Los superhéroes están en todas partes y es muy posible que nos sobrevivan a todos, así que si no puedes con el enemigo, empieza a leerlo. Te contamos por dónde empezar con una serie que publicaremos el primer jueves de cada mes, para que tengas respuesta a todo lo que quisiste preguntar sobre los superhéroes, desde las grandes editoriales a universos ya extintos. Exhaustiva, pero ligera; informativa, pero apasionante. ¡Es la guía de iniciación a los superhéroes!
Marvel Comics nos ha acostumbrado desde los años sesenta a los superhéroes con superproblemas. También a un tono grandilocuente más cercano al circo que a la mitología, en tanto que su explosión editorial se produjo cuando los superhéroes ya habían vivido una Edad de Oro y estaban en plena Edad de Plata. Para aprehender la Era Marvel de los cómics tendremos que empezar desde un par de décadas más atrás…
Aprovecha la estela
Con el formato de comic-book asentado y un año después de que el género de los superhéroes se inaugurara gracias a Superman, Martin Goodman, un avezado editor de revistas pulp, empieza a ver el potencial creativo del nuevo med… sólo bromeaba: por supuesto que lo único que ve es el dinero que puede ganar con los cómics. A estas alturas de la guía, ya deberías estar acostumbrado a pensar siempre en el dinero como motor principal de los avances (y descalabros) del medio.
Vamos, que gracias a Goodman, y a sus ganas de hacer caja, nace en 1939 Timely Comics, el germen de lo que en un futuro será Marvel. Y su cómic de debut no puede tener un título más adecuado, por lo que contiene y por lo que será la editorial en el futuro: Marvel Comics, con las primeras historietas de la Antorcha Humana original (de Carl Burgos) y de Namor (de Bill Everett).
Los personajes se vuelven muy populares, sobre todo ese hombre submarino enfadado con todo, más un antihéroe que un súper al uso. Tanto, que a Timely se le ocurre el primer cruce entre superhéroes, contando cómo Namor ataca la ciudad de Nueva York y la Antorcha choca contra él en el verano de 1940. Esta aventura es probable que inspirara a All-American Publications (una de las editoriales que devendría en DC Comics) la creación del primer supergrupo, la Sociedad de la Justicia de América.
Pero el personaje más popular de la editorial está por llegar. A caballo entre 1940 y 1941, el Capitán América nace de Joe Simon a los guiones y Jack Kirby al tablero de dibujo. El bueno de Steve Rogers es el superhéroe patriótico más popular de todos, el primero de Marvel en ser adaptado a un medio audiovisual y es agraciado con una primera portada que refleja los refinados gustos de Simon y Kirby, esto es, calzándole una buena hostia a Adolf Hitler.
El nacimiento de un icono
Es con el Capitán América con quien debuta el más duradero icono de Marvel, que no es Bucky sino Stan Lee, cabeza visible de la editorial, creador de muchos de sus personajes y experto actor en cameos en películas de altísimo presupuesto.
Pero antes que estrella, Stanley Lieber, que así es como se llama en realidad, empieza a como asistente en 1939 gracias a su prima, la mujer de Goodman, quien pide que sea contratado con sólo diecisiete años para que se desfogue en lo laboral.

Stan Lee en 1939
Resulta que Lieber tiene inquietudes literarias y la ambición de convertirse en guionista de Hollywood. Aunque cree los cómics son para los críos, ve la oportunidad de coger práctica a eso de pulsar teclas y se desvirga en el número 3 del Capitán América con una narración corta. Eso sí, para evitar que se le reconozca (¡oh, la ironía!) firma con el hoy archiconocido seudónimo de Stan Lee.
La llamada de Hollywood no se produce, pero Lee consigue hacer carrera en Timely a pesar de los reveses que sufren los cómics de superhéroes en general y la editorial en particular. De hecho, tanto por su trabajo duro y creatividad, como por el flagrante caso de nepotismo que le colocara en la editorial, los siguientes años dejan a Lee como uno de los pocos empleados fijos. Pero no adelantemos acontecimientos.
Imanes de problemas
En los años cuarenta, cuando termina la II Guerra Mundial, el patriotismo deja de vender y los superhéroes sufren un declive que sólo algunos personajes consiguen capear. Las estrellas de la proto-Marvel no son ninguno de ellos y a algunos ni siquiera se les concede la gracia de un último y glorioso número.
