El legado de ‘Crazy Ex-Girlfriend’ a través de (algunas) de sus mejores canciones

Imagen promocional de la serie Crazy Ex-Girlfriend protagonizada por Rachel Bloom

Lo que Crazy Ex-Girlfriend nos ha enseñado es irrepetible y su temporada final no puede quedarse sepultada en el catálogo de Netflix España. Una comedia musical que satiriza ese murmullo constante de “mi ex estaba loca” y que ha aportado mucho a la conversación social sobre salud mental.

Crazy Ex-Girlfriend (2015-2019) es una serie juzgada por su portada, la de un título que espanta por “predecir” una supuesta ficción que estará llena de tópicos y sentencias tendenciosas sobre una mujer loca que hace la vida imposible a un ex. Es “eso” pero a la vez no. La serie creada por Rachel Bloom y Aline Bros McKenna, guionista de El diablo viste de Prada (2006), toma como punto de partida una trama problemática y peliaguda para demostrar durante sus cuatro temporadas que, en realidad, es otra cosa. Una historia sobre alguien que ha sido, durante toda su vida, miserable por haber asumido un personaje que no es el propio y que, tras un acontecimiento fortuito, se abstrae de su dolor con uno de los pocos buenos recuerdos que tiene de su pasado y piensa que, si vuelve con la persona con la que vivió esa etapa, puede sentirse satisfecha con su vida.

Rebecca Bunch, el álter ego de la actriz y cómica Rachel Bloom, cuenta en Crazy Ex-Girlfriend un viaje lleno de vacío, ese por el que todos hemos pasado y por el que nos damos cuenta, mal y tarde, de que hemos vivido unos buenos años intentando contentar a los demás y autoconvencernos de que esa inalcanzable felicidad te llegará con un tercero al lado. A través de un humor consciente de la propia comedia del show y de unos números musicales trasnochados pero brillantes, la serie se revuelve contra la etiqueta y contra el estigma social de locura que les colgamos a las personas con algún tipo de problema, desorden o enfermedad mental.

Rachel Bloom como su personaje de Rebecca Bunch en un fotograma de 'Crazy Ex-Girlfriend'

Empezando por las cabeceras de cada temporada, la ficción juega con la misma estrategia que la de su título y se ríe desde el principio del juicio social a la protagonista, una abogada de éxito que se muda de Nueva York a West Covina para restablecer el contacto con su novio de la adolescencia. Con una mezcla de comedia, musical, drama y recursos narrativos de telenovela en puntuales escenas, han ido deconstruyendo los miedos y el transtorno límite de la personalidad de Rebecca, dando paso a una conversación sobre salud mental desde el punto de vista de una potente sátira.

Su gran éxito ha sido nutrirse de lo que en apariencia eran unos personajes simplones dentro del marco de una comedia facilona, para luego ir mostrando la mochila emocional de cada uno e ir desgranando la importancia de la salud mental y el propio miedo a un diagnóstico. Son tintes autobiográficos de la propia Rachel Bloom: tanto el cóctel histriónico de ser abogada, judía y tener mucha sensibilidad artística -que viene del entorno familiar y de las profesiones de los padres de la humorista- como el conflicto interno de la protagonista. Bloom ha contado públicamente que ha sufrido depresión, ansiedad y comportamientos obsesivos compulsivos.

Fotograma de la serie 'Crazy Ex-Girlfriend' con Greg y Rebecca Bunch, los personajes de Skylar Astin y Rachel Bloom

La última temporada de la serie, disponible (por fin) en Netflix España, con los meses de retraso de rigor tras su estreno estadounidense, es un auténtico caramelo que se ha servido de estrategias tan mágicas como la de traer de vuelta al personaje de Greg, que interpretaba Santino Fontana en las dos primeras temporadas, en la piel de otro actor, Skylar Astin. Así, se pone en el foco de la narración el hecho de que Rebecca, cuando vuelve su ex a West Covina, ve a una persona totalmente diferente a la que conoció con su llegada a la ciudad. Algo tan inteligente como refrescante en una comedia. “La única manera de que Greg fuera la persona con la que estoy destinada a estar es que estuviésemos en un escenario de ciencia-ficción, en un universo alternativo en el que él es una persona completamente distinta”, dice Rebecca en el momento en que se reencuentra con él, metiéndole de nuevo en el juego de la ficción de cara al gran final.

