Los superhéroes están en todas partes y es muy posible que nos sobrevivan a todos, así que si no puedes con el enemigo, empieza a leerlo. Te contamos por dónde empezar con una serie que publicaremos el primer jueves de cada mes, para que tengas respuesta a todo lo que quisiste preguntar sobre los superhéroes, desde las grandes editoriales a universos ya extintos. Exhaustiva, pero ligera; informativa, pero apasionante. ¡Es la guía de iniciación a los superhéroes!
En un principio conocida por la espectacularidad (y vacuidad) de sus colecciones, hoy Image se ha convertido en la editorial independiente más exitosa y la tercera más importante de EEUU, con un prestigio que va más allá del dibujo. Su aparición fue un revulsivo para la industria, pero no puede decirse que no se viera venir, ni siquiera un poco. Todo empieza en Marvel…
… pero antes una pausa temprana para explicar el contexto
Aparte de la pasta, los motivos por los que se funda Image tienen que ver con el tema de los derechos de autor en las grandes editoriales. Resumen: hasta la llegada de Image, la cosa apesta. Aún es complicado, en el mejor de los casos, a día de hoy.
La historia del cómic en general y de DC y Marvel en concreto nos ha enseñado, y no será por falta de hincapié, que el noveno arte eclosiona en pleno capitalismo y se alimenta de la tensión entre los artistas que quieren vivir de su trabajo y los gestores que también quieren vivir de ese trabajo. Como es lógico, cada grupo va a pensar en cómo mejorar su forma de hacer las cosas, pero sólo uno va a hacer algo verdaderamente productivo.
Con los años, las grandes editoriales se vuelven demasiado buenas en cuanto a aprovecharse del arte. Despiadadas, avariciosas, agresivas.

Bob Kane haciendo lo mejor se le daba: presumir de trabajos que no había hecho.
Puede que Jerry Siegel y Joe Shuster crearan a Superman, pero necesitan pelear en los juzgados y el apoyo de un montón de compañeros para algo tan sencillo como que, en cada producto de su retoño, se mencione su nombre. Para que el nombre de Bob Kane figure en Batman, este no sólo deja fuera al coautor Bill Finger, sino que recurre a triquiñuelas legales y a darle el chivatazo a DC de que Siegel y Shuster les van a demandar por Superman.
Marvel no lo hace mejor, porque Stan Lee tiene un cheque, cameos en cine y cargos honorarios, pero ni mucho menos la fortuna de alguien que ideó junto a los dibujantes todo un nuevo universo superheroico valorado en miles de millones. Jim Starlin cobra más por la tapadísima aparición de la KGBestia en Batman v. Superman que por las apariciones de Thanos, aunque a base de quejarse consigue contrato con Marvel.

Stan Lee sonríe porque al menos él ha conseguido unas buenas migajas.
A día de hoy, trabajar para ambas es un arma de doble filo, porque juegas con algunos de los muñecos más divertidos del mundo (aquellos con los que creciste o que admiras del cine), pero también sabes que te vas con una mano delante y otra detrás.
Pero, ¿qué ocurre cuando un grupo de artistas se da cuenta de que son ellos los que sustentan la empresa? ¿Y si deciden aprovechar el dinero ganado para romper el techo que tienen encima? Algo como Image es lo que pasa.
Sospechosos habituales
Desde finales de los ochenta, un selecto grupo de dibujantes empieza a petarlo entre los aficionados. Con independencia de su capacidad narrativa, su atrevimiento es algo nunca visto antes en el cómic y puedes distinguir a cualquiera de ellos nada más abrir un ejemplar. Y cuando llegan los noventa, Marvel los tiene a todos.