El Capitán América cambia el título de su cabecera a Weird Tales y sólo un número después del cambio… ¡desaparece del cómic! Aunque el lector avezado esta transformación la ve venir, pues los anteriores números abandonan la parte más pura del cómic de superhéroes (moralismo, tollinas y pijamas) para abrazar lo sobrenatural. La última aparición del Capi tiene a Satán, Caronte y un final de… ¿todo fue un sueño? No os digo más.
Y es que Goodman, siempre más preocupado por las fluctuaciones del mercado que por crear un plan editorial estable y a largo plazo, decide que lo mejor es publicar historias como con las que triunfa la competencia. Y en los cincuenta, esas historias eran de terror, ciencia-ficción… No es el único cambio: la editorial pasa de denominarse Timely a Atlas. Los viejos tiempos de héroes en mallas parecen cosa del pasado hasta que, con un tino digno de carcajada, creen que es momento de resucitar a sus personajes emblemáticos en plena ola puritanista.

A falta de terror o superhéroes, Atlas rasca de donde sea por seguir publicando.
La Antorcha, Namor y el Capitán América (ahora un machaca-comunistas) vuelven para sacudir el mercado a partir de 1953, el mismo año en el que el subcomité del Senado estadounidense sobre delincuencia juvenil señala a los cómics como nocivos. Un año más tarde, el Dr. Wertham publica La seducción de los inocentes, llamando a los superhéroes de todo menos guapos, y de repente la línea editorial de Atlas parece apestada. Para 1955, los tres personajes desaparecen de las cabeceras y Atlas lleva un año comprometido con el Comics Code.
Por si fuera poco, las catastróficas decisiones de Martin Goodman con la distribución de sus cabeceras harán que, en 1957, tengan que firmar un contrato con Independent News, la distribuidora propiedad… ¡de DC Comics! Como si Independent viera venir el brillante futuro que está a la vuelta de la esquina, el acuerdo establece limitar las cabeceras a ocho títulos mensuales.
El fénix neoyorquino
Los años sesenta pillan a todos en Marvel un poco cansados. Y sí, no me he equivocado: desde 1961, la editorial vuelve a cambiar de nombre, esta vez al que conocemos todos. Pero digamos que pocas personas están dispuestas a comprobar la durabilidad de la nueva marca.

Stan Lee bendiciendo ese párrafo desde los sesenta
Por una parte, Martin Goodman está a punto de dejar de lado los cómics para centrarse en las revistas masculinas, cuando la revitalización de los superhéroes por parte de DC a partir de 1958, lo que llamamos el inicio de la Edad de Plata, le dan la idea de probar una última vez con Marvel.
Con la Liga de la Justicia en mente, habla con Stan Lee, que anda quemadísimo. Parte artista frustrado, parte con síndrome del superviviente al ser casi el único fijo en la editorial, el antaño idealista editor y hombre orquesta está a un tris de tirar todo por la borda. Así que cuando su Goodman le propone crear un supergrupo… prefiere pensárselo.
Menos mal que Joan Lee, modelo, actriz y esposa de Stan, le dice que si va a dejarlo todo para probar suerte en otra parte (Hollywood, el tipo sólo piensa en Hollywood), debería hacer un último número con su propio estilo, en lugar de copiar a los demás. Al grito de “Para lo que me queda en el convento”, nacen los Cuatro Fantásticos, que resultan ser un éxito indiscutible.
Lee se crece y, acompañado por dibujantes como Jack Kirby, Steve Ditko, Don Heck o Bill Everett llena Marvel de superhéroes. En plena Edad de Plata irrumpe la Era Marvel, de héroes con pies de barro, rencillas internas, una forma de expresarse actual y pegada a la calle, evidente contemporaneidad, interconexión entre títulos y lugares (con Nueva York como centro de operaciones) y hasta nostalgia por el pasado al resucitar a viejas glorias como el Capitán América o Namor… Todos conceptos que apelan a un consumidor más adulto y con mayor poder adquisitivo.
Sólo hay un problema: son tantos personajes que la limitación de ocho cabeceras impuesta por su distribuidora (recordemos, DC Comics, que está en modo control de daños) les tira de los pies y les obliga a tener colecciones comodín en las que conviven, por ejemplo, Iron Man con el Capitán América.
Éxito y meneo editorial
De 1968 a 1978, las cosas mejoran y empeoran a partes iguales para Marvel. Mejoran porque las ventas ascienden de continuo, se libran de Independent News y pueden publicar cuantos títulos quieran. Los personajes se convierten en ídolos de la juventud y Lee, bueno, no consigue meter el pie en la meca del cine pero da charlas en universidades y concede entrevistas dándose palmaditas en la espalda.
