[Entrevista] Domingo López, de ‘Shocking Asia’: «El aficionado al cine oriental ha perdido la vocación de investigar, de buscar lo insólito»

Domingo López es un referente indiscutible a la hora de hablar del aterrizaje de la cultura asiática más extrema en España. Cuando el cine de acción de Hong Kong aún no se había puesto de moda, él ya rubricaba su fundacional y necesaria guía Made in Hong Kong. Ha participado en proyectos como CineAsia o el festival Nits de Cinema Oriental. Hablamos con él de su último invento, el imprescindible volumen Shocking Asia.

Inasequible al desaliento, Domingo López lleva años sumergido en cine, televisión y cultura pop oriental. Participó en fanzines hoy míticos como 2000 Maníacos y firmó el libro Made in Hong Kong en 1997, una guía de centenares de películas de la entonces aún colonia británica que desbrozaba la caótica distribución de las películas de género cuando al cine de Jackie Chan o a la saga Ultraforce, hits semiocultos en nuestros videoclubs, aún se le llamaba «películas de chinos», o cuando el impacto masivo de autores como John Woo o Ang Lee estaba aún por llegar.




Ha seguido escribiendo y difundiendo la cultura asiática en España en publicaciones como CineAsia, de la que fue director, colaborando con el ya histórico festival Nits de Cinema Oriental de Vic o a través de distintos proyectos de distribución de ese cine extraño asiático del que ni hemos oído hablar. Su último proyecto, que respira devoción personal y cariño infinito, es Shocking Asia, un libro/fanzine que recupera el espíritu de Made in Hong Kong, pero para una generación ya criada con Internet al lado. La mitad del volumen es una guía de películas absolutamente ignotas en su inmensa mayoría, distribuidas por temas: de cine de acción del sur de India al popularísimo (allí) erotismo coreano, pasando por la nueva generación de tokusatsu (películas tipo Power Rangers)… para adultos. El resto del volumen se completa con entrevistas, semblanzas y artículos tan jugosos (algunos sobre temas de los que literalmente nunca se había escrito en castellano) como un increíble repaso al impacto de las triadas, la mafia china, en la industria del cine de Hong Kong.

El primer volumen de Shocking Asia agotó su primera edición rápidamente, pero ya anda de nuevo en circulación en venta por correo, y estará disponible en el festival de Sitges, además de en las tiendas especializadas de rigor. Hablamos con Domingo López de su trayectoria como defensor incansable del cine más increíblemente extraño de Asia y de este nuevo proyecto.

JOHN TONES (JT): Muchos de los que nos criamos mamando fanzines en los noventa te conocemos por tu labor proselitista del cine de acción de Hong Kong, en fanzines o con tu mítico Made in Hong Kong. ¿Qué has hecho todo este tiempo? En cierto modo no te has distanciado del cine oriental, más bien al contrario, ¿no?

DOMINGO LÓPEZ (DL): La verdad es que no. El cine asiático tiene esa capacidad autorrenovadora que hace que cuando te empiezas a cansar de algo, te sorprende con algo totalmente diferente… y ya va para veinte años en los que, de un modo u otro, lo oriental siempre ha estado presente en mi vida. Justo después de escribir el Made in Hong Kong monté una tienda llamada Mondo Video y cuando la cosa no dio para más me convertí en uno de los fundadores de CineAsia, siendo director de la revista durante unos largos años. De ahí pasé a trabajar en la distribución videográfica donde, entre muchas otras cosas, me saqué de la chistera los imitados programas dobles de Asian Trash Cinema, una aventura que luego seguí en plan independiente con Trash-o-Rama. Últimamente, he escrito unos cuantos libros más, dirigido un programa de TV demencial en Paramount Channel llamado Hollybrut y me he entregado a mis labores como programador en el Festival Nits de Cinema Oriental de Vic sin dejar de lado mis habituales colaboraciones con el Festival de Sitges. Como ves, no me queda mucho tiempo para aburrirme.

