[Entrevista] Kike Infame y Mauro Entrialgo: “Mauro se ha convertido en un personaje vinculado a la cultura pop”

No resulta habitual encontrar libros dedicados a entrevistas con autores de cómic españoles, y mucho menos dedicados en exclusiva a uno de ellos. Tras el enigmático título de Con los brazos pegados al torso, Kike Infame se lanza a la aventura de entrevistar en profundidad a Mauro Entrialgo, un dibujante, entre otras cosas, con más de treinta y cinco años de trayectoria. Hablamos con ambos del proyecto y sus contenidos en una charla teléfonica a tres bandas.

GERARDO VILCHES (GV): ¿Cómo surge la idea de realizar este libro? ¿Es iniciativa tuya, Kike?

KIKE INFAME (KI): Sí; la idea de hacer algo con Mauro siempre ha estado presente, pero, con el recorrido que tiene, era una tarea apabullante. Hay abismos a los que es mejor no asomarse [risas]. Cuando nos conocimos en el Salón de Getxo hace dos años, estuvimos hablando de que podíamos hacer algo. En ese momento la cosa se quedó ahí, pero la retomamos tiempo después para hacer una entrevista en la revista Zona Cómic. Y a partir de ahí empezó a crecer; primero, de forma cronológica, y luego, con nuevos temas que él iba proponiendo. Antes de este libro, estuve trabajando durante dos años en uno con Santiago García, que quedó parado, pero a mí, que soy admirador de U, el hijo de Urich, me sirvió para aprender. Quería hacer una entrevista en esa línea. Tanto a Mauro como a Santiago resulta fácil seguirles la pista porque ambos son muy metódicos y organizados con las cosas que han hecho.




GV: ¿Qué método habéis seguido para trabajar en Con los brazos pegados al torso?

KI: Hemos ido haciendo tandas de correos electrónicos en base a los temas y a la cronología. Luego repasamos para ver en qué apartados había que añadir más información.

MAURO ENTRIALGO (ME): Al principio no teníamos la idea de que fuera algo que abarcara todas las cosas que he hecho, pero a medida que la entrevista iba siendo más amplia, quedaba raro que no hubiera preguntas relacionadas con esos otros medios. Entre tanda y tanda de mails, Kike me llamaba y me iba comentando que había que meter algo de teatro, de música… Yo simplemente le decía que sí a todo [risas], y me mandaba una nueva tanda de preguntas.

De todas formas, a mí lo que me sucede no es que tenga buena memoria, sino que, como mi cabeza es un desastre, lo apunto todo, y por eso puede recurrir a mis agendas y libretas de apuntes para corroborar datos y el orden de los acontecimientos. Está todo comprobado en esta entrevista, no hay nada puesto a ojo.

GV: Mauro, para ti, que has editado múltiples recopilatorios de tu obra y te preocupas siempre de que todo este disponible y ordenado, ¿este libro es una pieza más de esa recopilación de tu obra?

ME: Más que como una pieza, lo percibo un poco como una especie de índice o de guía. Es una guía más humana que un simple listado de obras, que cansaría al lector. Es una especie de panorama, que algunos lectores ya me han comentado que ha servido para que buscaran algún libro mío que no conocían, o que hayan visto los Trocitos de vídeo, por ejemplo.

KI: También es importante que cuentas los procesos de tus obras, esas cosas que nos gustan a la gente que tenemos curiosidad por cómo se hacen los cómics. Por ejemplo, cuando hablas de aspectos técnicos, de la aplicación del color…

ME: Lo que sucede es que cuando te entrevistan para un medio de información generalista, hay cosas que entiendes que son demasiado técnicas, o datos demasiado específicos. En cambio, como esta entrevista me la hacías tú y ya sabía que no te estaba aburriendo hablando de estas cosas, fue diferente.

KI: Ésa es una de las obsesiones de Mauro: que no hablásemos demasiado de cómic. Pero yo le decía que cuando entrevistaban a Alfred Hitchcock, al final hablaba de cine, ¿no? Aunque hable de otras cosas, ése es el medio en el que se expresa.

