Entendemos que Garth Ennis no quiere gustarte y que muchas veces leerle es como echar un bote de gasolina para intentar curar una herida. Pero te vamos a demostrar por qué vale la pena adentrarse en su microcosmos de suciedad, golpes bajos, humanos despreciables, destrucción propia y ajena y, ante todo, cinismo irlandés. Si no sabes por dónde comenzar a dar los primeros pasos, aquí te ayudaremos. De Predicador a The Boys, pasando por Punisher.
Como (casi) siempre con nuestras guías para principiantes, ordenamos este repaso a la carrera de Garth Ennis no desde una perspectiva cronológica, sino de accesibilidad. Si quieres empezar en Nivel Novato y acabar en Modo Experto, sigue nuestro orden.
1.-Punisher, Furia, Thor y otros pijamas
Tal y cómo él mismo reconoce, muchos de los lectores descubrieron su obra gracias a su Punisher. Para hablar de ello hay que remontarse a principios de siglo. La historia es bien conocida por todos: la Marvel de Joe Quesada y Jimmy Palmiotti quiso renovar a sus personajes y limpiar cualquier rastro de los destartalados años noventa. Eso supuso un relanzamiento de algunos de sus personajes bajo el sello Marvel Knights. ¿La premisa? Tomar a algunos de los iconos de la editorial y pasarlos por el filtro autoral, obteniendo historias más maduras y pegadas a la realidad. O todo lo pegado a la realidad que se puede ser hablando de tíos en mallas. Marvel quería su Vertigo.
Y no es de extrañar que uno de los primeros autores que llamaron para encabezar el movimiento proviniera de ese sello de DC: Garth Ennis, el irlandés conocido por sus historias pasadas de rosca y por ser el guionista que más animaladas había sido capaz de integrar en los cómics mainstream. Tras un número de prueba, la divertida aunque inerte The Punisher Kills Marvel Universe (1995), dejaron al guionista manga ancha para hacer y deshacer con el personaje. Antes de que él llegara, Punisher tenía una miniserie en la que hacía de vengador paranormal con armas celestiales. Es decir, que este personaje siempre ha sido una rara avis dentro de ese universo.

Garth Ennis, guionista mainstream que odia profundamente los superhéroes, también lo es, con lo que sus caminos tenían que cruzarse. Algo que no terminó de germinar hasta que le dieron una serie abierta, que duró de 2001 a 2004. En ella volvió a contar con su amigo y compañero de juergas, Steve Dillon, con lo que el portento gráfico estaba garantizado. ¿Qué nos encontramos aquí? Pues un Garth Ennis en su esencia más punk: gore, humor satírico, surrealismo, personajes secundarios patéticos, atmósfera malsana.
Pero no son pocos los hallazgos que tenemos en esta serie. Los talentos de Dillon y Ennis colaboraron por última vez antes de la muerte del dibujante en una serie prolongada y donde nunca han estado más depurados. Punisher nos una serie de virguerías argumentales como el número mudo o personajes emblemáticos y recordados hasta tal punto que años más tarde volverían con la miniserie La Resurrección de Ma Gnucci (2008). Crearon viñetas e historias que han inspirado más de una adaptación. Uno de esos casos tan comunes en los que el género integra cualquier intento de ir en su contra. Sin embargo y a pesar de todo, son historias que buscan constantemente epatar y las risas sardónicas, con lo que Ennis no debió de sentir haber explorado lo que simbolizaba ese personaje para él. Todavía quedaban historias con las que sí que podría alcanzar su verdadero potencial.

Dentro de ese sello también lanzó una par de miniseries con renovadoras historias de Ghost Rider (2005), a pesar del recargado y excesivo dibujo de Clayton Crain. En ella intentó deconstruir la figura del Espíritu de Venganza, aunque no tuviera mayor recorrido. Por último, también dentro de Marvel, lanzó Thor: Vikingos (2003-2004), un vehículo que le permitió humillar a los iconos de la editorial sin ningún tipo de clemencia.