Si hoy Marvel tiene una imagen casi de empresa familiar (cada vez más disuelta por su conversión en conglomerado multimedia y porque les compra Disney), es por la labor de Lee como maestro circense y un empeño, que a no todos los colaboradores les gusta, de convertir la plantilla de Marvel en otra alocada fuente de aventuras. Stan deja su puesto de redactor jefe en 1972, pero el halo a su alrededor aumenta cuando su sustituto Roy Thomas, escritor, aficionado y devoto, coloca la frase “Stan Lee presenta” en cada cómic Marvel.
Y con Thomas se suceden unos años que en lo creativo tienen un saldo excelente, pero en lo organizativo es casi un juego de tronos: Thomas sólo dura dos años. Entre el 72 y el 78 acceden al puesto cinco destacados miembros de Marvel, pero ninguno consigue retenerlo debido a tejemanejes intestinos y porque parte de la plantilla está desatada, que lo mismo te crea a Thanos que corre drogada por Nueva York. Los retrasos son una moneda común y se inventan los números de relleno, aventuras que se mantienen en la fresquera para cuando el equipo habitual se pase de fecha.

Al Magus gracias de la falta de viligancia editorial, u obras como el Warlock de Jim Starlin no habrían surgido
Es la Casa de las Ideas y del Tócame Roque hasta que en 1978 entra Jim Shooter como redactor jefe y empieza poner orden. También instaura una estrategia expansiva que no le viene nada mal a la editorial, después de años de inercia.
Rumbo al desastre
Con Shooter, Marvel afronta los ochenta no sólo dispuesta a liderar las ventas, también a recuperar a la crítica. Lo primero se consigue con el acercamiento al mercado directo, que sustituye la venta con derecho a devolución en quioscos y tiendas de ultramarinos por la no retornable a tiendas especializadas. La traducción de todo esto es que las ventas se vuelven seguras. Aunque veremos que la fijación por el mercado directo traerá más de un disgusto a Marvel…
Pero no adelantemos acontecimientos. Las ventas también suben gracias a eventos como Secret Wars, que traen cambios como el traje negro de Spider-man o la sustitución de la Cosa en los Cuatro Fantásticos, y a la visión de Shooter, que es capaz de espolear a sus autores para crear historias memorables como La muerte del Capitán Marvel o la duradera etapa de Frank Miller en Daredevil. Al final DC está en un momento más dulce durante estos años, pero no se puede negar que Marvel presenta batalla.
El chico de oro se ve obligado a dejar su puesto en el 87 debido a fracasos como la línea New Universe, un nuevo universo superheroico que ni fu ni fa, choques con los autores y empresas megalomaniacas como Secret Wars 2, un megacruce que abarca todo el Universo Marvel de entonces. Shooter es mucho de jugar a ser Dios y escribir sobre él, pero como los personajes que tanto le gusta reflejar, no consigue evitar que su poder le aparte de lo que ama.
Sin Shooter, aunque no provocado en exclusiva por su marcha, Marvel tomará una serie de catastróficas decisiones que supondrán casi su desaparición.
Las cinco crisis
En 1996, Marvel se declara en bancarrota y creativamente no le va mucho mejor. Y sé lo que me vas a preguntar, ¿cómo pasamos de Shooter animando la etapa de Chris Claremont y John Byrne en X-Men, de los aciertos con las novelas gráficas, de éxitos de ventas a cinco crisis superpuestas entre sí? Es la economía, fiel creyente.
Porque al contrario que DC, que tuvo la suerte de vivir cierta estabilidad hasta que empieza a formar parte de Warner en los setenta, Marvel es una niña mimada en manos de tiburones. Y cuando en los noventa uno de esos tiburones está más preocupado por emitir bonos basura a costa de Marvel y su principal obligacionista le viene a retirar las habichuelas para hacerse con el poder, tenemos una crisis. La guerra entre Ron Perelman, propietario de Marvel desde 1989, y Carl Icahn, tiburón de Wall Street y modelo de Gordon Gekko, casi termina con nuestra empresa protagonista en el arroyo de no ser por la intervención de la juguetera Toy Biz, que adquiere la compañía en el 97.

No confundas a Ron Perelman con Ron Perlman, el actor de Hellboy (Google ya cometerá el error por ti).