Con portadas así, es lógico que Todd McFarlane se convirtiera en estrella.
Todd McFarlane, Jim Valentino, Rob Liefeld, Jim Lee, Erik Larsen, Marc Silvestri, Whilce Portacio… cada uno puede presumir de haber aupado los cómics en los que trabajan en lo alto de los más vendidos. Pero si empiezan a hablar entre ellos no es por algún megacruce entre colecciones o algún tipo de acción de marketing, sino gracias a las convenciones de cómics, en las que pasan un montón de tiempo juntos, compartiendo mesa y viendo interminables colas de aficionados dispuestos a que les firmen una portada.
Por eso, cuando Rob Liefeld, Jim Valentino y Erik Larsen contactan con los demás para una propuesta, ninguno quiere quedarse de lado.
Autor, autor
Aquel trío tuvo una reunión significativa con Dave Olbrich, redactor jefe de Malibú Comics, una pequeña editorial de la que hablaremos en otro capítulo de esta guía. No sólo se les otorgaría carta blanca para crear colecciones, también para retener sus derechos. Esto fue en el 91.

¿X-Force, dices? No, no, somos Grupo de Incógnito.
Poco después, Liefeld decide promocionar a espaldas de Marvel un tebeo llamado Executioners. Para probar las aguas y tal. Cualquiera diría que, después de haber convertido a los Nuevos Mutantes en un grupo paramilitar y de haber rodado un anuncio de Levis dirigido por Spike Lee, Marvel le pediría amablemente que se lo pensara. A lo sumo una reprimenda de despacho. En su lugar, recibe una llamada a las seis y media de la mañana y un aviso del departamento legal de Marvel de cese y desista: Executioners es sospechosamente parecido a X-Force.
Oh, cómo iba a arder Marvel por aquello.

X-Force, el auténtico y con un 100% menos de Louise Simonson en la mezcla.
Porque a Liefeld no le basta con plasmar lo que le dice un guionista: quiere ser un autor completo. Ya con diecisiete años tuvo la idea de un supergrupo, llamado Youngblood, que como veremos retomará tiempo después. En la veintena, para disgusto de la escritora y compañera Louise Simonson, Liefeld se mete cada dos por tres en las tramas de los Nuevos Mutantes: ella se termina yendo a DC y él se queda con Fabian Nicieza, un notable guionista más dispuesto a plegarse a sus deseos. Y aunque convierte a los jóvenes mutantes en X-Force, no es suficiente: quiere derechos sobre sus creaciones y regalías cuantiosas por su trabajo en las historias, no sólo por pósters o encargos.
Por eso la oferta de Malibú suena tan bien en su cabeza. Por eso tiene que convencer a sus amigos de que se marchen con él.
El dedo anular del destino
Todd McFarlane se sube en seguida al tren gracias a su amistad con Liefeld, pero el grupo sólo tiene a los chicos malos de Marvel. Si se van los cuatro (Liefeld, McFarlane, Valentino y Larsen) sólo parecerá un gesto egoísta de un puñado de caprichosos y la editorial aún tendría la oportunidad de recomponerse.

Nota del editor: No puedo creer que ya tan temprano andemos reciclando imágenes.
El golpe de efecto ideal viene cuando Image consigue atraer a Jim Lee a su bando en una subasta de originales de X-Men. Lee tuvo encontronazos con Chris Claremont, guionista veterano de los mutantes, pero no era tan divo como sus compañeros: es más un hombre de empresa y, posiblemente, el más popular de todos. Con él se viene su amigo Whilce Portacio, otro dibujante que alcanza la fama gracias a los mutantes y que tampoco es conocido por un ego desmedido.
El grupo de Image se completa con la adición a última hora de Marc Silvestri, que también había despuntado en los mutantes y que se encontraba petándolo en la colección de Lobezno.
En diciembre de 1991, McFarlane, Liefeld y Lee se reúnen con Terry Stewart, director de Marvel, y Tom DeFalco, editor y responsable de algunas decisiones cuestionables (como cierto traje de Sue Storm), para decir en nombre de todos que se van de Marvel. En la editorial no terminan de creérselo.
Y sintiéndose en racha, los chicos van a DC. A la editorial de Superman les entusiasma la idea de tener a Jim Lee en la recepción porque, hasta entonces, nunca había trabajado para ellos… pero no lo hará hasta diez años después, con Batman: Silencio. Resulta que la visita no es para pedir trabajo, sino para recalcar que si se lo montan por su cuenta, irán en serio.
En febrero de 1992, McFarlane, Lee, Valentino, Larsen, Liefeld, Portacio y Silvestri se reúnen para definir el futuro de Image Comics, si bien por cuestiones personales relacionadas con su hermana, Portacio se retirará como posible socio. Pero lo que cuenta es que ese día se atan asuntos como la distribución, de la que se encargará inicialmente Malibú, o los títulos que creará cada uno. Lo que sí tienen claro es que Image sólo será propietaria de su logo, nadie se inmiscuirá en los asuntos de los demás y que la editorial es un marco bajo el que publicarán los cómics producidos por el estudio de cada cual.

