[Entrevista] David López, autor de ‘Blackhand Ironhead’: «El mejor sistema antipiratería que hay, es deshacerla»

David López es uno de los dibujantes más en forma del actual mainstream americano. Su trabajo en Marvel, en cabeceras como Capitana Marvel o Lobezna, así lo demuestra. Recientemente, Astiberri ha publicado en España la recopilación de un trabajo que ha supuesto para él la vuelta a la autoría completa: Blackhand Ironhead, previamente publicada en formato digital en la plataforma de Panel Syndicate. Aprovechando su visita a Madrid, charlamos con él sobre su obra reciente y su experiencia con la publicación digital.

Gerardo Vilches (GV): ¿Cuál fue la génesis del Blackhand Ironhead, de dónde sale la primera idea?

David López (DL): No tengo del todo claro de dónde sale la idea de esta historia en concreto. Lo que sí tengo claro es cuál es el motor que me movió a hacerlo. Por un lado, cuando yo empecé a trabajar para editoriales americanas, mi carrera como autor completo en España estaba empezando: acababa de sacar Espiral: Polaroids (2002) con Planeta y funcionó razonablemente bien. Pero, claro, la llamada americana es muy fuerte, porque es económicamente mejor y porque te da la oportunidad de dibujar a los superhéroes de Marvel y DC, que es lo más. La idea original era hacerlo por un tiempo. Me pongo a ello, y lo que pasa en 2011 es que aparece El héroe de David Rubín y me doy cuenta de que se pueden hacer cosas de superhéroes muy guays, tanto gráfica como temáticamente.




GV: ¿Te refieres, quizás, a hacer superhéroes desde un punto de vista de cómic de autor, de alguna manera?

DL: Sí, más o menos… Además, cuando estaba ya trabajando con Kelly Sue DeConnick, ella estaba empezando a hacer Bella muerte con Emma Ríos. Ella estaba súper a tope con hacer obra suya, con derechos de autor. Porque eso te da toda la libertad que quieras y te permite un compromiso mayor, porque la obra, al final, es tuya. Y, con la libertad económica que me daba haber estado trabajando para Marvel durante tanto tiempo, y viendo que lo podía compaginar con hacer portadas, me puse a ello yo también. Desde el principio tenía la idea clara de que tenía que hacer el trabajo bien. Hasta entonces, me había visto a mí mismo, cuando escribía, en una etapa de aprendizaje. Pero había llegado un momento en el que eso no me podía servir de excusa. Con cuarenta años ya no puedes decir que estás empezando [risas]. Sabía que tenía que aprender a escribir, conocía el trabajo de David Muñoz, en cuya cuenta de Twitter explicaba muy bien las cosas que yo no sabía hacer. Le contacté y le pedí que me tutorizara, y aceptó. Yo conocía, a través de mi experiencia en el mercado americano, la figura del editor. Y, a través de Bakuman, la figura del editor japonés. Esa figura de alguien que te ayuda a escribir tu obra. Es lo mejor que podría haber hecho y no sé por qué no lo hacemos todos. En Estados Unidos, de hecho, con la subida de Image, nos hemos encontrado que hay muchos editores que salen de Marvel y DC para ser freelance. La gente les paga para que trabajen como editores para ti. Invito a todos los escritores y dibujantes de cómic a tener un tutor de guión, o un editor a la americana o a la japonesa. Hay gente en España que sabe ayudarte a que saques adelante tu historia. Alguien a quien respetes, con quien tengas confianza y le puedas explicar tus movidas.

GV: En cuanto al contenido del cómic, ¿tienes primero la idea del mundo, de la historia, o los dos personajes principales?

DL: Yo, esta vez, quería tener una línea argumental sólida que me permitiera desarrollar todo lo demás. Hasta ahora, siempre había hecho primero los diseños de personajes, del mundo… Y luego, que pase algo. Aquí lo he hecho al revés. He pensado primero lo que quiero que pase, que por lo visto es la forma de hacerlo [risas] y luego los personajes y el mundo en el que se desenvuelvan estarán subordinados a eso.

GV: Tú partes del punto al que nunca podrán llegar los universos de Marvel o DC: el momento en el que se han solucionado todos los problemas y ya no hay supervillanos, o quedan muy pocos. No sé si cuando te planteas la serie partes de la idea de hacer lo que no podrías hacer en una major.