2.- Punisher: Max: la refundación de un icono
En Punisher: Max (2004-2009) tenemos la gran historia de madurez de Garth Ennis con el personaje. Se desprendió de Steve Dillon por esta ocasión (el tono de la historia es completamente distinto y necesita otro tipo de arte), que fue sustituido por nombres como Leandro Fernández o Goran Parlov. En ella constituyó buena parte del imaginario que ha perdudado del personaje.
Garth se llevó Frank Castle a su terreno y lanzó una serie de premisas y cambios muy arriesgados respecto a lo que se entendía por el personaje hasta entonces. Y lo hace con las historias más sobrias y caústicas que ha escrito nunca. ¿Por qué? Porque elimina cualquier rastro de fantasía y enfrenta a personajes más realistas que los superhéroes: explotadores sexuales, empresarios sin escrúpulos, mafias de todo tipo, criminales de guerra… Con esa premisa, Punisher se convierte más en una fantasía justiciera que permite exorcizar la impotencia que todos sentimos cuando vemos lo que va mal en el mundo sin ninguna posibilidad real de hacer nada drástico para impedirlo. Aun así, Ennis no cae en el fácil recurso de idolatrar a algunos personajes y demonizar a otros. De hecho, Ennis es perro viejo y sabe jugar con la ambigüedad y también nos presenta algunas de las víctimas que han dejado las acciones del personaje a su paso.

Dentro de esta línea Ennis lanzó un par de miniseries protagonizadas por Nick Furia (la primera, en 2001 y la segunda en 2012), respetando todo lo que se puede asociar con su etapa en Punisher, aunque cambiando el punto de vista desde el que nos posicionamos. Son historias de espionaje protagonizadas por un personaje veterano que se cuestiona las atrocidades que ha tenido que cometer en nombre de la cuestionable política exterior estadounidense.
3.- Hellblazer: el infierno somos nosotros
Vertigo lanzó una serie llamada Hellblazer entre 1991 y 1993 en la que el mago obrero creado por Alan Moore y de físico inspirado en Sting daría sus primeros pasos sin la figura de su autor original. Abrió fuego un Jamie Delano cuya etapa sirvió perfectamente para definir el tono y el mundo por el que daría pasos el personaje. Con el cambio de autor Garth Ennis tomó las riendas del personaje creando el John Constantine cuya personalidad se asentaría defintiivamente.

Cómo no podía ser de otra manera, Ennis entró con espíritu de deconstrucción. El hecho de que su primera historia, Hábitos peligrosos, lidiase con cómo el personaje encaja el hecho de que ha contraído un cáncer terminal, es muestra de ello. Toda la etapa de Ennis es ciertamente trágica. Ennis expone a un personaje venciendo a demonios y vampiros, pero siendo derrotado constantemente por los suyos propios. Está en un bucle autodestructivo que ni siquiera el amor puede curar: para empezar, las consecuencias de sus decisiones siempre las paga otro.
El tema, en definitiva, es el alto coste de esas malas decisiones. Y, probablemente sea la obra donde más se puede atisbar al ser humano y no al escritor, puesto que no son pocas las características que Garth parece compartir con John Constantine. Y con esta miniserie encontramos uno de los reflejos del sufrimiento más honestos que se pueden leer en una de las grandes editoriales. Una vez más, esta historia sirvió de inspiración para la fallida adaptación cinematográfica del personaje, aunque tiene ideas estimables (heredadas, en buena medida del material que adapta).
3.- Predicador: el corazón de la carrera