No sólo han hecho eso en la temporada de cierre, sino que también exploran, en el guión de uno de los últimos episodios de la serie, la plena consciencia de los personajes de que viven en un set de televisión. Incluso el propio elenco nos llega a informar de la fecha en la que concluirán los eventos de la serie. Una estrategia que viene de antes, ya que en el tema de apertura de la segunda temporada, Love Kernels, Rebecca dice literalmente que el vídeo de ese número musical se ha comido todo el presupuesto de producción y que ahora, al jefe de Rebecca, Darryl, lo va a interpretar una escoba.

Un fotograma de 'Crazy Ex-Girlfriend' donde se hace una broma interna con la sustitución del personaje de Darryl por una escoba

Las lecciones de Crazy Ex-Girlfriend

La cuarta temporada es el culmen del aprendizaje de Rebecca, donde termina por conocerse y aceptar que su comportamiento debe cambiar y que la terapia es un camino largo y extenuante. En esta 30 Rock (2006-2013) en la que se eliminan las barreras entre el show interno, la ficción y el elenco pasan cosas maravillosas, desde lo más surrealista a la lectura de temas que nos tocan profundamente y a los que igual no damos el suficiente espacio en la discusión pública. La creación de Rachel Bloom y Aline Brosh McKenna es un popurrí que desearíamos que no hubiese terminado nunca por el potencial incombustible de números musicales que pueden idear compositores y guionistas, con Bloom a la cabeza. Pero, como su final ha pasado un tanto sin pena ni gloria, quedando sepultado por el catálogo de Netflix, echamos la vista atrás para recordar las lecciones que Rachel Bloom, aka Rebecca Bunch, nos ha inculcado a través de algunas de las mejores canciones de la serie.

El canon de belleza

En una visita al programa Late Night with Seth Meyers, Bloom habló, entre otros temas, de los comentarios en YouTube que la llamaban gorda. El canon de belleza permitido por la sociedad es la tarjeta de presentación de su comedia, criticándolo en uno de los primeros números musicales de la serie y de los más apreciados: The Sexy Getting Ready Song. Cuando Rebecca se prepara para impresionar a Josh en su primer encuentro en West Covina, queda claro que a nosotras no se nos permite ninguna “imperfección” corporal y que nos vemos obligadas a odiar nuestro cuerpo, nuestras estrías, nuestro vello y nuestros michelines por la presión social.

El número es una parodia, elevada a la enésima potencia, que reprueba ese ritual de tortura al que se nos fuerza a someternos, con el único propósito de infundirnos la idea de que, si no hacemos eso, no seremos atractivas o deseadas. La canción empieza con Rebecca diciendo ante el espejo que quiere estar guapa para Josh, así que va a potenciar su “feminidad”.

No es el único momento en que la serie echa por tierra el refrán de “para estar guapa hay que sufrir”. También en la primera temporada, en Put Yourself First, Crazy Ex-Girlfriend habla de otra trampa social relacionada con nuestra belleza, la de de que si vamos bien depiladas y con tacones para sentirnos bien con nosotras mismas podemos sentirnos liberadas de la rueda del canon de belleza.

En un campamento de verano donde Josh trabaja como voluntario, Rebecca intenta recuperar a su yo del pasado, aquella que hacía teatro y salía con el personaje interpretado por Vincent Rodriguez III. Le sale, como siempre, todo mal, por lo que acaba haciendo migas con unas adolescentes que le dicen que nunca hay que poner a un tío por delante de una misma. Y empiezan a cantar Put Yourself First, un tema en el que se subraya también el concepto de supuesta feminidad y belleza esclavista con el verso “ponte a ti primero para él”.