Pero ay, si sólo fuese eso. Los noventa, dejémoslo claro, son unos años bastante de mierda para Marvel. Perelman intenta diversificar adquiriendo negocios de cartas coleccionables y sólo consigue pérdidas (crisis dos); adquiere una distribuidora de cómics y crea una contracción en el mercado que le estalla en la cara (crisis tres) y genera un monopolio aún vigente.
Como compañía, Marvel se deja llevar por la especulación y se cree (o quiere hacerlo) que las millonarias ventas del Spider-man de Todd McFarlane o los X-Men de Jim Lee provienen de millones de lectores. De nada sirven voces como las de Neil Gaiman, que en un discurso a minoristas en 1993 advierte de la similitud entre el mercado de cómics y la tulipomanía: ya tenemos otra crisis que estalla poquito después.
En lo creativo las cosas no van mejor. A principios de los noventa el dinero entra a carretadas en la editorial, pero los editores prefieren adjudicarse las historias entre ellos antes que fichar a guionistas decentes. Cómo no les va a dar igual, si lo que vende es la imagen de los artistas más punteros de la época, como los mencionados antes o Rob Liefeld.
De modo que cuando estos dibujantes estrella se marchan y fundan Image (algo que desgranaremos en el siguiente capítulo), los guiones siguen siendo malillos y ya no hay nada que los defienda ante el consumidor. Suma la última crisis al marcador.
Terminemos este capítulo agarrados a un clavo ardiendo: también hubo grandes historias. La proliferación de oscuridad alimenta una reacción opuesta, celebratoria del rico bagaje de la editorial, encabezada por Kurt Busiek, que reclama con obras como Marvels que hubo y aún puede haber algo de luz. O podemos recordar el disfrutable experimento de Amalgam…
Resurrección y ascenso a los cielos
Y llegamos por fin al final del repaso con una ráfaga de buenas noticias, que la compra por parte de Toy Biz da el pistoletazo de salida a una nueva edad dorada. La primera piedra la ponen Bill Jemas, vicepresidente de Marvel y Joe Quesada, dibujante con capacidad de liderazgo y mucha mano izquierda que consigue el puesto de redactor jefe, entre otras cosas, por una abultada lista de contactos en Hollywood.
Ambos airean años de tramas complicadas y se esfuerzan en hacer cómics accesibles y recopilables, como si adivinaran el auge del mercado de tomazos gracias a la venta directa. Lo hacen además justo cuando las adaptaciones de superhéroes Marvel empiezan a triunfar en pantalla a principios de milenio, enganchando a nuevos lectores bien a través de las colecciones tradicionales, bien mediante el Universo Ultimate, una reinterpretación contemporánea de los puntales de la casa.
Jemas no llega a 2005 en el puesto, pero Quesada sigue la renovación hasta su ascenso a director creativo en 2011 y las líneas de su gestión inspiran a sus sucesores. Para cuando Marvel es adquirida por Disney en 2009, las cuentas están saneadas y la mayoría de colecciones pueden leerse sin una guía junto al cabecero.
Sumado al éxito del Universo Cinematográfico, la aventura más ambiciosa jamás vista en cines (una capaz de albergar auténticas gemas en su interior), dan una idea de lo impresionante que ha sido la recuperación de una marca que a mediados de los noventa muchos estaban enterrando.
Ojo, que la Marvel de ahora tiene sus defectos. Eso de encadenar eventos se ha vuelto cansino; copian y saquean historias del pasado, como si no supiéramos detectar el delito; las colecciones se renumeran aunque la historia a largo plazo continúe; a veces, el empeño en reflejar las adaptaciones cinematográficas en los cómics resultan hilarantes.

Miles Morales, Amadeus Cho, Kamala Khan, Viv (hija de la Visión), Nova y un Cíclope adolescente: los Campeones (de la diversidad).
Pero en general, se lo puedes perdonar cuando se comprueba el inclusismo de la editorial, con un Hulk coreano, un Spider-man latino o una Miss Marvel pakistaní, y el agradecido feminismo de títulos como Capitana Marvel, Spider-Woman, Thor (durante una larga etapa ha sido Jane Foster, la antigua novia del héroe) o Fuerza-V. 56 años después del inicio de la Era Marvel, parece que el espíritu progresista que casi siempre ha caracterizado a la editorial ha vuelto con fuerza. Que dure.
