[Entrevista] Francesc Miró: «Cowboy Bebop es una serie profundamente existencialista»

Siempre hay sitio para hablar de Cowboy Bebop. Para demostrarlo, charlamos con Francesc Miró, autor del muy interesante libro Réquiem por un vaquero espacial: el universo de Cowboy Bebop.

Cowboy Bebop es una serie de culto. No hay nada de controvertido en eso. Tanto en Japón como en occidente, fue una de las series que delimitó un nuevo interés por el anime, asentando así una visión del medio como algo adulto y que trasciende su particular nicho de niños, adolescentes y otakus. Y es así, además de por su extraordinario timing a la hora de elegir fecha de lanzamiento, porque es una serie que aún hoy tiene mucho donde rascar.

Por esa razón hemos entrevistado a Francesc Miró, autor de Réquiem por un vaquero espacial: el universo de Cowboy Bebop., publicado por Héroes de Papel. Porque tras leer el libro quisimos hablar con él sobre algunos aspectos de la serie y su propia experiencia con Cowboy Bebop y el anime en general. Para ver si así, de una vez por todas, descubrimos el secreto de una serie hoy ya mítica.

ÁLVARO ARBONÉS (AA): — Felicidades por el libro. Publicar siempre es una experiencia y escribir, un proceso arduo. Por eso, la primera pregunta también quiero que vaya por ahí. Eres periodista, has sido freelance y ahora trabajas en eldiario.es; con ese bagaje, ¿cómo ha sido la experiencia de escribir un libro mientras trabajas, además, escribiendo otras cosas?

FRANCESC MIRÓ (FM): Debo confesar que no ha sido fácil. Empecé a escribir el libro viviendo en Valencia y siendo freelance, y aunque no me sobrara tiempo, sí podía estructurarme la semana para dedicarle determinados días, o determinadas mañanas, a la escritura. Pero más tarde me mudé a Madrid para trabajar en eldiario.es. Entraba a las diez de la mañana, así que tenía un espacio reducido de tiempo para poder escribir. Me levantaba a las seis o seis y media y escribía antes de entrar a la redacción.

Me resultaba imposible hacerlo de otro modo porque después de pasarme ocho horas al día escribiendo en el curro, llegar a casa y ponerme delante del portátil a escribir de nuevo me provocaba ansiedad y mucho mal humor. Y creo que eso hubiese contaminado al libro. Así que intenté hacerlo así, madrugando y escribiendo un poquito cada día.

AA: Aunque en el libro lo aclaras, también (¡espero!) nos leerá gente que no lo ha leído. Por eso, es obligatorio preguntar, ¿cuál ha sido la motivación detrás de escribir un libro sobre Cowboy Bebop?

FM: La serie de Watanabe significa mucho para mí. La vi después de un tiempo alejado del anime, en una etapa en la que me sentía, o quería sentirme, un ‘true cinéfilo’ pero era muy estúpido y muy pedante. Tendía a despreciar lo que había visto durante la infancia y adolescencia -en la que había consumido mucho anime-, como algo menor en mi proceso de aprendizaje audiovisual. Pero cuando vi Cowboy Bebop algo de mi fingida entereza se cayó por completo y quedé prendado de la serie. De pronto volvía a ella constantemente y cada vez descubría algo nuevo.

Tras llevar años dedicado al periodismo cultural y escribir cada día sobre algo distinto sentía la necesidad de escribir algo sin prisas. Algo a lo que pudiese dedicar tiempo y espacio. Quería escribir un libro, vaya. Y se me ocurrió que Cowboy Bebop podría ser clave en este sentido porque me apetecía reflexionarla y revisionarla.

Entonces, Héroes de Papel publicó tu libro sobre Evangelion. Había leído los de Biblioteca Ghibli de Marta García y Laura Montero y me animé. Pensé que, si quería probarme en ese campo, era un buen momento y ese era el lugar. Se lo propuse a la editorial, les pareció buena idea y me puse a ello. O sea que tú tienes parte de culpa en esto, Álvaro.

AA: Me siento honrado de ser, al menos en parte, culpable. Siguiendo en la misma línea, ¿cómo ha sido trabajar con Héroes de Papel? Y en términos generales, ¿cómo consideras que encaja tu obra y tu estilo dentro de su catálogo?