Por arriba, de izquierda a derecha: Erik Larsen, Rob Liefeld, Todd McFarlane y Marc Silvestri.
Abajo: Whilce Portacio, Jim Lee y Jim Valentino.
Y mientras lo hacen, la noticia provoca la caída de las acciones de Marvel. A pesar del palo en la Bolsa, los ejecutivos de esa editorial y de DC se quedan con una sonrisilla de autosuficiencia: ya encontrarán otros artistas que les sustituyan. En unos años, ni los que se van ni los que les vieron marchar tendrán motivos para reír, pero por motivos diferentes. Si quieres saber qué pasó con las grandes editoriales, puedes consultar los anteriores capítulos de esta guía.
En la distinción está el gusto
Al principio, los cómics de Image se venden como rosquillas. Culturalmente, algunos de los títulos tienen el mismo valor: al tomar ideas de sus autores cuando trabajaban para las grandes editoriales, series como Youngblood o WildC.A.T.S. presentan versiones con esteroides de superhéroes consagrados, sin mucho que contar y poses espectaculares.
Qué podemos decir: eran cómics entretenidos (bueno, Youngblood no, aunque había alguna buena idea metida) y sin continuidades disparatadas como en Marvel o DC, con un apartado gráfico que intentaba ser espectacular.


A veces, como en esta página de Jim Lee para WildC.A.T.S., conseguían lucirse.
Sería injusto cortar a todo Image por el mismo patrón. Erik Larsen y su Savage Dragon o Todd McFarlane y su Spawn (pese a su desnortada narrativa) sí que ofrecían algo un poco distinto a lo habitual, pero se trataba de excepciones que abrirían camino luego.
Aunque la reputación de Image mejorará, en su día se les considera sinónimo de todo lo malo de un cómic de superhéroes noventero. Algo de maledicencia por parte de las grandes editoriales también hay, que sus ventas se resienten y en el caso de Marvel tienen que buscar nuevas estrellas para los títulos mutantes. Las maniobras de desgaste también incluyen la saturación deliberada del mercado para quitar espacio a los chicos nuevos, pero lo único que hace mella son las quejas sobre las historias en sí.
Liefeld, Lee o McFarlane saben ver las críticas a tiempo y, al contrario que Marvel, prefirieren gastar el dinero en contratar a mejores guionistas: así es como empiezan colaboraciones con Neil Gaiman, Grant Morrison, Kurt Busiek o Alan Moore, que sirven para enderezar argumentos, personajes y conceptos.

La primera aparición de Ángela vino con el primer golpe de efecto de McFarlane, que contrató a autores de renombre para hacer varios números seguidos en Spawn.
Así que a mediados de los noventa, Image está establecida en el mercado. Tanto, que ya no necesitan a Malibú para la distribución. La calidad del papel es mejor que sus competidores y al menos ellos no ponen anuncios en mitad del puñetero tebeo, algo a lo que Gaiman tuvo que acostumbrarse en DC, por ejemplo, llegando a exigir que los anuncios de The Sandman estuvieran en una página concreta para acomodar la narrativa.
Ah, y las historias tienen un repunte de calidad en los guiones, si bien la parte de dibujo pierde fuelle cuando, al no poder encargarse de los lápices, se empieza a contratar a artistas mediocres que se limitan a copiar a los padres fundadores. Una fruslería, si consideras lo que pasaba antes así que… ¿qué puede ir mal?
Malditos retrasos. Maldito Liefeld.
Quiero la cabeza de Rob Liefeld
Han conseguido la independencia. Han conseguido guionistas decentes. Han conseguido un color por ordenador nunca antes visto y mejorar la calidad general del tebeo físico. Pero no hay forma de labrarse el respeto.
Porque los títulos de Image tienen fama de tardones, en especial si Liefeld está involucrado. El chico está en racha, pero es de los que pierden rápido el interés: cuando se funda Image, todo son sonrisas y entusiasmo, pero le aburren las reuniones y hasta se duerme en ellas; algo parecido pasa con sus cómics, que termina con desgana porque ya está pensando en el siguiente.

