"Si hubiera estudiado Biología, compararía a Kim Kardashian con la mitocondria", dice. Pero, como esta youtuber es arquitecta, sus análisis de la cultura pop (y no tan pop) componen un edificio de reflexiones y referencias capaz de volver loco al más pintado. Hablamos con Ter de ansiedades (pos)modernas, choques generacionales y, claro, las uñas de Cardi B.
Si a uno le preguntan de sopetón de qué van los vídeos de Ter en YouTube, puede responder que de una mezcla delirante (pero a la vez coherente) de alta y baja cultura, donde el reality show de Kim Kardashian y su familia se hermana sin fisuras con los cuadros suprematistas de Malevich. Pero, si nos atenemos a la definición que da esta arquitecta madrileña de 28 años llamada Ester («Prefiero no publicar apellidos», advierte), su canal sería «El reino de la arbitrariedad». En todo caso, cualquiera de las dos explicaciones justifican de sobra que en CANINO nos pirrásemos por entrevistarla. Y, ahora que lo hemos conseguido, aquí tienes sus declaraciones para tu uso y disfrute.
Yago García (YG): Acabas de retomar tu actividad como youtuber tras unos meses de descanso por asuntos personales. Independientemente de que estos tuvieran que ver o no con tu actividad audiovisual, ¿por qué se habla tan poco de lo mucho que os exponéis personalmente los youtubers, y de las consecuencias que eso os puede traer?
Ter (T): No sé quién habla poco de ese tema, ¡yo desde luego me paso el día dándole vueltas! Todos los youtubers a los que sigo exponen gran parte de su vida personal, y precisamente por eso les sigo. Me ayuda mucho escuchar a gente hablando de sus problemas, y verles enfrentarse a ellos. Como espectadora noto que muchos youtubers no se atreven a decir ciertas cosas por miedo a ser atacados, y como youtuber lo confirmo. Cuando subes un vídeo no sabes quién lo va a ver: si tuviera la certeza de que mis vídeos solo los van a ver personas que me quieren y respetan, hablaría de mí sin pudor. Pero potencialmente los puede ver todo el mundo, ¡hasta gente que me odia! Imagínate lo grotesco que sería abrirte en canal y mostrar vulnerabilidad ante una persona que te odia. Va en contra de la supervivencia animal, es antiintuitivo. Aun así me gustaría atreverme a hablar un poco más de mí, porque como espectadora agradezco muchísimo cuando alguien tiene la valentía de hablar de sí mismo desde la crudeza y la honestidad.
YG: Exponer que tienes depres y que vas al psicólogo, aunque sea en tono jocoso, resulta muy valiente en un contexto en el que a los youtubers se les presenta (y muchas veces, se presentan a sí mismos) como modelos de triunfo y adaptación al mercado. ¿Mejorarían las cosas si fuéramos más abiertos acerca de estos temas?
T: Estoy muy familiarizada con estos temas, y para mí no fue nada raro decirlo. Mi audiencia lo entendió perfectamente porque atraigo a gente parecida a mí, gente a la que estos temas no solo no le escandalizan, sino que les gusta hablar de ellos. Por supuesto que el mundo mejoraría muchísimo si la gente fuera a terapia en lugar de gritarse los unos a los otros en Twitter. Aun así ir al psicólogo es un esfuerzo emocional muy grande, ¡es trabajo! Así que entiendo que la mayoría de la gente no quiera ir y prefiera tuitear. Hay un capítulo de Rick y Morty que dice que es como lavarte los dientes: es un rollo, no te apetece, jamás te va a apetecer, pero si lo haces la recompensa será enorme.
YG: ¿Puedes contarnos un poco cómo te surgió la idea de poner en marcha tu canal? ¿Tenías un concepto claro o, como decías en tu vídeo inaugural, era sencillamente que no te aguantabas las ganas de ser youtuber?
T: Llevo queriendo ser youtuber desde 2006, pero me daba mucha vergüenza. En octubre de 2016 (¡diez años después!) subí mi primer vídeo, así que por un lado fue un arrebato y por otro fue algo absolutamente premeditado. No se me ocurrió un día, llevaba años dándole vueltas a la idea y ¡sufriendo por no atreverme a hacerlo! Mi primer vídeo, Harta de no ser youtuber, cristaliza ese sentimiento a la perfección.
YG: ¿Cómo suele ser la elaboración de tus vídeos? ¿Escribes un guion o una escaleta después de haber elegido el tema? Y una vez frente a la cámara, ¿te ciñes a él, o te dejas llevar?
T: Ambas. Tengo vídeos en los que me ciño a un guión que he escrito meticulosamente durante días; en otros vídeos solo tengo una lista de los puntos por los que quiero ir pasando pero improviso cómo lo digo; otras veces me siento delante de la cámara y me pongo a hablar a ver qué sale; otros vídeos los voy grabando y editando a la vez, para ir viendo sobre la marcha cómo hilar el discurso. ¡En fin! Un lío.