JT: ¿Cómo surge la idea de Shocking Asia? Está en un punto medio muy estimulante entre el libro con todas las de la ley y el fanzine caótico y gamberro de la vieja escuela. ¿Qué planes tienes con él en cuanto a periodicidad y nuevas entregas?

DL: Después de los años pasados en CineAsia me quedó la espinita de sacar una publicación dedicada al cine asiático, pero no tenía ganas de volver a un modelo que considero agotado. El público ha cambiado y yo también, así que me apetecía hacer la revista (o bookzine, llámalo como quieras) que me gustaría ver publicada, algo que recuperara el espíritu de publicaciones como Psychotronic Video, Oriental Cinema o Asian Trash Cinema, pero adaptado a los tiempos de hoy. Vivimos en un momento en el que hay más acceso al cine mundial que nunca, pero ya no existen publicaciones especializadas, solo algunos blogs que se limitan a copiarse las informaciones unos a otros, que se quedan en la superficie sin indagar demasiado. Tampoco es que considere Shocking Asia el faro de Alejandría del cine asiático, pero sí que quiero que los fans más curiosos puedan experimentar las sensaciones que producía el abrir las páginas de esas revistas, ese espíritu de descubrir películas, da igual que sean malas o buenas, asombrarse con lo que se hace en el lejano oriente (de lo que sólo nos llega lo exportable, la punta del iceberg) y pasar un rato entretenido con su lectura. No pretendo más.

Mi idea inicial es sacar un nuevo volumen de casi 300 páginas cada seis meses, cambiando los contenidos para seguir sorprendiendo al lector. He de decir que el volumen dos va a ser espectacular. Y hasta aquí puedo leer.

JT: ¿Crees que a nivel informativo y de crítica estamos peor que en otros tiempos en los que había menos datos a mano pero más entusiasmo, o simplemente nos hacemos viejos?

DL: No dudes de que nos hacemos viejos. Ya estamos en el momento de contar batallitas, yo el primero. Aquellos años pre-internet en los que intercambiábamos VHS sin subtítulos con fans de otros países y en los que nos informábamos mediante fanzines que tardaban una eternidad en llegar a su destino tenían un punto romántico, casi mágico, que se ha perdido. Estaba todo por descubrir, y cada película que se editaba aquí era un acontecimiento.

A mí me da mucha pena ver como aficionados para los que el cine asiático lo era todo se quedaron en los ochenta o los noventa. La vida real se ha impuesto y han sido incapaces de seguir con esto. Cuando hablan de cine oriental regresan a aquellos años, como si el presente no existiera, con la nostalgia como refugio vital. Yo me niego a eso. Aún hay cine y motivos para asombrarse y dejarse llevar. Miles de películas alucinantes cada año, pero casi nadie habla de ellas. La vieja guardia, como digo, se retiró del mundanal ruido, y la nueva guardia parece más interesada en los ídolos coreanos y en las películas que llegan por los canales oficiales, incluso le gusta el cine dramático de Koreeda o de la Kawase. No digo que esas películas no sean interesantes, pero a nosotros nos llegan a pillar en la época del heroic bloodshed y montamos un aquelarre. Parece que no queda mucho de esa vocación de investigar, de buscar lo insólito, o es una impresión que yo tengo. Igual me equivoco.

JT: ¿Qué ha sido lo último que has descubierto que te ha dejado petrificado en plan «cómo es posible que no hubiera oido hablar de esta movida»?

DL: No me deja de ocurrir. Por ejemplo, adentrarme en el universo Giga fue alucinante. Una aventura que culminó visitando en persona la productora. Flipé con que existiera una gente que estrenara 250 películas al año en las que te encontrabas tanto a Hiro Watanabe (discípulo de Bruce Lee y máxima autoridad del Jeet kune Do en Japón) como a Asami, cintas con kung fu y stunts al estilo Hong Kong mezcladas con Power Rangers (para simplificar), monstruos, gore, robots, porno, tortura y todas las locuras y aberraciones imaginables. Fue todo un shock.

