Nadie osará no reconocer a The Big O como una de las mejores voces de la música americana de todos los tiempos. El hombre de negro (el de verdad, el auténtico, nada que ver con cierto personaje de la televisión nacional, que, por cierto, ¿de dónde coño ha salido?) no paró de grabar durante más de treinta años. Ahora, al fin, aparece su trabajo perdido y deseado: One of the lonely ones.
El pasado cuatro de diciembre se publicaba la mastodóntica antología Roy Orbison: The MGM Years, un mostrenco formado por los catorce trabajos que el fenómeno de Vernon grabó para la casa, prácticamente la mitad de su discografía. Entre There Is Only One Roy Orbison (1965) y Milestones (1973) pasaron ocho años, catorce discos y 152 canciones sublimes.
Hablar de una recopilación como esta, más allá de una remasterización (espectacular, ojo) y un súbeme un poco esos agudos, no sería nada del otro mundo… salvo que dicho volumen incluye One of the lonely ones, el disco “perdido” que grabó a mediados de 1969 para finiquitar su trabajo con la compañía.
Y es un disco muy especial por varios motivos, aunque ninguno de ellos tenga tanto peso como encontrarnos con algo más de media hora de buenísimas canciones de Orbison que jamás habíamos escuchado. En 1969 Orby ya había perdido a su primera esposa, Claudette, en un trágico accidente de moto y a sus dos hijos en un incendio mientras estaba de gira. Para no morir de pena, cogió su guitarra y entró en el estudio, donde grabó una docena de hits que no verían la luz hasta el pasado cuatro de diciembre.
One of the lonely ones comienza con el clásico You’ll never walk alone que se escucha en Anfield cada domingo, encarrilando joyazas inéditas como el rotundo Say no more, un tema por el que habría matado nuestro Raphael; Sweet memories, épica marca de la casa o Laurie, otra de esas mágicas tonadas dedicadas a alguna jovencita que en su ecuador se muestra tan moderna que asusta. Mención aparte para la rockera Child-Woman, Woman-Child y para el demoledor final, la tristísima, dolorosa y suicida I will always, la canción que te recuerda que las guitarras y las melodías están ahí, sí, pero que aquí el cantante lleva un dolor en el corazón que no le cabe en el pecho. No olvidemos que Orbison murió con 52 años aparentando 125.
Y ahora, después de esta brasa, te explico cómo escuchar este tesoro en Spotify, que en una brutal falta de profesionalidad, buen gusto o decoro, ha ignorado un acontecimiento como éste. No busques el título del disco, porque no lo encontrarás. Lo único que tienes que hacer es buscar Roy Orbison: The MGM Years y escuchar el disco CATORCE de la lista. Parafraseando a Pedrerol, “Así no, spoty, así no. Has quedado retratado”