DL: Un poco sí, pero no era el fin último. Era utilizar los superhéroes para contar la historia que yo quiero contar. Y para ello, puedo hacer cosas que no podría hacer en Marvel. También me lo planteo como se plantea un manga: estoy contando una historia larga que necesita serialización. Este libro es el capítulo primero, y esta historia me puede llevar a sitios a los que no puedo ir en una major. Spider-Man siempre tendrá por lema “un gran poder conlleva una gran responsabilidad”. Hagas lo que hagas con él, siempre volverá a ese punto, a tener problemas, a ser un pringado. En cuanto deje de estar ahí perdería su esencia y dejaría de vender camisetas y mochilas.

GV: No hay una verdadera evolución, sino que más o menos siempre volvemos al mismo punto…

DL: Que todo cambie para que todo siga igual.

GV: Me imagino, entonces, que tú tienes todo pensado a largo plazo, y los personajes irán evolucionando.

DL: Sí, creo que sí. Pero creo que más que pensar en dónde irán, lo que quiero hacer es acompañarlos para ver a dónde van. Trabajando en Espiral vi que, una vez construidos los personajes, ellos tienen su propia vida. Si tienes claro cuál es su esencia, no tienes más que ponerte a escribir. Tú tienes claro a dónde van, pero son ellos los que te llevan por los caminos para llegar allí. Yo creo que eso es lo que más me gusta de escribir con respecto a dibujar: sorprenderme con cómo resuelven las escenas los personajes. Yo escribo los diálogos dejando que evolucionen. A partir de ahí, los leo de nuevo, veo dónde están los chistes… El equivalente sería el método de trabajo de George Kukor, que les decía a sus actores que ellos son los que mejor conocen a sus personajes. Yo te digo qué es lo que tiene que hacer, y tú lo haces. Además, yo voy descubriendo quiénes son los personajes a través de sus interacciones con los demás, y eso es maravilloso. Luego hay un proceso de escritura para encauzar las cosas, pero ya partes de un material que tiene mucha vida.

GV: Por lo que dices, no sé si esto te lo planteas también como una vuelta a la autoría completa. Espiral lo leí en su momento, no lo tengo muy reciente, pero recuerdo que también tenía protagonistas femeninos y diálogos muy frescos, muy actuales en su época. Me da la sensación de que gracias a esta nueva serie te has reencontrado con una serie de temas o un tipo de personaje.

DL: Sí. Cada autor tiene sus temas. Yo no es que pueda salir de ellos: es que no quiero. Con esos temas tengo para toda una vida de discurso artístico. Cuando yo cambie, mis temas cambiarán. Pero yo quiero hacer mis movidas, que, además, todavía no las he hecho mucho y no me ha dado tiempo de aburrir al personal. Es un poco como volver a hacer Espiral, pero sabiendo hacerlo. Es lo mismo. Es hacer, en realidad, Ranma ½ de Rumiko Takahashi. El otro día me di cuenta: yo siempre he querido hacer Ranma ½. También hay algo de La Patrulla-X de Claremont. Eso es lo que a mí me gusta: que haya acción, pero que sigas la serie por unos personajes que te caen bien, que te importan… Que quieras pasar un tiempo con ellos.

GV: Creo que uno de los temas más importantes de la obra es el enfrentamiento generacional: aparece una nueva generación que quiere hacer las cosas de una manera diferente a la anterior. ¿Estás volcando en esto algo personal?

DL: Bueno, en 2014, nació mi hija. Y eso te hace plantearte muchas cosas: la cuestión generacional, qué clase de padre quieres ser… Y te planteas qué le vas a dejar a tu hija, y qué te dejó a ti tu padre. Te das cuenta de que no hay un manual para hacerlo bien, y solo puedes hacerlo lo mejor posible. Reexaminas tu familia, y la historia reciente de tu país. Además, en mi caso la paternidad coincidió con el 15M, la aparición de Podemos… De ahí sale Blackhand Ironhead. Y por eso estaba bien que hubiera un hilo conductor para que, cada vez que tuviera la tentación de salirme, pudiera volver. Una historia muy sencilla, pero que se convirtieran en un armazón fuerte que permita meter todo lo demás. Ese es mi consejo de escritor.

GV: Yo he creído ver otro tema relacionado con este. Hay un momento en el que un personaje cuestiona que da igual lo que sucediera realmente, lo que importa es el relato que han construido. ¿Hay algo aquí que tenga que ver con la memoria histórica y la manera en la que algunos reescriben el pasado?

