‘Folklore’: seis pequeñas dosis de terror asiático

HBO Asia estrenó el pasado mes de diciembre Folklore (2018), una serie que nos introduce en un universo fantasmagórico a través de seis episodios independientes que esbozan las leyendas de terror de seis países asiáticos dando el pistoletazo de salida a lo que podría ser un acercamiento al terror asiático más allá del J-Horror.

Eric Khoo es el creador de esta serie que cuenta con otros cinco directores, cada uno de un país diferente: Indonesia, Japón, Singapur, Tailandia, Malasia, y Corea del Sur. En Folklore nos encontramos con algunos episodios más acertados que otros en materia de guion y dirección, pero lo que todos tienen en común es su motor: una historia sobrenatural transmitida de generación en generación con diferentes motivaciones, pero todas ellas un reflejo de la realidad sociocultural de cada país.

El amor de una madre (Indonesia)

Joko Anwar es el encargado de abrir el baúl de los fantasmas con el primer episodio: El amor de una madre. Nos lleva hasta Yakarta y nos deja a solas con una madre y su hijo pequeño. Una madre que lucha por conseguir dinero para pagar el alquiler y darle de comer a su hijo. En esta lucha diaria se topa con Wewe Gambel, un fantasma de la mitología indonesia, en concreto de la isla de Java, y comete el peor error del mundo: quitarle sus niños.




Pero ¿quién es Wewe? Se trata de la representación fantasmagórica del propio fantasma de muchas mujeres, la infertilidad. Wewe era una mujer que al no poder tener hijos fue despreciada por su marido, que empezó a serle infiel. Ella, al enterarse, lo asesinó y se vio relegada al ostracismo, que le llevó al suicidio. Como alma vengativa siguió vagando por la tierra raptando a niños maltratados o abandonados por sus padres para cuidar de ellos hasta devolverlos, si es que los padres se arrepentían. Murni, la madre protagonista, desafía sin querer a Wewe, que nuevamente decide hacer lo que mejor se le da: vengarse.

Este relato se usa para asustar a los niños y que no salgan solos de noche, pero es también una advertencia a los adultos: cuidad de vuestros niños o alguien se los llevará. Hay también una lectura aún más profunda sobre la (no) maternidad, porque el hecho de no poder tener hijos fue fuente para una historia de fantasmas; si no tienes hijos tal vez te conviertas en un alma errante que vaga por la tierra en busca de aquello que no conseguiste en vida. Todo eso, siempre y cuando seas mujer, aunque los hombres también puedan ser infértiles. Wewe es el reflejo de lo que muchas mujeres se encuentran al mirarse al espejo, una persona que ha fracasado en su principal cometido según la sociedad: ser madre, dar vida. Aunque este pensamiento pueda ser más fuerte en unas culturas que en otras, ninguna de ellas escapa de él totalmente; porque, aunque sea de forma más sutil e indirecta, aunque una mujer no tenga hijos por razones diferentes a la infertilidad, el fantasma de Wewe planea sobre todas nosotras.

Tatami (Japón)

El polifacético Takumi Saito usa uno de los elementos más importantes de la cultura japonesa como núcleo para desarrollar un drama familiar horripilante. Tatami, presentado en el Festival de Sitges, es como se llama el segundo episodio.

El tatami, esa superficie que se halla en toda casa tradicional japonesa y que tan representativa es de su cultura. Pisar un tatami con calzado que se ha usado en el exterior es casi delito, pues en él se come, en él se echa uno la siesta, en él se juega, en él se hacen todo tipo de actividades diarias y nocturnas, y en él se descansa tras un largo día. Es por ello que se cree que el tatami acaba absorbiendo las emociones y los pensamientos, tanto positivos como negativos, de las personas que habitan sobre él. Esta creencia se puede extrapolar a otros objetos cotidianos, pues el animismo -característica del sintoísmo- ha estado muy presente en la vida de los japoneses, que les otorgan a estos objetos un alma, una esencia prácticamente humana. Saito se sirve de esta creencia para contarnos un drama familiar: ¿qué mejor elemento puede simbolizar la vida cotidiana de una familia japonesa? Los momentos de diversión, de calma, pero también de desasosiego, desesperación y horror. El tatami reúne a las familias sobre él y presencia de forma continuada las relaciones familiares año tras año, generación tras generación.

