Lo conocí hace dos años en una sala alternativa de Salamanca. No creo que fuéramos más de quince los espectadores que esperábamos sentados en nuestras sillas, junto a nuestras mesas y con nuestras cervezas, a que el espectáculo de electrocuplé (un término, al menos para mí, completamente nuevo) comenzase. Y comenzó y me dejó fascinada. Salí de allí segura de que había conocido a un artista increíble, con un gran talento no solo para la música sino también para el espectáculo, al que volvería a ver siempre que tuviera la oportunidad.