Brevísima historia de Marvel en España
Marvel llega a nuestro país por primera vez de la mano de Vértice en 1969, mediante una edición mutilada que los viejos del lugar recuerdan con sudores y los jóvenes informados con retintín: tomos de pequeño tamaño que publican un par de viñetas por página a lo sumo, a veces convenientemente rellenadas para ocupar todo el espacio.
Vértice se dedica diez años a la tarea, refinando la labor editorial gracias a la experiencia: de los tomos se pasa al formato revista y del blanco y negro al color. Aún así, tiene molestas tendencias, como publicar un episodio y cortar otro para rellenar las habituales 32 páginas, pero como el primer amor, se ganan el corazón del fan veterano. Las portadas de López Espí, reimaginando situaciones y personajes, contribuyeron a ello.
Claro que sucesores y competencia engrandecen aquellos años, sobre todo Bruguera, que publica un poco a tontas y a locas con una molestia rotulación a máquina, en ocasiones de forma paralela a Vértice, y hasta retoma los minitomos al tomar de base una edición alemana. Otras, como Laida o Montena, sólo publican contados tomos a color y desaparecen del mapa.

Fuente: El rincón del taradete
El fan marvelita aún tendrá que esperar para una edición respetuosa, decente y cronológica, pero la primera piedra se pone a finales de 1982. Ese año echa a andar la división de Planeta conocida como Cómics Fórum y, aunque continúa tradiciones como el formato revista u ofrecer episodios a medias, al menos uno puede seguir las aventuras con un gesto tan sencillo como comprar cómics mes a mes.
Pero hay que agradecer a Zinco, rival de Fórum y editora de DC desde 1984 en España, que las condiciones de los cómics Marvel mejoraran. Al publicar aventuras en cuadernos del mismo tamaño que en EEUU, sin episodios a medias y con complementos como fichas de personajes, obligan a Fórum a igualarse o a retratarse.
Para mediados de los noventa, uno ya podía acercarse a los kioscos y tiendas especializadas y pillar un cómic de Marvel sin que se activara el sentido arácnido, y quedarían aún años de placidez hasta que, en 2004, los derechos pasan a Panini, que ya se estaba encargando de publicar Marvel en Europa.
El aficionado de a pie se teme que haya irregularidades (un poco como lo sucedido con DC en España), pero la transición se hace sin problemas e incluso hay un traspaso de gente desde Fórum a Panini para corroborar el espíritu continuista.
En la actualidad, la labor de Panini va más allá de traducir los cómics, con algunas decisiones como la de mantener la numeración de las colecciones y evitar el aluvión de números 1 que asolan los EEUU cada pocos años, o la defensa de la grapa frente al tomo.
El tiempo en Marvel
Maneras de vivir
Si la compañía de Superman ha cultivado durante décadas un estilo irreal, de presente infinito y escasos asideros con el mundo real (vamos, hasta las ciudades más famosas son ficticias), Marvel se ha caracterizado por todo lo contrario. Cuando, en los años sesenta, el equipo de Stan Lee da forma al Universo Marvel, lo hace con el ojo puesto en la competencia. Ya hemos visto que eso les servirá de acicate, como la creación de los Cuatro Fantásticos motivada por la JLA, o como inspiración, al tomar la idea de publicar series limitadas. Pero también como ejemplo de lo que no quieren hacer.

El concepto del tiempo en universos ficticios da para un buen dolor de cabeza
Un cómic Marvel tiene que sentirse como en el mundo real, de ahí que Nueva York se tome como centro de operaciones y ciudad por defecto; tiene que oírse como en la realidad, y por eso los personajes utilizan jerga y una forma de hablar moderna y nada literaria, con referencias a personajes de la cultura popular o eventos de actualidad; tiene que transcurrir en paralelo al lector y por eso, durante un tiempo, doce números equivalen a un año y abundan referencias al marco temporal en el que se publica, con predilección por espías comunistas, que estamos en la Guerra Fría.
Por supuesto, Lee no puede adivinar que los personajes se publicarán durante décadas y que, a las puertas de los setenta, ya tendrá fans preguntándole a él y al resto de guionistas cómo pasa el tiempo entre cómics. Y uno casi puede imaginar al guionista tragando saliva.
Porque claro, que cuatro adultos tengan aventuras extradimensionales y envejezcan no parece tan malo, pero personajes como Spider-man sustentan su éxito, entre otras muchas cosas, sobre su juventud. Si deja que el tiempo en sus cómics discurra paralelo al del mundo real, llegará un punto en que todos los personajes tendrán una edad inaceptable.
