En el año 2006 salió a la venta El arte. Conversaciones imaginarias con mi madre, un libro escrito e ilustrado por Juanjo Sáez al descubrir que su madre estaba gravemente enferma y en el que imaginaba unas largas conversaciones sobre el arte, aunque a ella esto le quedara un tanto lejos. Ahora cumple diez años y Astiberri lo celebra con una reedición con extras. Hablamos con su autor.
Juanjo Sáez es muy observador. Le gusta el arte y hablar de ello. Un día su madre enfermó y él decidió escribir un libro para ella. Dice que posiblemente esta sea su mejor obra o, al menos, la que más lejos le ha llevado tanto física como mentalmente. Ahora, una década después, acaba de ser reeditada por Astiberri y por eso nos citamos con su autor. Nos encontramos con un Juanjo feliz, optimista y mucho menos criticón que años atrás. ¡Y eso que intentamos tirarle de la lengua!
Roser Messa (RM): Han pasado diez años desde que se publicó por primera vez El Arte. Conversaciones imaginarias con mi madre. ¿Cómo lo ves ahora?
Juanjo Sáez (JS): Un poco ingenuo aunque ya tiene que serlo, viendo el público al que va dirigido… Supongo que era así premeditadamente pero, después de tanto tiempo, ya no me acuerdo si lo hice aposta. Todo él es muy sencillito y esa es la gracia.
RM: También es muy didáctico.
JS: Aunque no era mi intención, tienes razón. De todos modos, seguro que hay patinadas… Cuando hablo con gente que entiende de arte pienso en las meteduras de pata que habré cometido, porque todo lo que digo es intuitivo. No es un ensayo, ni tampoco me hubiera atrevido a hacerlo, sino que es mi opinión libre y personal.
RM: ¿Cómo es que, después de tanto tiempo, ahora lo reedita Astiberri?
JS: Esto entra en la categoría del cotilleo. Cuando empecé con Random House Mondadori todo iba muy bien. Lo publicaron en el momento de la eclosión de la novela gráfica. Apostaron mucho, se lo curraron e hicieron muy buena promoción. Durante unos años todo fue fantástico pero luego llegó la crisis y las ventas cayeron. Como el libro parecía haber tocado techo en España, decidí orientarlo hacia Latinoamérica. En cambio, en Random no lo veían tan claro y no me acababan de llevar, motivo por el cual yo mismo me busqué la editorial, Sexto Piso. Igualmente, Random seguía sin dar el paso y tuvimos un poco de disputa. Al final, arregladas nuestras diferencias, despidieron a mi editora, Mónica Carmona y cambiaron de puesto a su jefe, Claudio López. Él era mi otro allegado y, con esto, acabé perdiendo el vínculo con la editorial.
RM: Por tanto, fuiste tú quien acudió a Astiberri.
JS: Sí, nos conocemos desde hace años. Para serte sincero, ya éramos colegas desde la época de Viviendo del cuento. Por eso acudí a ellos: salí de Random y llegó la hora de reeditar El arte. Además, la edición francesa del libro había sido posible gracias a Astiberri e incluso también trabajan con Sexto Piso en México. Me fui con ellos directamente sin pensar en ninguna otra editorial.
RM: En este libro expresas muchas opiniones con las que estoy de acuerdo. Por ejemplo, que por muy virtuoso que uno sea con los pinceles no quiere decir que ser un buen artista.
JS: Si solo tienes técnica vas cojo. Al final, la técnica es un truco de magia que te maravilla. Es algo que se aprende pero que si no va acompañada de nada más, entonces está hueco.
RM: Dices que siempre tendemos a hacer lo que nos gusta pero que si te atreves a ir más allá posiblemente consigas realizar cosas buenas.
JS: La gente suele moverse dentro de una zona de confort, que es lo que domina, pero en el campo de la creación, si te mantienes mucho ahí te puedes perder cosas interesantes que podrías conseguir.
RM: Tú has salido de esa zona de confort.