Igual me ocurrió con el VOD chino. Ver estrellas como Fan Siu-Wong (el de Historia de Ricky) filmar de seis a ocho películas al año con monstruos gigantes, espadas voladoras o haciendo de mercenario en Tailandia… mientras aquí no tenemos ni idea de que eso existe. Y si nos vamos a países como Indonesia con sus películas de zombis amortajados y chicas en bikini, la acción a la tailandesa del sur de la India…

JT: Entrando en materia, la primera sorpresa para quien espere un Made in Hong Kong 2 es que ni siquiera el cine de Hong Kong es ya cine de Hong Kong a la vieja usanza.  ¿En qué situación está Hong Kong, ahora parte de China, cómo ha cambiado la industria del país?

DL: El cine de Hong Kong intenta sobrevivir hoy con comedias locales y spin-offs de teleseries populares, así como coproduciendo con China todo lo que sea posible. En la actualidad, Hong Kong no pasa de producir treinta o cuarenta películas al año mientras que China está superando las tres mil anuales (incluyendo estrenos en salas y directos a VCD, completamente intercambiables entre sí), colocándose a la cabeza de producción mundial, superando a la incansable industria del cine indio.

JT: ¿Quién está haciendo entonces ahora ese tipo de cine de acción al viejo estilo de Hong Kong?

DL: Hoy en día el cine de acción tiene sus principales núcleos de producción en China y la India. China, financiando a los talentos hongkoneses en producciones de estilo clásico con directores como Wilson Yip o Corey Yuen, con actores como Donnie Yen o Andy Lau. Contra todo pronóstico, también la India se ha convertido en un productor de cine de acción a tener en cuenta. Pese a que la mayor parte de sus producciones nunca cruzarán el charco por ser demasiado locales, en ellas ya están trabajando directores de acción y especialistas como Ching Siu-Tung o Yuen Woo-Ping, así como todos los discípulos de Panna Rittikrai (Ong Bak) que quedaron huérfanos tras la extinción de este género en Tailandia. A uno de los alumnos más aventajados de Panna, y compañero marcial de Tony Jaa, le debemos la acción de hits recientes del cine indio como Baahubali o la saga Baaghi.

JT: ¿Qué pasó exactamente en Tailandia? Muchos aficionados tuvimos la sensación con Ong Bak y demás que ahí iba a estar la auténtica madre del cordero del nuevo siglo.

DL: Pasó un poco lo mismo que en Indonesia, por mucho The Raid que filmaran: en esos países no interesa el cine de acción. En Tailandia el cine de acción y artes marciales era carne de la distribución rural y regional durante los años setenta y ochenta. Tenía un público escasamente refinado, de clase muy baja, que disfrutaba con los mamporros de Panna Rittikrai y sus especialistas, quienes podían estrenar una película a la semana tranquilamente. Esto se fue extinguiendo hasta que Ong Bak vuelve a poner de moda el género, pero, pese a que esta y Thai Dragon consiguen funcionar en la taquilla tailandesa, el resto de cintas similares que se estrenan son virtualmente ignoradas por los espectadores locales, que prefieren sus comedias de transexuales y monjes budistas. Es decir, que Sahamongkol y similares se ven obligados a rentabilizar sus películas en el extranjero, cosa que les es cada vez más difícil, porque las modas siempre van a menos. Cuando las últimas películas se quedan incluso sin distribución en Europa, cierran el grifo y se centran en el público tailandés, con mejor fortuna. Todos los especialistas se ven obligados a pasarse a la televisión o centrarse en el cine chino o indio, que es donde el género sigue vivo.

JT: ¿Qué características tiene el nuevo cine hindú de acción? ¿Es heredero del cine de acción hindú que conocemos, más disparatado que el hongkonés, o tiene más que ver con el cine de acción tradicional?