Ya que hemos mencionado las obras más personales del irlandés con el que todos nos gustaría pillar una curda, toca seguir con otra obra, publicada entre 1995 y 2000 donde trata frontalmente uno de sus temas fetiche. Con ella, toca desengrasar y volver a algo más humorístico, en una obra donde se condensa toda su obra. Es difícil hablar de una serie de la que todo se ha dicho: se trata de un western posmoderno protagonizado por Jesse Custer, un pastor cristiano con una crisis de fe de caballo y un turbio pasado; Tulip, su problemática pareja sentimental; y Cassidy, un vampiro muy irlandés y muy borracho.
Tenemos un detonante y un primer punto de giro muy marcados que terminan llevando a estos personajes a una road movie persecutoria pasando por las entrañas más podridas de los Estados Unidos rurales, con algunas referencias cinematográficas más o menos obvias y empleadas con gracilidad. Todo un freak show de rednecks, homofobia, racismo, conservadurismo rancio y endogamia. A su vez, esta serie le permitió, como buen ateo, reflexionar acerca de la idea de Dios y de las organizaciones que han decidido representarlo.

Inspirada en Corazón salvaje (1990) de David Lynch, nos muestra a su vez una revisión de una figura muy integrada en el ideario americano: las parejas de fugitivos criminales. Jesse Custer y Tulip se muestran como herederos de Bonnie y Clyde, enfrentándose a todo aquello que les ha convertido en lo que son.
Esta es la obra que puso a Garth Ennis en el punto de mira de Marvel y también la más icónica de todas cuantas ha creado. Aunque ya hizo trabajos previos con Steve Dillon, aquí es donde ambos crearon un trabajo para la posterioridad. Se trata de una pieza fundamental que ha inspirado a multitud de autores posteriores (ahí tenemos a Jason Aaron, por ejemplo, muy deudor de ellas), que muestra los márgenes de los Estados Unidos que tan poco gustan a la maquinaria propagandística del entretenimiento.
4.- The Boys: la iconoclastia definitiva

Tras un ensayo con The Pro (2002), la historia breve de una prostituta que consigue superpoderes para Image Comics, Garth lanzó The Boys (2006-2008) en Wildstorm. Fue demasiado hardcore para ellos y pasó a Dynamite tras seis números publicados. A nivel argumental la serie está protagonizada por el típico personaje que se adentra en un nuevo mundo. Hughie es un chaval, ciertamente parecido a Simon Pegg, cuya chica muere asesinada por un supehéroe en un “accidente”. En ese momento conoce a El Carnicero, que le recluta para formar parte de un grupo que opera en las sombras para mantener a raya a los superhéroes, que representan el stablishment. Son unos trabajadores de corporaciones cuyo marketing limpia su imagen. Un negocio altamente lucrativo.
¿Qué nos ofrece aquí Ennis? Pues su carta de odio apasionada, enfervorecida y autoconsciente de la figura del supehéroe. Las iniciativas iconoclastas y el espíritu underground en su máxima esencia. Siguiendo el camino trazado por la tradición británica con piezas como el Marshall Law (1987) de Pat Mills, aunque más apegado al mundo posterior al 11S. Un juego metarreferencial verdaderamente divertido.
El inminente estreno de la serie inspirada en THE BOYS nos lleva a revisar la carrera de su creador, GARTH ENNIS. Una guía esencial para sumergirse en la brutal y abundante obra del guionista de PREDICADOR o PUNISHER.
Pero también va más allá y hace una mordaz e hiriente crítica al imperialismo cultural y militar, al libertinaje que les concedemos de forma incondicional a quienes pasan a convertirse en una especie de dioses paganos, a la hegemonía cultural incuestionable de los superhéroes, al capitalismo, a la destrucción de la empatía… Es un cómic que va más allá de la promesa inicial y funciona como reflejo de la superficialidad con la que hemos inundado todo. Un puñetazo con puño americano nada paternalista a la estupidez humana, en definitiva. Contará por cierto, con adaptación de Seth Rogen y Evan Goldberg para Amazon, que ya se encargaron de la de Predicador en AMC.
5.- Hitman: el otro prototipo