La solución no pasa por renunciar a la realidad, sino por moldearla a sus historias.
Maneras de contar
El tiempo es algo escurridizo dentro del Universo Marvel. Debido al contacto con la realidad, algunos hechos necesitan que de vez en cuando se le haga luz de gas al lector. ¿Que te dije que Punisher estuvo en Vietnam? ¡No hombre, no, estuvo en la Operación Tormenta del Desierto! ¿No lo recuerdas? ¿O era en Afganistán?
Sólo los hitos relacionados con la II Guerra Mundial se mantienen intactos en su mayoría, aunque se requieran complicadas excusas narrativas para justificar algunos detalles. El Capitán América puede haber pasado los años que nos venga en gana convertido en un Calipo, pero el pasado como superviviente del Holocausto de Magneto es menos justificable si quieres que el personaje siga siendo un hombre canoso y musculado y no un anciano que mueve la silla de ruedas mediante el magnetismo.
En general, la técnica elegida es ignorar hechos concretos de la actualidad: no hay problema en decir una frase famosa o citar a una estrella de cine, pero sí que es meterse en un berenjenal comentar, pongamos de ejemplo, que hace tres años pasó el 11-S.
Maneras de cumplir años
Todo eso vale para la ambientación, pero los cómics Marvel siguen una línea cronológica que, al contrario que DC y sus Crisis, apenas se ha visto alterada. Si bien las referencias a tebeos anteriores ya no son tan comunes como hasta los noventa, la sucesión de aventuras y eventos obliga a editores y autores a establecer una línea de tiempo.
Durante décadas, el ratio entre años transcurridos dentro del cómic respecto a años en la vida real ha fluctuado, siempre con el origen de los Cuatro Fantásticos como Año 1, pero desde 2008 hay un sistema oficial para medir el tiempo dentro del Universo Marvel. El número 2 del primer volumen del Official Handbook of the Marvel Universe A-Z, publicado en 2008, establece que el ratio es que cuatro años nuestros equivalen a uno dentro del Universo Marvel. Por si fuera poco, es muy posible que la destrucción de universos y su posterior reconstrucción durante el evento Secret Wars en 2015 sirva para justificar cualquier error temporal o contradicción que surja por la mente de los aficionados.
Miniguía básica de personajes
Los Cuatro Fantásticos (de Stan Lee y Jack Kirby)
La conocida como Primera Familia de Marvel obtiene sus poderes por culpa de un vuelo al espacio organizado por Reed Richards, genio multidisciplinar y líder de un grupo formado por Ben Grimm (su mejor amigo), Sue Storm (su pareja) y Johnny Storm (hermano de ésta). Lo que el tipo sabe de ciencia lo ignora de seguridad básica y su cohete viaja sin escudos antirradiación ni pegatina de ITV, con consecuencias catastróficas para sus organismos. Al aterrizar, Reed puede estirarse, Ben es un gigante rocoso, Sue se puede hacer invisible y Johnny incenciarse.
El aspecto más bonito (pero en ocasiones olvidado) de la colección es que, pese a sus continuas rencillas con el Doctor Muerte o los enfrentamientos con su galería de villanos, su espíritu descansa en el descubrimiento científico y la aventura. Otra seña de identidad es que los personajes tienen rencillas y dramitas entre ellos, como el pique de Grimm contra Richards por convertirle en un saco de obra con patas.
Aunque en Marvel se hagan los locos, algún día nos confirmarán que si cerró su colección y forzó el olvido de los personajes en 2015 fue por rencillas con Fox, productora que retuvo los derechos cinematográficos de los Cuatro Fantásticos hasta 2018. Casualidades de la vida, es en 2018 cuando vuelven a la imprenta.
Spider-Man (de Stan Lee y Steve Ditko)
El personaje más popular de Marvel es un adolescente, Peter Parker, que después de ser picado por una araña radiactiva obtiene poderes como trepar paredes, agilidad sobrehumana o un sexto sentido para detectar el peligro. Al principio usa las habilidades para ganar pasta fácil, pero en una ocasión deja escapar a un delincuente que terminará matando a su tío Ben. La culpa le llevará a usar los poderes para el bien bajo la frase que ya estás recitando en tu cabeza.
