En 1955, la entonces recién nacida editorial Minotauro participó en una mutación gráfica de las portadas de ciencia-ficción que se alejaba de la tradición pulp en busca de vanguardismo pop. Nuestro itinerario visual por las ilustraciones realizadas por el singular Juan Esteban Fassio supone un inigualable festival de ideas y colores, y un disfrute para la mirada.
Aunque el género tenía claros precedentes, el nacimiento de la ciencia ficción contemporánea se produjo tras la 1ª Guerra Mundial en las páginas de revistas pulp como la célebre Amazing Stories de Hugo Gernsback (1926) y la posterior eclosión de la llamada Edad de Oro a partir de la llegada del editor John W. Campbell a Astounding Science-Fiction (1938). Pero mientras la nueva generación de escritores multiplicaba la calidad literaria y argumental, las ilustraciones de cubierta tardaron en abandonar las temáticas de aventura y space opera que tanto disfrutamos y, como mucho, eran sustituidas por astronautas, cohetes y una seriedad menos proclive al sentido de la maravilla.
Es difícil señalar con exactitud dónde y cuándo se inició el abandono del canon pulp (realista y delirante) en pos de una experimentación gráfica cercana al arte contemporáneo, una vía para comunicar que la ciencia-ficción ya no era cosa de monstruos alienígenas y héroes del espacio. Si bien tiene sentido que una editorial recién llegada al género y ajena al engranaje de la época fuera una de las pioneras de ese cambio, convirtiéndolo en señal de identidad, más sorprendente resulta que esta tuviera lugar en Argentina.
Francisco Porrúa (1922-2014), ligado al boom de la literatura sudamericana y primer impulsor del éxito de García Márquez o Julio Cortázar, llegó a la ciencia-ficción por casualidad tras leer un artículo sobre Ray Bradbury en la revista francesa Les Temps Modernes, editada por Sartre. Entusiasmado por el descubrimiento de un género entonces radiante y en plena ebullición, fundaría Ediciones Minotauro con la edición en 1955 de Crónicas marcianas de Bradbury, con Jorge Luís Borges ejerciendo de prologuista. El resto es historia: Minotauro levantó un catálogo mítico ligado a autores como J. G. Ballard o Ursula K. Le Guin, se mudó a Barcelona en 1975, dos años más tarde publicaría El señor de los anillos, su mayor éxito, y en 2001 sería adquirida por Planeta, emporio al que le resultaba más sencillo comprar la editorial entera que negociar por lo que en realidad le interesaba: los derechos de la obra de Tolkien.
Pero antes de todo ese estupendo devenir editorial estuvo la primera época de Minotauro, pionera también de la ruptura gráfica con la ilustración tradicional de las portadas de ciencia-ficción. El encargado de llevar a cabo esa tarea, y no siempre acreditado por ella, fue un personaje singular que merece rescatar del olvido: Juan Esteban Fassio (1924-1980). Autodidacta y polifacético, fue traductor de Apollinaire y el primero en adaptar al español el Ubu Rey de Alfred Jarry, ensayista, creador de máquinas para resolver laberintos o la Rayuel-o-Matic que optimizaba la lectura de Cortázar. A Fassio se le conoce sobre todo por su estrecho vínculo con la Patafísica, ciencia paródica de raíz surrealista, pero nunca se destacan sus excepcionales diseños para las cubiertas de Minotauro. Nada mejor que la galería que hemos preparado para disfrutar de sus ilustraciones llenas de color, a medio camino entre la abstracción conceptual o el simbolismo figurativo, obras maestras de arte pop que anunciaban la ciencia-ficción como literatura de vanguardia.
Genial!! Como patreonera os doy mis dieses!!
Buena nota. Y una corrección: el primer tomo de ESDLA salió antes en Argentina que en España, justo antes de que viniera Paco.