En Image cabía todo, pero quizás sin llegar hasta el extremo de este The Godyssey de Maximum Press, en el que Jesús patea a los olímpicos…
El ambiente se caldea, que al final son demasiados huevos en una cesta. Se pican entre sí, como si en vez de dibujar cómics con cientos de miles de ejemplares vendidos estuvieran pintando monigotes en los márgenes de un cuaderno. Y Liefeld se retrasa, Liefeld no escucha, Liefeld dice sí y de espaldas no, Liefeld toca las cuentas en su beneficio y ha hecho otro sello, Maximum Press, al que dedica más atención. Está jugando con fuego.
Parece que habrá una tregua cuando Marvel, desesperada, acude en 1996 a los chicos de oro para subcontratar algunas de sus series. El estudio de Rob, Extreme, se encarga de Vengadores y Capitán América y el de Lee, Wildstorm, de Los Cuatro Fantásticos y Iron Man, pero ni por esas se calman las aguas: Marvel le rescinde el contrato a Extreme después de sólo seis números aduciendo malas ventas.
Por si fuera poco, Marc Silvestri saca su sello Top Cow de Image porque el chico de Youngblood les está tomando el pelo a todos. Claro que no señala a nadie, pero el culpable es demasiado evidente.

Página de un cómic de Maximum Press denunciando la situación de Liefeld con Image.
Al final, música de violín, Liefeld se tiene que ir con demanda millonaria de por medio. Ni siquiera McFarlane, su amigo y principal valedor en el grupo, le apoya, y como muestra de su enfado borra de la continuidad de su Spawn toda colaboración con él.
Como a perro flaco todo son pulgas, Jim Lee se cansa de gestionar Wildstorm y vende el estudio a DC en el 98, en el momento creativo más importante del sello: cuando Warren Ellis convierte Stormwatch en un thriller superheroico basado en los personajes. Cuando The Authority viene a sacudir un poco el género de pijameros, Wildstorm ya es parte de DC y la revolución es asimilada. Hoy nadie se acuerda de ellos.
¿E Image? ¿Qué pasa con Image?
Los últimos tiempos son siempre el mejor de los tiempos
Dos eventos configuran la Image que conocemos a día de hoy.
El primero tiene que ver con el ascenso de Jim Valentino al control de Image en 1999. Porque Valentino está harto de Shadowhawk, la colección y su personaje homónimo, y porque cree que hay vida más allá del género que lo hizo famoso, y decide impulsar a la editorial como algo más que un paraguas para superhéroes de baja estofa.
Que no se me entienda mal: hasta su retiro de las gestiones en 2004, Valentino no deja de publicar súpers, ni hace que la editorial se desentienda de ellos. Algunos títulos los veremos en unos párrafos y otros, como la línea ABC de Alan Moore o Astro City, será mejor desgranarlos aparte, en la entrega de octubre de esta guía, dedicada a universos paralelos. Pero sí que los superhéroes dejan de ser el centro de gravedad.
Valentino, por cierto, diversifica con éxito al mantener el trato que Larry Marder, su predecesor, ofrece a los nuevos autores que trabajen con Image: en vez de adelantar dinero por el cómic, los creadores toman un préstamo de la editorial para cubrir los gastos de publicación. Es algo más caro que autopublicarse, pero Image es la tercera editorial en Estados Unidos y ofrece infraestructura, control y pleno derecho sobre las creaciones.
El trato, con los años, ha demostrado ser llamativo y atraer tanto a creadores consagrados, como Brian K. Vaughan, como a nuevos autores de la talla de Jonathan Hickman o Rick Remender.
El segundo evento tiene que ver con la aparición de Robert Kirkman, creador de The Walking Dead e Invencible, quien empieza a despuntar dentro de Image con un encargo sobre SuperPatriot (un personaje de Erik Larsen) y termina como el último socio en incorporarse y el único que no forma parte de la desbandada original. Es más: Kirkman se presenta como una fuerza conciliadora, sin la cual habría sido difícil organizar el 25 aniversario de la editorial con todos los egos listos para contar batallitas y actuar como si nada hubiera pasado.
A día de hoy, Image ya no está especializada en superhéroes, y todo el rollo de publicar los cómics de estudios bajo su abrigo ha pasado de moda, aunque la editorial sigue sin ser dueña de nada más que su logo y su nombre.
Suyo es el honor de haber desfogado a una nueva generación de talentos que ha tomado por asalto Marvel y DC, y eso que en 1992 nadie hubiera apostado porque fueran siquiera a ganar algún premio del sector. Y por si todo eso no fuera bastante, dado su músculo en la industria, han conseguido impulsar y mejorar el tema de los derechos de autor y que las grandes editoriales se lo piensen antes de meterse en ciertos tejemanejes.
¿Y el futuro? En 1992 ni siquiera sabían cómo sería el año siguiente. En 1995 no hubieran adivinado lo que pasaría en el 96 con Liefeld. En los noventa jamás habrían imaginado que en 2012, ya bajo la gestión de Eric Stephenson, el New York Times hablaría de renacimiento creativo y menos aún que en 2018 mantendrían la buena fama en lo artístico.

