[Entrevista] David Mota, autor de ‘Los 40 radikales’: «Para la libertad de expresión, Internet es un kraken de doble cara y doble rasero»

Los 40 radikales es un repaso a las dificultades que distintos artistas de música contestataria se han encontrado en la difusión de su trabajo, lo que en los últimos tiempos se ha convertido en una auténtica persecución. Casos como los de Pablo Hasél o César Strawberry, algunos tan notables por su significado como los de Negu Gorriak o Soziedad Alkoholica son solo algunos de los que repasa un libro imprescindible acerca de los vericuetos de la libertad de expresión. Hablamos con su autor, David Mota Zurdo.

Foto de cabecera: Núria González UPV-EHU

Proliferan desde hace unos pocos años los libros dedicados a la hasta hace poco muy mal documentada escena punk española de los ochenta. Con el extraordinario y fundacional Punk, ¿pero qué punk? de Tomás González Lezana en cabeza, el mercado se ha ido llenando de libros sobre el tema, que han ido cubriendo huecos en un relato que hasta hace muy poco estaba tristemente acaparado por el centralismo de la Movida.




Los 40 radikales. La música contestataria vasca y otras escenas musicales es un libro que arranca con lo que parece ser una monografía sobre el punk vasco y su alcance, pero que pronto se convierte en otra cosa. Pasa de puntillas por cuestiones historiográficas, que ya hay otros que lo hacen de forma más prolija, y pasa a enumerar casos de censuras institucionales, sociales o de otro tipo, por la que han pasado grupos, primordialmente derivados o herederos de la escena del Rock Radical Vasco de los ochenta. David Mota Zurdo se detiene en la significación política de un movimiento que fue instrumentalizado por la izquierda abertzale y cómo a partir de esa unión, cantar en euskera u ostentar determinadas ideologías era sinónimo de afinidad etarra.

Un panorama complejo y que va mucho más allá del perezoso «es que ya no hay tanta libertad de expresión como antes«. Con herramientas de historiador, profusamente documentado, Los 40 radikales traza una historia incómoda (determinadas connotaciones del RRV son tremendamente laberínticas, como para despacharlas con un «ETA sí», «ETA no») y cuyos tentáculos alcanzan hasta nuestros días y a la implacable persecución que han sufrido artistas como Pablo Hasél o César Strawberry.

Foto: Núria González UPV-EHU

JOHN TONES (JT): ¿Cuál es tu relación personal con el Rock Radical Vasco y con la música contestataria en general?

DAVID MOTA ZURDO (DMZ): He crecido con el RRV y sus grupos herederos. De hecho, desde que tengo uso de razón, la música rock ha formado parte de mi vida. Un buen amigo, ya fallecido, Diego Mate, que era un auténtico fan de la música en general, me hizo interesarme por el rock y por el RRV, a través de Eskorbuto, porque yo siempre había escuchado a los padres del rock (culpa de mi tío) como Chuck Berry, Hendrix o The Doors. También mi relación con este tipo de música me llevó a mí y otros tres amigos a formar un grupo de hardcore con el que hacíamos versiones de estos grupos, simplemente por pasar el rato y por canalizar un poco esa rebeldía juvenil propia de la adolescencia. Podría decir que el RRV y su legado ha sido la BSO de aquellos años.

JT: Obedece entonces la temática del libro a un enfoque de gusto personal…

Sí, pero su enfoque es fruto de las armas del historiador: consulta de fuentes y análisis crítico de las mismas, gusten más o gusten menos sus evidencias.

JT: ¿Cómo nace el proyecto?

