‘Doctor Who’ es doctora: un cambio para permanecer fiel a sí mismo

Una de las constantes de la serie Doctor Who ha sido el cambio de intérprete de su personaje principal a través de los años, bien por decisión propia o acompañando a cambios del equipo creativo. La marcha de Steven Moffat, el segundo productor que más tiempo ha estado encargándose del destino del Doctor de Gallifrey auguraba una nueva regeneración. BBC aprovechó la final de Wimbledon para revelar al mundo la nueva cara del Doctor: será Jodie Whittaker, primera mujer en encarnar el papel. Un motivo para la controversia entre aquellos que no han estado prestando atención a la serie tanto en su intencionalidad como en su canon.

Imagino que lo primero que uno puede pensar al saber que una mujer será la próxima encarnación del Doctor es: «mucho han tardado». Y será cierto. Ya llevaban tiempo dándole vueltas a la idea. Tanto que el propio Moffat jugó en 1999 con la idea en The Curse of Fatal Death, un especial cómico para el Red Nose Day en el que, además de Rowan Atkinson, tomaban la apariencia del Doctor una buena cantidad de rostros conocidos. Incluido el de Joanna Lumley. Un chiste final a propósito de Ab Fab que dejaba una puerta abierta para el debate posterior. Cierto es que en aquel entonces la serie estaba cancelada y que el desastre de telefilme que tres años antes había intentando americanizar la franquicia parecía haber acabado de dar carpetazo a una de las más exitosas propiedades de la BBC. Pero ya se había sembrado la semilla.




Los intentos para que llegara la primera versión femenina del Doctor encontraron una primera línea de resistencia en la afirmación categórica de algunos fans de que nunca se había dicho que los Time Lords -y Ladies- pudieran cambiar de sexo. Aquellos a los que habíamos visto hasta el momento -el protagonista de la serie, pero también The Master, Romana o la Rani- habían permanecido fieles a su sexo en sus sucesivas encarnaciones. Y, sin embargo, la historia de la serie parecía favorecer ese cambio.

La misma esencia del personaje, el secreto que le ha permitido mantener la serie en emisión durante tantas décadas, es esa posibilidad de mantener su esencia y, a la vez, irse transformando en diversas regeneraciones que pueden funcionar como reencarnaciones. Siempre quedan restos de memoria de las anteriores, pero también cambios totales en gustos y maneras, lo que parecía facilitar que en algún momento el Doctor acabaría dejando de ser un señor blanco. La duda era por dónde llegaría ese cambio que tanto podría renovarlo. Muchos sospechábamos que lo primero sería un Doctor pelirrojo, pero la noticia de que tendremos a una mujer interpretándolo no deja de tener sentido.

Bien es cierto que durante sus más de cincuenta años de historia hemos visto historias y personajes de todos los tipos y colores. Pero igual que la lamentable etapa con John Nathan-Turner de productor tuvo una notable cantidad de personajes femeninos reducidos a poco menos que caramelos para que los padres que veían la serie tuvieran algo de lo que alegrarse -con el ejemplo más notable de Peri- lo importante es que antes de ellas habíamos tenido a Sarah Jane Smith diciendo que «No hay nada de ‘solamente’ en ser una chica« o a la Doctora Liz Shaw diciéndole al Brigadier que dejaba de ser la acompañante porque todo lo que buscaba el Doctor era «alguien que le pase los tubos de ensayo y le diga lo listo que es«. Y, por supuesto, a su primera acompañante adulta, Barbara Wright, que se enfrentó a él recriminándole «¿Cuál es el sentido de viajar en el tiempo y el espacio si no podemos cambiar nada?«.

Una línea de mujeres fuertes que, como sabemos, la serie no siempre ha sabido honrar, pero que nunca se ha detenido. Cuando intentaron recuperar la dignidad del Doctor -ya en su séptima encarnación- fue no solo enfrentándole a una gobernante parecida a Margaret Thatcher, sino también y sobre todo dándole a una de las grandes acompañantes de la serie: Ace. Y cuando la serie se reanudó en 2005 supo olvidarse de la reciente tendencia a la romantización de la relación de estos personajes con la aparición de la inigualable Donna Noble.