Paper Girls es una de las últimas colecciones en despuntar, con un regusto Amblin y el saber hacer de Brian K. Vaughan.
Lo único constante han sido Spawn y Savage Dragon, que siguen publicándose a día de hoy, pero se trata de vestigios impermeables a modas o tendencias. Aunque pudiéramos saber qué conseguirá Image en un par de años o en qué se habrá convertido dentro de una década… ¿de verdad querríamos arruinar la sorpresa?
Brevísima historia de Image en España
La propia estructura de Image hace difícil que una sola editorial española tenga los derechos sobre todo lo que publica la marca, al ser en realidad un puñado de editoriales independientes bajo un paraguas grande.
Cuando se produce el boom de 1992, Planeta se hace con los derechos y, bajo el sello World Cómics, publica los principales títulos. Ven la luz en nuestro país Youngblood, Spawn, Savage Dragon, WildCATS... y tomos que recopilan miniseries y arcos argumentales. En general no es difícil seguir la pista.

Un ejemplo de la labor de recuperación de Norma
La venta de Wildstorm a DC pone las cosas un poco más complicadas. A lo mejor no os acordáis de anteriores entregas, pero Norma Editorial tenía los derechos de DC desde el año 2000, y sin embargo Planeta, bajo el sello World Comics, sigue publicando Image. No será hasta 2006 que Norma publique Wildstorm y Top Cow… pero después de perder los derechos de DC en favor de Planeta.
Y así seguimos hasta 2013, cuando ECC adquiere los derechos de Wildstorm en España y se desentiende de Top Cow (que, hasta donde sé, permanece en un limbo).
Estas dos últimas editoriales abordan el material de forma muy distinta: Norma publica unos tomos recopilatorios de precio muy asequible y con material muy difícil de encontrar, como el Deathblow de Tim Sale, mientras que ECC hace una selección mucho más tímida y calculada.
Y esto que os he contado hasta ahora es lo sencillo: con el nuevo milenio tenemos la diáspora. Porque Planeta retiene los derechos de Image en general, y mientras sigue publicando Spawn, también se encarga de las nuevas series como Paper Girls, la multipremiada Saga o esa de los zombis de la que ya estáis hartos de oír hablar.

