Si hay algo que debe estar claro para los lectores de esta casa después de casi un año es que aquí se venera a Madness. No hay día que no se les escuche con devoción. Y después de tres años en silencio, han vuelto: el 28 de octubre sale a la venta su nuevo disco, Can't Touch Us Now.
En serio, poca broma con Madness: los disfrutamos en sus años mozos, cuando estábamos recién destetados, y lo seguimos haciendo. Nos ayudaron a tiernas edades a descubrir muchas cosas magníficas (a título personal: los videoclips tronados, los largometrajes de cachondeo y videoclips, el ska, la gente que sale a tocar de punta en blanco, que se puede hacer una canción tan perfecta que ni Kiss FM es capaz de chamuscarla), los veneramos cuando encadenaban números uno y también cuando fuera de UK nadie les hacía caso (su Wonderful -1999- es una auténtica maravilla, como explicamos en nuestra lista de grupos de éxito en los que no todo es éxito). Qué demonios, nos gusta Suggs en solitario, le tenemos un altarcito a los Fink Bros -¡grupo de homenaje a 2000 AD, por el amor de dios!- y hasta hemos hecho el sacrificio de verlos en directo en la puñetera ribera del río Segura, porque es que nos da igual todo si hablamos de Madness.
Y este es su primer single en tres años. Letra prototípica de la banda -la enternecedora doble moral británica puesta en solfa, estirado gentleman de día y perverso naughty boy cuando cae el sol-, videoclip que recuerda a los clásicos y en lo musical, mezcolanza de pop perfecto, power bass, aporreo de piano, saxos infecciosos y Suggs paladeando cada maldad entre dientes. Classic Madness.