Spider-Man demostró en su día que un chaval puede ser héroe, no el acompañante peleón (a lo Robin) de un adulto, y que es posible recibir amor del público con una máscara puesta. La vida de Parker está llena de paradojas y situaciones incómodas: el padre de su mejor amigo, Norman Osborn, es su archienemigo; durante años vende fotos al periódico Daily Bugle que sirven para ilustrar artículos que le ponen a caldo como superhéroe; en general tiene mala suerte, pero un tesón a prueba de bombas.
A regañadientes, Marvel aprueba con el tiempo que el joven Parker sople velas, pase del instituto a la universidad y de ahí al mundo laboral, y que se case con Mary Jane, vecina y mejor amiga. Como su siguiente e inevitable paso es tener hijos, desde Marvel se niegan a convertir a su “juvenil” héroe en padre y por mandato editorial le borran el matrimonio con la historia Un día más.
Desde entonces ha tenido algunas grandes historias, como la saga del Spider-man Superior, en el que la mente del Doctor Octopus ocupa el cuerpo de su enemigo, pero en general se juega a marear la perdiz sobre su trayectoria sentimental y profesional.
Thor (de Stan Lee, Jack Kirby y un puñado de nórdicos hace cientos de años)
Donald Blake es un médico con cojera que descubre que puede convertirse en Thor, en el juego de identidad secreta ya clásico del género. Un juego al que dan la vuelta como un calcetín tiempo después, cuando se descubre que Blake es una personalidad ficticia, creada por Odín para enseñar humildad a su hijo. Al perder su raíz humana, Thor se convierte en un superhéroe puro, que no tiene necesidad de ocultar su condición fantástica para vivir en sociedad.
Los cómics de Thor, lejos de depender en exclusiva de la mitología, se caracterizan por una acertada mezcla de ciencia y magia, ya que su pueblo, los asgardianos, son una raza alienígena devenida en dioses. Su etapa más reciente y laureada, a cargo de Jason Aaron, le convierte en indigno del Mjolnir, el martillo mágico con el que machaca a sus enemigos, y su manto como Dios del Trueno lo recoge su ex-novia Jane Foster, convaleciente de un cáncer terminal.
Capitán América (de Joe Simon y Jack Kirby)
El alfeñique Steve Rogers no puede participar en la II Guerra Mundial, pero sus ganas de ayudar le llevan al programa del Supersoldado, por el que su cuerpo mejora hasta un nivel superhumano. Pero si algo define al Capitán es que, después de haber quedado congelado al final de la guerra, despierta en la actualidad y su rasgo distintivo ya no son sólo sus poderes o su capacidad de liderazgo, sino también su condición de hombre fuera del tiempo.
Aunque las películas ya se han encargado de lavarle un poco la cara, y pese a protagonizar historias que se oponían claramente a algunas políticas de conocidos presidentes norteamericanos, aún le queda el sambenito de ser considerado un patriota carente de criterio. Nada más lejos de la verdad: el Capitán siempre representará unos ideales universales, y si se viste con una bandera es para recordar a su país que dichos ideales deberían ser básicos y definitorios de su nación.
Hulk (de Stan Lee y Jack Kirby)
En un principio, Hulk era el hijo bastardo de la historia del Doctor Jekyll y el mito del hombre-lobo: el científico Bruce Banner, tras recibir una dosis masiva de radiación gamma, se convierte por las noches en un gigantón musculoso y malencarado. No es hasta más adelante que se establece que Banner se convierta en Hulk por el estrés, y el guionista Peter David, en su longeva etapa con el personaje, desvela que el protagonista tiene trastornos de personalidad que expresa mediante distintas versiones del monstruo.
El gigante verde es uno de los personajes con mejor trayectoria editorial de la casa, gracias a largas y memorables etapas y a que no es un superhéroe al uso. Su popularidad se disparó gracias a Planeta Hulk, en el que se cuenta que para evitar desequilibrios en la Civil War, sus amigos mandan a Banner a tomar vientos galácticos. Acaba como gladiador y finalmente rey del planeta Sakaar, pero no le dura mucho la alegría…
X-Men (de Stan Lee y Jack Kirby)
Los mutantes nacen con poderes distintos y entre ellos hay dos facciones enfrentadas: los que quieren la convivencia, inspirados e instruidos por Charles Xavier; los que buscan la confrontación, alineados con Magneto. En general, el mundo les teme, odia y les compra cualquier cómic de mierda con una X en la portada.
