venido a negar ese punto. Habrá que comprobar las siguientes recaudaciones, pero todo indica que nos hallamos en territorio inexplorado.

Mientras DC no ve tan claro ese final al abrazar la narrativa episódica y compartimentada de sus personajes, en Marvel la idea del declive está plantada y juro que soy incapaz de pensar en que vayan a adaptar una trama aún más grande e importante que las Gemas del Infinito en su futuro. Kevin Feige, cabeza pensante del estudio, niega que eso ocurra pronto. Hasta que se demuestre lo contrario, la sensación que tengo es que la fiesta ha acabado, las luces se han encendido y estamos bailando sin música. 

El marronáquer que tiene encima Kevin Feige no es ni medio normal.

Las películas de vaqueros tardaron décadas en languidecer y las razones de su caducidad van desde los cambios en la sociedad al propio sistema de producción de Hollywood, pero ningún western tuvo la popularidad, a lo ancho del mundo, que gozan los superhéroes. Porque estos son algo más que personajes: son marcas registradas, con conglomerados enormes detrás que harán lo posible por retrasar que se pase la moda. Protagonizan películas, cómics, libros y videojuegos; sus poses pueden empapelar una casa desde la pared hasta la cubertería.

Así que quizá no es justo comparar a superhéroes y vaqueros. Quizá haya que pensar en otra analogía que pueda justificar la permanencia de los pijameros aun cuando parezca que ya está todo contado, que han muerto todos y que sus espectadores ya han tenido su clímax generacional. Dime, ¿en algún momento se ha dejado de beber Coca-Cola?

El western no ha conseguido reverdecer laureles, ni siquiera con más millones y espectacularidad

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