DMZ: El libro es consecuencia de un proyecto audiovisual que no pudo llevarse a cabo. Un proyecto que empezó en 2013, año en que se realizaron los primeros contactos con los protagonistas de la historia que queriamos contar, es decir, la música y la contracultura en Álava durante los ochenta y noventa. Desde entonces, el proyecto sufrió diferentes reajustes de perspectiva y se amplió el objeto de estudio, hasta convertirse en una investigación de tono distendido pero académico sobre el RRV y el post-RRV. La investigación es diferente al proyecto inicial, pero, a la vista de las críticas (positivas) recibidas parece haber sido certero introducir la perspectiva comparada a la hora de analizar el RRV y, además, analizar su instrumentalización política y posterior veto.

JT: El libro sorprende porque no es tanto una historia de la música radical en España como una crónica de su prohibición. ¿Cómo ha sido la evolución de esa actitud represiva a según qué músicas?

DMZ: Sí, en efecto, en parte es una crónica de la obstaculización a la que se ha enfrentado la música de izquierdas (y entiéndase esto en toda su amplitud) durante la democracia. En Los 40 Radikales se analizan vetos y boicots que, vistos con perspectiva histórica sorprenden, porque evidencian que en lo que a música y libertad de expresión se refiere, se ha avanzado más bien poco desde la Transición e incluso se ha involucionado a golpe de legislación. De hecho, muchos grupos musicales actuales que gozan de una larga y consolidada trayectoria han manifestado que, si bien antes eran unos excéntricos a los que se marginaba, al final podían hacer canciones con todo tipo de letras fueran o no sangrantes.

DMZ: Pero el alcance de los grupos antes no es como el de ahora…

DMZ: Sí, esa perspectiva es rigurosamente cierta, pero hay matices que deben ser valorados. En este tipo de visiones nostálgicas no se tiene en cuenta que la capacidad para generar atracción en los ochenta, aunque los grupos salieran en los medios de comunicación generalistas, fue menor si se compara con la actualidad, donde el enorme foro que son internet y las redes sociales pueden aupar o hundir la carrera de cualquiera. En este sentido, el relativo anonimato en el que vivieron los grupos de entonces permitió que canciones como Ya no quedan más cojones (Eskorbuto), Terrorismo policial (RIP) o El congreso de los ratones (La Polla Records) salieran a la luz.

JT: ¿En qué punto crees que nos encontramos ahora?

DMZ: Hoy, viendo la situación de los raperos Pablo Hásel, La Insurgencia y Valtonyc, el caso Strawberry o los famosos titiriteros resulta impensable realizar canciones sin autocensura, y mucho menos realizarlas en un tono directo y agresivo, porque cuando se hacen acarrea consecuencias: multas, censura y penas de prisión. Sería interesante que el actual gobierno de Pedro Sánchez tomara medidas destinadas a acabar con la Ley Mordaza, que socava el derecho fundamental de la libertad de expresión.

JT: Me parece interesantísima (por desmitificadora) la historia de la instrumentalización política del RRV y la Movida madrileña. ¿Crees que conviene volver a pensar esa época y revalorizar lo que se consiguió?

DMZ: Si por volver a pensar esa época se entiende acercarse a ella desde otra perspectiva que complejice lo sucedido entonces, sí, sin duda creo que debe repensarse. Respecto a valorar lo que se consiguió soy más escéptico. Me explico: a veces nos sumergimos tanto en la creencia de que «cualquier tiempo pasado fue mejor» que olvidamos que muchos avances conseguidos entonces están presentes ahora, si bien diluidos o tan interiorizados por nuestra parte que no los vemos. Por ejemplo, esto mismo sucedió en otros países con el famoso mayo del 68, ahora que estamos de efeméride, cuando en los setenta y ochenta se señaló que todo lo conseguido se había perdido. Sin embargo, se olvidaba que una parte importante de los cambios promovidos por los activistas reformistas de aquellos años, en campos tan dispares como los derechos civiles, la liberación sexual, el empoderamiento femenino o la nueva informalidad en las relaciones sociales y políticas, calaron muy hondo en la sociedad hasta el punto de ser adoptados. Y aquí sucede lo mismo. En la Transición se consiguieron muchos avances en materia social que aún están presentes. Pero sí que es cierto que en otros temas no estamos mejor, como sucede con la señalada libertad de expresión, ya que actualmente la música contestataria está mas amordazada y maniatada que en los ochenta. Pero, insisto, se debe a ese gran kraken de doble cara y rasero que es Internet.