GV: Una de las cosas que más me han gustado del libro es cómo, además de recorrer la obra de Mauro, hacéis un retrato de todas las épocas, desde sus inicios en la escena de fanzines en el País Vasco hasta que se traslada a Madrid.

ME: Eso es labor de Kike, que me fue llevando por ese camino. Cuando te preguntan por cuándo hiciste tal cosa, das por hecho el ambiente en el que lo hiciste, pero Kike me preguntaba específicamente por eso. Y me sacó cosas que a mí me resultan obvias, pero sirven para explicar el entorno.

KI: Es que estamos hablando de treinta y cinco años de carrera. Hay mucha gente que da por sentado que el mundo nació con la novela gráfica y las series de HBO, pero, realmente, sin querer parecer abuelo Cebolleta, en cada época ha habido grandes hallazgos. Hay gente que considera que los años ochenta fueron la mejor época del cómic en España, por su relación con otros medios, con la calle… Todo eso Mauro lo ha vivido en primera persona y ha sido protagonista de ello.

GV: Es muy significativo cómo, en la época preinternet, una colaboración podía interrumpirse porque una persona se mudaba a otra ciudad; estas cosas que ya no suceden. Antes, había que colaborar con la gente con la que tenías proximidad geográfica.

KI: Hay que romper una lanza por Mauro porque, de esos treinta y cinco años, treinta han sido de continua colaboración con Vitoria y con el TMEO, y en muchos aspectos ha sido fundamental para que siga existiendo, aunque no resida allí.

ME: Eso que dices de la proximidad geográfica se aprecia, por ejemplo, en El Jueves: en sus consejos de redacción, antes, era obligatorio vivir en Barcelona para poder participar en sus reuniones semanales.

KI: Todo eso ha cambiado, pero creo que es bueno volver a ello, porque de todo se aprende… Creo que estamos en una época en la que parece que olvidamos todo lo anterior a nosotros, como si no hubiera existido.

GV: Respecto a los años ochenta, a veces se les mira con cierta reverencia, dentro del mundo del cómic, como una época en la que había muchas revistas y los autores podían publicar con facilidad. Leyendo vuestra entrevista uno se da cuenta de que no todo era tan fácil… También existía la precariedad.

ME: Suele pasar en cualquier texto en el que se hable de gente que hizo cosas creativas hace años, se refleja sólo la experiencia de aquellos a los que no les fue mal. Cuando se hace un reportaje sobre la Edad de Oro del cómic americano, por ejemplo, da la sensación de que bastaba con estar allí para que te contrataran, porque, claro, sólo se entrevista a los que fueron contratados… Hay muchísima gente que no llegaba a nada. En los ochenta, aquí, pasaba lo mismo. Había mucha gente que no llegaba a nada y había que darse muchas hostias para llegar a algo.

KI: Luego, en los noventa, que para muchos es la época del peregrinaje por el desierto, para Mauro es el periodo en el que se asienta, porque, precisamente, la falta de espacios en los que publicar cómic hace que busque otros medios en los que desarrollar su trabajo, de forma que se convertirá en un personaje no circunscrito únicamente al mundo del cómic, sino uno vinculado a toda la cultura pop.

GV: Mauro, ¿crees que eso pudo ser algo que le faltó a la profesión? Todo lo que explicas en la entrevista sobre tu interés en mirar a otros medios, más allá de las revistas de cómic.

ME: No lo sé; yo sí que lo hice de una forma consciente, busqué trabajo en sitios distintos al medio, porque veía que el gueto del cómic era un poco pequeño. Cuando se me plantea la posibilidad de irme a Barcelona o Madrid, escogí Madrid porque había más medios de comunicación, aunque en Barcelona estuviera todo el mundo del cómic. Pero no es que le falte eso a la profesión; hay otro tipo de cómic en el que no tiene mucho sentido que intentes publicar en un periódico. Quizás yo, por tener un acercamiento al cómic más híbrido con el humor gráfico, tenía más posibilidades de acudir a otros medios.

