Guía de iniciación a los superhéroes (VI) – Otros universos de éxito: por mí y por todos los pijameros

Canino Portada Guia 6

Los superhéroes están en todas partes y es muy posible que nos sobrevivan a todos, así que si no puedes con el enemigo, empieza a leerlo. Te contamos por dónde empezar con una serie que publicaremos el primer jueves de cada mes, para que tengas respuesta a todo lo que quisiste preguntar sobre los superhéroes, desde las grandes editoriales a universos ya extintos. Exhaustiva, pero ligera; informativa, pero apasionante. ¡Es la guía de iniciación a los superhéroes!

Durante los anteriores capítulos, hemos desgranado editorial por editorial los universos ficticios más importantes, pero también hemos pasado algo de puntillas por los superhéroes en sí. Ahora que vamos a hacer un muy breve repaso, descubriremos que, a estas alturas del siglo XXI, existe un tipo de obra que prefiere crear de cero todo un universo para comentar el género

De uno en uno

En la Edad de Oro del cómic, cuando uno piensa en crear un superhéroe, lo hace sin más. Desde el primer número o de forma gradual, surgen a su alrededor el compañero, el interés romántico, se destila la némesis de la galería de villanos y, con el tiempo, todo un microcosmos a su alrededor. Con el género aún por explorar, el superhéroe es el centro de la narración.

Dibujo de Shuster sobre Superman

Un superhéroe y su alter ego: con eso era suficiente.

Eso que hemos llamado “universo superheroico” se crea con imaginación, sí, pero también por la oportunidad editorial: los superhéroes comparten universo porque los produce la misma gente. Porque el público escribe entusiasmado que, si National publica Superman y también Batman, ¿por qué no pueden juntarlos en una aventura? Y mientras, los autores, los verdaderos héroes de estas aventuras, son los que se entusiasman ante las posibilidades que les ofrece un cruce de tollinas entre personajes.

Más tarde, en los sesenta, el esfuerzo de Stan Lee por cohesionar Marvel no está encaminado a sacudir los cimientos del género, pues ya vimos que su innovación vino fruto del hastío y no de un afán renovador: hombre de empresa al igual que escritor, su obra es una carta de despido que no acaba siendo tal, sino un balón de oxígeno para Timely, la cual se había dedicado a casi cualquier otra cosa mientras DC estaba erre que erre con los tipos en mallas.

¿Quién venga a los Vengadores?

Eso sí, Lee procura que sea tan sólido (y determinante para la historia) el entorno del superhéroe como el superhéroe en sí.

Del superhombre a la explosión

Las décadas pasan y el mundo de los superhéroes gana una serie de reglas, bien por guionistas perezosos o nostálgicos que reciclan argumentos, bien por un darwinismo narrativo, por el cual se venden más números cuando se repiten determinados tropos.

Estas reglas no abarcan sólo el comportamiento del superhéroe, también la forma en la que interactúa con compañeros, adversarios propios o prestados, equipos…

El afán deconstructivo de Alan Moore comienza cuando, a los 11 años, lee Superduperman.

Para cuando llegan los ochenta, los superhéroes llevan tanto bagaje que algunos guionistas empiezan a deconstruir el género en sí. Oh, por ejemplo el seminal Superduperman de Harvey Kurtzman y Wally Wood (1953) para MAD ya había soltado una bola de demolición cuando el género estaba en pañales, en concreto contra Superman y el Capitán Marvel (Shazam! para algunos amigos y departamentos legales), pero las tres décadas que separan esa parodia de, digamos Watchmen, sirven para que los supers vivan una Edad de Plata y una de Bronce. Hay mucho papel que cortar ahí para los autores retozones.

Las obras de Alan Moore y Frank Miller en la década del neón no tienen la intención de darle nueva vida al género, sino darle entierro, pero inspiran una corriente de cómics grimosos y violentos que dura algo más de una década.

¿El fin o un nuevo principio? Es demasiado común malinterpretar las intenciones de un autor  (no digamos ya en obras complejas), pero pocas veces ha quedado tan claro las lecturas tan tronadas y erróneas que se pueden hacer de algo como con Watchmen.

Por si fuera poco, la negativa de DC a Moore de que use personajes de la editorial lanza un mensaje muy claro a otros creadores: los universos establecidos por las dos grandes no se tocan. Quién sabe si la defunción de los superhéroes se hubiera producido de haberse publicado a la vez y con personajes del mismo universo Watchmen y la Liga de la justicia de Keith Giffen y J. M. DeMatteis.