FM: Pues ha sido un placer porque me han dado mucha libertad y lo han hecho todo muy fácil. Nunca me pusieron impedimentos por nada. Sus correcciones y aportaciones eran siempre de lo más pertinentes y el proceso fue un placer. Trabajar con ellos es muy agradable porque son muy cercanos y comprensivos. Te tratan como si te conociesen de toda la vida, y te hacen sentir como uno más. En cuanto al catálogo de la editorial he de reconocer que los videojuegos no son lo mío. Y Héroes de Papel es eminentemente conocida por sus publicaciones sobre videojuegos. Había leído y escrito sobre el de Box Brown del nacimiento del Tetris y también El soñador de Providence de Carlos G. Gurpegui pero ambos son, en cierto modo, anomalías dentro del catálogo general de la editorial porque el primero es una novela gráfica y el segundo habla de muchas cosas más allá de Lovecraft en los videojuegos.

Sin embargo, la colección de Biblioteca Studio Ghibli me parecía increíble y el sello Crossover sobre cultura pop que prácticamente inauguraste tú mismo con Tú (no) necesitas ser un héroe, apuntaba muchas maneras. Y pensé que ahí podría encajar mi idea.

AA: Acercándonos ya más al tema, quería preguntarte por Shinichiro Watanabe. Cowboy Bebop es una de sus series más afamadas, pero no la única. ¿Qué opinión te merecen sus otras series? ¿Crees que hay un estilo definitorio en él que se aprecia a lo largo de su filmografía, o crees que Cowboy Bebop fue un canto de cisne?

FM: Más allá de Cowboy Bebop he de reconocer que Shinichiro Watanabe no es un realizador que del que haya visto todo, porque tengo una relación ambivalente con él y con sus obras. Me parecen muy interesantes sus cortos para Genius Party o Blade Runner. Y Samurai Champloo me apasiona, la he visto varias veces y de esta también se podría hablar largo y tendido. Sin embargo, no conseguí conectar con Space Dandy, que me repelió de una forma profunda que algún día intentaré comprender. Y no he visto ni Terror in Resonance ni Kids on the Slope, aunque tengo intención de hacerlo. También tengo muchas ganas de ver Carole & Tuesday.

AA: Debes ver Carole & Tuesday, y también quienes nos lean, porque es excepcional. Pero, volviendo al tema, más allá de Watanabe, has comentado antes que hubo un tiempo en que veías anime y después lo dejaste. En relación a eso, ¿cuál es tu relación actual con el medio? ¿Te consideras alguien cercano al mismo, o más un visitante ocasional?

FM: Supongo que alguien cercano pero no por las series anime. Me explico: El viaje de Chihiro fue una película fundamental en mi proceso de aprendizaje cinematográfico. Fue la película que me hizo cinéfilo porque fue la que me estimuló lo suficiente como para querer saber más de lo que había visto. Es el título que con mayor claridad recuerdo querer investigar, leer, buscar información, historias de rodaje, meterme en blogs, especular con interpretaciones, lecturas y lenguajes. Fue, de alguna forma, mi puerta de entrada no solo a una cinefilia más fundada, también a un interés abierto por la cultura nipona.

Y a partir de ahí, vino lo demás: todo lo que había hecho Studio Ghibli, las filmografías de Satoshi Kon, Mamoru Oshii, Katsushiro Otomo. Las trayectorias de Mamoru Hosoda, de Keiichi Hara, de Makoto Shinkai, de Masaaki Yuasa, el porvenir de Studio Ponoc… incluso más allá de la animación un interés por la filmografía nipona en general. De Mizoguchi a Kobayashi, pasando por Kurosawa, Ozu, Koreeda, Kitano

Mi relación con el anime es mucho más sólida en el cine que en las series, porque mi relación con el audiovisual está más fundada en el cine que en la ficción seriada. Prácticamente no veo series anime desde hace tiempo, aunque ahora estoy volviendo a ellas poco a poco. Pero eso no significa que no esté facultado para reflexionar sobre Cowboy Bebop ni que no haya consumido las series mainstream de la animación nipona. La de horas que le eché a Naruto, a Bleach y a Full Metal

AA: Siguiendo un poco con lo que dices, y entrando ya en la propia serie quería preguntarte por la música. Es sabido que Watanabe es un gran aficionado a la música y ha trabajado de técnico de sonido en otras series. ¿Crees que Cowboy Bebop se podría concebir sin su particular obsesión con lo sonoro?

FM: No, creo que Cowboy Bebop sin música no sería Cowboy Bebop. Es conocida la pasión que Watanabe siente por lo musical, tanto que algunas obras suyas versan sobre el mundo de la música, como Carole & Tuesday o Kids on the Slope. En Cowboy Bebop el jazz, el bebop, el blues o el rock forman parte inherente del texto, no solo en la planificación de determinadas escenas, también en la concepción y diseño del mundo plasmado, en su desarrollo de ideas subyacentes. En su espíritu y discurso.