Los noventa albergaron horrores, pero en ellos también relucieron cosas por encima de la media. Esta serie es un producto claro de ese contexto y tiene algunos de sus vicios, pero también algunos meritorios golpes de gracia. Se trata de una serie abierta (duró 60 números, entre 1996 y 2001) en un universo compartido, cosa que la hermana con Demon.
Es una de esas propuestas que permitían intuir algunos de los caminos que tomaría el cómic superheroico con el cambio de siglo. El protagonista es un sicario que en un mundo de superhéroes que le viene grande, aunque trata de evitarlos a toda costa. De nuevo, tenemos al Garth más humorístico creando una serie de personajes grotescos y carismáticos difíciles de olvidar.
6.- Crossed : atrocidades a mansalva

Aquí llegamos al cómic en el que he encontrado algunas de las mayores atrocidades que he llegado a leer, y eso es decir mucho: una reinvención, ciertamente efectiva, de la figura del zombi, publicado en la editorial más libre e irreverente, Avatar. Se trata de un proyecto publicado entre 2008 y 2010 y que se enmarca dentro de la explotación de los zombis que hemos visto a mediados y finales de la década pasada, pero que alcanza una entidad propia y aporta rasgos distintivos al subgénero. Pero no creo que ese sea el objetivo principal de la serie: lo es la diversión gore y el humor grotesco, cueste lo que cueste.
Aquí los zombis son «cruzados» que se han rendido a sus más bajos instintos a causa de una epidemia. Ennis mantiene la estructura apocalíptica habitual y pone el foco en un grupo de supervivientes y las decisiones morales que tienen que hacer en ese contexto tan extremo. Hay una percepción un tanto nihilista de la condición humana, a la vez que avanza con carta ancha para lanzar imágenes imborrables y verdaderamente malsanas. No es su única aproximación al terror, ni su pico creativo, pero sí que resulta un trabajo con estupendas intenciones y que ha permitido asentar un universo por el que han pasado posteriormente David Lapham, Simon Spurrier y, sobre todo, Alan Moore. Casi nada.
7.- Aftershock: la cuestión de género y el terror

Una de las editoriales independientes de nueva hornada que mayor aceptación del público ha tenido es Aftershock. Se vende a sí misma con un espíritu rebelde y unos aires rompedores un tanto impostados. Obviando eso, tenemos una editorial que apoya a sus autores y los anima a lanzar proyectos personales. Garth Ennis ha trabajado con ellos. Destacamos dos proyectos:
El primero de ellos es Jimmy’s Bastards (2017-2018), en la que la legión de hijos que un trasunto de James Bond ha dejado a su paso tras mil y una corredurías buscan venganza contra el padre ausente. Ennis no se corta para lanzar su versión del personaje de Ian Flemming a la vez que se posiciona en una postura radical y revisionista de este tipo de personajes, adalides de un tipo de masculinidad que a día de hoy ha dejado de tener sentido.

A Walk Through Hell (2018-actualidad) es una historia en la línea de True Detective o Seven, en las que se mezclan terror y policíaco. En ella dos agentes del FBI se adentran en una nave abandonada para investigar unos truculentos sucesos. Es una historia que pone el dedo en la llaga de los miedos contemporáneos de América: los tiroteos, el desapego hacia la vida, el odio en las redes sociales, el populismo barato… En ella demuestra un pulso narrativo muy apropiado para este género y es un trabajo que le aleja de sus recursos y temas más constantes.
8.- Sus trabajos bélicos
Otra de las grandes pasiones de Ennis son las historias de guerra. No he encontrado ninguna explicación que vincule el género bélico con la personalidad del guionista, pero es algo que ha estado presente en mayor o media en la gran mayoría de sus trabajos. También buena parte de su carrera esos conflictos han estado en el centro de su obra. El guionista es un apasionado de la Segunda Guerra Mundial, con un conocimiento enciclopédico. Y en estas historias, aunque muestre muchos de los horrores que se producen en las campañas bélicas, se puede apreciar cierta admiración y respeto. Ennis, sin embargo, no busca idolatrar ningún bloque, sino al soldado que es capaz de dar su vida cueste lo que cueste por algo mayor que él. Se trata de otra reivindicación del débil. Definitivamente, se muestra muy crítico contra el belicismo, pero siente una fascinación por aquellos que lo consuman.