JS: El reto me estimula y, si me acomodo, me aburro. Por eso, continuamente emprendo nuevos proyectos de los que no tengo ni idea de cómo empezar. Con Arroz pasado fue así. Nunca había hecho animación pero eso no un fue obstáculo para que me metiera de lleno. O cuando me ofrecieron hacer publicidad. Además, todo esto me ha servido para aprender cosas que luego he utilizado.
RM: Según comentas, con la reedición de El arte empieza una etapa nueva de tu vida.
JS: Han coincidido muchas cosas. Entre ellas, que estoy mejor, tanto personal como sentimentalmente. Había pasado unos años malos y ahora me siento renovado.
RM: Dedicaste el libro a tu madre. Ella ya estaba enferma cuando lo empezaste, pero lo acabaste a tiempo y lo pudo ver. ¿Qué te dijo cuándo lo leyó?
JS: Cuando me veía salir en los medios de comunicación lo relacionaba con el éxito y pensaba: «A mi hijo le va bien». Evidentemente, le gustó aunque lo veía como una excentricidad mía. Creía que a nadie le interesaría su vida por ser una persona anónima. Y el sentido del libro lo entendió a medias.
RM: Por mucho que se titule Conversaciones imaginarias con mi madre, supongo que también las habrá verdaderas.
JS: Algunos fragmentos, pero hay más ficción que realidad. De hecho, también hablo de la imaginación.
RM: Está lleno de anécdotas personales que me han hecho reír, como la de tu amigo que te acompañaba al metro mientras se comía la cena con plato y tenedor incluidos. Son cosas que, cuando ves a alguien hacerlas, luego siempre te acuerdas.
JS: Él es Rafa. Cosas como estas son las que hacen que el lector, o incluso mi madre, que lo conocía muy bien, entienda la relación que hay entre la vida y el arte. En el fondo es lo mismo, lo único que cambia es si le ponemos un marco, un pedestal o se muestra en una galería de arte.
RM: Otra de tus teorías que comparto es la de la conspiranoia de los Reyes Magos. Además, como tengo hijos, a menudo pienso en ella. Como dices, es la gran mentira que se perpetúa con los años.
JS: Es un gran happening y, si entiendes el ritual de los Reyes Magos, también entenderás lo del happening. Es muy sencillo y todos lo hemos vivido.
RM: Eres muy criticón: el arte contemporáneo, los artistas…
JS: Sí que lo soy, sí. En las cosas que tienen poco recorrido en el tiempo es más difícil distinguir la trampa. En cambio, cuando las ves desde la distancia, van cayendo por su propio peso. De todos modos, el arte contemporáneo es muy confuso. Todavía no se ha podido separar el grano de la paja. Tendencias que ahora parece que puedan acabar formando parte de los libros de historia, luego igual resulta que no…
RM: Son ideas que ya aparecían en Viviendo del cuento: que está todo inventado, que hay que ser original, creativo…
JS: Con esa excusa, a veces se dan verdaderas chorradas cuya única cualidad es la novedad. Vivimos en la dictadura de lo nuevo, pero si no tienen un poco de base, las acabamos olvidando.
RM: Dime algunos de los artistas contemporáneos que destacan ahora.
JS: En Barcelona están los que siguen la corriente de los neoconceptuales. Es lo mismo que el arte conceptual de siempre pero con chistes. Está bien que haya humor dentro del arte pero… ¿qué diferencia hay entre esto y el humor gráfico? No sé… Igual hay un humorista gráfico que trasciende más que esto… Lo que esta gente hace, en muchos casos, son viñetas, pero la diferencia entre ellos y un humorista gráfico es que lo suyo se expone en galerías. Quizá, si lo sacas de la galería y lo trasladas a un periódico verás que allí no es tan bueno…
RM: Es la historia de la contextualización de las obras.