Si te perdiste la edición de Supreme de Dolmen, Debolsillo también tiene una.
Mientras, editoriales más modestas como Aleta o Dolmen han estado recogiendo aquí y allí: la primera retoma Savage Dragon o se encarga de colecciones como Invencible, mientras que la segunda publica el Supreme de Alan Moore, un personaje que empieza en Image y, cuando echan a su creador (Liefeld), cambia de editoriales hasta su vuelta a la gran I en 2012.
Por desgracia, este baile ha propiciado que algunas de las cosas publicadas en su día hayan disparado su valor, al ser material que nunca más se ha vuelto a publicar, como algunas de las aportaciones de Alan Moore a Spawn o los cruces con otras editoriales, como los de Spider-man, Lobezno o X-men.
El mejor consejo es que, si tienes pensado iniciarte con superhéroes de Image, busca que esté todo publicado, que esté disponible y que te lo puedas permitir. ¡Ah! Y reza mucho: es habitual que una de esas tres patas te cojee.
El tiempo en Image
Como es lógico, si estos tipos apenas pueden coordinarse para dibujar juntos, no lo van a hacer para poner en común un tiempo en el que transcurren los cómics. Si bien en un principio se juega con la idea de que los universos de los sellos Shadowline, Extreme, Wildstorm, Highbrow, Top Cow y Todd McFarlane Productions comparten una misma Tierra, la lucha de sables interna propicia que, poco a poco, todos se distancien, cuando no renieguen, de los demás.

