A más de un lector, como si le habláramos en chino. Pero quienes se criaron con la recreativa de Konami y ese paradigma de los dibujos animados de sábados por la mañana que fue la primera serie de animación de la tortuguera marcial, saben bien a quienes nos referimos.
La primera Ninja Turtles (2014) no terminó de volvernos locos. Aquí somos muy devotos de los quelonios, pero no de todas sus encarnaciones. Nos gusta el tebeo original, claro, y alguna serie de animación, como la fantástica y reciente de Nickelodeon. Nos gustan las primeras películas como artefacto pop y porque cualquier cosa con Vanilla Ice mejora, y nos vuelve sencillamente locatis la extraordinaria versión animada de 2007, TMNT. La película producida por Michael Bay y dirigida por Jonathan Liebesman está en un término equidistante de todo eso. Pero son tortugas. Ninja. Nos tienen ganados antes de empezar, así que pese a decepciones múltiples, siempre estamos a tope con cada nueva entrega.
Y esta no pinta mal del todo. Veremos qué pasa con los personajes humanos, que era con diferencia lo peor de la primera entrega, porque en este trailer apenas salen, pero de momento la cosa no pinta mal: Run DMC atronando en la banda sonora mientras una furgoneta dispara tapas de alcantarilla. Hace su aparición Casey Jones, un secundario de largo recorrido (nació en los comics originales) de la franquicia, pero sobre todo, presenciamos el bautismo de fuego de Bebop y Rocksteady, dos enemigos clásicos de las tortugas que hacen muy bien la transición al CGI desde su aparición original en la serie clásica de dibujos animados. Aquí los tenemos haciendo el asno, arrasando con todo y poniendo por las nubes unas expectativas que luego se verán indefectiblemente traicionadas. Sigh.