JS: Claro, sí. En El arte también hablo de sacar las cosas de su contexto. Pero ahí me pierdo un poco porque es todo muy subjetivo. Al final, lo que acabo diciendo en ese libro es que si a ti te emociona y te entusiasma… entonces, adelante. Y si es que no, pues nada, a otra cosa.
RM: Creo que estuviste muy acertado cuando dijiste que el arte tiene que provocar algún tipo de sentimiento al espectador.
JS: A mi parecer, el arte está más relacionado con la esencia de las cosas y la emoción que con la novedad. Es cierto que todo artista que se precie ha de tener una nueva visión de las cosas y ello se consigue con el enfoque que le dé a su trabajo. Esto es lo que le desmarca del resto, pero si no incluye emoción, la originalidad no sirve. ¡A mí qué más me da que sea súper contemporáneo, moderno y novedoso si lo primordial es la emoción! Yo, que a veces me lío con mis teorías, pienso que es un poco como imitar la naturaleza. No sé cómo decirlo pero sería algo así como lo del eco estético de cuando ves un paisaje alucinante… No deja de ser lo mismo: el intento del ser humano por imitar la naturaleza o llegar a lo que tenemos todos en común… La esencia de las cosas. Que todo el mundo se sienta identificado.
RM: Uno de los artistas que aparecen en tu libro es Joseph Beuys, cuya obra se basaba en la narración de su vida. En el fondo, tú haces un poco como él, ya que utilizas cada uno de tus libros para contar tu vida. ¿Has pensado alguna vez en hacer un cómic de ficción?
JS: Si, voy haciendo algo… De hecho, Arroz pasado iba por el camino de la ficción pero no es lo que más me interesa. Por eso lo hago solo cuando me lo piden. En cierto modo, la ficción también es autobiográfica, ya que al final acabas por contar experiencias que conoces cambiando nombres o situaciones. Supongo que todo aquél que se dedica a la narrativa mete en sus obras experiencias personales. A veces, cambiando cuatro detalles ya se convierte en ficción. Si quieres que sea un poco sólido, acabarás hablando de lo que ves y crearás tus personajes inspirándote en gente que conoces. Si no es así, los personajes quedan un poco endebles psicológicamente.
RM: Dices que nos gusta ver gente que triunfa con ideas sencillas que se le podrían haber ocurrido a cualquiera. Y es cierto. Te hace pensar que tú también puedes.
JS: Sí, y es porque te sientes identificado. Eso de verlo y pensar «¡Ay, se me podría haber ocurrido a mí! ¡Qué bueno, este tío… Yo he estado a punto de hacer lo mismo pero se le ha ocurrido antes a él!». Eso es mágico. Son ideas que están en el imaginario colectivo, que flotan por ahí y que, de repente… ¡paf! A alguien se le ocurre una. Esas son las buenas. Es un poco lo que te comentaba antes de la esencia de lo universal. Hay una necesidad que está en el aire, pero que no sale hasta que aparece alguien que consigue encajar todas las piezas y da con la solución. Por ejemplo, la pantalla táctil del iPhone. Es una idea muy simple y que a nadie se le ocurrió hasta que apareció Steve Jobs. En cambio, ahora nos parece lo más normal del mundo.
RM: A tus personajes no les sueles dibujar los rasgos de la cara y te he oído decir que es porque no te salen bien.
JS: En parte es así, pero en realidad es una mezcla de varias cosas y una de ellas es por querer hacer algo más sintético para que el lector lo complete como más le plazca. Para que fluya la narración el lenguaje del cómic tiene que ser sintético, pero yo igual me paso. El cómic es muy redundante. Si te fijas, en cada viñeta se vuelve a explicar todo. Si esto lo trasladáramos a la prosa, veríamos lo repetitivo que es. Sería como describir cada vez el mismo escenario donde se desarrolla la historia.
RM: Mi hija, de siete años, tiene una teoría. Dice que lo haces para ser diferente de los demás.
JS: No va desencaminada. En parte tiene razón. Tengo comprobado que a los niños les incomoda ver personajes sin rostro y eso me ha hecho pensar mucho. Supongo que les da miedo. Les parecerán monstruos o algo así.