DL: Hay de todo. Hoy en día la acción se concentra en las industrias del sur, Kollywood, Tollywood y sus vecinos, que nos ofrecen una versión aún más extrema de lo que conocíamos. Mucho cable, mucha violencia, mucho espectáculo. Pero la influencia del cine de Hong Kong, Tailandia y Corea es cada vez más evidente. Allí trabajan los mejores directores de acción de esos tres países, ofreciéndonos estilos muy variados. Tienes peleas muy a lo Hong Kong en las películas de Tiger Shroff y más a la tailandesa en las de Allu Arjun. Depende de lo que pida la película.

JT: En Shocking Asia dices que el cine de Hong Kong perdió muchos de sus talentos cuando éstos empezaron a emigrar a Hollywood. Teniendo en cuenta que la carrera de ninguno de esos inmigrantes terminó de cuajar allí, ni siquiera en los casos más notorios, ¿realmente fue tan grave artísticamente para el país? ¿O es que hubo otro tipo de fuga de talentos aparte de los artísticos, como técnicos o especialistas?

DL: Hollywood se convirtió en la tierra prometida para muchos nombres de oro del cine hongkonés de los ochenta y noventa, pero el tiempo demostró que la cosa no pasaba de ser una moda coyuntural de la que no todos supieron sacar provecho. A la que llegaron los primeros fracasos, las productoras dejaron de confiar en ellos (por ejemplo, John Woo y su Windtalkers) y cuando tuvieron que regresar a su país descubrieron que el cine de Hong Kong agonizaba, con lo que la opción más viable era emigrar a China, donde iban a recuperar su estatus comercial.

La fuga de talentos en el cine de Hong Kong coincide con los años alrededor de la devolución de Hong Kong a China, en la que la crisis económica ataca a la ex-colonia a todos los niveles. Como el cine siempre había estado controlado por productoras relacionadas con las triadas, la espantada es brutal. En el año 1999, Hong Kong bate todos los records de producción con películas de ínfimo presupuesto filmadas a toda prisa, pero no deja de ser un espejismo, la histérica huida hacia delante producida por el blanqueo de dinero de orígenes turbios. Muchos de aquellos productores terminaron en China, algunos cambiando de negocio hacia las inmobiliarias u otras inversiones más discutibles. Lo que siempre habían hecho en Hong Kong pero en un país nuevo por explorar. Hoy en día, la mayor parte de productores, directores y actores del cine de Hong Kong de los ochenta y noventa está trabajando en películas chinas que nunca veremos por aquí.

JT: En el caso del cine chino, pero es una sensación que se tiene con todo Oriente, al menos desde la perspectiva occidental, la idea que viene principalmente a la cabeza leyendo Shocking Asia es la de CAOS inasumible. Allí funciona muy bien el VOD y la avalancha de productos piratas debe ser abrumadora…

DL: El VOD es el rey de la fiesta en China. Para los despistados, Video on Demand es Netflix, pero allí no hay Netflix porque el cine americano no funciona fuera de las grandes capitales. Pero existen decenas de operadores al estilo de Netflix que ponen al alcance del espectador producciones del país. En China, un subproducto que solo se estrena en una ciudad, protagonizado por actores que solo conocen allí, puede tener una recaudación millonaria. Es algo demencial. El vídeo pirata ya casi no importa. Todo es VOD. Por unos cuantos euros tienes prácticamente una decena de películas nuevas al día. Como te lo digo. Incluso la censura se ha relajado y desde hace más de un año los contenidos homosexuales, sobrenaturales, gore y fantásticos no tienen límite. Todo sea por arrebatarle la cuota de mercado al cine americano, que sí que se piratea en los mercadillos.

JT: Hace unos días leí en tu Facebook que estabas revisando decenas de VideoCDs, un formato de la época de los primeros DVDs, pero más económico e inferior técnicamente donde tenías películas que no han llegado a salir en otros formatos.