DL: Sí, sí. Fíjate que Amy lleva El manifiesto situacionista de Guy Debord. A mí me voló la cabeza que un libro de hace cincuenta años explique la sociedad actual de una manera milimétrica en todos los puntos: las relaciones laborales, los medios de comunicación… la realidad. La sociedad del espectáculo se define como una realidad que te es impuesta. Y llega un momento en el que la crees más real que la propia realidad. Y creo que ahora mismo estamos en ese punto. Aparece un señor diciendo mentiras como puños en la televisión y no pasa nada. La nueva verdad es esto. Si bien el primer tomo es Guy Debord, el segundo será Philip K. Dick: una vez que tú eres el único loco que se da cuenta de que todos los demás son zombis, ¿ahora qué? Y es que vivimos en un momento Philip K. Dick total.

GV: Bueno, Philip K. Dick, Orwell… Todas las distopías convergen en el momento actual [risas]. Pero nos queda la ficción para combatirlo, ¿no? Me hace mucha gracia, también, el contraste entre las dos protagonistas, y entre las maneras que tienen de rebelarse ante esa mentira que mencionabas. Una más anarquista, y la otra más conciliadora.

DL: Bueno, es que creo que están en un punto de sus vidas diferente. Una lleva toda su vida luchando contra esto, y ha perdido ya los modales, y la otra está todavía en la socialdemocracia [risas]. Es como en Canción total, un tema de María Arnal y Marcel Bagés, que nos dice que vivimos en una sociedad “destinada la socialdemocracia y a la tibieza”. Es nuestra condena, pero también hay que llegar a un punto de entendimiento social. Ellas están en puntos diferentes, y por eso a una la identificamos más con ser una villana y a otra con ser una heroína. Pero, realmente, su ética es muy similar.

GV: Tengo alguna pregunta de un nivel más técnico. ¿Resulta complicado adaptarte al formato apaisado cuando uno está acostumbrado a la página típica de un comic-book?

DL: De primeras, me lo propuso así Marcos Martín, que la idea era hacerlo en horizontal por la forma de los monitores de los ordenadores. No contaba Marcos con que la gente también lee en las tablets, donde puedes poner la página como quieras. Pero esto me pareció un reto, y era como imponerme una regla más, para que hubiera una ruptura entre mi trabajo para Marvel y esto. También sucedió que tras tanto tiempo de trabajar para Marvel y DC se me había olvidado cómo hacer mis propias cosas, y qué aportar yo gráficamente. Dentro del panorama americano, mi estilo está diferenciado, no es el estándar más canónico de Neal Adams. Pero para intentar hacer una obra personal, mi estilo se quedaba como muy de superhéroes. Tuve que hacer un proceso una introspección, que fue lo que más tiempo me llevó, para encontrar la textura visual adecuada, el punto en el que me sintiera cómodo para contar esta historia. Esta parte fue bastante trabajosa; tengo bocetos y bocetos donde intento encontrar el punto justo. Como te decía antes, con esta serie antes de diseñar a los personajes visualmente ya tenía la historia, pero antes de tener la historia definitiva iba haciendo concepts, y salieron ellas. Por eso creo que tienen una cierta naturalidad. Sí tenía claro desde el principio que quería que una fuera blanca y la otra negra, para buscar un cierto contraste. Y, a partir de ahí, evolucionaron por sí mismos.

GV: Creo que hay más caricatura que en tus últimos trabajos para Marvel, te sueltas más en esto.

DL: Sí, porque también es lo que creo. El problema no es que yo tenga más caricatura aquí, sino que Marvel tiene menos de la que yo creo que sería necesaria. Tú ves los cómics de Marvel y DC y se parecen demasiado como para que eso sea sano. Estamos en un ecosistema gráfico…

GV: ¿Muy homogéneo?

DL: Sí, e incluso en el color. En Marvel, lo dejaba en manos de la colorista, pero, ahora tengo que tomar decisiones y pensar en qué quiero yo. Cuando trabajas con otras personas, es fácil echarle las culpas a los demás. Pero ahora no puedo. Y me parece que es una cosa que todos los dibujantes tenemos que hacer. Tenemos la costumbre de quejarnos mucho. Nosotros nunca hacemos nada mal, somos santos [risas]. Ahora aprecio mucho más el trabajo de los guionistas con los que trabajo, por ejemplo. El que no ha escrito nunca nada no sabe el infierno que es.