RM: Pues ella no me ha dicho que no le guste ni que le de miedo… Ya te distinguías por estos rasgos casi desde el principio, con Círculo primigenio. En cambio, hay autores que les cuesta más encontrar su estilo, pero tú rápidamente diste con la fórmula.
JS: Sí… mi estilo es reconocible. En realidad, lo de las caras empezó con la serie Arroz pasado porque no teníamos pasta para animar labiales.
RM: Antes ya lo hacías.
JS: Solo a veces, igual que ahora. No lo hago por sistema sino únicamente cuando me interesa. Con la serie de televisión nos agarramos a ello por una cuestión de falta de dinero. Animar una boca suponía un trabajador más y, si no había suficiente presupuesto, había que simplificar. Al final se convirtió en algo característico de la serie y, en consecuencia, también mío. Y ahora se ha quedado instalada la idea de que no dibujo las caras pero yo no lo veo como algo que me defina tanto.
RM: También es muy tuyo el meter explicaciones aclaratorias con flechitas al lado de los dibujos.
JS: Son recursos que han ido naciendo en función de mis limitaciones, de no saber dibujar algo de forma que se entienda. También hay redundancias que me dan risa, como dibujar un árbol y escribir al lado: “esto es un árbol”. Son tics de humor que me gusta añadir.
RM: En El arte dices que la vida es un regalo que nos han hecho y que depende de nosotros hacerla bonita. Luego, sacas otro libro, Crisis de ansiedad, donde todo ese positivismo se va al traste.
JS: Ahí estaba muy mal, personalmente.
RM: Incluso en cuanto al uso del color… es muy negro.
JS: Hice el libro estando fatal y me sirvió para aprender. Y ahora estoy bien, en parte, gracias a haber estado mal.
RM: Era un compendio de las viñetas diarias que publicabas en el Ara.
JS: El Ara arrancó en una época funesta… ¡Fueron muy valientes empezando en plena crisis! Me encargaron hacer una viñeta diaria de actualidad en un momento en que yo me hallaba en un mal momento personal. Cada día me tenía que repasar toda la prensa para buscar un tema que tratar ¡y no había una sola noticia que fuera buena! Todo desastroso… Si a eso le sumabas mi situación personal, no es extraño que el libro saliera tan negro, pero era necesario hacerlo así.
RM: Y ahora, pasado el tiempo, ¿cómo lo ves?
JS: Pienso… Jo, ¡qué mal estaba! Pero a la vez le encuentro ideas guays.
RM: Es la otra cara de El arte, que era muy optimista.
JS: Sí, pero entre El arte y Crisis hay otro libro. Se titulaba Yo, otro libro egocéntrico y lo hice cuando me empezaba el bajón. Ahí se ve que la cosa empieza a irse hacia abajo y a desmadrarse. Después, ya recibí el encargo para la serie de televisión Arroz pasado y lo acepté como una forma de mirar hacia otro lado pero, al final, caí en plena crisis.
RM: El primero que leí tuyo fue Viviendo del cuento, donde no hay nada que haga pensar en crisis, sino que todo es risa y broma.
JS: Sí, ese es muy de la risa…
RM: Estos últimos días lo he estado releyendo y me he encontrado con personajes que ya tenía olvidados, como el modista David Delfín, que por entonces se hizo famoso por un desfile de modelos en el que las chicas salían al escenario con capuchas en sus cabezas.
JS: Ahora ya no me atrevo a reírme de él pero, de vez en cuando, va haciendo sus apariciones…
RM: Entonces, a principios del 2000, había unos cuantos artistas jetas. ¿Y ahora?
JS: Ostras, es que ya no soy tan malo como antes ni tan criticón, pero sí que los hay. Lo que pasa, es que como salga esto… ¡Luego me matan!
RM: Pues no me digas los nombres.