JT: ¿Crees que determinadas prohibiciones recientes, como las de César Strawberry o Pablo Hásel obedecen a unas condiciones políticas muy específicas y la persecución va a cambiar en un futuro o estamos en un momento complicado como sociedad y estas prohibiciones se van a dar gobierne quien gobierne?

DMZ: Sinceramente, no lo sé. El historiador analiza el pasado, no es un prestidigitador ni un intérprete de la Piedra Filosofal que contiene todas las respuestas. Por tanto, solo puedo dar mi opinión como ciudadano y es: quiero pensar que sí, que va a haber cambios. Quiero pensar que las declaraciones del nuevo gobierno sobre una RTVE libre e independiente son aliciente para otras medidas como la derogación de la Ley Mordaza. También quiero creer que habrá un cambio tras la salida del activista Nahuel de la cárcel. Pero aún es pronto, por lo que musicalmente hablando seguimos igual que antes.

JT: ¿Cómo crees que ha afectado la llegada de la Red a la libertad de expresión, hemos ganado en difusión, pero perdido en libertad por culpa de la amplificación?

DMZ: No me cabe ninguna duda de que la proliferación del acceso a Internet ha ayudado y mucho a la libertad de expresión dando lugar a una multiplicidad de foros en los que se puede debatir e intercambiar ideas. Sin embargo, bajo mi punto de vista, creo que en lo que se refiere a España deberíamos hacer una distinción clara entre dos etapas más o menos diferenciadas: la pre-15M y la post-15M, marcada por la repolitización de la sociedad y aquello que se ha venido en llamar operaciones Araña y que considero un auténtico punto de inflexión. Este tipo de operaciones llevadas a cabo por la policía se han dedicado a realizar labores de carácter prospectivo en busca de posibles delitos de apología al odio y al terrorismo, injurias a la Corona, etc. basado en lo que uno expresa en un ámbito público-privado como pueden ser algunos foros y grupos de internet. A mí, por lo menos, me llama poderosamente la atención que haya un cuerpo policial dedicado a estas labores propias del grupo Pre-Crimen de Minority Report. ¿Cómo puede ser posible que en una sociedad cuya Constitución avala la libertad de expresión pueda haber siquiera un cuerpo policial financiado por el Estado que se dedique a buscar por la red delitos que aún no se han cometido? Sin duda, y aquí parafraseo al profesor de Derecho Constitucional y exletrado del Tribunal Constitucional Joaquín Urías, creo que hay delitos que se pueden cometer a través de la palabra, como cuando se amenaza o insulta a una persona, pero creo que no debería haber delitos destinados a controlar el discurso ideológico que se emite en público, como está ocurriendo en muchos casos. Esto evidencia las deficiencias de nuestro sistema jurídico y legislativo.

JT: ¿Entonces en realidad no es algo tan simple y binario, e Internet tiene que contemplarse desde una perspectiva más compleja?

DMZ: En este sentido, creo que el problema es que a día de hoy nuestras expresiones quedan registradas en la red, y aquí hablo desde artículos hasta simples comentarios en las redes sociales que pueden tener tintes de humor negro o ser políticamente radicales y que pueden ser sujeto de controversia si caen en manos de una persona susceptible a la ofensa. Esto no ocurría en el pasado, salvo en entrevistas en periódicos y fanzines o en letras de canciones y poco más, porque, la verdad, son notorias pero no tan abundantes como se piensa. Siguiendo lo que Juan Soto Ivars plantea en Arden las redes, se debe tener en cuenta que, en la actualidad, Internet ha dado lugar a que la ofensa ni se olvide ni se perdone, a que haya una poscensura construida sobre un relato moralizante que confunde la justicia y la venganza, donde la propia acusación es ya la condena y que promueve el linchamiento en la red a toda aquella persona que exprese pensamientos que se salgan de la norma. De hecho, parece que la mera expresión del pensamiento de una persona es una provocación y, obviamente, en cualquier sociedad democrática que valore la libertad de expresión, esto no debería ser así. Por tanto, atendiendo a estas cuestiones, y, sobre todo, a la mayor de las expresiones con respecto a la etapa pre-Internet, estamos en una situación un tanto distópica a la par que compleja