YG: Más o menos, ¿cuánto tiempo les dedicas (a los vídeos) entre elaboración del tema, rodaje y postproducción? ¿Cuál es la parte que más tiempo te lleva y la que más te cuesta hacer?
T: Depende totalmente. Tengo vídeos que he tardado varios meses en hacer, y otros que en una tarde están listos. Por ejemplo el vídeo La geometría de los Emojis: desde que se me ocurrió la idea hasta que la materialicé pasaron seis meses. O el vídeo de la performance: llevaba más de un año queriendo explicar ese concepto pero me costaba mucho articularlo y concretarlo. Pero un vídeo comentando un videoclip, lo hago improvisadamente y no tardo mucho en editarlo. En general la parte que más tiempo me lleva es la de pensar el vídeo, darle forma, materializarlo. Y la que más me cuesta es la de grabar, porque me pongo muy nerviosa. ¡Tengo más vídeos grabados que publicados! Un drama.
YG: ¿Cómo es tu espectador o espectadora tipo según las métricas de YouTube? ¿Y cómo te la imaginas tú (si te la imaginas de alguna manera)?
T: Mi audiencia es gente que tiene un interés genuino y pacífico por el mundo, creo que se parecen mucho a mí. Hay mucha variedad y sobre todo mucho respeto. El grueso de mi audiencia va de los 17 a los 30 años, pero también tengo audiencia más adulta. En cuanto a género, está absolutamente igualado.
YG: Más allá de lo muchísimo que te gustan las Kardashian o Taylor Swift, te son muy útiles como herramienta de análisis. ¿Crees que cualquier fragmento de cultura pop, por marginal que sea, puede servirnos para descifrar las entrañas de una cultura entera?
T: ¡Seguramente! Para mí las celebrities son como dioses griegos: cada uno representa un único sentimiento. Atenea es la diosa de la sabiduría, Afrodita la diosa de la belleza, Apolo el dios de la música… Son figuras que admiramos porque las queremos imitar. ¡No literalmente! Más bien en algunos atributos concretos. A lo mejor quieres ser tan honesto como Kanye West o tan divertida como Jennifer Lawrence. Los famosos me intrigan, me interesan, y son mi mayor herramienta para analizar el mundo.
YG: Asimismo, muchas de tus conclusiones, o de las conexiones que sacas entre elementos dispares, pueden dejarte con la cabeza del revés (tú misma llamas la atención a veces sobre la arbitrariedad de tus análisis). ¿Te salen así, o a veces juegas a ser rebuscada por gamberrismo, diversión, provocación…?
T: Me salen así. Antes de ser youtuber tenía muy pocos amigos, y a ellos no les parecía extraño las cosas que decía o pensaba. Fue al hacerlas públicas cuando me di cuenta de que a mucha gente les sorprendían, les divertían o incluso les ofendían. ¡Jamás me habría imaginado que yo podía ser polémica! Si lo hubiera sabido quizá nunca habría subido ningún vídeo, porque tengo demasiada ansiedad como para aguantar el odio de personas desconocidas. Mis vídeos proceden de la más absoluta honestidad, aunque muchos piensen que son provocaciones premeditadas.
YG: ¿Cómo ha influido tu formación como arquitecta en tu forma de ver y comentar las cosas? ¿Serían muy distintos tus análisis si hubieras optado por otra carrera?
T: Ha influido muchísimo. Siempre he pensado que la carrera no te da conocimientos, sino que te forja una actitud. Para mí la carrera de Arquitectura fue como un viaje espiritual lleno de altibajos en los que descubrí cosas de la vida que siento que no habría podido descubrir de otra manera. Aun así la arquitectura en sí misma no es mi pasión, mi pasión es ser youtuber. La arquitectura me gusta mucho, pero no más que cualquier otra cosa. Si hubiera estudiado Biología seguramente habría acabado comparando a Kim Kardashian con la mitocondria.
YG: También has citado a Robert Graves y sus Siete días en Nueva Creta. A mí, de ese relato me flipa la idea que todas las culturas acaban dejando tras de sí restos descontextualizados. Si tuvieras que elegir un elemento que sobreviviese de aquí a unos miles de años, ¿cuál escogerías? ¿Y qué interpretación loca crees que le darían en el futuro, sin saber de dónde ha salido ni para qué servía?
T: Escogería Despacito, de Luis Fonsi. Es el himno generacional por excelencia y debería sobrevivirnos a todos. Los que lo descubrieran no podrían parar de bailar y serían mazo felices.
YG: En el Manifiesto en defensa del millennial, tu análisis es muy optimista, pero puede resultar apocalíptico desde la perspectiva de una persona de una generación anterior. ¿Qué le dirías a alguien de edad provecta para convencerle de que el mundo no se está yendo al carajo con tanto meme, tanto énfasis en las imágenes y tanta redefinición del concepto de privacidad? ¿O la única respuesta posible es “muérete, viejo”?