El tatami que se nos presenta en este relato está manchado de sangre; son los restos de un trágico suceso que cambió el rumbo de una familia. El protagonista es capaz de sentir que esa porción de suelo le grita algo; lo siente y no lo oye porque es sordo, pero no de nacimiento. Al final del episodio se nos desvela el motivo de su sordera. En esta historia volvemos a encontrarnos con el personaje de la mujer infértil que acaba librando una venganza, sobrepasando todos los límites y conduciendo a una tragedia. Pero el tatami tiene memoria, no se olvida de la sangre derramada sobre él y hace las veces de elemento vengador a favor de los dueños de esa sangre. ¿Será capaz el protagonista de volver a pisar un tatami sin que esa horrorosa imagen aparezca ante sus ojos? ¿Podrá volver a descansar sobre plácidamente sin sentirse devorado por él?

Escoria (Singapur)

El creador de la serie, Eric Khoo, se encarga de dirigir el tercer episodio: Escoria, situado en una zona rural de Singapur. Allí nos encontramos el cadáver de una adolescente que tiene un clavo en la nuca. ¿Qué hace ahí ese clavo? Decidimos quitárselo porque somos extranjeros y desconocemos las leyendas del país. Desatamos así el fantasma de un pontianak. De haber tenido más información habríamos sabido que esta leyenda es propia de Singapur, Indonesia y Malasia, y que se trata del fantasma de una chica joven que ha sido asesinada por un hombre estando embarazada. Tiene un aspecto hermoso para atraer a sus víctimas, que son hombres, antes de mostrar su verdadera apariencia aterradora. Con unas uñas de varios centímetros destripa a sus víctimas y devora sus entrañas, a veces incluso les arranca los genitales a modo de venganza porque en muchos casos fue violada. No podemos pasar por alto el hecho de que estaba embarazada en el momento de su asesinato; de nuevo la (no) maternidad.

Al parecer esta leyenda ha servido como advertencia a los hombres para que no sean infieles a sus mujeres. No obstante, existe una forma de calmar a ese fantasma vengativa: clavarle un clavo en la nuca; no solo se calmará, sino que se convertirá en una esposa hermosa y buena. Pero como siempre, una historia puede tener varias interpretaciones, y en esta época muchas consideran al pontianak un fantasma feminista que representa la gran cantidad de jóvenes asesinadas y violadas dentro de un sistema que las deja desprotegidas. Entonces ¿quién es el verdadero monstruo? Porque este relato no es solo para que los hombres se abstengan de ser infieles o de cosas más atroces: pone sobre alerta a las mujeres, que jamás están libres de la posibilidad de encontrarse algún día con el monstruo que las convierta en fantasmas para toda la eternidad.

Pob (Tailandia)

Pen-Ek Ratanaruang nos introduce en el mundo de los fantasmas tailandeses en el cuarto episodio, Pob; para ello elige el blanco y negro, a excepción de unos pocos fotogramas en color. Lo hace poniéndonos en el lugar del propio fantasma en el plano secuencia que abre el episodio: somos un phi-pob, un fantasma que murió de forma violenta y se quedó atrapado en el mundo de los vivos y que se alimenta de las entrañas de humanos. Pero no todo son defectos, se dice que si un vivo honra su recuerdo de alguna forma, este le concederá un favor, como desvelarle el número ganador de la lotería.

El phi-pob protagonista de la historia de Ratanaruang sale una noche a por su cena y se topa con algo que le asusta: un blanco, concretamente un estadounidense. Está tan asustado que pierda su forma fantasmal y durante unas horas vuelve a recuperar su cuerpo humano. Desde el principio sabemos que el phi-pob acabará devorando las entrañas del estadounidense, y lo que se nos relata es cómo sucedió todo. Conforme vamos conociendo a la víctima nos preguntamos por qué el fantasma no acaba con él de una vez por todas; es el típico occidental que desea una mujer asiática porque para él representa la sumisión. Además, parece preocuparle poco que su misterioso visitante nocturno no hable, ya que él tiene conversación para rato. Este señor blanco es la clara representación del orientalismo que tanto ha emborronado la imagen que tenemos sobre Asia: es imposible que nos sintamos mal por desear que sea la cena del phi-pob, y la interpretación del actor tampoco ayuda.