GV: Me gustaría hablar del título, Con los brazos pegados al torso; cuando empiezas a leerlo, lógicamente, no sabes a qué se refiere, pero cuando llegas al pasaje donde se menciona todo cobra sentido, y resulta muy bonito. ¿De quién fue la idea?

ME: Pues hasta llegar a ese título tuvimos muchas ideas distintas. La idea de recoger una frase aislada de toda la entrevista para convertirla en título fue de Ata [el editor del libro en Autsaider]. Y nos propuso varias, pero la definitiva tardó en aparecer: fue la octava. Yo prefería que tuviera poco sentido a priori, que no fuera una gracia.

KI: Creo que fue una gran idea de Ata, porque mantiene la incógnita sobre lo que te vas a encontrar dentro. Autsaider fue el tercer pilar de este libro; es mucho más que el típico editor que se limita a imprimir, y también participa activamente con decisiones creativas que hacen que el libro crezcan en direcciones insospechadas y ofrezca algo juguetón, como es Ata.

GV: ¿En qué momento entró Autsaider en el proyecto?

KI: Hacia el final, casi.

ME: La entrevista estaba ya hecha, pero faltaban todos los complementos.

KI: Eso es. En el libro tenemos, por un lado, la entrevista, y, por otro, la parte gráfica, un repaso a la historia de Mauro en fotos. Además, tenemos todas las colaboraciones de textos.

ME: Eso fue idea de Ata, pero también las buscaste tú.

KI: Sí, es como en Ciudadano Welles, en el que puedes leer todas las opiniones de su entorno para saber cómo es el personaje central realmente. Ata trabajó para que todas las colaboraciones no fueran elogiosas, sino que hubiera un punto gamberro más que sesudo, que contrasta con la imagen que tenemos de Mauro, la de un señor serio que hace humor.

ME: A Ata, de entrada, el texto le parecía un poco serio. Se supone que como soy humorista tengo que decir más chorradas [risas], pero como yo me había dedicado a responder en serio, el tono general no era muy gamberro.

KI: Yo tampoco soy gracioso, o sea que realmente había poco componente de humor en la ecuación. Pero yo creo que ese contrapunto hace que el libro pueda llegar a un público muy diferente. Hay gente que se puede divertir con las anécdotas que se cuentan, pero tampoco le falta rigor por el hecho de que se repase la vida y obra del creador de Herminio. Es lo que dice Mauro: parece que la gente que hace humor tenga que estar todo el día contando chistes.

GV: Además, Mauro, tú mismo dices en el libro que no eres ni actor ni monologuista, no tienes vocación de showman.

ME: No, para nada. Si me dedico al humor gráfico es por eso… Herminio es la prueba. A veces me pasa algo por la calle y se me ocurre la réplica diez minutos más tarde [risas]. En vivo no soy muy ingenioso, pero si me das tiempo para pensarlo sí puedo responder algo divertido. Entonces, como quedaría mal volver y darle la respuesta al tipo que me he cruzado por la calle, hago un cómic, donde puedo pensar todo lo que quiera. Yo soy muy detallista, y me gusta que cuando escribo un chiste esté perfectamente construido: no soy nada dado a la improvisación. Y el showman se basa en gran parte en la improvisación. Yo eso lo hago muy mal.

GV: Respecto al apartado fotográfico, ¿todo proviene del archivo de Mauro, o habéis contactado con gente para que cediera fotos?

ME: Principalmente es mío, pero también contactamos con algunas personas, en función de lo que nos iba faltando. Kike, por ejemplo, consiguió las de todos los colaboradores.

KI: Nos ha sucedido algo curioso; por si alguien lo dudaba, el móvil ha matado a la fotografía [risas].

ME: Todos tienen unas fotos de mierda que no valen para nada [risas]. Antes había menos fotografías, pero estaban mejor hechas. Ahora preguntas por fotografías de un salón del cómic y te pasan cuarenta… pero ninguna publicable [risas].