Alan Moore participó en uno de los cruces entre personajes de Image.
Lo más que se puede apuntar es que se intenta cierta simultaneidad, sobre todo con eventos que implican a varios sellos al mismo tiempo. Pero después de la chapa que te he estado contando antes, entenderás que ni eso sale bien. Con la extinción o desaparición de sellos y personajes, a Image le queda poco superhéroe con el que jugar a eso de la continuidad, pero al final todo se resume en una frase: no preguntes.
Miniguía básica de personajes
Para esta parte se ha optado por excluir a Shadowhawk por su nula presencia en España y a valorar casi todas las creaciones que inauguraron Image.
Youngblood (de Rob Liefeld)
Al principio, Youngblood sólo podían gustar a los aficionados más recalcitrantes de Rob Liefeld, como los chicos de ADLO: los primeros números, entre los que colabora Hank Kanalz al guión (artista y creador del símbolo de Image), no agradan ni siquiera a Liefeld.
El problema, y es común a muchas de las criaturas de la editorial en sus primeros años, es que hay algunas ideas buenas (el peso de la fama y los supers como celebridades), otras no tanto (todo está tan marcado y exagerado que parece basarse en un grupo malo de improvisación teatral) y una narrativa confusa. La horrorosa rotulación, como podéis ver, no ayuda.
Para ver cómo afecta la cultura del espectáculo a los superhéroes, hay series mejores. Para ver ideas conspiranoicas y disparatadas, hay series con más desparpajo. En general, hay cómics mucho mejores que Youngblood, puede que la peor colección de la primera hornada de Image.
WildC.A.T.S. (de Jim Lee y Brandon Choi)
Hay una guerra oculta entre alienígenas guapos (los querubines) y alienígenas feos (daemonitas), unos con poderes maravillosos y otros con poderes aterradores. Y en medio, junto al vulgo, los mestizos que unos y otros han tenido con el ser humano.
Otro supergrupo. Qué casualidad, viniendo de alguien que se hizo famoso en X-men. A los guiones, un escriba de batalla que recicla sin pudor argumentos de esa misma serie.
Pero Lee es más listo. En su segunda etapa se trae a Alan Moore, que revoluciona la colección hasta convertirla en un cómic de superhéroes muy decente. Su sombra se alarga en el universo Wildstorm: el manipulador Tao, al principio miembro del equipo, se convierte en uno de los mejores enemigos del sello y el tratamiento de Majestic, una suerte de Superman, sirve para que autores como Ed Brubaker o Joe Casey hagan virguerías con él. Este último se marca un tercer volumen aún mejor y, de no ser por la sombra de The Authority, podría haberse convertido en un cómic mucho más influyente de lo que fue.
Antes de que DC decidiera dejar de lado Wildstorm en 2010, hubo otros dos volúmenes sin mucha repercusión, pese a contar con Grant Morrison a los guiones, y en la actualidad ha experimentado un resurgimiento de la mano de Warren Ellis, quien se está permitiendo, en una parcela apartada de DC, reinterpretar a los personajes.
Gen13 (de Jim Lee, Brandon Choi y J. S. Campbell)
Vale, aquí hago un poco de trampas, pero hacedme caso: esta colección merece la pena.
No lo saben, pero sus padres fueron militares que sirvieron de conejillos de indias para conseguir poderes especiales. Primero les secuestran, luego se les activan los poderes… desde entonces, Caitlin, Grunge, Roxy, Bobby y Sarah deben esconderse, aunque eso no les impida pasarlo bien ni salvar vidas.
El equipo más joven de Image también consiguió ser el más divertido, pese al copiar/pegar de Brandon Choi (por supuesto). La breve etapa de John Arcudi, un titán que merece más reconocimiento del que tiene, pareció subir los kilates de la colección, pero Scott Lobdell, especialista en arruinar muchos de los cómics y argumentos que toca (como X-Men), se encargó de llevar a los genactivos a su nadir.
Por suerte, Adam Warren, autor de estilo amerimanga que había hecho pequeñas cosas con los personajes como Magical Drama Queen Roxy, toma las riendas. Ciencia-ficción loca, conflictos inesperados (¿Grunge liado con Swift, de The Authority? Toma mazazo) y un cierre de etapa emotivo y hasta duro de leer (digamos que Caitlin se enfrenta a la muerte) conforman algunos de los mejores cómics que ha hecho nunca su autor.
Después trataron de colar a una nueva generación, que no gustó a casi nadie y menos aún a los fans, y tuvieron que traer de vuelta a los originales. Con Gail Simone a los guiones la colección recuperó lustre, pero ya nada era igual: como casi todo el Image noventero, su relevancia tiende a cero en esta década.
Por cierto: en 1994, año de su creación, la homosexualidad aún estaba infrarrepresentada y más en entretenimiento juvenil, como demuestra que el Cómics Code censurara la homosexualidad hasta 1989 o que Marvel, por ejemplo, tuviera una política durante el reinado de Shooter (desde los 70 hasta 1986) de cero personajes gays, más por una cuestión de mercado que de homofobia.
Hay que reseñar que la actitud de «a la mierda lo establecido» de Image ayuda a normalizar el colectivo LGTBI con personajes como esta Rainmaker, abiertamente homosexual. Aunque ella también ayudara a objetivizar a Caitlin, esta vez desde una mirada femenina, que esa es otra cuestión…
