Del cuatro al catorce de mayo se celebró DocumentaMadrid, el festival señero de la no-ficción en la capital. Con una nueva organización, la selección este año ha sido relativamente más ortodoxa, aunque también menos accesible para el gran público. En ese sentido, se han ampliado las secciones y creado premios de cierto valor. Pero las audiencias han sido relativamente menores, puesto que los temas propuestos han resultado deliberadamente opacos para el público.
En la gala de inauguración se reconoció, con todo, la labor de los organizadores de las ediciones pasadas, considerando la nueva administración que “recibía un legado”. Esta ceremonia fue protagonizada por el director de documentales camboyano Rithy Panh, el cual se mostró “agradecido” por el premio a toda su carrera. Como celebración se ha proyectado una completa retrospectiva de su obra, testimonio de un país asolado por la guerra como es Camboya, en el Cine Doré (Filmoteca de Madrid).

El evento de presentación
El palmarés, eso sí, ha sido relativamente sorprendente: la lírica y borrosa La ciudad del sol ha sido la ganadora en la sección internacional, que cuenta con menciones para el documental político Luz Obscura y la obra fabril Machines. En la sección nacional El remolino se alzó con el premio, al que siguieron menciones especiales a Olvida Monelos, Adentro, Paisajes de A Capelada y Donkeyote. En la sección experimental, Fugas, fueron justos ganadores We Make Couples y Stranger in Paradise. Por último, hubo premios ya específicos para cortos, manteniendo la tradición del certamen en promocionar los nuevos autores.


El director Rithy Panh
En CANINO hemos seleccionado los diez documentales más lúcidos e interesantes de esta edición relativamente más enfocada a la alta cultura que las pasadas. Si bien recogemos parte del palmarés, también pretendemos recuperar piezas que quedaron fuera de los premios y merecen un vistazo. En cualquier caso, son unas cuantas e interesantes ventanas a mundos desconocidos.
Untitled
Este documental es más bien un telar compuesto con los trozos, parches, filmados por Michael Glawogger antes de fallecer. Este director austriaco había realizado ya trabajos de éxito, excelentemente filmados, como Workingman’s Death para 2005 y recientemente Whore’s Glory. Eran historias en distintos continentes, unidas por tipos sociales (obreros, prostitutas, etc.). Este trabajo sigue la misma técnica… pero sin ningún tipo de nudo que enlace las historias, buscando más bien la revelación personal. El montaje final, realizado por Monika Willi, ofrece un filme desigual, mezclando cortos memorables (el partido de fútbol de mutilados es un hito) con otros más tópicos.
Luz Obscura
Este denso, muy denso, trabajo muestra una serie de testimonios de represaliados políticos por la dictadura de António de Oliveira Salazar en Portugal. Susana de Sousa Dias monta el sonido de estos con pequeños paneos de las fichas policiales. Es un trabajo in crescendo que se establece como memoria oculta de la oposición de izquierdas y también de las torturas a la que fue sometida por la Policía Internacional y de Defensa del Estado (PIDE). Quizá un tanto lenta para el neófito, su intensidad dramática aumenta a lo largo del metraje y sigue las vidas de los componentes de la familia del dirigente comunista Octavio Pato (Isabel, Álvaro, Rui…). Gran documental político, tan grave como real, ausente de cualquier retórica sentimental y que por su pericia técnica fue reconocido por el jurado.
Los niños
Los documentales de la gente con Síndrome de Down suelen estar domeñados por una moralina muy cristiana; esta que se establece con eufemismos tan siniestros como “gente especial” o “niños grandes”. La irónica mirada de la directora chilena Maite Alberdi no busca mirar por encima a los protagonistas, sino encuadrar a través de su mirada los límites que les impone el Estado y las familias. De hecho, muestra desenfocados a todos los adultos no afectados por el Síndrome en el film como rasgo distintivo de estar fuera de aquel mundo cerrado. Y la metáfora final es devastadora: la normalidad que pretenden las autoridades con ellos es una eterna infancia donde no están permitidas las bodas, la independencia económica o la toma de decisión alguna. Un trabajo inteligente, nada moralista y además no poco divertido.
Solar
¿Cuánto hay de mentira en una religión? ¿Puede resistir a ser filmada en cualquier circunstancia? Este bizarrísimo documental sobre el ídolo religioso Flavio Cabobianco, niño argentino que publicó un libro new-age sobre sus experiencias pre-conscientes con alienígenas, indaga sobre la herida entre realidad y ficción. Al contar con la colaboración de Cabobianco, que se filma a sí mismo con poca pericia, Manuel Abramovich busca con una estudiada ambigüedad dudas al relato místico del tipo. Todas ellas vienen del hermano desencantado con el lenguaje religioso festivo y también con el papel dominante de una madre que parece, parece, dirigir la inmensa farsa. Al igual que en Capturing the Friedmans la ambigüedad, la carencia de discurso final juega a favor del filme ya que el espectador nunca llega a conocer si la abducción existió.