No es solamente que la banda sonora compuesta por Yoko Kanno sea increíble, sino que esta se transmite y arraiga en lo narrativo. Forma un todo con la serie. Un todo indivisible en forma y fondo: episodios como Simpatía por el diablo, por poner un ejemplo, no se entienden de la misma forma si se tiene cierto conocimiento de teoría del blues. Y eso no está directamente ligado con la canción que suena en uno u otro momento, pero tiene una concepción de lo musical inoculada en su narrativa.

AA: Lle das mucha importancia al feminismo. Tanto, que le dedicas un capítulo. ¿Qué crees que aporta una lectura feminista a la interpretación de una obra como Cowboy Bebop?

FM: Aporta perspectiva. Creo que Cowboy Bebop puede ser una herramienta para deconstruirse tan válida como cualquier otra. Para tomar distancia pero también partido: politizar nuestra mirada o hacernos reflexionar sobre los mecanismos con los que la mirada masculina —en este caso la de Watanabe—, ha narrado el mundo en el que vivimos, y cómo eso nos ha hecho pensar de determinada forma. Una lectura feminista puede ayudarnos a señalar y detectar esta forma de mirar, su vigencia y necesaria resignificación crítica.

Y creo que no pasa nada por sostener que Cowboy Bebop es machista en su forma de mirar y mirarse, en sus maneras al retratar el cuerpo femenino, así como en su tratamiento y desarrollo de muchos de sus personajes femeninos. No pasa nada porque Cowboy Bebop es fascinante y porque eso no empaña su valor cultural. De hecho, nos puede ayudar a acercarnos a una comprensión más abierta de algunos discursos heteropatriarcales, como saber ver en las relaciones entre Jet y Spike un ejemplo claro de cómo opera la masculinidad tóxica.

COWBOY BEBOP es una serie anime de importancia histórica, y se suceden los estudios sobre ella. Juntamos a los expertos @alvaromortem y @francescmiro para que hablen sobre ella y sobre el ensayo de este último

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AA: Siguiendo con el tema del feminismo, es inevitable fijarse en que pasas un poco por encima del tema de género, muy presente en Cowboy Bebop. A fin de cuentas, Watanabe ha declarado en varias ocasiones que Ed es un personaje de género indefinido, cuyo género ni le define ni tiene importancia en su crecimiento como personaje. Sin embargo, tú hablas de Ed en el libro siempre con pronombres femeninos. ¿A qué se debe esta decisión?

FM: Creo que es una decisión tomada de forma inconsciente, quizás contaminado por personajes que se refieren a Ed con pronombres femeninos, o bien hacen bromas sobre su aspecto no feminizado. O tal vez porque, inconscientemente, acepté que no estoy capacitado ni tengo las herramientas suficientes como para hablar y construir textos críticos dirigiéndome a un personaje en términos gramaticales neutros. Es algo que tengo que trabajar porque si el lenguaje es una herramienta para definir el mundo, y quiero dedicarme a escribir, necesito superar este tipo de carencias. De todas formas, estoy de acuerdo en que no tiene importancia para con el crecimiento del personaje, que justamente es al que más aprecio y por el que más afinidad siento.

Dicho esto, no creo que pase por encima el tema del género. Creo que lo trato en el libro y que el diseño de personajes de género indefinido no exculpa a la serie del tratamiento de sus personajes. Es más que probable que en el momento de concebir la serie, la inclusión de estos personajes no fuese acompañada de una mirada crítica o realmente comprensiva sobre políticas de identidad, una mirada feminista o sensible con la cultura LGTBIQ+.

¿Por qué digo esto? Porque la indefinición de género de Ed motiva malentendidos de carácter cómico, la ginecomastia de Gren está tratada como un castigo que tiene que sobrellevar, y que justamente está relacionado con su homosexualidad y su amor por Vicious. Lo gay —determinada escena de El vals de Venus— o lo queer —el personaje de Julius en Júpiter Jazz— no siempre está tratado con sensibilidad. Y porque hay una ingente cantidad de personajes femeninos cuanto menos íntimamente ligados a la subjetividad masculina —como Katerina Solensan, Maria Murdock o Pao Meifa, definidas por su rol de amante, madre e hija—. Y eso cuando no directamente definidas mediante la cosificación como en personajes como Manley, Muriel, Judy o Coffee.

