El Joker es Loki: entre el caos y el fin del mundo

Después de años como villano, finalmente ha merecido una película como protagonista. Dejemos a un lado la historia que le entrelaza con Batman y acudamos a la suya propia, antes de Gotham se llamara New Amsterdam. Desde el principio de los tiempos. Cuando Joker era conocido como Loki.

Todo lo que tiene nombre, pensamos mientras inventamos nuestros mitos, existe. Parece que al nombrarlo queda delimitado en los trazos de una letra o una runa, en el sonido de su nombre al pronunciarlo. Queda registrado, controlado, y atado. Da menos miedo. Y cuando vives en un mundo permanentemente a punto del colapso, o en un equilibrio constante entre el fuego y el hielo, el Caos no es una teoría física de la que sacar camisetas. El Caos queda registrado en mayúsculas, y merecidas, porque lo contiene todo. Al mismo tiempo y en el mismo lugar.

“¿Quién, yo?”

Así, los nórdicos llamaron Loki a esta personificación del Caos. Para darle la importancia que se merecía, lo hicieron hermano de Odin. Hermano de sangre, eso sí. Era demasiado ingenioso, demasiado malvado, demasiado travieso como para que nadie lo reclamara como parte de los suyos. Más tarde, cuando va evolucionando a diosecillo travieso lo convertirán en hijo de un gigante ingenioso y una mujer flexible y bella llamada Nal, o Aguja, por aguda y punzante.

En Marvel hacen hermanos a Loki y a Thor, simplemente porque por las historias que se han conservado sobre ellos no tienen precio como antagonistas en una pareja cómica. A veces compañeros, a veces enemigos. Loki es flexible, fluido, rápido y brillante como un fuego fatuo. Traicionero como ellos. Thor es todo lo contrario. Fuerte, serio, honesto. No demasiado brillante, eso sí. El típico tipo al que hay que contarle el mismo chiste un par de veces, pero que cuando lo entiende irrumpe en carcajadas abiertas y contagiosas.

De orígenes tan desconocidos y controvertidos como el Joker que nos ocupa, Loki comparte con él rasgos muy característicos. El hecho de que sea así nos parece una de las bromas sin gracia de Loki. De las inofensivas, eso sí. Una de ellas fue cuando le rapó la cabeza a Sif, la mujer de Thor. Sin ninguna razón excepto gastar una broma. Una de las primeras acciones del primer Joker en el cine es cortar y destrozar la cara de la chica del gangster. ¿Alguna razón en particular? Podemos explorar en la psique del Joker Nicholson, pero más allá de la pura diversión -para él- no hay ninguna. Jack Nicholson encarnó a la perfección el aspecto travieso de Loki, convirtiéndolo en una caricatura de sí mismo.

Si un actor pertenece a Loki, ese es Jack Nicholson.

Joker empieza su andadura en la pantalla grande tras sobrevivir a una caída en ácido químico, mientras que en Asgaard los dioses, hartos de Loki, lo encierran en una cueva en el centro del mundo. Atado con ligaduras hechas de los nervios de sus hijos, sufre inmóvil que una serpiente le gotee su veneno en los ojos. Cuando se libere de sus ataduras, comenzará el fin del mundo. Cuando Joker emerja de la cuba de veneno, el caos se desatará en Gotham. O en el mundo conocido.

El Loki Ledger

Pasemos a uno de los mejores. En una Gotham City post-once de septiembre, fría y amenazadora como el acero, Heath Ledger se convirtió en un Joker cerebral, violento y frío, perfectamente consciente de su poder: sin nada que perder, ya no bromeaba. En uno de nuestros guiños favoritos hacia el dios asgardiano, se permitía ser misterioso sobre el origen de su cicatriz: en realidad sabíamos que fueron los enanos los que cosieron la boca de Loki, para hacerlo callar. Para que dejara de engañarlos con palabras inteligentes y agudas, retorciendo la lógica a su ventaja, como si fuera metal caliente.

