A no poca gente le gusta mirar en los accidentes. Y quien dice los accidentes, dice la gente enferma de un modo peculiarmente extravagante. Hoy te traemos la historia de Frank Netter, un médico que hizo las ilustraciones de enfermedades más truculentas del siglo XX.
Hay algo fascinante en lo mórbido, en lo desviado, en lo que sale mal. En lo que no deberíamos mirar. Ya sea un accidente, un crimen o algo tan sencillo como una enfermedad o sus consecuencias, resulta difícil resistirse a mirar a lo que se sale de la norma. Incluso si su propósito nunca fue lo truculento, sino lo didáctico.
Hablar del Dr. Frank Netter es hablar de ilustraciones médicas tan morbosas como bellas. Cirujano durante la Gran Depresión, de niño aspiraba ser artista, y si bien sus detallados cuadros le permitieron pagarse la carrera vendiendo cuadros a sus profesores, acabo por abrir una consulta médica en Nueva York. Pero como ya hemos dicho, la Gran Depresión atacó y, por eso de que la gente no tenía ni para comer, mucho menos tenía para intervenciones médicas. Esto le hizo volcarse en su carrera como artista y, gracias a un golpe de suerte en el que vendió una serie de cinco cuadros a 1.500 dolares la pieza (alrededor de 29.000 dolares actuales), abandonó la medicina en 1934 a la tierna edad de 28 años.

A partir de entonces, sus principales clientes fueron las compañías farmaceuticas. Especialmente la compañía Ciba, que posteriormente se convertiría en Ciba-Geigy y hoy en día se conoce como Novartis, tras fusionarse con Sandoz. Para ella produciría durante cinco décadas alrededor de 4.000 ilustraciones. Todas ellas con un estilo marcadamente pulp, para la que hizo uso de modelos reales para ilustrar diferentes patologías y problemas clínicos. Muchas de ellas siguieron siendo usadas por las compañías farmacéuticas hasta bien entrados los noventa.
Aunque hoy en desuso, sigue habiendo algo innegablemente bello en sus ilustraciones. En esa sensación de alarma de los cuerpos contorsionándose, los colores brotando de la página, las líneas demarcadas sobre asépticos fondos blancos. Una experiencia morbosa que, a través de lo médico, encuentra una nueva manera de mirar a lo enfermedad.