GV: Viendo el resultado final del libro, me da la sensación de que tiene cierto aire de fanzine que mola mucho. No sé si es cosa mía o hay algo de eso…

ME: Por una parte, tendrá aire de fanzine porque hay cosas relacionadas con los fanzines… Pero también está la maqueta de Ata, que, más que un fanzine, quería acercarse a este tipo de maquetación predigital que se usaba en libros de los años sesenta y setenta, que le da ese toque más que fanzinero, analógico. Está lleno de pequeños detallitos que le da un aire al libro alejado del acabado de la maqueta del ordenador.

GV: Mauro, tú has reflexionado mucho sobre cuáles son los mecanismos del humor y cómo se construye un chiste. En el libro abordáis la cuestión de cómo afecta la falta de contexto a la interpretación de la sátira, y cómo eso puede generar un linchamiento en las redes sociales o incluso la autocensura. Es un tema que está de actualidad, y no sé si lo tratasteis precisamente por eso.

KI: Bueno, ahora estamos en una polémica constante. En los años noventa, la mesa redonda recurrente en los salones de cómic era sobre lo mal que estaba el cómic, y ahora es sobre los límites del humor. Desde hace diez años.

ME: Sobre este tema he hecho alguna charla y he escrito algún artículo, y en estos momentos estoy preparando ya un libro sobre ello, en el que contaré las ideas que tengo sobre el humor. Espero que esté listo en un par de años.

GV: Una vez terminado el libro, ¿os habéis dado cuenta de que faltaba algo que os habría encantado incluir pero olvidasteis hacerlo? Algo que dijérais: «en la segunda edición tenemos que meterlo».

ME: Que lo habláramos entre los dos, no; yo el otro día me di cuenta de algo, pero se me ha vuelto a olvidar, así que no sería tan importante [risas].

KI: Yo administraba toda la información más desde fuera; la papeleta la tenía Mauro, porque la gente que aparece en el libro son sus familiares, amigos, queridos enemigos… era él quien corría el riesgo de dejarse a alguien importante. Tuvimos el detallazo de poner un índice onomástico para que la gente que no se vea en él no se vea obligado a comprar y leerse el libro para ver si sale [risas].

ME: Lo que no hay es movidas ajenas al trabajo. Hay mucha gente que me dice que en el libro he contado mi vida… bueno, sí, pero no es un Sálvame. No contamos cosas de mi vida personal, no era el objetivo. Que nadie espere que cuente amoríos y cosas así.

GV: Sí, es un retrato de tu vida estrictamente profesional.

ME: Sí, lo que pasa es que lo profesional siempre está relacionado con otras cuestiones, y se cruza con ellas, como es el caso de los cambios de residencia. Pero cuando lees el libro no acabas sabiendo toda mi vida. Ésa era la intención.

GV: ¿Cómo esperáis que funcione el libro? Lo digo sobre todo porque es poco frecuente en el mercado español encontrar un libro con una entrevista a un solo autor de cómic español. No sé si hay algún precedente.

KI: Yo creo que este tipo de formatos está muy asimilado en otros medios. Es habitual en cine, en fotografía… En el cómic no debería ser raro. Creo que el libro será de largo recorrido más que de impacto inicial. Creo que la gente lo va leyendo poco a poco y funciona el boca-oído. Pero no es su cometido competir con los cómics mainstream de superhéroes y demás.

ME: Yo no tengo aún ninguna idea sobre esto, estoy demasiado dentro; puede que le guste sólo a cuatro seguidores míos, o igual resulta que llega a un público más interesado, aunque no sea seguidor, en la historia del cómic en general. No tengo ni idea. Lo que sí estoy viendo es cierta repercusión mediática, más de la que suele haber en un cómic normal mío. Hay más interés por los medios, lo que no sé si se reflejará en el número de lectores.

GV: Kike, ¿te ha picado el gusanillo con este tipo de libros? ¿Te has planteado hacer otro similar con un autor diferente?

KI: Con tiempo, con tiempo… He hecho un libro sobre el cómic vasco, y yo no soy escritor vocacional, de modo que acabo un poco saturado. Pero sí, probablemente vuelva a hacer algo así, porque estoy muy satisfecho del libro con Mauro. En realidad, yo considero que ambos somos coautores.

ME: Yo tengo que decir, para terminar, que me resulta muy raro que me hagan una entrevista por una entrevista [risas].

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