Machines
Los ecos de Tiempos modernos (1936) de Charles Chaplin resuenan en esta obra corta, apenas un mediometraje, del director Rahul Jain. Trae, así, una imagen distinta de la India y nos presenta un telar fabril de aspecto decimonónico en Guyarat, provincia occidental hindú y una de las más industrializadas. La película es testigo mudo del proceso alienante de la producción industrial, aunque en diversas entrevistas se deja entrever el malestar social de los trabajadores. Explotados o no, con la nula protección social de la India, la otra alternativa para muchos de ellos es la mendicidad y el hambre. Un buen reportaje sobre un país industrial desconocido, sin duda, que ha merecido una mención especial por el jurado.
Stranger in Paradise
Este excelente ensayo cinematográfico de Guido Hendrikx, con no poca influencia narrativa del último Lars Von Trier, presenta una clase en la cual los refugiados reciben tres respuestas a su llegada a Europa: la derechista, la progresista y la real. La metáfora de esa Europa socialdemócrata como clase de secundaria, con un profesor entre exigente y cándido (un prodigioso Valentijn Dhaenens), funciona a la perfección y ofrece respuestas poco claras a un problema imposible como la inmigración. Quizá este notable ensayo, que mezcla bien ficción y no-ficción (en el estilo de la película francesa La clase de 2008), queda lastrado por un prólogo un tanto pedante en contra de las fronteras. Pero, eso sí, como documental sobre los migrantes es de los trabajos más agudos y heterodoxos que han pasado nunca por Matadero Madrid
El pacto de Adriana
Si en DocumentaMadrid hemos podido ver en Luz Obscura el testimonio de las víctimas, este documental ortodoxo, poco experimental, nos presenta a los verdugos. Nada menos que una película historiográfica donde la directora Lissette Orozco descubre que su encantadora tía Adriana Rivas fue miembro de la policía secreta más sanguinaria de Latinoamérica: la DINA de Pinochet. Entre el apoyo a su tía, que defiende no conocer todos los detalles de las torturas, y los testimonios de los represaliados, Orozco monta una pieza nada agradable, quizá sin respuestas, pero también no valiente. Y la cotidianidad del monstruo, algo pocas veces denunciado en los países latinoamericanos, remite siempre al clásico ensayo de Hannah Arendt.
Radio Kobani
La reciente guerra de Siria es un conflicto que cuenta con una novedad importante: carece de periodismo en el terreno. Dominada por las agencias, y estas controladas por los bandos en liza, es difícil encontrar imágenes reales del conflicto, no ya las mínimas crónicas de guerra. En ese sentido, este documental realizado por el iraquí Reber Dosky recoge el testimonio de la joven kurda Dilovan de la guerra y sus intentos para consolidar una radio libre en oposición a las masacres del ISIS. Aunque podría tener un montaje más ambicioso, las imágenes son devastadoras y el drama es brutal: vemos escenas de cadáveres calcinados, luchas a las mismas puertas de Kobane entre las milicias kurdas y el Isis propias de La chaqueta metálica e incluso el testimonio frío y medio psicópata (en la órbita de John Milius) de un francotirador kurdo mientras le afeitan con tino el bigote. Un verdadero triunfo fílmico, que además tiene el inmenso mérito de ser una de las pocas ventanas a una guerra sin imágenes.
Adentro
El poeta Leopoldo María Panero, que pasó media vida entre la cárcel y el manicomio, dejó para la posteridad una frase que merece recordarse: “Es en la cárcel el único sitio donde la amistad es real”. Adentro, que firma legalmente Pau Coll Sánchez, está realizado por cinco internos de nombre Soufian, Samuel, Jorge, Abdel y Kamal a los cuales a lo largo de un año dejan una cámara para filmar con límites su estancia en una prisión juvenil de Cataluña. El resultado es un trabajo triste pero también divertido, donde se prueba, se certifica, que la solidaridad puede vencer cualquier infortunio. Desde chavales musulmanes que esconden Kinder Bueno en su celda hasta el punki que dice que se lo pasa bien por las noches viendo el programa Adán y Eva e incluso el testimonio del preso armenio que añora a su mujer y le escribe cartas sin freno, todo transmite eso tan esquivo, tan difícil en un documental, que es la verdad.
A pesar de la colaboración de la Generalitat en esta obra, con unas cuantas prohibiciones (no dejaron filmar el patio…), la propia ausencia de respuestas en la cárcel a los delitos cometidos deja entrever el malestar de los presos. O como resume el punk en prisión con una veracidad aplastante: “Aquí piensas que vas a salir bien y sales más trallao”
Mzis Qalaqi (La ciudad del sol)
Los planos largos de un tren olvidado nos llevan a las ruinas de la ciudad de Chiatura, al oeste de Georgia. Rati Oneli, realizador del filme, ejerce de testamentario visual de la grandilocuencia wagneriana de una ciudad en ruinas y las peripecias de sus habitantes. Antigua urbe minera, que llegó a superar los 30.000 habitantespor la demanda de manganeso, lleva décadas abandonada después del colapso de la URSS. Un paisaje luego de la tormenta, un Ballard verde (¡si es que esto puede existir!), donde la foresta ha tomado las fábricas y el propio clima montañoso envuelve en bruma todo el lugar. El director ejerce de fisgón, sin apenas narrativa, de los hombres que viven allí: atletas fracasados, músicos sin futuro y mineros que parecen piezas obsoletas de un mecanismo que hace años que no funciona. Pero es el extraño componente onírico de las imágenes, al que debe mucho la pericia técnica del realizador, lo que dan empaque a este justo ganador de DocumentaMadrid.