Una de las sorpresas de la temporada en lo que a cómic se refiere ha sido Röhner. Aprovechando la visita a Madrid de su autor, Max Baitinger, charlamos con él de este libro.
Max Baitinger (Penzberg, 1982) era un ilustre desconocido en España hasta que Fulgencio Pimentel publicó, hace solo unos meses, Röhner, una obra experimental y divertida sobre una visita inesperada que cambia la vida de su ordenado protagonista. Se trata de la segunda obra larga de un autor que demuestra que la vanguardia gráfica no está reñida con el humor, y que tiene un estilo único para contar los dramas cotidianos y profundizar en la torturada psicología de su personaje. Gracias a sus editores, pudimos realizarle la siguiente entrevista el día antes de que volara de vuelta a Alemania, tras pasar unos días en España para promocionar su trabajo.
Gerardo Vilches (GV): Hablemos un poco del origen de Röhner: es tu segunda obra larga, si no me equivoco.
Max Baitinger (MB): Sí, es mi segundo libro. Estuve trabajando en él mucho tiempo. En realidad, tiene muchos orígenes diferentes. Fui recogiendo ideas y pensamientos para contar una historia, que no terminaban de encajar. Pero ya tenía cierta intuición acerca de contar una historia sobre dos personas conviviendo en un piso, porque yo había vivido esa misma situación: viví con alguien que no terminaba de confiar en mí. Quería meter eso en el libro, pero no tenía aún un argumento. Ni tenía intención de hacerlo autobiográfico, porque no habría sido muy divertido. Así que experimenté con estos personajes, intentando hacer algo legible.
GV: El libro tiene tres personajes principales. ¿Vienen de sitios diferentes o los creaste a la vez para esta historia?
MB: Son una mezcla de cosas que yo mismo he experimentado, gente que he conocido. El protagonista es una parte de mí mismo. Yo soy un poco así: necesito tener todo ordenado y bajo control. La vecina es su contrapartida: vive de forma despreocupada y consigue dinero de donde puede, pero se ha vuelto buena en eso. Es sofisticada, pero no queda muy claro cómo lo consigue.
GV: He leído algunas críticas que sugieren que el protagonista podría tener algún tipo de desorden mental, o quizás el síndrome de Asperger. ¿Lo concebiste así, o es simplemente un tipo raro?
MB: Creo que el Asperger es algo diferente. Tiene que ver con no ser capaz de saber qué están sintiendo los demás, y creo que él lo sabe perfectamente. En realidad, no creo que sea tan extraño: yo puedo identificarme con muchas de las cosas que hace, solo que en él están de un modo más extremo. Pero no se supone que sea alguien diagnosticado. Es una persona individualista a la que no le gusta quedar con gente en espacios cerrados. Pero no, no creo que el Asperger sea una explicación para su comportamiento. No quiero «explicar personas»: quiero que los lectores vean cómo es, cómo se comporta, lo que me importa es la situación.
GV: No es algo importante para la historia.
MB: Tiene que ver con mi vida: conozco a la gente tal cual es, saber su bagaje no cambia lo que son.
GV: Hablemos de tu estilo de dibujo, que creo que es una parte importante del libro. Creo que si estuviera dibujado en un estilo más realista el efecto en los lectores sería completamente diferente. ¿Lo dibujaste con este estilo de apariencia vectorial porque querías provocar una sensación concreta?
MB: No es fácil para mí explicar por qué dibujo así. Este estilo manual es el que uso normalmente, lo he desarrollado durante años… Quiero ser preciso, y me interesa representar el mundo tal y como lo ve el protagonista, con líneas rectas y espacios vacíos. Por el contrario, la vecina vive en un mundo diferente lleno de desorden y cosas por todas partes. Son opuestos entre sí, en ese sentido. Respecto a la geometría, creo que, en primer lugar, sorprende al lector. También me permite que todo sea más fluido. Con esta aproximación gráfica puedo generar contrastes más fácilmente, en el aspecto gráfico. Con un dibujo así de sobrio puedo temperar los momentos más caóticos o emocionantes.
GV: Es una forma de mostrar visualmente el orden y el caos…
MB: Sí, algo así.
GV: A mí me han gustado mucho las pequeñas imperfecciones de tu dibujo. Es como algo hecho con un ordenador, pero tú siempre muestras que hay una mano humana detrás de estos dibujos.
MB: Sí, no debería parecer algo hecho por ordenador. Odio dibujar en una pantalla, y me encanta dibujar a mano, con todas las herramientas a mi alcance. Para mí, es una manera de dibujar geométricamente, pero, al mismo tiempo, conservar lo artesanal, de alguna forma.
GV: ¿Tienes un storyboard completo antes de ponerte a dibujar el cómic?
MB: No, no, mi proceso de trabajo es muy caótico. Tengo una idea general de la historia y unas pocas escenas que quiero mostrar, y que voy dibujando sin tener muy claro su lugar en la trama aún. Al final, las hago encajar y tengo el arte final sin haber hecho algo parecido a un storyboard. Este libro ha sido una buena escuela, mi forma de trabajar actual le debe mucho.
GV: También me gusta mucho el humor de Röhner. A veces es un humor negro, y no tengo muy claro si sientes compasión hacia el protagonista o disfrutas haciéndolo sufrir [risas].
