[Halloween dura un mes] Día 24: ‘El páramo’

[Celebramos Halloween como hacemos con todo en CANINO: sobredimensionándolo. Estiramos la noche de las brujas todo un mes: cada día, aquí, durante todo noviembre, tendrás una minireseña de una película, comic, videojuego o libro relacionados con el terror y que quizás no conozcas. Si te gusta descubrir cosas, nuestro Halloween dura un mes te va a encantar. Eso sí, ojo: algunas están muertas.]

No conocemos mucho sobre la industria cinematográfica colombiana, seguramente porque no existe como tal. Y parece una lástima que así sea a juzgar por El páramo (2011), ópera prima del director Jaime Osorio y rodada con un nervio y buen hacer que hace lamentar su tibia recepción en nuestro país.

Cierto es que lo que propone Osorio, que es también coguionista del film, no es nuevo. Un grupo de soldados del ejército colombiano tiene la misión de investigar qué ha sucedido en una base militar con la que se ha perdido todo contacto. Se cree que ha sido atacada por la guerrilla. El puesto está situado en la cima de un pico envuelto en la niebla y donde no crece un solo árbol, de ahí el título. Esta es la primera baza de la película, una naturaleza que es imponente y sublime y por tanto proclive a causarnos impresiones atávicas. Los soldados comienzan nerviosos. Están aterrorizados por el enemigo que creen que habita allí y por los miedos y taras que ya traen de casa. La base está completamente abandonada. Pero algo no encaja. Hay manchas de sangre por todos lados, lo cual parece confirmar el ataque, pero los guerrilleros no se han llevado ni la comida ni las municiones. La extrañeza y la atmósfera malsana van en aumento hasta que un soldado comprueba que la base no está vacía. Hay algo detrás de una pared cubierta de pintadas que declaman exorcismos.

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Leyendo hasta aquí parece claro que El páramo pertenece al pequeño subgénero de terror de temática militar y que podríamos subtitular como «Fuimos de misión y no creerás lo que pasó a continuación». Un subgénero que tiene sus distinguidas madres fundadoras en la musculosa y telúrica La presa (1981) de Walter Hill y en esa burla del actioner ochentero que fue Depredador (1987) de John McTiernan. En ambas se relata la historia de un pelotón que se encuentran de bruces con el horror -sobrenatural extraterrestre o terrenal cajún- mientras andan de maniobras o intentan cumplir una misión más o menos rutinaria. En los 2000 esta fórmula se reactivó con películas como la regulera The bunker (2001) o la estupenda Dog soldiers (2002), el debut en la dirección de Neil Marshall, y en la que la amenaza era un clan de licántropos escoceses (para el inglés, Escocia siempre ha sido el territorio mítico de la barbarie). En Asia el director coreano Kong Su-Chung tejería con idénticos mimbres un díptico estupendo con R-Point (2004) y GP506 (2008) en las que los pobres militares se las veían con fantasmas e infectados respectivamente. Incluso desde Croacia nos llegó la curiosa Zivi i Mrtvi (2007), que utilizaba el terror y el fantástico para explorar las heridas causadas en el país por las guerra en Yugoslavia. Es comprensible por tanto que después de todas estas aportaciones, la premisa de El páramo no resulte especialmente novedosa.

Pero creo que detenerse ahí es un error. El páramo no es solo una aproximación al conflicto colombiano desde el género del terror. Es decir, no solo es una excusa para lanzar un evidente mensaje antimilitarista. También es un estudio del miedo que se nos inocula a través de varias amenazas simultáneas. Ya hemos mencionado dos de ellas, la naturaleza y las tensiones e incompatibilidades que existen entre los miembros del pelotón, varios de ellos insubordinados y psicópatas. También está esa amenaza sorpresiva que ha sido emparedada y que cuando es liberada ejerce como maldición que permanecerá latente hasta el último fotograma. El descubrimiento del diario del teniente del anterior pelotón de la base disparará aún más los terrores que irán creciendo sin medida dentro de la caja de resonancia que conforma la niebla. A todo esto hemos de añadir el uso constante del plano cerrado sobre los rostros de los soldados que los encierra y les niega el espacio, poniendo al once la sensación de claustrofobia y malestar. El resultado final está mucho más cerca de Deadwatch (2002) que de Dog Soldiers, porque El páramo quiere dejarnos claro que el monstruo en realidad es la guerra, que deforma a los demás hasta convertirlos en enemigos, y a nosotros hasta transformarnos en un caos reptante.   

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El páramo

Año: 2011
Director: Director: Jaime Osorio
Guión: Guion: Jaime Osorio, Diego Vivanco
Actores: Intérpretes: Juan David Restrepo, Mauricio Navas, Alejandro Aguilar, Julio César Valencia