Hoy vamos a daros unas cuantas pistas para pasar un Halloween distinto al habitual. Para empezar, hemos pedido a colaboradoras y amigas que nos den unas cuantas recomendaciones de piezas de terror de autoría femenina. Directoras, escritoras, dibujantes... y para adornarlo, unas cuantas monstruosidades femeninas a manos de otras tantas ilustradoras. Que empiece la noche de difuntas.
Ilustración de cabecera: Mary Shelley de Ishara Solís Rodríguez.
Crudo (Julia Ducournau, 2017)
«El canibalismo es interesante porque tiene que ver con mis obsesiones corporales«. Así justificaba Julia Ducournau, parisina de 34 años, el tema central de Crudo, su primer largometraje como guionista y directora, y una de las mejores películas del año. Sin embargo, estas obsesiones corporales poco tienen que ver con estar guapa y gustar a los chicos, sino más bien con la condición humana, femenina en este caso, y la mortalidad. Crudo es la historia de Justine (Garance Marillier), una chica vegetariana de 16 años que poco después de iniciar sus estudios en una escuela de Veterinaria descubre sus inclinaciones caníbales. La película de Ducournau es una desmitificación del ideal femenino, una reivindicación del cuerpo de las niñas y las mujeres, un relato que ilustra cómo estas niñas y mujeres exploran sus cuerpos y se relacionan con sus propias pieles; una exaltación cruda y furiosa de sus necesidades, de sus temores, y de sus apetencias más básicas. Quizá por eso, en una sociedad tan profundamente misógina como ésta, la gente saliera del cine mareada y con náuseas. Quizá para algunos, nada dé más miedo que esto. Eva Cid
La Novia del Cabello Blanco, de Emma Ríos
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A Circle in the Fire (Flannery O’Connor, 1955)
No siendo más que aire y agua, la niebla podría esconder todos los males que acechan. De igual modo, en los relatos de Flannery O’Connor (1925-1964) el infierno irrumpe en lo cotidiano en un desvío de la carretera, un río de aguas puras o una hilera de árboles que podrían arder fácilmente. El conflicto racial sureño y las reminiscencias bíblicas articulan las historias de esta escritora nacida en Savannah, Georgia, donde el mal se presenta como inevitable, una fuerza que se manifestará aunque nos comportemos cristianamente. “Nadie ha escrito mejor sobre la naturaleza del mal”, dijo Dean Koontz.
Oh Lord, do pray there won’t be any fires, it’s so windy.
A Circle in the Fire enfrenta a dos mujeres blancas, Mrs. Cope y Mrs. Pritchard, y la hija de la primera de ellas, a un grupo de tres niños desconocidos que se personan en su plantación, rondando la propiedad sin motivo aparente. La amenaza, palpable desde el primer encuentro, tiene rostro hambriento (aunque no de comida, según se nos aclara) y te atraviesa con su mirada blanca, perdida en los árboles del bosque. Son inescrutables e insondables, como el origen mismo del mal, y percibidos por Mrs. Cope de igual modo que sus trabajadores negros. Her Negroes were as destructive and impersonal as the nut grass. El fuego, metáfora de la purificación pero portador de la muerte, es la obsesión de Mrs. Cope, que intuye latente en las tres figuras misteriosas que invaden su finca.
Como en todo relato de O’Connor, uno puede enfrentarse al diablo con exquisita compasión y los mejores modales (I expect you to behave. I expect you to act like gentleman), pero todo lo que tenga que arder, arderá. Merche Montero
Mariana Enriquez
(Imagen de El Cuaderno)
No es nada fácil escribir un buen relato de terror. En primer lugar, asustar al lector o, al menos, hacer que se remueva en su asiento con cierta inquietud, supone un reto más que encomiable. Por eso me gusta y me maravilla tanto la manera en la que lo hace Mariana Enriquez (Buenos Aires, 1973), que consigue imbuirte de esa sensación de ansiedad de una manera sencilla, incluso doméstica. Aunque sigue publicando de forma muy regular (Este es el mar es de este mismo año) para mí, su libro de relatos de 2009 Los peligros de fumar en la cama es una muestra perfecta de cómo hacerte estremecer haciendo uso de lo cotidiano. Para muestra, puedes leer aquí uno de los relatos, El desentierro de la angelita, publicado por Página 12 y comentado al principio por la autora (ojo, con spoilers). Cristina Ortiz
Vanth, de Ana Galvañ
Ilustración de Ana Galvañ para Vanth, novela pulp de Cristina Jurado.