JS: En Barcelona hay toda una corriente de ilustradores hinchados a artista, que… Son muy buenos ilustradores, pero se dan unos aires de artistas… No deja de ser una cosa de marketing casero.
RM: Creo que sé a quiénes te refieres.
JS: Todo esto me chirría porque el arte es otra cosa. Ellos, como ilustradores, son fantásticos. A diferencia de la gente de mi generación, los jóvenes que ahora suben son muy buenos dibujantes y tienen mucha técnica. En ese sentido hay más nivel. Nosotros éramos más amateurs. Cuando la moda indi todo era más cutrecillo. Pero de ahí a considerarse artista o pintor… Eso es otra movida. Lo suyo es decoración, diseño… Llámalo como quieras, pero no arte.
RM: Criticaste mucho a ciertos artistas modernos y te hiciste famoso gracias a ellos…
JS: Es la máxima de Andy Wharhol, que decía que si hablas de los famosos ellos te harán famoso a ti. Pues a mí me pasó. Incluso me llegaron a considerar parte de esa modernidad aunque, en realidad, yo estaba fuera. Hablaba de ellos y veía las cosas desde la barrera, en plan muy criticón y al final acabé ahí. Pero no me fue mal, ¿eh?
RM: Ser tan criticón te comportó algunos problemas.
JS: No creas… Me llevo muy bien con todo el mundo. Tengo buen carácter. Incluso con la gente que he criticado abiertamente, cuando luego hemos coincidido, no ha pasado nada. Igual, solo me dicen: «¡Qué cabrón que eres!» y yo… «¡Ostia perdóname, no me hagas caso!». Al final, siempre acabamos arreglando nuestras diferencias.
RM: Viviendo del cuento es un libro hecho con mucho humor. No es para tomárselo mal.
JS: Nunca me he encontrado a nadie que se lo haya tomado tan mal como para acarrearme consecuencias. En su día dije muchas cosas de Jesús de Sidonie y ahora somos colegas. El otro día me lo encontré en el metro y nos dimos un abrazo. Además es de mi barrio. Me cachondeaba de ellos a base de bien, pero él sabe que soy un poco gamberro y que él también lo es.
RM: ¿Qué me dices de Jordi Labanda?
JS: Que sigue sin gustarme y, en ese caso, no he podido hacer un acto de constricción.
RM: Sois dos mundos opuestos.
JS: A veces lo veo por la calle y nunca nos decimos nada. No somos amigos. No está bien que lo diga, pero creo que aquí, en España, ya se le pasó el momento. Durante un tiempo estuvo muy de moda y vendió mucho su marca, pero eso al final te destruye. Creó una marca, la explotó y ganó mucha pasta. Yo me dedico a otra cosa… Lo mío es más de narrar y un rollo más de autor, diciéndolo con modestia. En cambio, Jordi Labanda se metió en el mundo de las marcas. Es un poco lo que te comentaba antes de los ilustradores de ahora, que están más cerca de Jordi que de nosotros. Son más próximos al diseño de la marca y a vender siempre un mismo un concepto, que a un rollo de autoría. Pretenden meterse en el lado del artista porque así su marca vale más.
RM: Uno y otro no tenéis nada que ver. Aun así, te proporcionó tu primer trabajo en La Vanguardia, en la sección de belleza, pero no duraste mucho ahí.
JS: Sí, Jordi me recomendó porque, al principio, le gustaba mi fanzine. Luego me empecé a meter con él y se acabó el buen rollo.
RM: Si ahora te diera por hacer un Viviendo del cuento 2 ¿qué saldría?
JS: Uuuy… ¡Yo qué sé! Ya no tengo tanta mala leche y tampoco me apetece meterme tanto con la gente. He aprendido a sulfurarme menos. Todo tiene sus matices y cada uno se sabe sus circunstancias. Antes, todo esto que te comentaba, lo veía como una traición, pero también son maneras de llevar tu carrera. Si eres consciente de querer explotar tu marca hasta que mueras -que es un poco lo que creo que ha hecho Jordi- y ganar mucho dinero… Eso es una cosa pero, si prefieres un rollo distinto, no te forras pero tienes una carrera para toda la vida.