DL: Los VCDs que comentaba por ahí eran de los años noventa, y parte de un contenido del Shocking Asia 2. Hay cientos y cientos de películas de Hong Kong de esa época que jamás hemos visto aquí (como pasa lo mismo con todos los países de su entorno, léase Japón, Tailandia, India, etc.). Pero en el caso de Hong Kong y Tailandia, muchas de esas películas han desaparecido, terminado en la basura. Jamás se volverán a reeditar, jamás volverán a tener una vida comercial, ni siquiera en televisión. Se produjeron para blanquear dinero y cumplido su cometido fueron a parar al vertedero, los discos duros se borraron. Por esa razón, muchos de esos VCDs ahora están hoy buscadísimos por los coleccionistas, y se llegan a pagar barbaridades por ellos. Todavía se sigue editando en VCD, tanto en Hong Kong como en China, ya que, tradicionalmente, es el equivalente local del alquiler de películas. Se ven y se tiran. Por eso son tan difíciles de encontrar los de décadas pasadas.

JT: ¿Cuánto cine calculas que se ha producido en Asia y nunca se va a volver a ver? Porque es una situación bastante inaudita desde la perspectiva industrial occidental…

DL: Hay miles y miles de películas perdidas, miles. A esto puedes sumar las que no están perdidas pero que tampoco veremos. Si China produce tres mil películas al año y de esas llegan a occidente diez o veinte, puedes hacerte una idea de lo que se queda sin ver. La mayoría ya nunca sale en formato doméstico, ni siquiera en VCD, y la mitad no se subtitula ni siquiera al inglés. Y hablo de películas que incluyen producciones de acción espectacular con protagonistas reconocibles en occidente y que jamás veremos (a menos que las busques por internet, que todo está ahí si sabes dónde y qué buscar). Esto es así.

JT: A colación de eso… ¿crees que en algún momento habrá una distribución normalizada del cine oriental en nuestro país o, en general en Occidente? ¿Crees que las plataformas VOD podrían cambiar algo o, al menos esa es la sensación que tengo yo, determinado tipo de cine ha quedado definitivamente relegado a ser programado en festivales?

DL: La verdad es que si miras en los catálogos de Netflix o Amazon Prime puedes encontrar muchas producciones asiáticas, incluso teleseries de acción chinas o tailandesas. Pero, ¿le importa a alguien? ¿Algún medio mainstream se hace eco de ello? No. Seguirán estando un escalón por debajo del nicho de los aficionados al cine oriental. En realidad las incluyen simplemente porque hay chinos, coreanos o indios por todo el mundo que las van a consumir. Ni siquiera las señoras aficionadas al orientalismo se acercan a ellas ni con un palo, no forman parte del mainstream, de su mainstream. De un tiempo a esta parte todos los éxitos del cine indio se estrenan en las principales ciudades españolas al mismo tiempo que en la India. Yo suelo acudir a estos pases, que han empezado a incorporar subtítulos en castellano. ¿Le importa algo esto a los cinéfilos de por aquí? Siguen siendo vistas por un 99 % de público indio y pakistaní, pese a quién pese. El público de festivales, como dice mi amigo Nacho Cerdá de Phenomena, es público de eventos, consumen ese tipo de cine en el evento y se olvidan. Es un mundo que no tiene que ver con el mundo real, salvo excepciones.

JT: -Subgéneros asombrosos que hemos descubierto gracias a Shocking Asia: el eromul o cine erótico de Corea del Sur. No había oido hablar de esto en mi vida y es un impacto que esto sea el cine de éxito allí, no el de venganzas o terror que llega a los festivales. ¿Qué locura es esta?