Pensamientos autodestructivos

Desde la primera temporada, la comedia nos ha hablado de la inseguridad emocional de Rebecca y cómo en el pasado no se ha sentido comprendida por los especialistas y atiborrada sólo a pastillas. A lo largo de la serie vivimos las crisis de Rebecca y el leitmotiv que explica la incomodidad que siente el personaje en su piel, que no es otra cosa que la creencia de que es una persona que sólo hace cosas malas y que lo arruina todo.

La balada You Stupid Bitch es vital para entender cómo se siente Rebecca, una mujer que piensa que no es merecedora de amor, incapaz de ser “normal” y que vive en un bucle constante de autodestrucción. Una percepción de odio a uno mismo que es compartida por muchas personas en nuestra sociedad y que nos acerca especialmente al personaje, por reflejar la lucha interna de autoboicot y falta de autoestima.

No estás sola

Uno de los momentos imprescindibles de la cuarta y última temporada de la ficción se produce cuando Rebecca expresa en voz alta el agotamiento al que también te enfrentas cuando vas a terapia. De ahí, de cómo el personaje aprende que, en ese momento de su vida, no puede descuidarse, ni a ella misma ni al trabajo que ha hecho, y de cómo empieza a tratarse de forma complementaria con medicación, nace Anti-Depressants Are so not such a Big Deal.

Al volver a la consulta de la Dra. Akopian, Rebecca le confiesa que siempre ha tenido miedo de la medicación y que se siente avergonzada por no poder tratarse sin recursos químicos, como si fuera una forma de escapatoria fácil. La psicóloga le explica, en un número musical claramente inspirado en La ciudad de las estrellas: La La Land (2016), que mucha más gente de la que puede llegar a pensar toma antidepresivos para superar momentos duros y que “no es especial por sentirse triste”. La canción transmite un mensaje de normalización para mostrarle a Rebecca que no tiene por qué verse como un bicho raro y que no tiene nada malo, ni como persona ni por el hecho de tomar medicación. Por esta canción Crazy Ex-Girlfriend compite de nuevo al Emmy en la categoría de Mejor Composición Musical para una serie.

Dependencia y relaciones tóxicas

It Was a Shit Show, la canción con la que se despide Santino Fontana en la segunda temporada, no es sólo otro ejemplo de cómo juega la serie con la doble realidad, sino un resumen de la parodia que hace Crazy Ex-Girlfriend sobre sí misma, esa que empieza en el propio título del show. Lo que a Rebecca Bunch le cuesta tanto asimilar es la dependencia que también se nos impone socialmente de estar en pareja y encadenar una relación con otra, por miedo a la soledad o a sentirnos “incompletos”.

Desde el inicio, la producción ridiculiza esa idea del amor como definición de una persona y en It Was a Shit Show, Crazy Ex-Girlfriend aprovecha a su favor la confusión que puede generar la serie y establece su sentencia definitiva a las relaciones tóxicas. Pero no sólo ha generado conversación en torno a la toxicidad de las relaciones de pareja, sino que, con el personaje de la madre de Rebecca, también han tocado el tema del maltrato y la presión familiar.

El pasado siempre vuelve

Uno de los capítulos de la temporada final de la serie se ambienta en Halloween y se inspira en el tema de Bobby Pickett Monster Mash. En él se habla de nuestras peores pesadillas: las cagadas que hicimos en el pasado. Pequeñas acciones, rídiculas o incorrectas, que cometimos y de las que, cada vez que nos acordamos, nos avergonzamos de nosotros mismos.

Torpes emocionales y metepatas constantes. También mentirosos compulsivos. Números como The Cringe nos demuestran que, en realidad, los conflictos de Rebecca no son tan unipersonales ni singulares. Al margen de su trastorno límite de la personalidad, el show incide en que todos tenemos nuestras razones para entrar en una consulta psicológica. Y que, incluso, debería ser nuestro deber el hacer algo por cuidar nuestra salud mental y encontrarnos mejor con nosotros mismos. Al fin y al cabo, lo que no se nombra, no existe, y estamos muy acostumbrados a lidiar así con nuestras emociones.

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