JT: ¿De todas las historias que has recogido, cuál te parece que supone un pisoteo más abusivo a la libertad de expresión?

DMZ: Creo que el caso más representativo es el de Soziedad Alkoholika. Fue una auténtica caza de brujas de los medios de comunicación conservadores, que se ensañaron contra el grupo por el contenido de unas letras publicadas casi diez años antes de que comenzarán a recibir denuncias. El grupo explicó su contenido en reiteradas ocasiones, se le tildó de violento y pro-terrorista, se le vetó y procesó judicialmente. Incluso aunque el grupo condenó públicamente cualquier tipo de violencia, sin dejar de mantenerse fieles a su idiosincrasia, fueron etiquetados de grupo pro-etarra y se les censuró. Y, espero estar confundido, pero probablemente volverá a suceder.

JT: Has coguionizado un documental sobre el tema. ¿Es una prolongación del trabajo en el libro?

DMZ: En parte, por temática, se podría tomar como una prolongación y una traslación de lo sucedido en el País Vasco al resto de España. Sin embargo, Tijera contra papel (Historia de la nueva censura) se centra en la censura dex hoy en dia en diferentes ámbitos: humor, literatura, teatro, cine y música, analizando casos como el de Hásel, Facu Díaz, Strawberry o Javier Gallego «Crudo». Un documental que recoge los testimonios de los principales protagonistas sin otro ánimo que el de comprender y dar voz. No es un análisis histórico, es un altavoz para todos aquellos que han sido sujeto de controversias por el contenido de su producción artística y profesional. En definitiva, un documental con el que Gerard Escuer, director y coguionista, y un servidor, aspiramos a plantear las bases de un debate que consideramos más que necesario, el de la libertad de expresión.

JT: El documental (¡como no!) ya se ha encontrado con el rechazo de los guardianes de las libertades de rigor. ¿Qué inconvenientes os habéis encontrado con la difusión?

DMZ: Sinceramente, es algo con lo que ya contábamos y que, según prevemos, volverá a ocurrir cuando el documental sea presentado en otras ciudades y festivales. Con todo, de momento, y cruzo los dedos, no hemos tenido demasiados problemas a la hora de difundirlo, salvo las críticas desmedidas e infundadas realizadas por la edil madrileña Sofía Miranda (Ciudadanos) en uno de los plenos del Ayuntamiento de Madrid en la que puso en boca de algunos de los protagonistas estrofas de canciones que no eran suyas. Asimismo, esta concejala consideró que los testimonios recogidos en el documental Tijera contra papel eran nuestras ideas y no el relato de los entrevistados, con lo cual creo que, lamentablemente, no supo diferenciar entre testimonio y discurso e instrumentalizó políticamente el documental para arremeter contra el actual gobierno municipal. La otra crítica vino de un periódico de escasa credibilidad, nula ética profesional y escaso rigor periodístico, OK Diario, que tras la presentación del documental lanzó frases y titulares lapidarios del tipo «Carmena acoge un documental de apoyo a condenados por enaltecimiento del terrorismo«. Pero, al margen de estos hechos anecdóticos, de momento los inconvenientes han sido mínimos y la acogida espectacular, así como el apoyo recibido, tanto en la Cineteca de Matadero en Madrid como en la campaña de crowdfunding que lanzamos para financiar el proyecto.

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