Savage Dragon (de Erik Larsen)
Un reptiliano (pero no a lo Zuckerberg, sino a lo verde) con superpoderes empieza a trabajar como policía en una serie que ha batido el récord de autor constante en una colección. Y Larsen aún sigue a día de hoy.
Después de tantos años, a Larsen aún le da por probar nuevas formas de narrar visualmente y ha convertido la colección en una especie de novela río, que ahora protagonizan los hijos del personaje titular y donde han cabido alienígenas, demonios y superhéroes sin que a su autor le haya temblado el pulso.
Spawn (de Todd McFarlane)
Al Simmons trabaja como asesino cuando es traicionado y asesinado. Pero su alma se niega a dejarlo pasar y hace un trato con Malebolgia, un demonio que le concede un traje especial y una cantidad limitada de poder. Y puedes decir lo que quieras de Spawn, pero es innegable que en su momento no había nada parecido. El gusto y talento para lo macabro de McFarlane eclipsa por completo algunos de los puntos más polémicos, como un espíritu más cercano al Charles Bronson de El justiciero en la ciudad que a los superhéroes de toda la vida.
Pero, como con Savage Dragon, no puedes decir que te aburres leyendo Spawn, al menos en sus primeros cien números. Cada poco tiempo tienes un nuevo enemigo, otra vuelta de tuerca a esa versión desquiciada de la guerra entre el cielo y el infierno o un concepto absurdo pero no por ello menos delicioso, como un rascacielos que sirve como oficina divina o un payaso que se convierte en un demonio, con cuernos y todo.
El tiempo ha terminado convirtiendo a McFarlane en el mismo tipo de ejecutivo del que renegaba tras su salida de Marvel, aunque los tratos que ofrece a los autores que trabajan con él sean mejores. Prueba de ello es la agria disputa por el control de Ángela, una cazademonios creada por Neil Gaiman que ha devenido en asgardiana marvelita tras varios juicios.
Cyberforce (de Marc Silvestri)
Al final, fue Silvestri quien señala al elefante en la habitación: mutantes. Su colección iba de mutantes, mejorados mediante implantes cibernéticos y enfrentados a una organización siniestra llamada Cyberdata. Y de nuevo, los superhéroes eran versiones poco disimuladas de otros más famosos, como ese Lobezno apache que es Ripclaw.
Con Cyberforce, Silvestri inaugura su colaboración en Image, pero mucho más destacados son otros cómics de Top Cow como The Darkness o Witchblade.
Invencible (de Robert Kirkman y Cory Walker)
La historia empieza como otra aventura de legado: Mark Grayson es hijo del mayor superhéroe del planeta y, cuando cumple 17 años, empieza a desarrollar superpoderes. Descubrirá que el camino del superhéroe es mucho más duro de lo que cabe esperar y su madurez se verá salpicada de revelaciones traumáticas y acontecimientos que dejarán una huella imborrable en él.
Robert Kirkman es conocido por Los muertos vivientes, pero en Invencible se permite el lujo de contar todo lo que quiere contar sobre los superhéroes. El resultado es uno de los cómics más brillantes del género, puede que uno de los exponentes que mejor han sabido conjugar el legado de setenta años de historias y los nuevos gustos del público.
Lecturas recomendadas
Wildstorm
- WildC.A.T.S. volúmenes 2 y 3
- Point Blank
- Sleeper
- Planetary
- Gen13 (sáltate los números del 45 al 55 del segundo volumen, y a partir del tercero, el mojo desaparece)
- Blacklash
- Cualquier cosa relacionada con el Team 7
- Deathblow volúmenes 1 y 2
- Stormwatch – Etapa de Warren Ellis
- The Authority
Extreme (y Maximum Press, y Awesome…)
- Lo más simpático es todo aquello que tenga a Badrock, incluído el crossover con Spider-man o con Lobezno, aunque el material venga de la heredera de Extreme, Maximum Press.
- Supreme
- El día del juicio – Cómic de Alan Moore donde explica el por qué del universo creativo de Liefeld: un adolescente encuentra un libro mágico donde puede alterar la realidad y acomodarla a su punto de vista.
- Youngblood Strikefile y en especial la historia de Chapel dibujada por Jae Lee tiene su aquel.
Highbrow
- Savage Dragon
- SuperPatriot
Top Cow
- Velocity, la miniserie de Kurt Busiek
- El reinado del diablo, crossover con Marvel a finales de los noventa
- The Darkness, tanto la etapa de Garth Ennis como la de Paul Jenkins
- Witchblade
Todd McFarlane Productions
- Spawn y miniseries
- Curse of the Spawn
- Kiss Psycho Circus
- Violator
- Violator vs. Badrock
- Sam y Twich
Image
- The Maxx merece una nueva reedición
- The Creech
- Invencible
Lecturas a evitar
- Youngblood, especialmente al principio.
- Ripclaw
- WildCATS vs. Spawn
- Primeros números de Stormwatch
- Prophet en su primer volumen
- Bloodstrike
- Bloodwolf – lo que Liefeld llama una parodia de Lobo
- Pitt (salvo si te gusta cualquier cosa relacionada con Hulk, porque es como Hulk pero peor)
- The Tenth
Enlaces de interés
- Historia de Image Comics bien detallada en The Comics Journal.
- Notable vídeo del youtuber Bamf sobre esa misma historia.
- Por si no teníais bastante, la historia oral de Image.
- Asociación en Defensa de Liefeld y Otros
- Entrevista a Rob Liefeld.
- Entrevista a Jim Valentino.
- Sobre la leyenda de que Chris Claremont fue uno de los fundadores de Image.