Este episodio es el único con tintes cómicos: estamos ante el único fantasma que durante la mayor parte de la historia fracasa en su principal cometido, que es dar miedo. ¿Y qué es un fantasma que no asusta? Conocemos la respuesta porque lo hemos visto antes en uno de los fantasmas occidentales más famosos, el de Canterville creado por Oscar Wilde. Un fantasma que no asusta es absolutamente inútil porque es incapaz de cumplir su función en el mundo de los vivos. A este phi-pob lo vemos más como un humano durante la conversación con un periodista al que le cuenta su frustración como fantasma, en lo que parece más bien una conversación paciente-psicólogo. Parece ser que corremos el riesgo de sentirnos unos fracasados hasta después de muertos.

Toyol (Malasia)

En el quinto episodio nos trasladamos a Malasia para asistir a otro drama familiar, esta vez dirigido por Ho Yuhang. El episodio lleva el nombre del fantasma protagonista: Toyol.

El toyol aparece en la cultura malaya, pero también en la de países cercanos como Indonesia, Tailandia y Singapur. Este fantasma tiene una peculiaridad: no aparece por propia voluntad, sino que debe ser invocado por un chamán a través de magia negra. Pero ¿quién va a querer invocar a un fantasma? En este caso, alguien que necesite de sus favores.

En este caso la venganza no corre a cargo del propio fantasma, sino de su invocadora. A pesar de esta importante diferencia sigue existiendo un nexo importantísimo que relaciona esta historia con las de los tres primeros episodios; la mujer que busca venganza fue violada y obligada a abortar, y al no poder dirigir su venganza contra el culpable la dirige contra su hijo, que durante todo el episodio nos deja claro que no quiere parecerse en nada a su padre.

La mujer le pide ayuda al toyol, que es el espíritu de un niño que aún no ha nacido y que tiene aspecto de bebé macabro, pero que se asemeja más a un animal que a un niño. Nuevamente, la vida de una mujer destrozada por un hombre es la semilla que da fruto a una historia sobre un ser sobrenatural y sobre la venganza.

Mongdal (Corea del Sur)

El encargado de cerrar este baúl de los horrores es Sang-Woo Lee con Mongdal y el fantasma coreano del mismo nombre. Mongdal nos presenta a un chico adolescente bastante problemático, y presuponemos al instante que él va a ser el protagonista del último episodio, pero conforme vamos entrando en la vida del joven se nos va contando más sobre su madre, aunque sea a través de él y del fantasma que se queda en su casa después de fallecer. Es un mongdal, conocido por ser el espíritu de hombres que han muerto de forma trágica sin estar casados. Aun muertos, buscan a su media naranja para llevar a cabo un matrimonio de alma, un ritual que los une con otra persona también fallecida y sin pareja.

Dong-Joo es un adolescente obsesionado por encontrar a su alma gemela, lo que parece augurar su fatal final en la tierra y su penitencia en el más allá. Pero más importante que su historia es la de su madre; una mujer que no ha sabido cómo tratar a su hijo porque lo ha sobreprotegido y mimado hasta el punto de convertirlo en una persona que no acepta un no por respuesta, lo que lo llevará a él mismo y a la gente que lo rodea a consecuencias fatales. Cuando Dong-Joo muere el foco pasa a ella, la verdadera protagonista; una madre desesperada capaz de hacer cualquier cosa por su hijo, aunque esto suponga hacerles un daño irreparable a otras personas; aunque suponga hacer que otra madre sufra algo parecido a lo que ella está sufriendo. Pero siempre ha querido darle todos sus caprichos y no está dispuesta a negarle el último, aunque ya no forme parte de su vida terrenal.

A pesar de que en este último episodio tenemos un fantasma masculino y no a una mujer buscando venganza, eso tan solo es el vehículo que nos transporta al verdadero destino de la historia: los límites del amor de una madre. De hecho, esta historia se iba a llamar como la primera: El amor de una madre. En este caso, el amor de la madre de Dong-Joo sobrepasa todos los límites. ¿No será ese amor el fantasma que planeará siempre sobre ella sin importar los caprichos que le conceda al fantasma de su hijo?

Este primer mapa del terror asiático es una buena apuesta por parte de HBO Asia, con historias variadas en apariencia, pero no tan distintas en esencia. Aún no se ha dado luz verde a una segunda temporada, pero sí se ha dejado caer que, de haberla, seguramente se incluyan historias de otros países asiáticos, igualmente ricos en relatos de terror. La haya o no, Folklore es variado, abre el apetito y nos deja con ganas de más terror asiático.

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