Todos quieren su propio hombre-reloj

Sea como sea, la burbuja de los cómics durante los noventa, combinada con la corriente de oscuridad mal entendida, produce una nueva mutación del género de los superhéroes, derivada de la necesidad de parar con los brazos en jarra ante el abismo y mirar atrás con nostalgia: algunas editoriales se lanzan a crear sus propios universos y fallan, como veremos en nuestro próximo capítulo, pero hay autores que se aventuraron a esa misma génesis desde una única cabecera.

Se hace popular así un tipo de obra que condensa décadas de historia y aleja el foco del superhéroe para situarlo sobre todo el género; que añora, critica o directamente se ríe de lo construido.

Como demuestra la obra de Alex Ross, detrás de su estética fotográfica, que parece «dignificar» a los superhéroes, hay un autor inquieto y preocupado por analizar el peso del arquetipo.

Más de veinte años después de Astro City, una de las primeras, estas historias siguen vigentes y, en fin, todo guionista que se precie quiere hacer su puñetero Watchmen (cof, cof, Black Hammer, cof, cof).

Para demostrarlo, te dejo esta lista de obras publicadas en España en la que no están todas las que son, pero sí son todas las que están. 

Miniguía básica de universos

Astro City (creada por Kurt Busiek, Brent Anderson y Alex Ross)

Tiene todo el sentido del mundo que este subgénero tuviera su pistoletazo de salida por parte de Busiek, uno de los guionistas norteamericanos que mejor ha sabido llevar la nostalgia por la Edad de Oro y de Plata del Cómic.

Su conocimiento enciclopédico está entreverado en las historias de esta colección, retratos cotidianos de los superhéroes y de las personas normales que están obligadas a compartir su vida con ellos.

America’s Best Comics (línea creada por Alan Moore y una tonelada de dibujantes)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Ponte en la piel de Alan Moore: te gustan los superhéroes, pero crees que están estrangulando el medio del cómic, de increíble potencial; opinas que aún hay historias que merecen la pena ser contadas, pero cada vez te cansa más encargarte de ellas; decidiste acabar con ellos, pero acabaste revitalizándolos en una nueva y moralmente repugnante dirección. Súmale que te gusta comer caliente y que, en algún momento, te vas a joder.

Como sarna con gusto no pica, después de algunos guiones entretenidos para Spawn y de dignificar los WildCATS de Jim Lee, el guionista británico decide jugar bajo sus propias reglas y crea este sello dentro de Wildstorm.

Cada cabecera dentro de su línea explora el pasado para hallar nuevas historias: La liga de los Hombres Extraordinarios hace literal la influencia de los héroes y villanos de la literatura deminonónica en los superhéroes; Tom Strong rescata el espíritu del pulp; Promethea sirve como altavoz de las ideas de Moore sobre el arte y la magia; Top 10 es una mezcla de cómic de superhéroes con serie policial; Tomorrow Stories homenajea las revistas contenedoras de historias y, mediante uno de los personajes recurrentes, al Spirit de Will Eisner.

Rising Stars (creada por J. Michael Straczynski)

La enésima exploración de cómo unos superhéroes afectarían a nuestra sociedad de una manera realista es puro Straczynski, para lo bueno y lo malo: caracterizaciones sólidas, moralina en bustos parlantes y algo de idealismo ñoño salpimentan cómo 113 bebés adquieren superpoderes después de un fogonazo cósmico. Desde el desconcierto del gobierno a la exploración de sus habilidades, esas 113 personas moldearán el mundo, esté preparado o no.

Más tarde, ya para Marvel, Strac exploraría estos mismos temas desde una perspectiva parecida en Supreme Power, la revitalización del Escuadrón Supremo, un grupo surgido como homenaje (o broma corporativa; tómalo como quieras) de la Liga de la Justicia de DC. Un destino adecuado, porque ni Rising Stars ni Supreme Power existirían sin la serie limitada de Escuadrón Supremo guionizada por Mark Gruenwald.

Millarworld (línea creada por Mark Millar y una tonelada de dibujantes)

Un hombre sabio le dijo a Mark Millar, cuando éste lo petaba fuerte en Marvel, que si a uno le gustan los juguetes de una de las editoriales grandes, ¿no sería más divertido y lucrativo crear los tuyos? Ése hombre era Stan Lee, hoy día el hombre de paja más importante de la cultura pop.

Al menos, no se le puede reprochar que se haya encajonado en un único género. En el tema de los superhéroes, que es a lo que hemos venido, hizo una aproximación descarnada con Kick-Ass, aunque su tesis, sobre lo ridículo y peligroso que sería jugar a ser un vigilante, se diluye en lo que termina siendo un cómic de superhéroes puro y duro.