Doctor Who

Sin duda habrá quien piense que esto puede ser una tontería, que para eso lo mismo el Doctor podría haber intentado acercarse a Frobisher, que en realidad no están tan fuera de contacto con las generaciones recientes como parecemos empeñados en repetir los críticos y que su sangrado de espectadores se debe a que la cadena está tocando los horarios y no a que cada vez menos gente esté dispuesto a soportar las rancias rutinas de Moffat.

Peor aún, habrá quien crea que esto se hace solo como maniobra publicitaria recordando que la marcha de Russell T. Davies dejó a la serie con una media de ocho millones de espectadores y habiendo batido casi todos sus récords de audiencia, mientras que ahora Moffat pasa el testigo rondando los cinco. De momento y aún por el lado de fuera. Pero también tras toda una serie de polémicas que han empañado la idea integradora que había mostrado RTD al regresar con la serie y mostrarnos minorías, relaciones interraciales y personajes de sexualidad diversa. No es que aquella fuera una época sin fallo alguno, por supuesto, pero se notaba ese intento de mejorar que siempre ha sido una parte integral de la serie. Así que sí, esto forma parte de un intento de relanzar la serie con un nuevo showrunner, Chris Chibnall, y también un nuevo reparto. Pero ese intento de estar a la altura del tiempo con esta idea en particular ya se tanteó en la propia etapa de Moffat, y está claramente unida a una voluntad progresista rastreable a su misma creación y a la magnífica labor llevada a cabo en aquellos primeros tiempos por la productora Verity Lambert, una de las responsables directas de la creación de la serie, para que esto se convirtiera en una de las señas de identidad de la misma.

La mujer como conciencia del doctor

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Si Lambert ayudó a que la serie fuera mucho más que el entretenimiento didáctico que originalmente parecía destinado a ser –protegiendo la serie con la indispensable ayuda del enorme éxito de los Daleks entre el público generalista y buscando la manera de que fuera una creación reflexiva tanto en sus lecciones de historias como en sus reflexiones sobre el futuro- también hizo todo lo posible para que la réplica al Doctor se la diera una mujer. En esa configuración original de los primeros Doctores, el representante masculino joven era el músculo, el Doctor el cerebro y la mujer era no solo la víctima propiciatoria, sinotambién muchas veces la conciencia. De ahí que, incluso cuando la organización social pre-existente se imponía a los deseos de progreso de la serie con las consiguientes trifulcas, siempre se acabara regresando a esa idea de mejora que ha acabado dando esta apertura de la diversidad en el protagonista.

Tan propia de la serie es que el camino se ha ido preparando poco a poco haciendo canon ya en la época de Moffat: los Time Persons pueden ser Lords o Ladies según les dé. Primero con un diálogo en el episodio The Doctor’s Wife en 2011. Una historia -ganadora, por cierto, de un Premio Hugo– escrita por Neil Gaiman que mencionaba a The Corsair, del que se decía que unas veces se regeneró en hombre y otras en mujer. A partir de ahí, y con la puerta ya abierta, se pasó a hablar de él mediante un ejercicio de retrocontinuidad en la adaptación a novela en 2012 de Shada, el nunca terminado de rodar serial de 1979 de Douglas Adams, estableciendo y reforzando en el Universo Expandido de la serie esta misma historia. Y yendo un paso más allá, en 2014 nos mostrarían a una peligrosa enemiga del Doctor con el nombre de Missy que acabaría siendo descubierta como una nueva encarnación de uno de los más clásicos villanos de la serie: The Master. Una serie de hechos desperdigados durante más de un lustro para llegar al punto en el que estamos ahora.

Contamos con el canon de la serie, contamos con la intencionalidad propia de la misma y parece que también con su uso para marcar un cambio en la misma tras siete años de Moffat ofreciéndolo como ejemplo de todo lo que significan las regeneraciones. No hay, por tanto, ningún motivo razonable para no alegrarse con este cambio que intenta recuperar las esencias incluso aunque todo lo demás cambie. Una tarea tan propia para el Doctor como invertir la polaridad del flujo de neutrones.

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