MB: ¿Por ejemplo?
GV: Bueno, él siempre está haciendo cosas que en realidad no quiere hacer. Por ejemplo, cuando su amigo habla y habla sin parar, o en la fiesta final. ¿Quieres que el lector sienta lástima de él o que disfrute?
MB: Nunca había pensado en eso… Es obvio que está bajo presión, pero… Probablemente su sufrimiento, si quieres llamarlo así, es lo que hace que se mueva. Si no, se quedaría en casa feliz, leyendo un libro, y nadie quiere leer una historia así. Yo pensé precisamente en la manera en la que un personaje así podría ponerse en marcha, y no simplemente cerrar la puerta y pasar de todo. Tiene ese asunto con su vecina, luego llega su amigo, y tiene que hacer algo. Por supuesto, para él es doloroso, y es divertido trabajar con ello. Pero sí: creo que el sufrimiento es lo que dirige al personaje. Pero creo también que es algo general, como cuando empiezas un libro y sufres para acabarlo porque se lo has prometido a un editor o lo que sea [risas]. Creo que es eso lo que veo en el protagonista: la motivación más pura para hacer algo. No se lo pasa bien, pero sigue lidiando con sus problemas… La intención del libro es que lo disfrutes, claro.
GV: Además, es que todo lo que intenta es un absoluto desastre… A mí me da un poco de pena.
MB: A mí también. Cuando miro a su vecina veo una persona que vive la vida, que se lo pasa bien y no se preocupa demasiado por los problemas. Pero él es todo lo contrario, es incapaz de disfrutar.
GV: Me gustaría conocer tus influencias. Mientras leía el libro pensaba en posibles referentes literarios como Franz Kafka o Thomas Bernhard. ¿Pensabas en este tipo de autores mientras lo hacías y en su tipo de humor?
MB: En Kafka no. Me gusta su estilo literario, pero, para mí, su obra trata del sufrimiento, no hay mucho humor, leerlo suele ser más doloroso que divertido, aunque también pueda serlo a veces. En cuanto a Bernhard, lo he leído, y encuentro relación en la manera repetitiva y mecánica de escribir. Y es divertido. Pero no creo que sean influencias directas en el libro. Pero sí hubo un libro que me ha influido mucho, de la escritora húngara Agota Kristof. En sus novelas de Claus y Lucas, cuenta las cosas desde el punto de vista de dos hermanos gemelos que intentan documentar su vida contando solo la verdad más objetiva. Por ejemplo, no usan adjetivos. Solo lo que hicieron sin valoraciones, las acciones desnudas. Pero, entre líneas, el lector va viendo más cosas, lo que pasa realmente. Y ves los cambios desde que son niños hasta que son adultos. La autora está diciendo una cosa, pero al mismo tiempo consigue que a tu mente venga otra distinta. Esto influyo mucho en mi estilo: desde el cómic, puedes adaptarlo a algo parecido. Usas una frase concisa y objetiva, y la pones junto a una ilustración que complete o contradiga al texto. Eso es una herramienta perfecta para controlar el tono de la narración.
GV: Volviendo a tu estilo de dibujo, me gusta mucho tu forma de mostrar acciones cotidianas de una forma abstracta. Por ejemplo, cuando el protagonista está masticando y vemos cómo se va formando el bolo alimenticio en su boca. No sé si es fácil hacer esto: para mí es muy sorprendente.
MB: La idea en esa escena era mostrar el paralelismo, metafórico, entre tragar algo y vomitarlo y limpiar unas cañerías.
GV: Supongo que para ti es muy divertido dibujar este tipo de cosas.
MB: Sí, es muy divertido. Röhner es más experimental que cualquier otra obra anterior. Este tipo de cosas más experimentales tienen que tener sentido, ser fáciles de leer y hacerlo todo más claro para el lector. Es lo que intento, al menos. A veces son más obvias y a veces menos, pero creo que construyen una atmósfera general para el relato.
GV: ¿Estás contento con la edición española del cómic? ¿Es igual que la original?
MB: No, es completamente diferente. La original era más pequeña y tenía otra portada. No estaba muy contento con la de la edición alemana, y tuve la oportunidad de cambiarla. Les envié dos propuestas a Fulgencio Pimentel, y utilizaron ambas, una para la portada y otra para la contraportada. Y me encantó la idea. Me encanta la edición.
GV: Tienes un libro anterior a este, Heimdall (2013) y otro posterior, Birgit (2017). ¿Sabes si podremos verlos publicados pronto en España?
MB: No lo sé, pero me encantaría.
GV: Para terminar: en España no conocemos mucho de la escena de la novela gráfica y el tipo de obra que tú haces. ¿Podrías comentarme algo sobre ello?
MB: Donde yo vivo, Leipzig, se hace una feria anual de cómic. Hay algunas editoriales independientes, y mucha gente haciendo cosas interesantes. También hay algunas editoriales de libros infantiles muy buenas. Aparte de esto, hay un puñado de editoriales que publican novela gráfica más comercial: biografías, historia… ese tipo de cosas, que no es lo que más me interesa. Pero la escena independiente está muy bien, hay gente haciendo cosas más experimentales que me gustan mucho.