La cronología es agotadora, pero baste decir que Chris Claremont inicia en los ochenta un culebrón que muy gustosamente siguieron los que vinieron después. La pena es que no todo el mundo sabe escribir un culebrón decente y la colección languideció en lo creativo.
La etapa de Grant Morrison en los dos mil es estimulante al presentar un nuevo punto de partida, articulado alrededor de una idea base: todo muta. La humanidad está mutando y el Homo Sapiens está abocado a la extinción; los humanos roban y se inyectan genes mutantes; hasta los mutantes adquieren una segunda mutación. Luego de un final de etapa desconcertante, las colecciones dieron tumbos hasta que la caja de los truenos se cerró con la erradicación de casi toda la población mutante durante el evento Dinastía de M. Ahora se ha vuelto a abrir, pero ellos, que dominaron las ventas durante años, se tienen que conformar con varios puestos por debajo. Están de genes caídos.
Por cierto, el gran pasatiempo mutante en los últimos tiempos ha sido descubrir que Charles Xavier es manipulador, embustero, acosador y en general mal tío, así que recuérdalo la próxima vez que veas su calva asomar.
Lecturas recomendadas
Los Cuatro Fantásticos
- Etapa de Stan Lee y Jack Kirby
- Etapa de John Byrne
- Etapa de Mark Waid y Mike Wieringo
- Marvel Knights: 4
- Marvel Knights. Los Cuatro fantásticos: 1234, de Grant Morrison y Jae Lee
- Etapa de Mark Millar tanto en el Universo Ultimate como en el Universo Marvel
Spider-Man
- Etapa de Stan Lee con Ditko y John Romita Sr.
- Etapa de Gerry Conway en los setenta
- La saga del Duende
- Etapa de Peter David en los ochenta
- Las historias jamás contadas de Spider-man
- Etapa de J. Michael Straczynski
- Etapa de Paul Jenkins (ideal para alternar con la anterior)
- Spider-man: Azul
- Spider-man Superior
Thor
- Etapa de Stan Lee y Jack Kirby
- Etapa de Walter Simonson
- Ragnarok de Dan Jurgens
- Etapa de Jason Aaron, que continúa hoy día
- Thor: Vikingos (si tienes sentido del humor)
Capitán América
- Capitán América: La saga de la Bomba Loca
- Capitán América: La saga del Imperio Secreto
- Etapa de Heroes Reborn (no es coña)
- Casi cualquier cosa escrita por Mark Waid, pero en especial Heroes Return
- Etapa de Ed Brubaker
- Capitán América: La verdad
Hulk
- Etapa de Bill Mantlo
- Etapa de Peter David
- Hulk: El fin
- Banner de Brian Azzarello y Richard Corben
- Planeta Hulk
- World War Hulk
X-men
- Etapa de Chris Claremont (en especial los años ochenta)
- X-men: Dios ama, el hombre mata
- Si eres capaz de contener los vómitos por el dibujo, La era de Apocalipsis
- Etapa de Grant Morrison
- Astonishing X-men, etapas de Joss Whedon y Warren Ellis
Otros cómics
- Marvels de Kurt Busiek y Alex Ross
- Ruinas de Warren Ellis, una versión retorcida de Marvels (Panini, PORFAVOR, reedita esto)
- Sergio Aragonés Masacra Marvel
- La saga de Thanos de Jim Starlin
- El Guantelete del Infinito
- Howard el Pato de Steve Gerber
- La última historia de los Vengadores
- Los Nuevos Vengadores, los dos primeros años de la colección
- Tierra X de Jim Krueger y John Paul Leon (recomendable para entender algún saqueo reciente)
Lecturas a evitar
- Los Vengadores: La encrucijada: esperemos que no se reedite
- La saga del clon de Spider-man tiene su punto entretenido, el problema es que se alarga demasiado
- Los Vengadores Vs La Patrulla X – VS
- Los Guardianes de la Galaxia de Brian Michael Bendis: para tres momentos lúcidos que tiene, el resto es una morralla insalvable
- Spider-man: Pecados del Pasado
- Ultimatum o el punto en que el Universo Ultimate perdió el sentido
- Civil War 2
- El Masacre de Daniel Way. La nueva etapa de Gerry Duggan tampoco aporta mucho
Enlaces y otra bibliografía de interés
- Marvel Comics – La historia jamás contada – Sean Howe
- Spider-man – La historia jamás contada – Julián M. Clemente
- Del Tebeo al Manga: Una Historia de los Cómics – Vol. 4
- La vista desde las últimas filas – Neil Gaiman
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