[Celebramos Halloween como hacemos con todo en CANINO: sobredimensionándolo. Estiramos la noche de las brujas todo un mes: cada día, aquí, durante todo noviembre, tendrás una minireseña de una película, comic, videojuego o libro relacionados con el terror y que quizás no conozcas. Si te gusta descubrir cosas, nuestro Halloween dura un mes te va a encantar. Eso sí, ojo: algunas están muertas.]
Pocas cosas hay más injustas que un canon. Dependiendo del capricho de la historia, críticos y catedráticos, algunos autores acaban siendo alzados a los cielos mientras otros igualmente válidos son olvidados o dejados en un inexplicable segundo puesto. Y si bien es cierto que no pocas veces el espeleólogo diletante marca la diferencia y logra un reconocimiento póstumo de un autor olvidado o poco reconocido, no es menos cierto que el problema es creer que las taxonomías son algo más que contenedores interesados para justificar similitudes dudosas.
Yasuzô Masumura sería un caso de autor olvidado. De filmografía extensa y fascinante, hoy es recordado por apenas sí un puñado de películas. Entre las que destaca, no sin razón, . Más conocida en occidente como Blind Beast.
Blind Beast trata sobre la búsqueda de la belleza, del éxtasis que sólo es posible encontrar a través del dolor y la muerte. Del arte como sacrificio supremo. Y para ello sigue los pasos de un escultor ciego, su sobreprotectora madre y una modelo de fotografía artística que se verán involucrados en un triángulo de deseo y surrealismo que, lentamente, evoluciona hacia la obsesión erótica más enfermiza.
Nada que no hayamos visto antes, estarán pensando algunos. Y es cierto. Aquí nos encontramos con eros y thanatos campando a sus anchas por un estudio secreto de esculturas gigantes de partes de cuerpos femeninos descontextualizadas de figura, pero ahí radica su novedad. No es sólo Edogawa Rampo, al cual adapta, al único autor que parece referenciar Masumura. También hay mucho de Yukio Mishima o Georges Bataille. Ya sea por la búsqueda de una poética y una belleza que sólo se puede alcanzar a través de la destrucción del objeto de deseo o por la obsesión erótica como gasto improductivo que nos acerca hacia una visión más profunda de lo real, Blind Beast se puede disfrutar igual como clásico del terror erótico que como sesudo análisis hermenéutico sobre los límites del arte.
Su encanto y lo extraño de su olvido en el canon de las cúspides radica ahí. En su versatilidad. En ser al mismo tiempo una extraña historia de vanguardismo cuasi-lynchiano y al mismo tiempo una historia clásica de terror erótico. En otras palabras, el abuelo artesano de algo tan alucinado como la fabulosa The Neon Demon (2016).
A fin de cuentas, todo canon no es nada más que una taxonomía interesada. Y si es así, ¿qué nos impide a nosotros crear nuestro propio canon regido por la perversión, el arte y el erotismo?