Con Wanted explora si los supervillanos ganaran definitivamente y si alguien normal podría convertirse en uno, mientras que Némesis, sobre un Batman millonario y psicópata como punta de una conspiración, se pasa de frenada y se convierte en una de las historias más mezquinas que ha guionizado nunca. Pero hay más de lo que un bolsillo puede soportar: MPH, Supercrooks, Huck, Superior

Una de sus últimas incursiones, Jupiter’s Legacy, habla de la importancia de la herencia y cómo ciertos códigos morales, asociados a los superhéroes desde su inicio, podrían ser despreciados por una generación que no adquiere poderes, sino que nació con ellos.

Powers (creada por Brian Michael Bendis y Michael Avon Oeming)

Antes de encargarse de doscientas colecciones en el universo Marvel, Bendis es un talento independiente que empieza a despuntar con sus historias de género negro. De ahí que su universo superheroico tenga la esencia de un procedimental policiaco, con un detective de mandíbula cuadrada (Christian Walker) que es mucho más de lo que aparenta y en el que el asesinato de una superheroína se vive como si hubiese muerto una estrella del pop.

The Boys (creada por Garth Ennis y Darick Robertson)

De todos los guionistas mencionados, Ennis es el menos interesado en escribir súpers: el arco de La conjura de los necios que escribe para Punisher muestra lo ridículos que le parecen, mientras que su historia de Spider-Man para Tangled Web revela su incapacidad para escribir sobre algunos de ellos. Sólo hay una historia, dentro de su trabajo en las editoriales grandes, en el que se haya sentido cómodo: la conversación que Superman y su personaje para DC, Hitman, tienen sobre el ideal americano.

Pero los pijameros continuaron molestándole, así que Ennis se toma la revancha con esta The Boys. Imagina que la chusma de las revistas del corazón tuviera superpoderes y te darás cuenta del alcance de lo que propone: un mundo donde los superhéroes están descontrolados y en el que hay que resituarles la brújula moral a hostias.  Si el carrusel de violencia desmedida y atrocidades se hace llevadero es por las notas de sentimentalismo y patetismo aquí y allá marca de Ennis, y porque el grupo protagonista se hace querer.

Planetary (creada por Warren Ellis y John Cassaday)

Ellis es otro de los grandes nombres que ha sabido navegar los cambios que ha habido dentro del género y que ha contribuido a su desarrollo: The Authority adivina cómo los superhéroes se convertirían en superproducciones y aplica los códigos narrativos y estéticos (imprescindible la colaboración de la colorista Laura DePuy para eso) de un rompetaquillas en una página.

Pero Planetary va mucho más allá. Pese a desarrollarse en el universo Wildstorm, ni sus personajes ni los eventos descritos han tenido relevancia fuera de la colección, lo que la sitúan más como un experimento en los márgenes. El objetivo: narrar la historia del siglo XX.

No es sólo una historia de superhéroes, aunque son quienes protagonizan el hilo principal: Elijah Snow, uno de los espíritus del siglo XX, lleva toda su vida luchando contra conspiraciones que ocultan o suprimen lo fantástico que habita en el mundo. Sus mayores adversarios son Los Cuatro Fantásticos versión Ellis, es decir, déspotas, alocados y demasiado conscientes de que sus poderes les sitúan por encima del resto. Es una obra redonda, pese a notarse que su guionista perdió algo de interés a mitad de la colección. Tan redonda que no es la primera vez que sale en esta guía. 

Next Men (creado por John Byrne)

John Byrne es uno de los nombres más importantes del cómic norteamericano y su contribución a la mitología de Superman, los Cuatro Fantásticos, Alpha Flight, Hulka o X-Men es inmensa. Pero cuando tiene la oportunidad de montar el sello Legends, dentro de la editorial Dark Horse, junto a compañeros como Mike Mignola, Frank Miller o Arthur Adams, tiene pensada una colección que antepone la ciencia-ficción a las hostias superheroicas.

Next Men es un compendio de ideas que Byrne propone en su día a DC y de un proyecto abortado que tenía por objeto narrar el futuro del universo Marvel (dicho proyecto, transformado y sin su colaboración, se convertiría en el mundo de 2099, que a lo mejor te suena por su Spider-Man). Un proyecto destinado a crear superseres es saboteado justo cuando está a punto de desmantelarse y cinco chavales consiguen escapar, cada uno con habilidades especiales. De fondo, una conspiración por retrasar la evolución del ser humano.

Otras lecturas de interés

  • New Statesmen (buena suerte encontrando éste)
  • Cla$$war
  • Héroe al cuadrado
  • One Punch Man (Oh, hi, Álvaro)
  • Last Hero Inuyashiki (manga que analiza la humanidad de quien tiene poderes)

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