¿Que la inclusión de personajes LGTBIQ+ es inclusión al fin y al cabo? Sí. ¿Que eso no es contradictorio con otras lecturas conflictivas de la serie? También. ¿Que a posteriori Watanabe haya profundizado en el concepto político de género y hoy tenga una perspectiva mayor y mejor formada? Pues también.

AA: Aparquemos pues el género para otra serie y otra ocasión. Leyendo tu libro me ha interesado mucho que una de sus constantes es Albert Camus, especialmente uno de sus libros más emblemáticos, El Mito de Sísifo, del cual haces uso a la hora de analizar el tema subyacente de Cowboy Bebop. ¿Qué es lo que te hace sentir un interés especial por esta obra en particular? Para quienes aún no hayan leído tu libro, ¿cómo crees que arroja luz sobre la serie?

FM: De Camus me interesa todo, no solo El mito de Sísifo. Pero creo que esta obra y su discurso filosófico dialogan muy bien con el devenir de los personajes de la Bebop, especialmente en el caso de Spike. Me gustaba imaginar a Spike como una especie de Sísifo y eso me ayudaba a comprenderle y a empatizar con él. Porque Spike vive como una maldición el hecho de estar vivo y porque tiene que arrastrar, como una roca, su pasado y sus actos.

Y porque, en última instancia, creo que en el fondo Cowboy Bebop es una serie profundamente existencialista que se plantea lo mismo que Camus. Él definía al suicidio como el problema último de la filosofía. O lo que es lo mismo, la capacidad de juzgar si la vida vale la pena ser vivida.

AA: Continuando con los aspectos más filosóficos, es cierto que incides mucho en los aspectos políticos de la serie y, aunque los señales, no lo haces en la misma medida con los religiosos. Eso me lleva a preguntarte, ¿qué clase de religiosidad crees que hay, de forma implícita o explícita, en Cowboy Bebop?

FM: Yo no tengo el bagaje que tienes tú en estos lares. No soy filósofo y la filosofía no es mi especialidad, tampoco la religión y sus connotaciones. La religión y la presencia de cierta lectura del taoísmo de forma implícita podría haber tenido cabida en un análisis sobre Cowboy Bebop, pero en el libro abordo el tema a través de lo explícito. Desde el análisis de quienes considero que en la serie vehiculan mejor conceptos sobre este tema, que son los personajes de Bull y Londas.

El primero profesa una especie de religión sioux que cree en un gran espíritu que da la vida, y una energía vital que lo une todo. El segundo es el líder de una secta peligrosa. Ni Jet ni Spike afirman ser adeptos a ninguna creencia de este tipo, pero ambos confían en Bull como guía, ya fuere por la sabiduría del viejo indígena o porque en el fondo no desconfían del todo en lo que su fe plantea.

AA: Como siempre, ha sido un placer charlar contigo. Para acabar, otra pregunta obligatoria. Según dices, has tardado algo más de un año en escribir el libro, por lo cual has tenido que aprender un par de cosas por el camino. Por eso, ¿qué harías de forma diferente si tuvieras que volver a escribirlo?

FM: He tardado un año pero no es que haya estado un año dedicado única y exclusivamente al libro. Mientras escribía este libro llevaba la comunicación de un proyecto de fomento lector en Valencia. Amén de que hacía varios trabajos con una agencia de comunicación. También escribía para varios medios distintos. Y aún así me daba lo justo para ir tirando, y no gozaba de demasiado tiempo para estar con mi familia ni con mi pareja. Y luego entré a trabajar en una redacción a jornada completa.

Así que si tuviera que volver a escribirlo, me tomaría más tiempo. No digo más de un año, sino más horas de escritura e investigación al día. También sería más cuidadoso en algunos aspectos formales, así como en algunas de las posiciones que asumo en el libro. El tiempo es el recurso más valioso de quienes nos dedicamos a escribir, aunque en realidad es el recurso más valiosos de todos y punto.

AA: Y si alguien que nos lee se plantea la aventura de escribir un libro, ¿qué le aconsejarías?

FM: Le aconsejaría que tuviese eso: tiempo. Y recursos tanto monetarios como afectivos. Lo primero porque si escribes para ganar dinero te has equivocado: de escribir un libro no gana dinero nadie, a menos que fiches por Penguin o Planeta y seas un best-seller. Y no lo vas a ser, cuanto antes lo asumas mejor. Y lo segundo porque escribir es jodido y muy solitario. Y conviene tener siempre a mano a aquellos que te aprecien o te puedan ayudar porque son lo único que te puede aliviar la carga.

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