T: Realmente ese vídeo está más dirigido a legitimar y validar mi generación que a intentar convencer a otras generaciones de que somos super guays. Procede de un sentimiento optimista, no rencoroso. Nunca le diría a alguien “muérete, viejo”. No me importa si hay personas que piensan que el mundo se va a la mierda, que piensen lo que quieran. A mí desde luego Instagram ha aumentado mi calidad de vida y no lo cambiaría por nada.
YG: Por otra parte, parece que internet ha mutado de foro donde se discute y se intercambian cosas a escaparate donde la gente se expone para venderse. ¿Nos hemos convertido del todo en mercancías, supeditadas a nuestro valor de cambio en lo laboral, lo sexual, lo social…?
T: Yo parto de la premisa de que ‘venderse’ no es malo. Pero además ni siquiera siento que internet haya mutado en eso, sigue siendo una plataforma de intercambio de información. ¡Al menos el internet que yo consumo!
YG: Por otra parte, la idea de sinceridad que expones en ese vídeo y en otros (como el de Rihanna) también tiene miga. Cuando una celebridad se expone así, ¿cómo podemos distinguir entre lo verdadero y espontáneo y el personal branding? Y si esto último es lo que domina, ¿podemos seguir llamándola “sinceridad”?
T: No se me ocurre ningún ejemplo de celebrity que haya hablado de su vida privada solo para ganar dinero. Me cuesta creer que una celebrity que habla de sí misma no tenga cierto apego por lo que está contando y creando y solamente esté pensando en ser rica. ¡Muchos pensarán que soy una ingenua! Pues yo les digo que son unos cínicos. Para mí una persona cínica es alguien que no tiene ilusión genuina por nada, ¡y se piensa que los demás tampoco! Yo no veo a las celebrities como personas superficiales de las que desconfiar, sino como personas que canalizan todos los sentimientos que tengo dentro de mí. Y si efectivamente hubiera celebrities que hacen un paripé de exponerse públicamente solo para ganar dinero, tampoco me parecería mal. ¡La gente que haga lo que quiera!
YG: Has hablado sobre el plot twist como herramienta vital, y en algunos de tus vídeos hay giros argumentales bastante locos en el último minuto. ¿Podrías explicarnos por qué? ¿Es una forma de que la espectadora reflexione sobre lo que acaba de ver, o tu intención es otra?
T: La estructura de mis vídeos es como la canción de Bohemian Rapsody: no está muy claro por qué es así, tampoco está claro que sea intencionada, pero funciona bien. No sé si Queen le dieron esa estructura aposta, en mi caso es más bien intuitivo. A veces siento que la gente piensa que todo lo que hago es premeditado, cuando en realidad todos mis vídeos proceden de una energía daliniana compulsiva por producir contenido sin pensarlo demasiado. Precisamente por eso muchas veces digo cosas que molestan o sorprenden, porque mi prioridad no es analizar meticulosamente todas las posibles interpretaciones de lo que digo, sino decirlas y ya está.
YG: En tu vídeo sobre la Gran Vía de Madrid y en otros defiendes la idea del lujo de una forma que recuerda (ojo, no digo necesariamente que se parezca) a la de este artículo. Si el lujo pierde algún día su condición de marcador entre “los de arriba” y “los de abajo”, ¿habrá perdido aquello que lo hace relevante?
T: Primero habría que definir “lujo”: para mí el lujo no tiene que ver necesariamente con dinero, tiene que ver con el buen gusto. Y el buen gusto tiene dos fuentes principales: tu intuición para la estética y la cantidad de referencias que tengas. Pero a la gente no le gusta esta idea, porque implica que el lujo del que tú te rodeas depende (en gran parte) de tu interés, tu instinto, tus referencias. El lujo puede ser la elección de colores de las paredes de tu casa, la composición de figuritas de tu mesa, el grosor de tu almohada o los olores de tu dormitorio. Elegir todas esas cosas meticulosamente puede aumentar mucho tu calidad de vida.
YG: Hace poco entrevistábamos a Patri Tezanos, del canal Antroporama, y se mostraba muy harta de que a las youtubers se las presente siempre como víctimas de acoso o excepciones a la regla, centrándose más en las agresiones que reciben que en su trabajo propiamente dicho. ¿Te has sentido alguna vez así? ¿Cómo bandeas a los trolls que comentan idioteces en tu canal?
T: Sí, me he sentido así muchísimas veces. En cuanto a los haters, tengo pensado hacer un vídeo hablando en profundidad sobre ellos, porque no creo que haya una barrera entre un fan y un hater, sino que son extremos de un espectro y la mayoría de las personas están en el medio.
YG: Para terminar, ¿nos recomiendas otras youtubers españolas cuyo trabajo te guste o te llame la atención?
T: Antroporama, Gata de Schrodinger, Percebes y grelos… Y no españolas: Jenna Marbles, Kalel, Anna Akana, Natalie Tran, Grace Helbig, Vihart, Trisha Pastas, Tana Mongeau, Gigi Gorgeous, Gabbie Hanna, Colleen Ballinger, Jojo Siwa…