GV: Sí, yo he hablado con muchos guionistas y me dicen que es muy complicado. Sobre todo, por la cuestión del espacio: no puedes llenar una página de bloques de texto, y tienes que aprender a contar las cosas de otra forma.

DL: Mira, a mí eso me da más igual, me preocupa más algo más intangible. Las historias tienen que funcionar y, de alguna manera, te enfrentas a ti mismo. Escribes algo porque quieres meter una escena que te encanta, pero llega un momento en el que, para que el conjunto funcione, tienes que quitar esa escena. En Blackhand Ironhead, por ejemplo, iba a haber una casa encantada, pero, al final, no funcionaba. Como guionista te enfrentas constantemente a ese tipo de renuncias. Dibujando, dibujas más de lo que borras, pero escribiendo, borras más de lo que al final queda. Si no estás dispuesto mentalmente para asumir que vas a tener que sacar un montón de ideas que te encantan, resulta imposible. En esto me ayudó mucho David Muñoz. Sin él, este cómic no sería lo que es.

GV: ¿Cómo ha sido la experiencia con Panel Syndicate? ¿Te parece un modelo viable para ganarte la vida en lugar de trabajar para una gran editorial, compensa?

DL: Hay muchos pormenores en este asunto que no están incluidos en el dinero que haces en Panel Syndicate. En esta plataforma he tenido unos ingresos por ventas digitales que de ninguna manera hubiera podido tener en Marvel o en DC. Por otra parte, mantienes el 100% de la propiedad intelectual. Esto es algo que, de entrada, no piensas demasiado, pero en el ecosistema actual es fundamental. Si te compra los derechos Netflix o HBO, todo es tuyo. Por otra parte, hacer una obra de esta extensión te puede llevar un año o año y medio fácilmente, y si los lectores no saben de ti en ese tiempo, es como si no estuvieras haciendo nada. En cambio, si lo vas serializando, ahí está, y la gente lo puede leer, y sabe qué esperar cuando salga en papel. Me parece muy interesante de cara a que se conozca internacionalmente. Yo no he tenido que explicarles a mis editores italianos de qué iba mi cómic, porque ya se lo habían bajado y lo conocían, y eso les da una seguridad. Esto, hasta el momento, creo que es algo que no se había visto.

GV: Como has dicho, el libro al final ha acabado publicándose en papel: ¿crees que es pronto para pensar que hay un público suficiente para publicar, a cierto nivel de ventas una obra, solamente en formato digital? Porque, de hecho, la idea inicial con The Private Eye era no sacarlo nunca en papel.

DL: Yo me he encontrado con amigos que me han dicho que se lo han bajado pero no se lo han leído. Se lo bajan porque Panel Syndicate ha encontrado mucha simpatía. Mucha gente piensa que es revolucionario. Tenemos Umami, The Private Eye, Barrier, ¡Universo!, Blackhand Iron Head… Son obras de una calidad incuestionable, y están ahí, desde mi casa para el mundo entero. Y plantea un trato justo con el lector: paga lo que quieras. ¿No pagas por contenidos digitales? Bájalo gratis. O paga un euro, lo que quieras. No te juzgo, ni te pongo propaganda. Te lleva un pdf libre, para ti. Hoy en día es imposible tener un contenido digital y que no te lo pirateen al día siguiente. Yo creo que el mejor sistema antipiratería que hay es deshacerla: si te lo puedes bajar gratis, no tienes excusas. Y si lo has comprado y luego no lo encuentras, te lo vuelves a bajar gratis. Además, la gente que se lo ha bajado, luego lo quiere en papel, porque la experiencia es diferente. Aunque yo sí leo en digital, y me gusta.

GV: ¿Puede ser esto también una cuestión generacional? Que nosotros estemos todavía muy apegados al papel…

DL: Pues no te sé decir. Porque yo vivo en mi burbuja, en mi casa, con mis ordenadores, porque a mí sí me gusta la tecnología. Y a la gente como yo nos parece lo más natural del mundo leer en digital, es un avance. Pero al que no sabe ni cómo pasar algo que se ha bajado al i-pad, o no tiene Paypal… Esa persona ya se la comprará en papel. Porque también me he dado cuenta de que las ventas en digital no se restan a las de papel.

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