Monstress (Marjorie Liu y Sana Takeda, 2017)
El equipo creativo formado por la guionista Marjorie Liu y la dibujante Sana Takeda es responsable de interesantes incursiones en el cómic de superhéroes, entre las que destaca la llevada a cabo en la mini-serie Antes de Lobezna, protagonizada por Laura/X-23, clon del mutante-x conocido como Lobezno; en este título intuimos algunas de las ideas que ambas han venido a desarrollar en Monstress -de reciente edición en nuestro país de la mano de Norma-, desde la coautoría y en el marco de la editorial Image.
Marjorie Liu, autora proveniente del fantástico y el noir, ha destacado siempre en el ámbito del cómic de superhéroes por desarrollar personajes complejos, torturados, y que se enfrentan a su programación, es decir, a los dictados inscritos en el código por otros. En este sentido, sobresalen sus trabajos en cómic con la Viuda Negra y Laura/X-23 como protagonistas, precedentes espirituales de Maika Halfwolf, de cuyo despertar somos testigos en Monstress, cabecera que alberga toda una mitología queer; generosa en lo que a mostrarnos abismos se refiere, así como en plantearnos encrucijadas morales.
Sana Takeda es la responsable de concretar con sus lápices forma, línea y color de este inspirado universo, donde se dan cita poderes ancestrales, civilizaciones en crisis y órdenes de brujas con querencia por ostentar el poder. La clave de Monstress está, precisamente, en la desobediencia. El viaje de Maika Halfwolf, como el de todas las heroínas de Liu hasta la fecha, pasa por la comprensión de que, por mucho que incidan unos y otras en doblegar su voluntad, ella no pertenece a nadie, pues es su propia dueña. Un discurso, el del cuestionamiento de las servidumbres, que emana de esta mitología híbrida, repleta de sangre, miedo y oscuridad, en la que todas las partes son responsables, pues todas ellas aspiran, anhelan, desean el poder. Nuestra heroína les descubrirá otras manera de hacer; otra forma de ser. Elisa McCausland
Lucy, de Mamen Moreu
Ilustración de Mamen Moreu realizada para la exposición colectiva en torno al personaje de Drácula organizada por Borja Crespo para el festival de cine de Sitges 2017.
Los pájaros (Daphne du Maurier, 1952)
Supongo que lo más adecuado para un especial Halloween de obras de terror concebidas por mujeres debería ir de monstruos clásicos. En cambio, mi elección va de otros monstruos, nada terroríficos por su aspecto, pero espantosos en cuanto a su comportamiento. Me refiero las aves protagonistas de un relato corto escrito por la británica Daphne du Maurier titulado Los pájaros, que luego sirvió de base a Alfred Hitchcock para su película del mismo título, estrenada en el año 1963.
Los pájaros (el cuento) fue publicado en 1952 y, según parece, tras habérsele ocurrido mientras paseaba por los acantilados de Cornualles, donde la autora residía en una mansión fastuosa. Unas aves que atacaban con fiereza a unos gusanos le dieron la idea… ¿Qué pasaría si esos mismos animales hicieran lo mismo a los humanos? De ahí salió este relato terrorífico en el que unos pájaros (en principio, dóciles y amigables) de repente se transformaban en animales extremadamente violentos. Y no solo eso, sino que dichos ataques contra las personas eran realizados de manera ordenada y organizada, como si las aves hubieran adquirido la capacidad de pensar, razonar y urdir un plan para acabar con los habitantes de una pequeña población costera, empezando con una familia de granjeros formada por el matrimonio Hocken y sus dos hijos pequeños. Un relato corto capaz de provocar en el lector repulsión, miedo y atracción a la vez. Roser Messa