[Halloween dura un mes] Día 12: ‘El mutilador’

[Celebramos Halloween como hacemos con todo en CANINO: sobredimensionándolo. Estiramos la noche de las brujas todo un mes: cada día, aquí, durante todo noviembre, tendrás una minireseña de una película, comic, videojuego o libro relacionados con el terror y que quizás no conozcas. Si te gusta descubrir cosas, nuestro Halloween dura un mes te va a encantar. Eso sí, ojo: algunas están muertas.]

En noviembre de 1957, agentes de la policía local de Plainfield, Wisconsin, irrumpen en la granja de un tal Edward Gein siguiendo la pista de la desaparecida Bernice Worden, propietaria de la ferretería del pueblo. Allí los agentes encontrarían la cabeza de la desaparecida cosida al cuerpo de un ciervo junto con otras reliquias macabras, muestras de taxidermia extrema y artesanía necrófila. El caso de Ed Gein sirvió para llamar la atención del público sobre la figura del asesino psicópata, que llevaba gestándose en la literatura de horror desde los años cuarenta, cuando muchos escritores decidieron sustituir lo sobrenatural por lo psicopatológico.

El arquetipo fue rápidamente adoptado por el cine, empezando por la Psicosis (1960) hitchcockiana, que adaptaba la novela homónima de Robert Bloch y siguiendo por películas tan sensacionales en su intento de plasmar las ideas de la psicología pop como Peeping Tom (Michael Powell, 1960) o El estrangulador de Boston (Richard Fleischer, 1968). La figura del psychokiller, no obstante, alcanzaría el cénit de su popularidad gracias a la moda del slasher, momento en el que, paradójicamente, se interrumpe e invierte este proceso de naturalización de los terrores para volver a admitir elementos sobrenaturales. El caso es que en la segunda mitad de los años setenta y primera de los ochenta abundan las obras maestras de esta forma narrativa, mezcla de tensión sexual y resolución sangrienta, Eros y Tanathos en toma subjetiva al estilo de los gialli italianos.Se produjo mucho slasher. Tanto, que Variety informa, a principios de los ochenta, que el cine de horror acapara un 30% de la taquilla americana y, según la creencia popular, nunca se perdió dinero con ello. Estos mismos pensamientos, u otros muy parecidos, debían rondar la mente de Buddy Cooper cuando decidió liarse la manta a la cabeza y agotar el crédito de varias tarjetas (el presupuesto previsto inicialmente era de unos 84.000 dólares, aunque el coste final rondó más bien el medio millón) para escribir, producir y dirigir su propia película slasher. El resultado fue Fall Break, que pasaría rápidamente y por aclamación popular a conocerse por su título alternativo The Mutilator.

Este triunfo de la voluntad (estamos hablando de un tiempo anterior a las cámaras digitales y el found footage) no se vio coronado por el éxito de taquilla, tal vez porque la película juega en exceso a ser el slasher por defecto y en 1984 ya no era noticia que un individuo hosco despanzurrase a una panda de adolescentes de edades inciertas. Desde la secuencia inaugural, en la que asistimos a ciertos sucesos traumáticos en la infancia del protagonista (que, al parecer, ha transcurrido en un hogar cuyo mobiliario y papel pintado ya son de por sí traumáticos), hasta la última escena, en la que los adolescentes virginales (pero muy virginales: duermen completamente vestidos) salen triunfantes de la ordalía en la que perdieron la vida sus amigos más casquivanos, la película discurre siempre por senderos previsibles. Pero es que, entre una cosa y la otra, se suceden no menos de cinco brutales asesinatos plasmados con la contundencia gore que cabe esperar del artista del maquillaje y los efectos visuales Mark Shostrom, con mucho el miembro más experimentado de todo el equipo.

Pero esta misma falta de originalidad y artificio ha convertido a The Mutilator en una especie de Santo Grial para los degustadores de cine trash. Ya se sabe que la falta de voluntad autoral deja mucho sitio libre para la manifestación del zeitgeist. En ese sentido, es justo decir que The Mutilator representa el ADN del cine de horror de bajo presupuesto de su época, el mismo que hoy muchos se empeñan en recrear con sofisticados mimbres post-irónicos. Tampoco es que esta reputación underground haya beneficiado en lo pecuniario al bueno de Buddy Cooper; hasta hace bien poco ver la película sólo era posible a través de la piratería (¡incluso los DVDs que vendía Amazon eran copias pirata!), una lamentable situación que la edición realizada por Arrow Films a principios de este mismo año viene a solucionar.

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The Mutilator

Año: 1984
ADN del cine de horror de bajo presupuesto de su época, el mismo que hoy muchos se empeñan en recrear con sofisticados mimbres post-irónicos.
Director: Director: Buddy Cooper
Guión: Guion: Buddy Cooper
Actores: Intérpretes: Matt Mitler, Frances Raines, Ruth Martínez, Bill Hitchcock