DL: El eromul es el cine erótico coreano. Lo hacen a patadas y se consume tanto en salas como en VOD. El porno está prohibido en Corea, pero este casi-porno no, y es la locura nacional de un país reprimido y en el que las actrices llegan a suicidarse cuando los social media las humillan tras desnudarse dentro del cine mainstream. Pero luego se masturban como monos con este tipo de producciones abundantes en señoritas recauchutadas, un porno sin primeros planos, pero porno al fin y al cabo. Así son ellos.

También hay que tener en cuenta que en Occidente se tiende a tomar la parte por el todo y pensar que en Corea sólo hacen cine de venganzas o de terror, cuando a duras penas producen dos o tres de cada uno de esos géneros al año. Si me apuras, creo que España filma más terror y thrillers que Corea, pero el hecho de que SÓLO nos lleguen ese tipo de películas aquí nos da una imagen equivocada de lo que en realidad se hace allí. Es como pensar que en Hong Kong solo hacen cine de kung fu o en la India solo hacen musicales. Es absurdo.

JT: Más locuras: el tokusatsu de compañías como Giga y sus derivados. Danos unas indicaciones para introducirnos en este submundo. ¿Por qué crees que este material es absolutamente desconocido en occidente, incluso a menudo entre fans?

DL: Hay muchos, pero muchos fenómenos como el eromul o el tokusatsu de Giga en Asia que no llegan a occidente. Si no lo hacen es porque son algo inexportable. Una película al estilo Power Rangers de estilo infantil donde se incluye una escena de media hora en la que dan un paliza a la protagonista en plano fijo es difícil que encuentre un target en occidente (teniendo en cuenta que fenómenos tan accesibles como Kamen Rider o Ultraman tampoco nos llegan), pese a que detrás de la acción se encuentren veteranos del cine de acción de Hong Kong de los noventa.

JT: ¿Allí es un producto mainstream o una rareza para muy cafeteros?

DL: En Japón son un producto muy popular dentro del círculo de los otakus de Akihabara, hikikomoris e incels que odian a las señoritas que jamás tendrían sexo con ellos. Giga también produce tokusatsu para niños, especialmente series de televisión, además de fetish y porno. Cada cosa tiene su público, y no suelen mezclarse. Este año trajimos al Festival Nits a su productor (responsable de más de tres mil películas) y un par de actrices de su franquicia infantil Yatsurugi. Fue todo un éxito, los niños salieron emocionados de la proyección, llenaron una sala de quinientas butacas. Para los que no hayan visto nada parecido: Heroes Unite es como ver una película de Donnie Yen (a nivel de acción) pero con espíritu infantil e inofensivo. La película está escrita por uno de los guionistas de Detective Conan, y se nota.

Ni que decir tiene que Shocking Asia nace para poner al día al espectador de todos esos inframundos del cine oriental más desconocido, sin olvidar todo el cine de género que nos importa, recuperando, ahí sí, el espíritu del Made in Hong Kong.

JT: Háblame un poco del festival. Con 15 ediciones se ha convertido en el gran abanderado del cine oriental en España, ¿no es así? En él tenéis una filosofía muy iconoclasta, lejos de la imagen habitual que se tiene del cine asiático por aquí, y de hecho muchas de las películas y géneros de los que hablas en Shocking Asia tienen presencia en el festival…

DL: Me ha encantado lo de la filosofía iconoclasta. Va un poco por ahí. En realidad es un festival de cine popular, orgulloso de serlo. Con Shocking Asia comparte la ilusión y las ganas de descubrir, pero el festival nunca da de lado nunca la calidad por buscar una rareza. Si vas a robarle un par de horas a alguien que sea por algo que de verdad merezca la pena.

Lo cierto es que estamos orgullosos de tener un público abierto y que ha hecho suyas cosas ausentes del resto de festivales del país, como puede ser el cine de acción indio o el tokusatsu, sin olvidarnos del chute de desvergüenza que representan las sesiones Tetsudon presentadas por el simpar Reji Hoshino. Pero también hay tiempo para thrillers chinos, documentales de cine y otros géneros.

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