Dentro de DC ha publicado Soldado Desconocido (1998), en la que vemos las dificultades que se pueden tener para pasar página de esta vida, y War Stories (2003), rodeado de nombres como Dave Gibbons o David Lloyd. Pero ha llevado el género bélico a todas las casas donde ha publicado. Para Marvel contó con Howard Chaykin para desarrollar El primer vuelo del Águila Fantasma (2008), una oda al cómic bélico europeo clásico y a los aviadores de la Primera Guerra Mundial. En Aftershock, volvió al tema de la aviación Dreaming Eagles (2015-2016). Probablemente, donde más cómodo se ha sentido en es la saga Battlefields (2008-actualidad), desarrollada para Dynamite, donde cada miniserie nos presenta un batallón distinto durante la Segunda Guerra Mundial.
9.- Cajón de sastre
A lo largo de su carrera, Ennis ha lanzado multitud de números e historias cortas que no tienen mayor interés que para los más completistas. Ha trabajado en casi todas las editoriales del mercado estadounidense y británico, lanzando piezas con mayor o menor acierto. Entre sy historias primerizas en revistas inglesas, por ejemplo, cómo Crisis o 2000AD, destaca True Faith (1989) en la que tenemos una incómoda visión de la influencia cristiana que tradicionalmente se ha instaurado en la cultura irlandesa.

En Marvel escribió historias para Hulk (2001) y Spider-Man (2001), meros trabajos alimenticios ramplones: ya conocemos su relación con los empijamados. Más recientemente hizo una miniserie metiendo al Águila Fantasma en La Tierra Salvaje, enmarcada dentro del crossover Secret Wars titulado Donde habitan los monstruos (2015).
En DC destaca su etapa en Demon, con virtudes similares a las de Hitman, aunque sin tanto gancho; su revisión de Bloody Mary (1996-1997), dónde colaboró por primera vez con Carlos Ezquerra, un héroe de su infancia; su Diosa (2002), reivindicación ecologista; o su lúdico Batman: Enloquecidos (1997). Hace pocos años volvió a la editorial para lanzar Sección Ocho (2015), retomando personajes de Hitman, donde ofreció otro despelleje público superheroico completamente demencial y paródico.

En Dynamite lanzó Jennifer Blood (2008), un intento de continuación a lo planteado en su Punisher. De mayor interés resulta Equipo Rojo (2013-2017), en la que un grupo de policías opta por tomarse la justicia de su mano ante la ineficacia del cuerpo policial. Una de sus obras más peculiares es la inclasificable comedia romántica violenta titulada Un tren llamado amor (2016-2017). También ha lanzado un número de The Shadow (2012), en un intento de relanzar a los personajes pulp a través de Kickstarter.
En Avatar, aparte de lo mencionado, lanzó Chronicles of Wormwood (2006-2007), donde miró hacia el fin del mundo, ensayando, en parte, lo que terminaría eclosionando en Crossed. Y en Wizard Comics logró volver con Carlos Ezquerra, en Solo un peregrino (2001-2002), una propuesta que hereda algunos temas y estéticas de Predicador. Su último trabajo hasta la fecha lo ha realizado para la editorial TKO: Sara (2018), una historia sobre una francotiradora rusa enfrentándose en Leningrado contra el ejercito alemán.
Garth Ennis es de esos autores con una obra muy prolífica e intimidante. Pero no hay que echarse para atrás porque también es un guionista de la denominada “invasión británica” con voz propia. Alejado del espíritu punk alucinado de compañeros de generación como Alan Moore, Grant Morrison o Peter Milligan, el bueno de Garth Ennis es más el sonido de una botella rompiéndose contra un creaneo en el pub más mugriento de Irlanda. Algo seco e irredento, pero con más pegada que muchos de sus compañeros.