En esta nueva encarnación, no era el bailarín de pies ligeros de otras historias. Era ingenioso. Frío. Hacía planes para Ragnarok. Se sabía encarnación del caos. “Solo soy un perro que persigue los coches. No sabría qué hacer si alcanzara alguno”. Una vez más, el caos por el puro placer del caos, la broma por el beau gèste.

Sus huestes estaban compuestas por hordas de hombres a quien la sociedad ya daba por muertos, como el ejercito de parias comandado por el dios que nos ocupa. Uno de sus aliados de última hora en El caballero oscuro acaba siendo un hombre con la mitad de su perfecto rostro muerto. Como Hel, hija de Loki y gobernante del Infierno para los nórdicos. A veces los paralelismos no son perfectos, pero aún así.

¿Cómo olvidar la escena en la que Joker/Loki se acerca conduciendo un camión inmenso, aterrador y oscuro, que Batman consigue parar con un alambre fino, casi invisible, pero tenso e incapaz de romperse al mismo tiempo? En Ragnarok, Loki atacará montado en la cabeza de Fenrir, un lobo inmenso, más grande que mundos enteros, y hasta entonces confinado por una cadena invisible e irrompible. Otra coincidencia, desde luego.

Llegamos por fin a la nueva Joker que se estrena esta semana, que soporta comparaciones de todo tipo: desde Taxi Driver hasta Cenicienta, si nos ponemos a comparar. En el mundo en crisis que siempre es Gotham City, por primera vez la vemos desde abajo. Desde el otro lado de las verjas señoriales de los Wayne, que siguen a lo suyo: galas, óperas, y alta política.

“Irás al baile, Cenicienta”

Nos encontramos aquí a un narrador imperfecto, roto, un personaje al que, desde su más tierna infancia, le han alimentado de mentiras. Así, a nosotros tampoco nos quedan claros sus orígenes. Podría ser un hermano del pequeño príncipe sin miedo ni reflejos que es Bruce Wayne en ese momento. Podría ser el hijo de una mujer enferma y maltratada. Como Loki, sus orígenes son oscuros y la familia que debería cuidarle y protegerle de la brutalidad del mundo -su madre, los Wayne, sus compañeros de trabajo o el presentador de un show televisivo- le decepciona. Le miente. A él, que no ha hecho sino cumplir las reglas toda su vida.

Arthur Fleck es una víctima invisible. Literalmente. En una de las escenas en las que es involuntariamente gracioso, se estampa contra el cristal de una puerta automática, cuyo sensor es incapaz de verlo. Es un escenario que nos recuerda a Taxi Driver. En una época en la que el mundo se desmorona, Arthur intenta hacer lo que se espera de él: obedecer a lo que se le dice, adaptarse, ser sociable, y seguir unas reglas que no son justas porque no puede cumplirlas. En una de las notas demoledoras que apunta en su diario y cuaderno de chistes, escribe que “lo más difícil de tener una enfermedad mental es que los demás esperan que actúes como si no la tuvieras”.

Ese cuaderno que, por necesidad, cumple una doble función es el cuerpo de Arthur: cómico sin gracia, enfermo sin ayuda, proyecto futuro. Todo al mismo tiempo. Y aguanta como puede todo lo quela vida le da, que no son más que golpes. Hasta que un día su mente, tan frágil como su cuerpo, dice «hasta aquí». Se da cuenta de que, en realidad, ya no tiene nada que perder. Que el ser invisible puede ser una ventaja, porque puedes ser cualquiera. O nadie.

Podrías incluso resucitar en el capó de una ambulancia y encabezar una rebelión contra el orden establecido, porque el Caos no solo destruye lo viejo. También construye nuevos órdenes, y nuevos inicios.

“Why SO serious?”

¿Te ha gustado este artículo? Puedes colaborar con Canino en nuestro Patreon. Ayúdanos a seguir creciendo.

Publicidad