RM: Salir en todas partes hasta la saciedad, como le ha ocurrido a él, también cansa al público.
JS: Eso es en función del carácter de cada uno. Yo creo que tienes que encontrar tu lugar para estar a gusto. Si te encuentras cambiado de sitio, mierda. Supongo que para alguien que se dedica al mundo de las marcas, verse en la obligación de narrar o hablar de él mismo quizá le incomoda. Él quiere su dinero y que no le vengan con historias… Puede que sea de esos que lo que desean es hacer dinero rápido y luego retirarse. No les mola estar haciendo dibujitos. Hay gente que se mueve por dinero y tanto le da dedicarse a una cosa como a otra. Mientras se forre, todo vale.
RM: Pero el oficio de dibujante e ilustrador es muy vocacional.
JS: Yo siempre lo he entendido así, que el dibujante lo es por vocación. Yo, si no dibujo, no sé qué hacer… ¡Me aburro! Pero no todo el mundo es igual. Es algo que he aprendido en todos estos años que llevo de profesión. A veces, la fórmula buena para ti, para otro es lo peor.
RM: He leído en alguna parte que empezaste dibujando superhéroes.
JS: Bueno, lo intenté en la adolescencia. Me gustaban. Leía X-Men y quería hacer eso. Hasta que vi que no tenía nada que ver conmigo y que todos eran fachas. Llegó un día en que ya no me hablaban. Era como… Buff… Además, se me daba mal dibujarlos.
RM: Sobre tus trabajos más antiguos, he descubierto que tienes un libro sobre La Moreneta, la Vírgen de Montserrat.
JS: Fue un encargo que ilustré para la Abadía, un dibujito amable sobre la Virgen.
RM: ¿Qué otros encargos extraños has recibido?
JS: Puede que ese sea el más curioso. Lo hice muy al principio de mi carrera y, entonces, mi objetivo era tener un sueldo cada mes. Por eso decía que sí a todo lo que me pedían. También hacía publicidad de bares y discotecas pero no iba a ninguno.
RM: Hablando de hacer publicidad, este es un campo en el que has triunfado. Tienes premios importantes…
JS: Pues sí. Y ahora, lo de Lowi está yendo muy bien.
RM: Ya que lo comentas, así me confirmas que no es cosa de un imitador. Siempre que lo veo dudo en si es tuyo o de alguien que te imita. Porque lo hay…
JS: Justo hoy he visto a Santi Carrillo y me ha dicho lo mismo: «Pues han tenido la decencia de llamarte a ti«. Y yo le he contestado que lo ha hecho un imitador autorizado. Es decir, yo mismo y el equipo que tenemos (risas). Tengo muy buena relación con la agencia Sra. Rushmore, que es con la que trabajo. Es muy creativa y muy guay.
RM: Y ya para acabar, ¿en qué estás metido ahora?
JS: Estoy con otro libro que no sé cuándo acabaré. Es más narrativo y tiene mucha letra. De hecho, no es manuscrito sino a máquina porque quiero que sea en plan novela. Estoy haciendo el camino a la inversa y aún acabaré haciendo cosas convencionales (risas). Es un poco por lo que te decía antes, de querer ponerme retos y salirme de la zona de confort. Si luego no sale bien, no lo hago y ya está pero si consigo que la cosa encaje, puede estar bien. Al menos será distinto. También estoy preparando una serie para TV3, que se llamará Heavys tendres; seguimos trabajando con Lowi, las viñetas del Ara de los fines de semana, la colaboración que hago en Rock de Lux… Y creo que ya está. Bueno, no… También queremos hacer un largometraje pero eso ya es más complicado. Estamos en una fase de desarrollo eterno porque no entra financiación… El mundo del cine no es que me interese mucho, pero también he acabado entrando ahí.